viernes, 15 de diciembre de 2017

Ser sincero sin dejar de mentir.

Dedicado a mi One Touch 5036A.

Hace unos días, navegando por internet – N´hombre, que ya tenía sus años que no utilizaba tan noventeras palabras–, vi en la página de SensaCine el tráiler de la película Perfectos desconocidos, del director Álex de la Iglesia, cuya trama gira sobre una extraña dinámica, en una reunión de amigos colocan sobre la mesa los celulares de todos y hacen público durante la reunión lo que se iba recibiendo a través del aparato.

¡De locos el dichoso jueguito! Hacer del dominio de los demás todo el contenido de ese objeto que hasta al baño nos acompaña, donde hemos visitado –no me salgan con la mamarrachada que ustedes no–sitios web que en una computadora de escritorio no somos capaces de abrir bajo el temor a ser sorprendido por alguien o que se sepa que eres filial al grupo ese de compañeros cochinones de la secundaria que al parecer no han evolucionado y se comportan como imberbes púberes. Otro punto en contra, radica en que además de las aplicaciones que le hemos suministrado a nuestro dispositivo móvil, también le incluimos nuestros secretos e intimidades, por ejemplo ahí están las claves de ingresos a las redes sociales, las fotografías y videos no aptos para cualquiera, los contactos que podrían resultar incomodos para los demás, entre otras cosillas –aquí estimado lector, piensa en las de tu particularidad.

En la actualidad, para algunos el celular es en sí el desarrollo de sus vidas, donde no existen reservas ni restricciones, lo que hace de ese tipo de juegos un peligro, además, ¿contamos con la madurez de soportar sinceridad al 100%? Tal vez caigamos en la cuenta de que la sinceridad y la verdad a veces llegan a incomodar, pues somos partidarios de conocer las cosas a medias. Haciéndonos al ánimo de que es saludable que tu hijo, pareja o tú mismo tengan una porción de privacidad en la vida, pues así evitas posibles diferencias en las relaciones humanas o que borren el concepto que tienen de ti.

Si crees que no es razonable mi argumento, por favor realiza un recuento de las veces que a tus padres les mentiste con tal de que la vida continuara en armonía. También, considero que le quita ese toque de misterio a una relación de pareja el saber todo lo que es y lo que será, mejor aceptarse tal cual y punto.

Después de terminar la redacción del artículo dudé en hacerlo público, pues más de alguno tendrá la iniciativa de ponerlo en práctica, ¿se imaginan este ejercicio en la posada de la oficina, la cena navideña o de fin de año? Lo más seguro es que terminaría en drama y esta vez no será por el intercambio, creo que lo mejor es continuar siendo sinceros sin dejar de mentir.

jueves, 7 de diciembre de 2017

¡Ahí vienen los tesoneros!

Dedicado a… ustedes ya saben.

Por fin ha llegado el esperado frío a nuestra horneada ciudad, ¡tanto que se le extrañaba! Los ventiladores tienen su receso, los ventanales cierran en las madrugadas, cuesta más fuerza de voluntad levantarse de la cama, es más, hasta al gallo le da hueva cantar a las seis de la mañana, de lo helado que esta el tráfico se enfermó de laringitis, pero los que andan más inquietos que una monja en despedida de soltera ante Stripper, Chip n’ Dale, son los tesoneros estudiantes, ustedes ya se imaginarán por qué.

Es común por estas fechas que los alumnos se conviertan en remedo de escolta presidencial de aquellos profesores que por una casualidad del destino están aún adeudando sus materias debido a las bajas calificaciones, entonces los vemos hacerles guardia a los ingresos del plantel, afuera de los baños, en la cafetería –¡ya ni la amuelan! Apenitas le vas hincando el diente a la torta de chilaquil y ahí están acechándote. En otras épocas las fotocopiadoras sobresaturaban su funcionamiento, hoy gracias al avance tecnológico un teléfono celular se encarga de fotografiar todos los apuntes del más sobresaliente de la clase, convirtiendo sus cuadernos en especie de best seller, así como si fueran libros, por cierto, para los que no son de mis tiempos, un libro era como la Wikipedia, solamente que impresa y empastada.

Irónicamente a pesar de la laicidad de la educación los jóvenes realizan peregrinación del cubículo de docentes al estacionamiento implorando por décimas, puntos extras o exentar la evaluación final con la calificación que obtuvieron, aquí es cuando el profesor a través de una oración al alma de Gregorio Torres Quintero pide que ponga en su cerebro las palabras correctas que les hagan comprender a sus educandos que las tareas y trabajos académicos se recogieron durante el ciclo escolar, hoy ya no se aceptan.

También es frecuente querer que en la escuela se arranque esa iniciativa solidaria del redondeo pero en lugar de a favor del cliente es sobre las calificaciones, ni que la institución educativa fuera algo así como la tienda “o por, por, o”; el grupo ya sea de WhatsApp o Facebook que el docente creó con fines académicos, de pronto se vuelve una pesadilla al saturarse el inbox con un titipuchal de mensajes, olvídate de que las dos palomitas en algún momento se pondrán en azulito, pues ya han sido bloqueados esos exigentes discípulos o de plano en un acto tipo Führer decidió realizar un holocausto del grupo.

Solamente queda recurrir a las prácticas sobrenaturales, o sea, conseguir una güija, para invocar al chamuco con tal de convencer al testarudo maistro para que se compadezca regalando puntos extras o recibiendo trabajos especiales, pero en el extremo de los casos, pos… mejor que se pongan a estudiar.

¡Vísperas de Navidad!

Dedicado al extinto Santa Clós de aquella gran barata anual.

Curiosamente desde el martes 21, la mayoría de las casas por donde camino están adornadas de luces multicolores, pastoras o flores de Nochebuena, en espera de la Navidad, ¿cómo que se están adelantando? Mi agüelita aseguraba que los adornos navideños y demás elementos decorativos se debían colocar a partir del primer domingo de adviento. Bueno, pero a ella no le tocó vivir estos tiempos modernos donde las estrategias de marketing transforman las temporadas en ansias comerciales – ¡mira que mezclar guirnaldas y estrellas de belén con utensilios para Halloween a finales de octubre! –, aunado a la tristeza que abunda en nosotros, quienes siempre buscamos un pretexto que nos distraiga de la rutina y nos motive a continuar con el ritmo de la vida.

Pretendemos acercar esas fechas tapizando de luces la fachada de nuestros hogares, desempolvando el antiguo árbol que se volverá luminoso en cuya base colocaremos el pesebre con las reliquias de figuras que han pasado de generación en generación… todo en apariencia, mientras continuamos declarándonos la guerra de día y haciendo la mimesis de amor por las noches en lo más oscuro de la alcoba.

Es más, hasta mi vecino ya quitó del ventanal la bandera del equipo… ni les digo cuál es, pues no vale la pena, para colocar una carita de Santa Claus cachetes rosados tipo pujido, de barba blanca que a la semana de estar a la intemperie se pondrá gris debido a la polución. Algunos ya saborean esa exquisita cena del 24 de diciembre, donde las que menos disfrutan de ello son las amas de casa, salvo el consuelo de ver reunidos al noventa por ciento de la familia, pues siempre faltarán a quien más se les extraña.

Por su parte, mis compañeros realizan la cuenta regresiva para el anhelado periodo vacacional, así como el pago del aguilaaargo, al igual que ya están planeando con ahínco las posadas, haciendo changuitos con los dedos para que en el intercambio no les vayan a salir con el cuento de que a Jesusita la bolsearon y les corresponda un obsequio inferior al que invirtieron. Ya ven que eso de empezar a quererse es tan superfluo y banal, que por ello la organización de la Navidad agota.

jueves, 23 de noviembre de 2017

LOcO FiN

Wow¡ Así como si fuera eslogan publicitario de tienda departamental, este último puente del 2017 se la rifó, primero sacó a relucir nuestro perfil consumista con eso del “Buen Fin:)” –por cierto, ¿qué onda con la sonrisita? –, comprando tantas cosas que ni necesitábamos, además ni era cierto eso de los televisores de 10.999 pesos, pos ni los encontré. En el cine, el viernes veíamos a más personas en mallas que ni los lunes de zumba por el jardín de mi barrio, es más, aquello en pantalla parecía pijamada por la película de Justice League.

El 20 triplicamos el festejo patrio, pues además de conmemorar el 107 de la Revolución, de paso repetimos el cumpleaños del Benemérito de las Américas, Don Benito Juárez García, y para que no se nos olvide, ahí va de nuez la celebración de la Independencia, ¡híjole! Cuánta información por procesar en las materias primas de las masas encefálicas de nuestra chaviza, con tal de que quedara bien fomentada nuestra idiosincrasia patriótica, luego de esto, creo que no aplica esa cuestión de: ¿pa´qué estudiamos historia?

Como dicen nuestros Bitles del nopal, Café Tacuba en su canción El Ciclón: “quiero hacerla un cuadrado, deformarla en un triángulo, pero la vida siempre vuelve a su forma circular”, todo regresó a la normalidad el martes 21, que parecía lunes, pero en realidad era martes, lo supe cuando al pasar por el Rancho de Villa contemplé a las vendimias atascadas de clientes y en el parabús el gentío esperando sin esperanza la ruta del tentempié que los llevará a su chante.

jueves, 16 de noviembre de 2017

Expresión al bidé

Este lunes, para los usuarios de los servicios de transporte urbano de la zona conurbada, se dio un preludio al 1 de enero del 2018 con el incremento de dos pesos a la tarifa general, quienes no nos enteramos el meritito día del anuncio oficial, pudimos constatarlo gracias al enooooorme ocho que aparecía al frente de los camiones, los distraídos como este inseguro servidor de ustedes llegó a creer que todas las rutas se habían transformado en la número 8, ¡chin! ¿Dónde habían quedado las 10, 20 y 3? Parecía como si nos las hubieran robado, después, la 14 hizo que entrará en razón cuando abajo del ocho se incluía la frase “Sin llorar” a son de burla #@!%’¡#&.

Un simple número expresaba la buena nueva para los choferes y la desesperación de las carteras de quienes utilizan este servicio. Así como lo hicieron los transportistas, existen formas de expresión por todas partes, las paredes grafiteadas con groserías u obras de arte, esos panorámicos anuncios de las calles –que a veces de tantos que hay, se contamina de forma visual mi amada Ciudad de las Palmeras–, en las visitas a los baños públicos uno se topa con lecturas exquisitas que van de lo divertido y sarcástico, a lo directo y triste.

También existimos sujetos que al expresarnos tal vez nos convertimos en enemigos de la RAE, por las frases sin sentido que decimos –y que también escribimos–, cualquier semejanza con el loro de mi casa es pura coincidencia. Reconozco que cuando tratamos de llegar a los demás, una evidencia clara es nuestra imperiosa necedad de entablar comunicación con otros, precisamente en ese hablar tan crucigramado intentamos que los demás nos codifiquen lo que decimos, aprovecho para agradecer a quienes ponen sus ojos en esto que tan devotamente escribo todos los jueves.

De todas las desdichas humanas que permanecen ocultas con total justificación en el ámbito de lo privado, los lenguajes cursis de pareja son los que más pena ajena causa a quien los escuchamos, neta, eso de que vas en el camión, mientras la pareja de enfrente va diciéndose frases de pastel o cuando tu compañera de la chamba responde la llamada de su pioresnada con apodos tan domésticos como “¡sí mi amor, lo que tú digas cariño!” ¡Puaf! ¡puaj!

A consecuencia de lo anterior, en un (fallido) intento de ser lo más mesurado al hablar, con la precaución de evitar decir esas palabras hermosas que se verán ensuciadas por los múltiples usos de los termómetros de mis vísceras, en mi cerebro planeo conversaciones que probablemente nunca se lleven a cabo, pues lo más patético es que suelo siempre expresar lo que ni siquiera pensé.

jueves, 9 de noviembre de 2017

Pérdida de tiempo

Ya pasó el Día de Muertos, atrás quedaron esos panditas… ¡Ups! Digo, calaveritas que la chaviza se disfrazaba para conmemorar a los difuntos, pero, que yo sepa Ace Frehley y Peter Criss de Kiss aún no mueren, ¿entonces por qué muchos se maquillaron como ellos ese día? Aprovechando el archirequetemegapuente, acudí a equis sala de cine a ver esa película animada que nos restriega en la cara la capacidad imaginativa de los gringos al reciclar nuestras tradiciones y folklor, o sea, nos asombraron al exhibirnos algo que para nosotros de tan común que era ni en cuenta, pues lo tomábamos de ordinario que pasaba inadvertido.

Hablando de momentos inadvertidos, cierta vez una colega laboral con el clásico sarcasmo de nuestra profesión me dijo: ¡oyes! Tu que escribes sobre las tonterías de la vida – ¡qué! ¿Cómo? “#@!%’¡#&–, nunca te has puesto a pensar en el valioso tiempo que perdemos entre la duración del cambio del semáforo de rojo a verde, casi llega al minuto y medio, los cuales si los sumas con todos los que te cruzas al día y los multiplicas por los meses, al año son un titipuchal de momentos de la vida que te pierdes en la lela, es decir, vas desperdiciando la vida en cada luz roja.

Creo que el tiempo nunca se pierde si en esos momentos lo utilizamos para pensar, no en divagar sobre la inmortalidad del cangrejo, sino en colocar en los pensamientos asuntos que se analicen con atención y detenimiento, generando puntos de vistas que permitan tomar decisiones acertadas a esos asuntos. Recuerde que cuando uno viaja ya sea en camión, taxi o coche particular, las cosas se miran distintas, pues las perspectivas cambian, las broncas que nos parecen grandes, tomando un poquito de distancia ya sea en espacio o en el tiempo ese que según usted se pierde en cada cambio de luz, se ven diferentes.

¡Ah! Regresando al tema de la película, apreciado lector, si dudaste de mi insensibilidad al ver la cinta, honestamente, sí lloré, pero no de ternura, sino de enfado, porque ahora para el mundo ser mexicano es festejar el dos de noviembre perdiéndose en el laberinto del tiempo y el olvido otras manifestaciones populares de nuest

jueves, 26 de octubre de 2017

Cuentos y canciones

Dedicado a Francisco Gabilondo Soler.
De cera… el del museo en GDL

El fin de semana decidí montármelo de infante en el estero de casa, por los seis bafles de más de 1500 W de potencia sonaron canciones de Parchís, Enrique y Ana, El Chavo del Ocho con toda la vecindad, como intermedio puse los cuentos y canciones de Cri-Cri, ¡ah! el señor que una vez fue grillito, ese que vivía en campos y bosques tocando su pequeño violín, que la neta era una hojita, pero si los Kronos Quartet interpretan la canción de “Perfidia” también con ese órgano vegetativo, al igual que el señor que va al mercado Manuel Álvarez y se echa la rola de “Amorcito corazón” por unas cuantas monedas con el citado instrumento, ¡chingón maistro!

Al escuchar las canciones, en una de ellas volví a imaginarme anotando en la libreta los garrotazos que la tía le arremete al niño ese que dice groserías, a pesar de su cara angelical igual a un querubín, ¡wee, eso es fomento al bullying! No podía faltar el drama que toda ama de casa vive a diario al ir al mercado con el alza de los productos de la canasta básica, y que también enfrenta la Patita a quien solo le queda regatear o poner a su familia a un régimen alimenticio de mosquitos, pues además tiene un marido que ni trabaja, ¿en dónde he visto algo parecido?

A las tres de la mañana – ¡eh! ¿Qué no es la hora del chamuco? – empieza el ritual de los muñecos, donde siempre el Gato Félix le parte su mandarina en gajos al sonriente Pierrot, para que los deje continuar brincoteando hasta el amanecer, aquí como que uno reflexiona y saca a conclusión de que los “creativos” de Pixar se fusilaron la idea de Toy Story de esta canción. Igual pudiera ser que otra de sus fuentes de inspiración fue La muñeca fea, ¡no manches que nombre tan peyorativo! Bueno de entrada la música es triste con esa mezcla de arpa y piano, luego saber que ya no tiene un brazo, la cara toda chamagosa y para colmo llora lágrimas de aserrín debido a que los ingratos del mundo ya no son sus amigos, algún parecido con Sid Phillips es mera coincidencia.

A la edad que tengo – ¡mira que son casi 49 años!–, saqué coraje de mi persona para escuchar la intimidante “El Ropavejero”, a la cual recurrían las madres como advertencia suavizada para que uno le bajara a los berrinches. Les aclaro que la superé, pues años atrás me la brincaba, pero la que aún no puedo es la “Canción de las brujas”, cada vez que la escucho se me pone la carne de gallina. Luego siguió la primer Lolita que conocí mucho ante de leer la novela de Vladimir Nabokov, la niña Esther, la de Métete, Teté, una especie de cumbia sabrosona, seguida por ese lenguaje raro del chinito estampado en un gran jarrón que fue acusado de decir: “¡Yan -tse – amo – oua – ting – i pong – chong – kí”, ¿y eso qué significa? ¡Ve tú a saber!

Influenciado tal vez por Teté, no pude resistir oír a mi gusto culposo en la adolescencia, los puertorriqueños de Menudo, recordando a tantas chicas que fueron mis novias –sí, pero en la imaginación, ¡Sigh! Sniff, sniff.

jueves, 19 de octubre de 2017

Cambiar de aire

Son la fantasía godín de cualquier empleado de oficina, la esperanza de los alumnos y el suplicio para sus respectivas jefecitas, siempre se buscan con ahínco en el calendario, convirtiéndose en una falta de respeto si en uno de los meses no se incluyen, pues sábados y domingos están de hoquis, me refiero a las tan esperadas, anheladas y cortas – ¡sí, porque ni nos ajustan!– vacaciones.

En la Roma antigua, los días vacacionales eran aquellos exentos de obligaciones religiosas, pero no de trabajar, recordemos que su organización social dependía mucho de los actos religiosos, además en aquellos tiempos se le atribuían al Todopoderoso la creación de las fechas de asueto, recordemos que el séptimo día de haberse creado el mundo y todas las cosas, Dios se lo tomó de receso, después el ser humano en los múltiples intentos de ser semidiós inventó un titipuchal de fechas a celebrar y obviamente descansar.

Muchísimos años más adelante, en la Edad Media para ser exacto, los campesinos que laboraban durante la siega percibían de una especie de protección ante los tribunales a no ser citados fuese cual sea el motivo, al que llamaban Vacatio Judiciales, o sea, si trabajabas nadie te la podía hacer de tos. Fueron los ingleses quienes instituyeron los periodos vacacionales como hasta hoy los conocemos, en invierno y verano.

Ahora de adulto el disfrute de las vacaciones me cuesta un buen –a diferencia de cuando niño, que todo era gratis–, si es que se les puede llamar gozo a desembolsar por servicios que redoblan sus precios por el simple hecho de estar en momentos de vigencia, además, como dijera Elbert Hubbard, “nadie necesita más vacaciones como el que acaba de tenerlas”, porque uno regresa todo molido, más cansado que relajado de los viajes.

Para colmo, como especie de mal karma, cuando el receso laboral es extenso, los achaques comienzan a invadir mi cuerpo, al grado de enfermar, entonces, eso de cambiar de aire no va conmigo, pues en el intento de evadir mi realidad por unos cuantos días, descubro cómo mi organismo es un masoquista acostumbrado al estrés por el ajetreo laboral… ¡Achís! Sniff, sniff

jueves, 12 de octubre de 2017

Oh! My LOL

Veo chirotear a los niños en el Jardín Libertad, lo cual trae a mi memoria miope los días de la infancia cuando en un círculo trazado sobre la arena del Jardín de San Pancho de Almoloyan, al grito “¡chiras pelas!”, intentaba sacar los caicos de mis amigos, de pronto los acordes de “Nereidas” que interpretaba la Banda de Música del Estado sobre el kiosco de origen belga que se encuentra al centro me regresaron al tiempo real, para pensar que dentro de cincuenta años más, si sobrevivimos al holocausto nuclear o a la invasión zombi, las generaciones actuales estarán bailando al igual que esos ancianitos, imagino que sí, solamente que la música será reguetón, trap o trance.

No hay que olvidar que alguna vez fuimos jóvenes, por supuesto que ellos también en cierto futuro serán mayores. Ahora nos causa admiración o experimentamos una que otra punzada en el corazón y en el hígado que ciertos chamacos ignoren que años atrás en nuestro abecedario existían las letras “CH” y “LL” o que a la moneda nacional le extirparon tres ceros con tal de igualarla al dólar, y se nos hace una catástrofe que a ellos ni les importe, pues como dicen no fue en su tiempo.

Siempre que hablamos o escribimos de la brecha generacional, lo hacemos para rescatar lo “bueno” del pasado y criticar destructivamente lo que se hace en la actualidad, que arroje la primera piedra cualquiera de mis congéneres quién no sabe el significado de palabras como: discoteca, conjunto musical, chaviza y llamarle vino a todo tipo de bebida embriagante, claro que lo sabemos e igual que ahora, los adultos en nuestra época de jóvenes – ¡uy!, ¡ya llovió!–, nos escuchaban con signos de interrogación.

Actualmente es común que en las fotos que uno sube a las redes sociales en plan de chavo-ruco con jovenzuelos haciendo señas con los dedos, caras extrañas y poses ridículas, quienes no estuvieron en ellas las comenten escribiendo “C.I.” y el emoticón de tristeza. Las primeras veces ni sabía qué onda, entonces investigando, así a través de encuestas antropológicas en la calle, supe que esas dos letras significan “chida invi”, o sea, quienes las escriben están reclamando porque no salieron en la foto. También he escuchado cuando a la raza les gusta una canción en lugar de decir a mí también dicen “por dos”, luego si a otro le agrada agrega “por tres” y así de forma aritmética sin la ayuda de Baldor uno se entera de sus gustos musicales.

Alguien por ahí va a decir que estoy favoreciendo a que se deforme el lenguaje, pero nosotros también lo hicimos en aquellos tiempos cuando en las olimpiadas se cronometraba con reloj de arena, al acuñar palabras como: qué onda, ay la vidrios, está bien rifado, chafa, qué tal andamios, sangrón o transa. Haciéndosenos tan común que aún prevalecen en nuestro hablar coloquial.

jueves, 5 de octubre de 2017

Dejarte en visto √√

Nos ufanamos de hablar y de escribir sobre un pasado glorioso, hoy, creo que es necesario abordar este presente, donde los diálogos más extensos e interesantes se han vuelto digitales, no como este análogo texto que tienes en tus manos, la palabra chat ya es tan común entre nosotros que incluso forma parte de los actuales diccionarios, además, se ha convertido en el medio de… pudiera ser comunicación, pero a veces en lugar de ello, aíslan a las personas, pues al concentrarse tanto en lo que intercambian chateando se olvidan del entorno inmediato.

No hay situación más angustiante para quienes lo utilizamos, como estar en plena “conversación” y observar a nuestro interlocutor a través de las letritas en color verde de “escribiendo…”, luego como que borra, lo vuelve a hacer, borra de nuevo, va de nuez las tiznadas letras y al último nada o simplemente envía un emoji. ¿Y eso qué? Claro que a uno nadie le ve la cara, bien sabemos que ese sujeto tenía otra cosa en mente, nada más que algo le orilló a omitir la idea o prefiere callar pues probablemente lo que iba a comentar pudiera ofendernos, generar polémica y en el peor de los casos desconfía de uno . Es por eso por lo que ahora un nuevo sinónimo de indecisión, falto de ideas (y desesperación) se suma a nuestro diccionario, cuando en un chat aparece: “escribiendo…” y nada.

Igual acontece cuando después de un ratón de escribir, escribir, seguir escribiendo de forma fluida, la pantallita de la caja idiota se queda quietecita, ¡ahí nomás! Luego uno piensa que hay cierta movida chueca, entonces la intriga crece como el frijol mágico de Juanito, pues las palomitas del mentado Whatsapp ya se pusieron color azul, o sea, con quien charlabas ya las vio, y el muy ojete te dejó en visto, pero le valió Wilson tu plática, a veces uno con tal de justificarlo, pos alude tal hecho a que tal vez se quedó sin batería – ¿neta? Es tan inocente como creer que en esos momentos no tiene celular–, se le acabaron los datos o el gacho del vecino apagó el guaifai.

Ni pez, se quedó sin la invitación a ingresar a un negocio denominado la flor de la abundancia, luego que no salga con la mamarrachada de que nadie lo toma en cuenta, pues cuando es importante, lo es. Entonces lector toma nota y cada vez que alguien te deje en visto, recuerda que es sinónimo de presencia o ausencia según conveniencia.

jueves, 28 de septiembre de 2017

Los haters

No sé si solo a mí o a todos los de mi generación les sucede, cuando narramos anécdotas, al concluirlas nos damos cuenta de que lo descrito son hechos que acontecieron hace quince o veinticinco años a pesar de que en el inconsciente tengamos la idea de que fue ayer, igual me pasa en clases al exponer algunos ejemplos sobre los temas, suelo emplear lenguaje y escenarios de los ochentas que los millennials no comprenden, lo cual me obliga a explicar el significado de algunas frases del mismo, situación que equivale de acuerdo con la opinión de mis estudiantes a transformar el proceso enseñanza-aprendizaje en algo tan lento y tedioso como bajar un archivo de la web de chorrocientos mil megas, o sea, del bostezo.

¿Cómo hacer atractivas las clases a los jóvenes de hoy? De entrada guapo no soy, tampoco hábil en la cantada –con decirles que cuando lo hago en la ducha, la regadera aumenta el chorro para opacar mi voz–, claro que realizo malabares lingüísticos pero acróbata ni a los talones, seguido tropiezo en tierra firme. En mi desesperación por captar la atención de los estudiantes, rezo novenas milagrosas con tal de lograr el insólito caso de impartir la clase por más de quince minutos y que nadie vea su celular.

Ridículamente los únicos que están al tanto de lo que hago, son esos chamacos que brillan evidenciando su malaondes, sembrando cizaña para echarme al grupo encima, me refiero a los haters del grupo, individuos que muestran actitudes negativas y hostiles ante cualquier tema de la clase. ¡Chicos hay que realizar un cuadro…! De pronto el muy ojete interrumpe con su mala leche, –“oootro cuadrito, ¡ay profe, ya cámbiele! O sea, te boicotea la clase. Así como hace su intento por perjudicarte, también le tira grueso a los estudiantes que acatan la actividad, troleándolos, ¡ay si, los Illuminati del salón!

Esos haters, no nada más amuelan mi asignatura, también a las demás que cursan, lo mismo hacen blanco de sus críticas y burlas a los directivos que a la escuela, agréguenle que son racistas, clasistas e intentan a toda costa ofender a quien se les ponga enfrente, se ensañan con sus compañeros cuyas características corporales les distinguen de los demás bautizándolos con ridículos apodos.

Cuando tengo un alumno así, como dijeran ellos, si alguien intenta hacerte la vida de cuadritos, es porque la suya lo es, por eso busca resaltar los defectos de la forma en como enseño, pues ni le entiende y ni pone de su parte algo por comprender, entonces diplomáticamente lo mando a la… zona fantasma. ¡Cómo serán cochambrosos, jamás lo iba a enviar a ese obsceno lugar que pensaron! Simplemente lo ignoro. Además, consciente estoy que su presencia en la clase es pasajera, solo lo tendré por unos meses, no hay nada que la paciencia no apacigüe, creo que lo más importante es concentrar la atención en los demás discípulos, en lugar de a ese sujeto, para evitar que se sienta el ombligo del grupo.

jueves, 21 de septiembre de 2017

Insensible

Debido al abuso que en la actualidad se le da a las redes sociales, a veces percibo en la mayoría de los usuarios experimentar la necesidad de exhibir trágicamente el sufrimiento y dolor humano; es tan común encontrarse con muros donde se relatan crueles historias, contemplar imágenes ya sea en fotografías o vídeos de destrucciones en masa, asesinatos, catástrofes, personas inocentes que perdieron la vida, así de tristes y lamentables que al salirnos de la página o de la plataforma donde las observábamos, pos… la vida la continuamos despreocupadamente, ¡naaa, está muy lejos donde sucedió eso!

Es como si nos percibiéramos seguros al saber que lo sucedido se encuentra en otras latitudes geográficas. La tortilla da la vuelta cuando lo que veíamos en la comodidad de nuestra silla frente a la pantalla, empieza a ocurrirnos, ahí si nos inquietamos, no nos sentimos cómodos, en pocas palabras, no sabemos cómo evadir lo ocurrido para poder volver a estar tranquilos. La neta, así sin hipocresías, lo que en realidad queremos es que aparezca un borrador mágico y desaparezca el lamentable hecho que vivimos.

Igual sucede cuando en las campañas de apoyo a damnificados vamos a los centros de acopio a entregar nuestra “ayuda” no con la finalidad de solidarizarnos con el sufrimiento del prójimo, simplemente la intención -lamentable por cierto- es quedar bien con los demás -¡wee, que vean mi lado filantrópico!-, recibir a cambio un incentivo, realizar proselitismo político o para que ya no nos molesten, ¡uta! Pensar así, es como desear que nadie sufra junto a nosotros, por la sencilla razón de no ver afectada nuestra diminuta y efímera felicidad.

No es que le saque la vuelta a las desgracias ajenas, ni que sea un insensible ante el sufrimiento de los demás, simplemente es que me siento ridículo estando en mi zona de confort observando calamidades sin aportar nada o en el pior de los casos, compartiendo y propagando lo sucedido con rumores de mi cosecha.

jueves, 14 de septiembre de 2017

Adopta un bache

Algunos o tal vez muchos dirán que a mí en qué me afecta si ni coche tengo, pero como ciclista claro que sí aplica, por otro lado, uno siempre se los achaca a la lluvia, pero en realidad su aparición se debe al deterioro de la carpeta asfáltica, las filtraciones de las múltiples fugas de agua en el alcantarillado –que los responsables de reparar se hacen de la vista gorda, ¡weee, hasta que no la reporten vamos! –, el desgaste ocasionado por el tránsito vehicular, las raíces de los árboles en los camellones, las excavaciones mal tapadas, etc., es como poco a poco se originan los baches.

Claro que el incremento pluvial es el plus para que todo lo que no quedó bien sólido se afloje hasta dejar nuestras calles como adolescente con acné, es más, si juntáramos todos los baches de la ciudad, podríamos tener 25 jardines de la dimensión del Parque Hidalgo. Incluso pude observar como una miss sacó a sus alumnos de preescolar a ejercitar la aritmética tipo Plaza Sésamo, sumando y multiplicando baches.

Los conductores automovilísticos se quejan porque los huecos llegan a ocasionar malformaciones y ponchaduras de neumáticos, así como daños a la suspensión, amortiguadores, rótulas, bujes y terminales de la dirección del carro, imagínese salir a la chamba y regresar en un medio de transporte todo desconchinflado. Mientras que para una bicicleta, ni les cuento, solo basta con decirles que opte por no salir de noche del cantón con tal de evitar accidentes, pues como ustedes saben, en la oscuridad todos los gatos son pardos y a la mera hora uno puede confundir el hoyo con una enmendadura de chapopote, ¡bóitelas! , ahí va el zapotazo.

Si vas a pincel, olvídate, mientras caminas por la vía pública no falta el ingrato chafirete que a propósito pase sobre el bache dejándote todo charpeado, deja tú lo manchado que terminas, el olor que tal vez te impregne esa agua de dudosa procedencia. En fin, uno tiene que rifársela con tal de no descuajaringar su medio de transporte. Afortunadamente ya los están tapando, ahora nuestras avenidas y calles hacen que recuerde aquellas sábanas de parches que mi agüelita materna artesanalmente confeccionaba, pero si aun así persisten baches, no sea malo y adopte uno, que no tienen madre.

jueves, 7 de septiembre de 2017

Asignatura pendiente

Dicen que después de la tempestad viene la calma, hoy es posible observar a los jóvenes caminar como siempre por los ingresos de las escuelas como si nada, tranquilos –sosteniendo cual Pípila esa pesada mochila donde se incluyen útiles escolares que tal vez durante todo el ciclo escolar no vean la luz solar debido a su nula utilidad–, charlan, echan guasa, observan sus celulares y procuran que su estancia en los planteles educativos sea lo más agradable posible.

Atrás ha quedado el estrés de buscar esa carrera profesional que se adapte a la vocación o al capricho de sus progenitores –siendo honesto, es bien ojete que ellos les obliguen a estudiar a lo que siempre aspiraron en sus años mozos–, ha concluido el intenso trabajo de orientadores educativos por ofrecer la gama de opciones de licenciaturas que hay en el estado y el distraído chamaco tal vez eligió la que mejor se adaptó a sus necesidades, ¡eso esperamos!

Claro que a varios de ellos les agradaría que hubiera planteles que en sus planes de estudio incluyeran asignaturas como Fundamentos del diseño de Memes, Expresión verbal en el ámbito de las redes sociales, Creatividad e innovación de spam, Sociología de las Redes Sociales, Principios de gramática del chat, Métodos y habilidades para transar, entre otras, en lugar de las aburridas y teóricas materias de siempre. Lo patético es que si en realidad existieran, más de alguno las reprobaría por el simple hecho de formar parte de la escuela.

Igual hacen falta esas asignaturas como Introducción a la vida adulta, Finanzas personales: créditos, intereses y deudas, Guía de supervivencia en el desempleo: ser emprendedor con optimismo, Filosofía del nini, Resignación: Amando lo que odias ser y La fuente del eterno empleo o como formar parte de LinkedIn –estimado lector, si no sabes a que me refiero, pos… ¡googléalo!

Mientras las aulas conserven ese bouquet a lápiz y cuaderno, los estudiantes continúen haciendo la mimesis de que son aplicados sin desconectarse de internet, la mejor asignatura será aquella en la que el profesor imprima ánimos que motiven su atracción, no se les olvide que si los estudiantes fueran perfectos, entonces los lápices no vendrían con borrador, además, la vida se las enseñaron desde preescolar, cuando la miss les dio la indicación de colorear sin salirse de la raya.

jueves, 31 de agosto de 2017

XG

Después de cada fin de semana experimento cierto fenómeno, resulta que la ropa de vestir para presentarme a laborar encoje centímetros, ese extraño suceso se pone pior cuando hay vacaciones o puentes laborales, dice mi mujer que no es ningún fenómeno ni que ocho cuartos, que es debido a ese gusto que tengo por la comida, la verdad no es mi culpa de que los bocadillos, entremeses y glotonerías estén tan sabrosas, además, soy de la generación que creció bajo la influencia de Chabelo, Capulina y Cepillín, expertos en promover la comida chatarra a la infancia.

Otro factor de influencia es que de niño, lo que no querían comerse mis hermanos, la jefa con tal de que no se desperdiciara, pos me lo ofrecía, igual sucede con los sobrinos, ellos concluyen que por estar obeso siempre terminaré refinándome los dogos, nachos y tortas que ya no les entran. Uno nunca se considera gordo hasta que el espejo y las fotos del Facebook demuestren lo contrario. Además, quienes rebasamos ese tabulador de tallas y peso somos víctimas de las campañas de terror psicológico del sector salud, donde se nos infunde pánico de que estamos propensos a padecer diabetes e hipertensión – ¡eso aplica como bullying! –, la verdad a veces de tan normales que nos sentimos ni las tomamos en cuenta, igual, déjenos contribuir a disminuir la explosión demográfica en el país. ¡A poco no es orgullo nacional que en nuestro México lindo y querido la gente muera de gorda y no de hambre como en otros países.

Luego viene ese martirio de las pinches sugerencias de que le bajemos a las pastas y las harinas, o.k., comprendo su “preocupación” por la salud nuestra, pero… ¿no consideran que uno ya está lo bastante peludote para decidir lo que come? También esa tiznada exageración por compartirte sus dietas, no solo de lechuga y agua vive el hombre, sino de todo platillo que se prepara en la cocina. Me he dado cuenta de que a ciertos conocidos les agüita acompañarme a un buffet y que las meseras nos vean como si me fuera acabar la comida, ¡hello! Ser gordo no es sinónimo de comedor compulsivo. Ridículo es que mis conocidos festejen casi tipo desfile de luces de Disney World cuando bajo un kilo, ¡tranquis, es tan solo uno! Bueno, hay flacos abdomen plano que hacen un pancho por 200 gramos de incremento, ya ni la amuelan.

Para concluir esta apología, les aclaro que a uno no se le hacen pequeños los asientos del transporte colectivo, únicamente a los que van como Horacio al lado nuestro; si no encuentro talla XG en las tiendas de ropa es porque no soy el único con este cuerpecito, es más, significa que somos humano promedio. Claro que podemos hacer ejercicio, nada más que nos cansamos un poquito de más, pero de que muevo mis curvas con estilo, las muevo. Olvídense de que nuestra autoestima esta baja, a mí me agrada lo que veo en el espejo y si creen que me hacen sentir de menos cuando dicen que soy talla cuarentaioso, no les hago caso, pues todo se limita al cuerpo, sus medidas y a como los demás piensan que debo de lucir, además conozco mis limitaciones y aciertos, mientras otros no.

jueves, 24 de agosto de 2017

Eclipsados

A la luz del siglo veintiuno es increíble que un fenómeno natural como lo es el eclipse de sol, que debiera ocasionar revuelo e interés científico, haga que algunos regresen al oscurantismo medieval y empiecen a inventar cada cosa, lo peor es que les estamos legando a las generaciones actuales tales prejuicios. De entrada tenemos a la ñora esa que a través de Facebook, hacia la solicitud al Museo Perot de la Naturaleza y la Ciencia, en Dallas para que se cambiara la fecha, pues los chamacos regresan a clases el día 21, o sea, como si se pudiera programar.

¿Aún continuamos asustándonos como nuestros antepasados de que el Astro Rey desaparezca en pleno mediodía? Tal parece que sí, ahí está la absurda idea de que las embarazadas corren el riesgo de que sus vástagos nazcan con manchas en la piel o deformaciones, igual también se ha llegado a decir que los eclipses adelantan los partos y quienes nacen a consecuencia de ello no desarrollaran la misma inteligencia que los demás. Pero como semos expertos en remedios, ahí están los listones rojos, alfileres y llaves que contrarrestarán esos supuestos efectos, pero si no cuenta con tales talismanes, pos… simplemente la futura mamá durante el fenómeno se debe de ubicar en sitios del hogar donde no alcancen a llegar los rayos solares, ¡hágame usted favor!

Mediante mensajes de WhatsApp, varios contactos describían el efecto lupa, infundiendo temor bajo el argumento de que al instante en que la luna cubre al sol, los destellos se intensifican, generando radiaciones, la cual llega a afectar tanto a seres humanos como a las mascotas si se encuentran a la intemperie, razón por la cual recomendaban permanecer a la sombra durante la aparición del citado acontecimiento. Otro más patético, fue una advertencia atribuida a la NASA, donde se sugería apagar el celular y más aparatos eléctricos desde las 12:30 a.m. a 3:30 a.m., para evitar la transmisión de radiaciones que emanarían como preámbulo al eclipse, lo más ridículo de ello fue esa gente que se los creyó, quedando como unos ilustres ignorantes.

Ahhhhh, para nosotros quienes rebasamos algunos kilos de más en nuestros cuerpecitos, por ahí alguien escribió que la NASA aseguró que durante el desarrollo del fenómeno, seriamos 0.77 kilogramos más livianos, o sea, gracias a la fuerza que ejercen en esos momentos el Sol, la Luna y la Tierra sobre alguien que pesa ochenta kilitos, pesara algunos gramos menos, ¡hasta que se nos hizo justicia! Tómala pinche nutriólogo, mira y sin dejar de comer eso que deja transparentes las servilletas de papel.

Quien firma lo que escribe, ha sido testigo de los eclipses totales del 7 de marzo de 1970, 12 de octubre de 1977 y del 11 de julio de 1991, en todos ellos mitos y prejuicios han persistido, pero solamente este del 21, fue el que eclipso a nuestros infantes con el inicio de clases, cuando volvieron a madrugar después de un domingo de diversión, regresando de copilotos cual conductores de la saga fílmica The Fast and the Furious, sobre el kamikaze tráfico, hecho que sin querer, fomento esa mitología de que un eclipse es un signo de mala suerte.

jueves, 17 de agosto de 2017

Campo Santo online

Aceptémoslo: solo Facebook es el único que se acuerda de nuestro cumpleaños y le envía mensajes a nuestros contactos para que hagan la mimesis de que ellos también tienen en cuenta la fecha, entonces a uno se le hincha el ego, pero lamentablemente es que dentro de los requisitos de ingreso a la citada red social, tuvimos que proporcionársela. El único dato que ignora quienes elaboran este sitio es cuando dejemos de existir, es decir, el momento en que colgamos los tenis.

En ese triste y lamentable hecho es común que los “amigos” del fallecido escriban en el muro frases y palabras que en vida no fueron capaces de decirle, como si éste desde el más allá las fuera a leer; la neta no sé si esperan que el muertito llegue a postear o subir fotos del purgatorio, paraíso o en el pior de los casos, el infierno – ¡uta, como si fuera obra de Dante Alighieri!–, igual esperaran ver una selfie con el coro de ángeles o con San Pedro mostrando las llaves.

Como una forma de evitar el sufrimiento, así como para no prolongar el dolor de los familiares de quienes han perdido a un ser querido, pero que su perfil continua vigente en el feis y les llegue su recordatorio de cada aniversario de vida, se ha implementado en la opción de “ayuda” la interrogante de cómo reportar que un usuario ha fallecido. Una vez respondida a la pregunta se ofrecen las alternativas de generar un perfil en memoria o eliminar la cuenta. En caso de que se elija la primera opción, quienes fueron los contactos del difunto podrán visitar el perfil para colocar textos alusivos a su recuerdo como si fuera un cementerio –imagino que como complemento deben de crear un “emoji” en forma de corona o altar de muertos.

Debido a lo anterior, ahora en el testamento además de repartir los bienes –tipo canción de Rigo Tovar–, hay que destinar a quien le cedemos la responsabilidad de darnos de baja del Facebook; espero que no salga por ahí algún graciosito que le haga al Führer causando un holocausto de usuarios que aún están vivitos y coleando solo por el simple gusto de tiznar.

jueves, 10 de agosto de 2017

No son solo palabritas

Nuestro idioma es tan variado, que se nota en la forma en que nos expresamos, algunas personas tienen un diccionario muy nutrido, otras de tan limitado que es, se ven en la necesidad de utilizar muletillas para dar sentido a sus diálogos; también existen esos chulísimos modismos del lenguaje que son típicos en cada región de nuestro México lindo y querido, pero que con el transcurrir de los años se han ido perdiendo, es más, me atrevo asegurar que a los Millennials ya no les toco escucharlos o si los llegan a oír, pos lo más seguro es que se extrañen y salgan con: “¿qué onda, weee? ¡No te comprendo!”

Antes era común cuando veíamos a alguien experimentar cierta timidez o sonrojarse al recibir halagos, clasificarlo de chiveado; a las bicicletas también se les conocía como rila, bicla o birula. Lo gracioso o divertido es lo que estaba “curado” y “bien mucho” era la frase con la cual se describía lo abundante. A los platos y utensilios de la cocina aquí les decimos trastes, mientras que en otros estados son conocidos como trastos, igual sucede con la acción y efecto de limpiar el piso con el trapeador, que para nosotros es trapear y para los pochos es mopear, imagino que tal palabrita se desprender del inglés mop, es decir, trapeador.

Ya entrado en regionalismos, viene a mi memoria miope las “hombreras para la ropa”, que para nosotros son los ganchos, esos que sirven para colgar el vestuario en el clóset no aquel que se emplea para cortar los guamúchiles; acá siempre le hemos dicho borrador al utensilio que suprime o desaparece los trazos realizados sobre alguna superficie en lugar de goma como en otras partes se le conoce. A la planta comestible de la familia de las Brasicáceas le decimos repollo y en los supermercados las clasifican como col.

Para finalizar, porque ando todo engüasado –ocupado, para que me entiendan las nuevas generaciones–, les comento que para decir necesito o cuando requiero de algo, utilizo la palabra “ocupo” y “más mejor” para indicar que se es mejor que… mejor, ¡ah! Además, para afirmar o decir que si, recurro al “Ei”, tal vez para algunos tales formas de expresión sean errores del lenguaje, pero para mí son estilos de hablar que forman parte de la idiosincrasia de cada individuo, o sea, no son solo palabritas, son evidencias culturales del hablar nacional.

jueves, 3 de agosto de 2017

Vacaciones de terror

Durante la semana de exámenes extraordinarios y de regularización, los estudiantes –híjole, creo que no es la forma políticamente correcta de llamar a esa casta de individuos que asisten con poca regularidad a la escuela durante el desarrollo de los cursos, menos aún ingresan a alguna clase, razón por la cual tampoco puedo llamarlos escolantes, pues si se aprobara por el simple hecho de asistir a la escuela, lo más seguro que también reprobaban, pero si los vemos en el recinto escolar cuando el ciclo está por concluir–, van en el autotransporte público con libreta en mano, haciendo lo que durante todo un periodo escolar hubieran hecho, estudiar. Claro que uno que otro hace la mimesis, pues llevan colgados de sus orejas cual cordón umbilical los audífonos e incluso se escucha hasta el exterior la música que reproducen en esos momentos.

Hay quienes en sus rostros dejan entrever el estrés de la preocupación por reprobar, digo, al menos existe un motivo por justificar ante sus progenitores que ese fomento a la holgazanería no ameritó resultados negativos; pero aquellos que se la pasaron en la lela, región cerebral donde el IQ desciende a niveles subnormales y que aún siguen allí, pues ni por ósmosis se les transmitirán los conocimientos que desaprovecharon durante todo el ciclo escolar. Por su parte, aquellos que le dieron recio y tupido al estudio, quemándose las pestañas, hoy se despiertan hasta las once, pueden andar en fachas, adiós, pulcro uniforme, algunos suertudos que tiene lana lo más seguro es que planchen su traje de Adán y Eva para salir de vacaciones a esa playa nudista que siempre soñaron.

Igual abundan esos padres y madres gandallas que se pasan de lanza y los hacen madrugar todos los días dizque pa´que no pierdan la costumbre, además los quitan del Nientiendo Switch con tal de que no se les hagan ampollas de tanto jugar al Mario Bros, poniéndolos a realizar rutinas de ejercicios o hacer los mandados, eso sí, cuidadito con perder el cambio, así o más ojetes.

Mientras aquellos que ni le pusieron ganas al macheteo académico, pues la verdad, los espera unas auténticas vacaciones de terror –así de horribles como la película de Pedrito Fernández–. ¡Se imaginan, estudiar lo que durante todo el ciclo los tesoneros profesores intentaron colocar sobre el grueso teflón craneal! Está de la tiznada, lo más probable es que terminen asistiendo a esos “divertidos” cursos de verano en los cuales te salen con el cocowash de que aprenderás jugando y a la mera hora terminas recibiendo clases de regularización, mijo, si ya ni con esto mejoras tu rendimiento, pue´que pa´l año que entra no te de trabajo la escuela.

jueves, 13 de julio de 2017

Los vecinos siempre en vigilia

Debido a la inseguridad que impera en la actualidad y como una forma de brindarse protección, vecinos de diversas colonias o fraccionamientos residenciales -para que no se me agüiten los nice-, han creado grupos de WhatsApp, en los cuales agregan -¡no manches! otro grupo más a los seis que tienen, que sin duda hará más lento el teléfono que un caracol practicando tai chí- a los inquilinos de cada hogar con el propósito de estar comunicados entre sí, pero lamentablemente cada cabeza es un mundo y existirán aquellos sujetos que se mantendrán en el anonimato, sin aportar nada, solamente lo utilizarán para fisgonear, criticar a los demás o en el peor de los casos hacer guasa de lo que ahí se comente, ¡pinches ojetes!

También entre esos chats es común fomentar el pánico, escandalizar y generar paranoia, mediante notas amarillistas tipo revista Alarma!, pues se intercambian mensajes con fotografías incluidas sobre modus operandi de robos, desmantelamientos de bandas delictivas, formas de extorsión de todo tipo y colores, personas desaparecidas que a veces resultan apócrifas e incluso todo aquel peatón será catalogado como sospechoso. ¡Uta! Esto me recuerda a la película de M. Night Shyamalan, conocida en nuestro país como La Aldea (The Village, 2004).

Otra táctica que utilizan con tal de evitar el saqueo de hogares por los cacos es colocar mantas en los diferentes ingresos a la zona donde habitan, con leyendas de advertencia, otra estrategia semejante es la pega de calcomanías sobre las puertas de las casas, donde también se espera inhibir las intenciones de los amantes de lo ajeno, lamentablemente en su analfabetismo obligado los pillos siguen saqueando hogares, por otro lado, algunos de esos textos de acuerdo con nuestro sistema de justicia prescriben en delitos de amenazas, razón por la cual las autoridades sancionan e incluso prohíben este tipo de acciones, en pocas palabras nadie debe hacer justicia por iniciativa propia, entonces apreciado lector olvídese de hacerle al macho alfa tipo Mario Almada, Charles Bronson o Clint Eastwood, pues hasta el bote me lo van a llevar si llega a ejecutar de forma textual lo que señala en sus rótulos.

Una estrategia más es la contratación de seguridad privada, o sea, ver que en tu barrio o fraccionamiento no nada más a los tecolotes emplumados rondar, también a los de carne, hueso y pellejos, los cuales pueden ser desde exmilitares tipo Soldado Universal, de esos que en sus currículos dicen saber jiu-jitsu, kárate y Kung-fu, hasta esos uniformados que solemos observar en las tiendas departamentales, solamente que cuando apañen al caco, este puede gritarles “tú no eres poli… tú no eres poli”, ¡híjole! Recordé a Rafael Márquez Gasperín, conocido en las redes sociales como Lord Audi, aquel tipo que le echó su auto deportivo a un ciclista, quien aludió al mismo argumento ante el oficial bancario, que lo intento retener, y se le escabullo.

Lamentablemente, mientras la inseguridad de nuestros hogares penda de un hilo, la integridad de cada uno de nosotros pueda ser dañada por cualquier individuo o simplemente alguien nos quiera despojar del escaso patrimonio que contamos, no tenemos más remedio que recurrir a las alternativas antes mencionadas y estar conscientes que los vecinos siempre en vigilia.

jueves, 6 de julio de 2017

Mystical experiences

Hoy voy a abordar un tema que durante el Medievo cobró vigencia –imaginen lo añejo que es y aún existen muchos que lo consideran una alternativa–, es más, quienes la ejercían como profesión, eran asesinados en la hoguera, sus detractores al descubrir que alguien se dedicaba a las ciencias ocultas, los acusaban de herejía, incluso se creó un tribunal donde se enjuiciaba las acciones de esas personas, que terminaban encerrados en prisión siendo sometidos a torturas, sacrificios y castigos.

Entre mis conocidos se encuentra una persona quien desempeña uno de esos oficios tan antiguos y vigentes, ¡no, no es ese que ronda por su cochambrosa mente! A ver, tengo que buscar un eufemismo, digo no se me vaya a sentir y me lance un conjuro, de por sí apenas voy saliendo de la mala ondes que recibí a consecuencia de no reenviar esas cadenitas por internet. Ya sé cómo llamarle, aojador, es de esas personas dizque que hace sortilegios, hechiza, embruja o echa mal de ojo a la gente, incluso él hace creer que cuenta con dotes que le proporcionan ciertas habilidades mágicas, lo malo es que su clientela hasta le atribuyen destrezas místicas, ¡no manches!

En alguna de esas charlas que hemos tenido, él ha denotado cierta tristeza de que los individuos que acuden a sus servicios, que por cierto son los martes y viernes –no es promocional, pero se tiene la idea de que en esos dos días el contacto con fuerzas oscuras es más estrecho–, se hayan cansado de implorar a la deidad religiosa de su devoción, como si éste no los escuchará, entonces hasta dan la impresión de que le guardan algo de resentimiento, es como si se cansaran de que su Dios no cumpliera con las exigencias de ellos o de plano no siguiera al pie de la letra sus sugerencias, esa actitud pueril tan nuestra de querer enseñarle al Creador su oficio, imagino que por eso recurren con este sujeto a quien hasta llegan a considerar un taumaturgo.

En parte también los médicos han contribuido para que exista la confianza en los hechiceros, pues algunos galenos en esa ilustre ignorancia del padecimiento de su paciente – ¿a poco existen profesionales así? ¡naaaa! –, les recomiendan acudir a la brujería, en lugar de algún psicólogo o psiquiatra; entonces, no es de extrañar que por ahí en cierta oficina, algún Godínez tenga la foto de su pioresnada adornada con un moño rojo o blanco rodeada de pétalos emulando el ritual de un amarre o que mis vecinas, ellas que ni barren la banqueta, sin necesidad de robarse la señal del wifi del jardín pregunten a la ouija que mi amigo les vendió al doble de lo que está en eBay, ¿quién se come su frutsi?

Quienes dedican su tiempo a ejercer este oficio tan incomprendido pero a la vez atacado, y apreciado por otros, emblema de la rebelión hacia el estatus religioso y social, son sujetos que se han interpretado de muchas maneras en el cine, algunas veces positivas y otras negativas, pero a poco no ha escuchado a su hijo decir con varita en mano frases como “expecto patronum o ¡riddikulus!” Este último texto lo redacté para reivindicar las metidas de pata que di en párrafos arriba, no vaya a ser que por ahí este conocido tenga guardado un muñequito vudú de mi persona y le entierre alfileres en puntos estratégicos para enviar vibras del mal, eso a mí sí me da ñañaras.

jueves, 29 de junio de 2017

La máquina de ser feliz

Mientras camino por las calles experimento en carne propia lo que una tortilla en el comal, solo que yo voy por las brasas de la banqueta que el Astro Rey se ha encargado de mantener calientes, las oficinas tienen a tope el aire acondicionado para menguar este calor insoportable que padecemos, clima artificial que al primer cuarto de hora de encendido lo más probable es que mueran una docena de pingüinos en las islas Galápagos debido a sus repercusiones ecológicas, pero a los Godínez les vale Wilson, pues Tláloc se ha portado muy ojete con nosotros y no nos ha regalado ni un chubasco -y no me refiero a esa rolita de Carlos y José: “¡Aaaaaaaaahhhhhh Lupita!”-.

Durante mi andar veo gente clavada a sus celulares, conviviendo con otros pero interactuando de vez en cuando, pues la mayor parte del tiempo la dedican a observar la diminuta pantalla del artilugio, se miran felices, es más, algunos hasta realizados y orgullosos de ir acompañados por la cajita idiota, ese aparato que despierta emociones primitivas y a la vez origina modernas formas de comunicación donde la ética y la moral se resumen a un chat de WhatsApp, las noticias se fabrican, ya sean verdaderas o no en cualquier red social, mientras la Doctora Corazón ha sido resucitada a través de esos muros del Facebook y la sabiduría es muy fácil de acceder a través de cualquier motor de búsqueda.

En esta Torre de Babel, continuamos llamando teléfono a un dispositivo móvil que tiene cámara de video y fotográfica que lo mismo reproduce audio, imágenes y hasta películas, además de captar eso que nos ha regresado nuevamente a la fiebre del oro, el anhelado wifi, es como una mixtura entre los siglos XIX y XXI; gracias al trolleo de los usuarios, algunos hemos aprendido lecciones de humildad, al igual que nos damos cuenta de que nuestras relaciones humanas van en decadencia cuando ya nadie nos da like o dejan de seguirnos. Si antes le echábamos la culpa de nuestra obesidad al sedentarismo de ver el televisor, ahora por ir observando el teléfono móvil mientras caminamos, corremos el riesgo de sufrir una fractura o en el pior de los casos perder la vida.

Gracias a esta máquina ya no estamos solos, pues algunos hasta tenemos 110 grupos de guastsap que nos acompañan, donde compartimos tiernos y divertidos emojis –¡la neta no le encuentro lo cool a un emoji en forma de brócoli!–, ¡wow! Esos datos que nos llegan de improvistos, digo, quien esté libre de sexting que dispare el primer brownie; además, es una ternurita esos que le han cargado todas las canciones de Frozen que nos alegran el corazón y estamos conscientes de que cuando se escribe cabrón es su fonética la que hace de esta palabra un halago o una ofensa. Hermoso celular donde comparto a mis contactos cada pinche lunes cómo mi ropa ha encogido a consecuencia de esos salvajes fines de semana.

jueves, 22 de junio de 2017

Alucines

En otras publicaciones ya les he contado ese mal karma que me persigue en la actualidad cada vez que voy al cine, sobre todo si se trata de las salas esas en las cuales supuestamente tienes capacidad de elegir el espacio donde te sentarás a ver la función, pero que una vez hecha la selección pos ya te amolaste si te tocan al lado esos aborrecentes – ¡ups! Perdón, adolescentes –, que se la pasan durante toda la proyección hablando, haciéndose mofa entre ellos o consultando su pinche celular cuya luz te encandila a cada rato.

Visitando al médium de la nostalgia, a mi mente viene el recuerdo del CinExin, un proyector de bobina que se podía manipular al antojo del usuario, es decir, uno con sus propias manos – ¡ah! Cómo extraño lo analógico– podía hacer que las imágenes se movieran en cámara lenta, rápida, se quedaran en pausa o de reversa, lo único malo es que el presupuesto familiar no te daba para variar la exhibición de las cintas de 8 mm, o sea, ese eslogan de “El cine sin fin”, era una tomada de pelo, por cierto entre la chaviza existía el mito urbano de que había películas de adulto en formato CinExin, se los juro que nunca lo comprobamos.

Pue’ que ya los haya hartado con mis rollos de la antigüedad, pero estoy entre ser un enfadoso o un clásico, y es que antes las generaciones éramos más homogéneas, veíamos los mismos programas de televisión, las mismas películas, claro que con seis o siete meses después de su estreno, pero las disfrutábamos tochos, en cambio ahora dizque existe más variabilidad y nos salen con que si Pixar realiza una movie de animales, sus competidores hacen un titipuchal, he ahí el origen de las pelichurros.

Aparte de lo anterior, últimamente he comprobado que ya los filmes no generan en mí esa sensación de alucine de antaño cuando al abandonar la sala y durante el recorrido pa´ la casa una rama de almendro se convertía en espada láser, ya se imaginarán a un joven de abundante cabellera –sí, alguna vez tuve folículo piloso en la mollera– y abdomen blandía su sable de luz, era algo así como una especie de guardia gamorreano con arma de Jedi. En las de kárate echaba patadas dando el clásico gritillo tipo maullido de Bruce Lee, claro que en lugar de parecerme al actor de Operación Dragón, era todo un Kung-fu Panda.

Creo que ahora por la escasez de serotonina, mi estado de ánimo, así como la ansiedad y la felicidad han disminuido, entonces cada cinta ya no llega a generar la inspiración suficiente para emular al personaje principal, además, con eso del karma negativo en los cines, pues ya ni voy, prefiero esperar a que las películas salgan a la venta y verlas en la comodidad del hogar, pero… siempre hay un teléfono que suene o alguien que toque la puerta, y en el peor de los casos quedarme dormido.

jueves, 15 de junio de 2017

¿Prohibido prohibir?

Ahora se le llama arte al graffiti, a esas paredes pintadas con aerosol en múltiples colores, así las letras expresen una palabra que se integra a partir de la literal inicial de: paz, unión, trabajo y amor, rematando con “la que vive ahí”, que de expresión street art, la verdad no tiene nada; claro que habrá quienes estén en desacuerdo con mi punto de vista, ¡pues qué bueno! Para eso existe la pluralidad de opiniones.

Pero qué tal si ese arte urbano es plasmado en la pared de quienes lo consideran un agasajo para los ojos, entonces se vuelve contaminación visual que impone cierto desorden en la estética de las ciudades y, claro, pos pierde su valor “artístico”, digo es de mal gusto que los grafiteros escriban su firma donde se les retizne la gana, pues lo mismo da un espacio público que uno privado, o sea, todo un debate hasta donde son los límites del llamado arte urbano y el vandalismo.

Ahora que la gente en los encuentros de balompié ha dejado atrás aquel chiquitibum, ¡ah!, cuanta inspiración causó Mar Castro viéndola contonearse en ese comercial cervecero del mundial México1986, igual en pleno abandono se quedó aquella ola de la que hasta los cronistas deportivos se hinchaban de orgullo cuando los asistentes a un encuentro de fútbol la realizaban; en la actualidad esa cuantiosa afición que viven y aman el deporte de las patadas recurren al grito… no sé si la censura permita redactar la palabra, pero para no entrar en polémicas, ustedes ya saben a cuál me refiero: “¡Eeeeeh… _______!”, lector toma una pluma y escríbela, digo ya la imaginaste.

Por más que la FIFA se empeña en multar a la Selección Nacional porque su afición la utiliza, tal parece que a esos aficionados cuanto más se lo prohíban, lo harán con mayor ímpetu, algo así como una especie de desafío, incluso expertos en lenguaje han recurrido a la etimología de tan prohibida palabra con tal de demostrar que no es un insulto, pero naranjas agrias, la restricción continua.

Es como si regalas a un infante un CD de Molotov, se aprende las canciones y luego las canta entusiasmado en la escuela, pasado unos días te mandan llamar porque tu hijo es un grosero según opinión de las madres de sus amiguitos, quienes inconformes han puesto su queja a la dirección, ¡tómala! Acabas de vivir en pleno pellejo esa actitud de cuando afecta a terceros algo que llegaste a pensar era lo correcto, igual sucede cuando son pasadas la medianoche y continuas viendo televisión o escuchando música como si fuera de día, obviamente que los afectados exigirán que se sancione y prohíba, entonces no habrá otra que acatar lo que conviene a la mayoría, aquí no cuenta eso de ¡me vale madres! Es prohibido y punto, o estarías conforme de que el amante de lo ajeno se introduzca a tu casa a llevarse lo que es tuyo y tengas que apechugar simplemente porque al delincuente no le importa que robar sea un delito.

jueves, 8 de junio de 2017

La herramienta

¿Cansado de hacer largas filas? Cuando por fin es atendido, el empleado le pide hasta los recibos de pago de hace cinco años y obviamente no los lleva, pues con la pena, tiene que regresar al día siguiente, ¡claro, hay que volver a formarse!

En sus visitas al doctor a pesar de haber realizado la cita en tiempo y forma como lo dictan las normas de atención a los derechohabientes de la institución de salud, la asistente médico ingresa antes a otros pacientes y usted es atendido hasta después de tres o cuatro horas, dejándolo saborear un sorbete de bilis con resignación.

Su hijo es de esos que durante su estancia escolar lo máximo que ha leído son los subtítulos de las películas, pero ahora quiere ingresar a una de las prestigiadas escuelas, entonces se la pasa horas y horas clavado al monitor de la computadora observando los tutoriales de ingreso que suben esos planteles educativos a YouTube, y en la actualidad son los videos no pornográficos que tienen más visualizaciones en la citada web.

¡Pare de sufrir! Recurra a nuestra herramienta cuya calidad es el más claro ejemplo de la ambigüedad que padecemos para definir la corrupción –aquí suena la musiquita tatataachaa–, “las palancas”. Estas no las encontrará a la venta en ninguna ferretería, ni tampoco guardadas en la caja auxiliar del coche, se trata de esas amistades o contactos que se utilizan para lograr alcanzar un titipuchal de cosas, como puede ser facilitar engorrosos trámites y hasta finiquitar transacciones. Es en si un acto eminentemente social, pues hay quienes descaradamente las consiguen a través de obsequios, lisonjas y lambisconeadas, que hábilmente se disfrazan de actos corteses, tal como si fuese cierto protocolo, siguiendo simuladamente las reglas de urbanidad.

Una clara evidencia del éxito de este producto son los miles de clientes que se ufanan y enorgullecen de contar con palancas que superan obstáculos burocráticos, como si fuera una habilidad intelectual, pues alguien que cuenta con tal herramienta es una persona bien conectada, que logra todo lo que desea, o sea, a ellos les hacen los purititos mandados cualquier rigidez administrativa destinada para los que no tienen palancas.

Entonces para qué ser puntual, organizado y formal si puede contar con nuestra herramienta e incluso hay individuos que gustosos aceptarán servir de palanca siempre y cuando usted esté dispuesto a dejarse “ayudar”, mientras los perdedores se quedan con la idea de que todo en la vida es cuestión de probabilidad y suerte.

Puede ponerla a prueba por seis días, y si no está conforme con la calidad del producto, le devolvemos su dinero, ¡llame ya! Gustosas lo atenderán nuestras hermosas operadoras a cualquier hora. Un producto de industrias Coco-Wash, comprometidos con su bienestar.

jueves, 1 de junio de 2017

Hipnotizador de masa

Durante mi infancia los días transcurrían pausados, más si se trataban de las vacaciones largas entre julio y agosto, cuando todos los días parecían sábados, en tales fechas nos reuníamos una palomilla de cuates –pinche frasecita de los ochentas–, entre hombres y mujeres cuyo lema era… creo que ya lo dije en otro texto, pero no está de más recordárselos: Frutsi, Marinela y Burburock de Odisea Burbujas; pasábamos horas jugando en un lote baldío que se encontraba por una calle cerrada del barrio, ahí trepamos árboles, jugábamos al bebeleche, trazado en la tierra, que después un primo chilango de uno de mis amigos dijo que se llamaba “avión”, ¡naaaa, para nosotros era bebeleche y punto! Sobraban las señoras que regañaban a nuestras amiguitas por juntarse con hombres, creo que en sus mentes cochambrosas no cabía la idea de ver a ambos géneros divertirse sin prejuicios.

Otro de nuestros pasatiempos era escuchar música en el estéreo Zonda de Lichis, a través de ese modular sin necesidad de estudiar la aburrida asignatura de geografía, descubrimos que en nuestro país había un Juliantla cuyas maravillas en la voz de Joan Sebastian superaban cualquier programa de “México, magia y encuentro”; quienes resultaban ser la neta, eran Enrique y Ana, pues con ellos bailábamos en conjunto siguiendo sus instrucciones en La Yenka, semejante a lo que hoy conocemos como cardio, no podía faltar “Baila con el hula-hoop”, donde desplegábamos nuestro ingenio al construir los aros a partir de tubos corrugados, como yo nunca tuve cintura me era imposible mantenerlo girando en el aire, la única canción que nos brincábamos del disco era “Madre”, pues a nadie nos gustaría perder a nuestra jefecita de niños como se describía en la letra de Juan Pardo.

En una ocasión Alma Rosa se nos unió, bajo el brazo portaba un disco en cuya portada amarillo oro se leía: “Duérmase. Auto-Hipnosis (Grabación Hipnótica). Taurus Do Brasil”, órale, era el mismo del cartel –ahora los Millennials les llaman flyer, wee¬– pegado en los postes, ese que se presentaba en el cine Reforma, ella nos hizo saber que el disco ayudaba a quienes lo escucharan a evadir las drogas –ahora entiendo porque nunca me ha gustado tener ninguna clase de crédito con las tiendas departamentales¬–, mientras que en la cara B fomentaba habilidades para el aprendizaje. Pusimos sobre la tornamesa la primera sesión, todos nos quedamos dormidos bajo las órdenes de una voz cuyo acento se semejaba al de Kalimán, que nos conducía por las sendas oníricas, cuando despertamos, nadie nos la creíamos, incluso sospechábamos de haber fingido.

Alma Rosa para comprobar la veracidad del hipnotizador de masas, se auto propuso a someterse únicamente al tratamiento del lado B del acetato, mientras los demás la observaríamos, acordado esto le dimos play, conforme transcurrían los minutos ella respiraba tranquila, casi, casi roncaba, pero antes de que finalizara el vinilo, en el momento en que la voz de Taurus realizaba la cuenta regresiva, la condenada aguja del aparato se quedó estancada en una misma frase, ¡chin, se rayó! – dijimos al unísono.

Apresuradamente fuimos al sillón donde estaba Alma Rosa, por más que la movíamos, el resultado era el mismo, no despertaba, nos invadió la desesperación, imaginando si nunca despertase, ¿qué iba a suceder? ¿Cómo recibirían sus padres la noticia? En medio de la angustia, Raúl, el más pequeño de nosotros sugirió que pusiéramos nuevamente la cara A del disco ya que esa no estaba rayada y que recorriéramos con la mano la aguja hasta donde el hipnotizador hace la cuenta regresiva. Seguimos al pie de la letra su idea y efectivamente Alma despertó, muy relajada, lamentablemente su mamá tenía rato buscándola para que fuera a las tortillas y, peor aún, se había traído el LP sin su consentimiento, o sea, le esperaba una terapia psicológica a chancleta limpia.

Así fueron pasando los años, más con la llegada del grupo puertorriqueño Menudo, a las chicas les entró la onda de coleccionar recortes de revistas donde ellos salían y suspirar con sus cancioncitas románticas por algún adolescente peludote y lleno de acné, prospecto a pareja sentimental pero que era el más desmadroso del barrio, ¡maldito complejo cavernícola!

jueves, 25 de mayo de 2017

Historia de un amor*

Te puede gustar el rock, la salsa, la música sinfónica, incluso hasta el reguetón – ¡brrrr, se me encuera el chino!–, pero cuando entras en fase sentimental, le tupes pero re te bonito, de esas veces que con tan solo escuchar la letra de una canción se te pone el ojo blanquito tipo Remi, dándole play al reproductor, las bocinas emiten los acordes de guitarra, lueguito se escucha la cadenciosa voz del intérprete, se trata de un bolero –na´quever con quienes tienen por oficio limpiar y lustrar el calzado ajeno–, me refiero al género musical de origen cubano tan popular entre nosotros los latinoamericanos.

En cada una de sus letras se narra una historia –algo así como si se tratase de literatura romántica–, que coinciden con la vida de la gente que las escuchamos, dando un toque de fineza al dolor, embelleciendo con la elegancia del compás musical de sus partituras a la amargura y la tristeza, haciéndonos comprender que el desamor conserva la flama encendida del amor; imagino que cuando termina la canción ya exprimimos de tanto suspiro el corazón y nos lega una paz interior que hereda un dulce sabor al alma.

Entre congojas y melancolías uno se deja llevar por las letras que a veces hasta hay que recurrir a un diccionario como sucede con quien urbanizó el romanticismo del bolero bajándolo al arrabal, Agustín Lara o nuestro Chopin Armando Manzanero, él con sus más de 400 canciones escritas logró seducir al mismísimo Elvis. Este género de música siempre ha estado en casa, recuerdo que durante mi infancia era todo un deleite al oído escuchar a mi abuela cantar cualquiera de esas canciones mientras con sus roladas manos lavaba la ropa ajena sobre una piedra del cristalino río –antes no estaba tan contaminado. No todas las rolitas en los boleros motivan a cortarnos las venas, también las hay como la de “Angelitos negros” que concientizan sobre el terrible conflicto racial, digo, ¿alguien sabe de qué color son los ángeles?

En nuestro hogar nunca tuvimos tocadiscos, pero sí contábamos con un reproductor de casetes (¿y eso qué es?), de entre esas cintas, algunas originales otras piratas, pude constatar a través del Glenn Miller cubano, Benny Moré, que la tristeza también se baila, así como el blues y el jazz tienen a Ella Fitzgerald, el bolero encuentra su oasis en medio de tanto ruido en la voz de Toña la Negra y el equivalente a The Beatles bien podrían ser Los Panchos, mientras Lucho Gatica es el Sinatra de las canciones que recorren las arterias provocando la diástole del corazón a quien lo escucha.

Sin lugar a dudas cada canción con el peculiar estilo de su intérprete impacta en nuestros estados de ánimo, haciéndonos experimentar tristeza sin llegar al masoquismo o simplemente relajarnos hasta el punto de la nostalgia que produce la alegría del recuerdo, así de contradictorio puede llegar a ser un bolero, como la vida misma.

* Nombre del bolero favorito de mi madre, quien inspirada lo interpretaba mientras confeccionaba vestimentas para su clientela.

jueves, 18 de mayo de 2017

The game is over

Hay quienes viven sedientos de ese reconocimiento que por lo menos les otorgue quince minutos de fama, otros entran en la disyuntiva entre querer prestigio o recibir un decoroso salario, a veces un buen puesto dentro de la escala laboral o ser tan indispensable para ciertas cosas te remunera un excelente pago, otras veces uno puede ser indispensable más no necesario, simplemente se vuelve representativo de algo.

Pero mientras sean peras o manzanas, se hace en lo posible por destacar, en esa efervescencia uno nunca se detiene a reflexionar lo que sucederá cuando ya nadie nos aplauda hasta las flatulencias como antes, cuando se camine por los pasillos y ni uno sólo nos mueva el rabo con la cara sonriente al vernos pasar. Lo peor es que hasta extrañarás a aquellos que te empujaban para que bajaras del ladrillo aquel que en su momento causaba vértigo, cuando nuestro ego deje de sentirse dios y vuelva a ser tan ordinario como el de cualquier mortal.

Experimentarás aquello del pugilista que pensaba ir ganando la pelea y su mánager arroja la toalla al cuadrilátero, rápidamente la manzana de Adán se te atragantará para hacer la interrogante esa que dio título a una película de Pedro Almodóvar del año 1984; pensarás en cambiar, tal vez mejorar, más lamentablemente resultará imposible retener el pasado, y si aún te quedaste con ganas, lo más probable es que aparezca en tu psique esa leyendita intermitente de cuando de niño jugabas algún video juego: “the game is over”.

La fama tan efímera, pues sólo dura unos instantes y luego se va, de los restos que deja en uno hay que sacar canas de experiencia, saborear lo aprendido y si alguien le bajó al interruptor a las luces que según eso te hacían importante, recuerda que existe la posibilidad de que te regalen aquellos con los compartiste la experiencia su sincera amistad, que en el mundo es lo que vale y no la glamurosa popularidad.

jueves, 11 de mayo de 2017

Solidaridad

Ahí iba la mujer, moviéndose a toda prisa entre los pasillos del supermercado, la clientela del lugar mueve los carritos a su paso mientras la observan como quien ve una mala conducta, ella se acerca al guardia del acceso y entre gritos de desesperación conjugados de ansiedad le comenta que estando en el departamento de frutas y verduras, al seleccionar unas naranjas la hembra que estaba a su lado movió las de abajo causando que se desplomaran, lo que hizo que ella se agachara para ayudarle a juntarlas, mientras así lo hacía su bolso desapareció al igual que la fémina.

Entre sollozos de desesperación, angustiada le dice que en el bolso llevaba tarjetas de crédito, celular, las llaves del carro y las de su casa, al mismo tiempo que realiza la descripción de los objetos, hace pausas para dirigirse a los curiosos y pedirles sus teléfonos para llamar a su esposo, inmediatamente quienes se habían detenido, se alejan sin decir nada como quien ignora a las personas que no gozan de sus facultades mentales.

El vigilante, se rasca la frente en señal de: ¿pos que quiere que yo haga si ni siquiera soy policía? Baja los brazos al mismo tiempo que suspira, balbuceando: ¡estese tranquila señito! Obvio que era imposible desempañar el cristal de la calma ante lo acontecido. Por su parte los empleados de la tienda de autoservicio continúan su labor como si nada hubiera pasado, es más, hasta esquivan la mirada de la pobre señora con tal de no engancharse.

Cuando por fin logró contactar a su esposo, cancelo sus tarjetas de crédito, cambio la clave de la alarma del coche y las cerraduras de su hogar además de llamar a la compañía de teléfonos para dar de baja el número; ya en la tranquilidad del domicilio se sentó frente a la computadora con el propósito de compartir lo sucedido en su muro de Facebook, inmediatamente se inundó de comentarios solidarios, tan “sinceros” como los de tus amigos y seguidores de las redes sociales que te alientan a que te mejores cuando dices estar enfermo pero que nunca fueron a visitarte al hospital, ni acudieron a la funeraria cuando murió ese ser amado y publicaste la tristeza que sentías, ellos que requieren de un mensaje cibernético para recordar tu cumpleaños.