jueves, 24 de noviembre de 2022

Benditos malditos.



Hace unos años, en cierta librería que se ubica por la calle Hidalgo encontré un ejemplar de “Malos y malditos” de Fernando Savater, al pagarlo el hijo del librero sacó un billete de 100 pesos y se lo entregó a su padre, al mismo tiempo que expresaba: “le aposté que nadie iba a comprar ese libro de 44 páginas a un precio tan caro”. La verdad, el libro bien lo vale, pues supe de su existencia gracias al cantautor español Joaquín Sabina que en una entrevista realizada por Arturo Pérez-Reverte, le dijo que el prólogo de esta obra había sido la fuente de inspiración para su canción “Benditos malditos”; además, es un acierto esa forma tan admirable de Savater de describir en tan pocos párrafos las virtudes de los villanos que la literatura ha dado al acervo cultural de la humanidad, y si a ello, le sumamos la elocuencia argumentativa con la que contextualiza a cada personaje, uno como lector termina admirando la maldad o lo peor, identificándose.

En la asignatura de Literatura Universal que imparto en tercer semestre de la modalidad semiescolarizada, este libro ha sido básico para que los alumnos se interesen en leer, pues, como bien lo indica Fernando Savater, “Malos y malditos” es una invitación a conocer más sobre los textos en donde llevan a cabo sus fechorías el Cíclope Polifemo -el mismo que Luis de Góngora y Argote, pidió prestado a Homero, para redactar su poema-, el Fantasma de Canterville, el profesor Moriarty, el Sansón Carrasco de Cervantes, la trágica lady Macbeth, el cerdo Napoleón -fuente de inspiración para Sofía Macías en su divertida obra “Pequeño Cerdo Capitalista” -, los Marcianos que mueren en la tierra a causa de una gripe -¡pinche Herbert George Wells, eres el clarividente de la literatura!-, el capitán Nemo a quien considero, claro está, después de Noe, sí, él del Arca, como otro de los primeros ecologistas, también se encuentra Montresors, ese personaje creado por el mentor de Stephen King, además del personaje que de niño me enterneció y por él cual derrame lágrimas de tristeza al identificarme con esa criatura del doctor Víctor Frankenstein, a parte del capitán Garfio personaje que envejeció por querer ser como los adultos en aquel hermoso texto de James Matthew Barrie, existe otro a quien cuento entre mis admirados piratas, me refiero a Long John Silver, y que en este libro nos cuentan sus hazañas.

Es toda una aventura perderse entre la lectura a este viejo cascarrabias docente que firma lo que escribe, gracias a la información vertida en cuarenta y cuatro páginas del citado libro, no importa si pague mucho por él, pues regresar a la mitológica actividad de narrador de historias no tiene precio, y más aún, con oyentes que no están acuclillados alrededor de una hoguera, pero si sentados en sus pupitres con paleta y respaldo triplay, olvidándose de sus celulares por lo menos cincuenta minutos de la clase, por cierto, hacen falta los incomprendidos Diablo y Muerte del “Macario” de Bruno Traven, quien en realidad se llamaba Otto Feige, y que se inspiró a su vez en el cuento “La muerte madrina” de los Hermanos Grimm.

jueves, 17 de noviembre de 2022

Pachanguero para Dummies.



Se han fijado que cada vez como que vamos adelantando las festividades de fin de año, dice el filósofo británico Bertrand Russell, en su libro “La conquista de la felicidad”, que cuanta más tristeza exista en las personas, estás tienden en organizar festejos como analgesia a sus penurias, o sea, además del manipulador marketing de los comerciantes, a veces uno solito es el pachanguero. Quien firma lo que escribe, no asiste a convivios por lo incomodo y cansado que me resulta intentar quedar bien con todos y dejar de ser yo. Por cierto, el significado literal de convivio se desprende del verbo “co-existir”, pero acá, y en algunos lugares de centro América, le dimos el significado de guateque, reuniones entre cuates en donde suele haber comida y bebidas de por medio.

Y ahora que estamos adelantando esa etílica y estupenda época del año, pos la agenda se atiborra de eventos como posadas o la fiesta de fin de año de la empresa, es por eso por lo que pongo a su disposición una guía sencilla para no regar el tepache en las pachangas. De entrada, la vestimenta dice mucho de ti, por las fechas decembrinas es común utilizar los colores de la Coca-Cola… perdón los de Santa Claus, ni se te ocurran esos tonos fosforilocos, pues vas a verte como anuncio de neón, ya sabemos que en Colima el invierno es una ilusión más, pero de acuerdo con los fashionistas, guarda para otro momento las blusas de leopardo -sí, esas tipo Irma Serrano en póster central de la revista Alarma! -, los pantalones vaqueros y menos si son stretch, las botas y los tenis chavorruco déjalos en casa.

La puntualidad no es algo que como mexicanos nos caracteriza, pero por favor, al menos llega antes de que se vaya a terminar el intercambio de regalos, pues a quien a ti te correspondió llevarle, te recordará la memoria de tu santa jefecita. A la hora de la comida o cena no parezcas ni cavernícola ni Viernes, el de Robinson Crusoe, recuerda, la botana es un entremés no banquete, luego, quienes comparten la mesa contigo te mirarán como fenómeno de feria. Olvídate de intentar ser el DJ en la fiesta, ¡tus gustos en música no son universales! Los drinks, no le’ aunque les llames así de fifí, es alcohol, esta bebida en exceso te va a hacer que pierdas el control y luego te pongas bien cariñoso con todos, sí, sin importar el género, lo cual te volverá insoportable y nefasto, recuerda es un convivio no un antro con barra libre.


En las charlas, es momento de poner en práctica El Catecismo para Godínez Remisos, no crítico, evito hacerme el Franco Escamilla y ni se te ocurra hacerte el galán -buee, eso es acoso-, y lo más pesado, ¡por piedad no hables de la chamba! La neta, vas a caer bien mal a quienes te escuchan si lo haces. Ya para terminar, no intentes quedarte hasta voltear las cazuelas, pues, ese instante de felicidad en alguna hora tiene que concluir, y es momento que regresar a tu triste realidad, digo, por algo los meseros están recogiendo las sillas.

jueves, 10 de noviembre de 2022

Lo sulibeyo del amor.



Es uno de los temas más ensortijados, ni filósofos ni poetas han podido desenmarañar qué es el amor, con esta última frase inmediatamente viene a mi memoria miope, el nombre de aquella canción de Víctor Manuel Luján, extraída de su primer LP bajo el sello de BMG en la serie “Rock en tu idioma” llamado “Tolerancia”, que en el viejo y frenético walkman Sanyo escuchaba sentado en la recién estrenada banca del Jardín Corregidora, al salir de la secundaria nocturna para trabajadores, cuya letra iba así: “Hace algún tiempo, yo quiero saber, ¿dónde se esconde? ¿Qué hace? ¿Qué es?… Alguien me dice que lo encontraré, quizás lo esperé en algún café”, entonces, volteaba a mirar ese antro de reciente creación llamado Café Colima 88, ¿y qué creen? ¡No había nada!

Hoy, sentado en una incómoda silla del 2005, al filo de las 13 horas en Servicios Estudiantiles, entre el barullo de imberbes de distintas generaciones, mientras degusto de una exquisita hamburguesa vegana, observo que la pareja de enfrente a mi mesa destila melcocha, caricia a la cara con la grasienta mano de él, sonrisita con lo boca llena de comida de ella y, después de que uno termina sus alimentos, solicita a su amada un ósculo, mientras ella… Abro un paréntesis para preguntarte asiduo y escaso lector: ¿Es romántico o asqueroso, que, al terminar de consumir sus alimentos, tú pareja te pida un beso? Respira profundamente, piénsale bien, mientras vuelvo a citar la canción de Luján, en aquel fragmento de: “¿qué es el amor? Que a unos electriza y a otros causa temor”.

Por su parte el cantautor Joaquín Sabina, dice que el amor es un invento maravilloso del ser humano para justificar el apareamiento a diferencia de las demás especies que habitan este planeta, que cuando les llega esa época es cuando lo practican con fines reproductivos, es más, ni saben de la existencia del amor, mientras los humanos hasta crearon el erotismo con tal de convencer a su contraparte de aparearse los 365 días.

Con tal de ocultar ese instinto de la sexualidad, nosotros hemos pintado la realidad con rimas, textos, flores, regalos, “perfúmenes” de esos que Carlos Mejía Godoy & Los de Palacagüina decían que producirán lo sulibeyo; entonces, vuelvo a preguntar: ¿Es romántico o asqueroso, que, al terminar de consumir sus alimentos, tú pareja te pida un beso?   

jueves, 3 de noviembre de 2022

De pavorreal a guajolote.


¡Qué pendejada es la petulancia y aún más el deseo de impresionar a los demás! Esas pinches ganas de apantallar con supuestas obras grandiosas. Así leemos a muchos en sus redes sociales con seudo proyectos que son inherentes a sus respectivos empleos, pero con tal de hacerse notar los muy, muy, pues fingen ser lo que ni siquiera son, se ponen la máscara de importantes, pero, la verdad, se están engañando asimismo y terminan haciendo el ridículo. ¿Para qué te desatornillaste de tu silla ejecutiva si es para presumir? Bueno, hay quienes ni se levantan de sus asientos, ¿pa´que si son unos chingones?

Cierta mañana en una oficina bananera, aplastado en su cómodo sillón, el ejecutivo recién contratado, al darse cuenta de que alguien se aproximaba a sus dominios Godínez, rápidamente minimiza su Instagram, toma el teléfono para hacer creer que estaba ocupado. Quien tiene enfrente escucha: “Si licenciada, ya le envíe el reporte de su informe. n estos momentos llamo a Monterrey para agilizar las transacciones. No se preocupe, tengo todo bajo control. Permítame, alguien acaba de llegar a mi oficina, no me cuelgue”.

“Disculpe, ¿en qué puedo apoyarle?”, -Con cierto sarcasmo, la persona responde: “En nada, vengo a molestarlo tantito de sus múltiples ocupaciones para instalar la línea telefónica de su aparato”. Es con estas acciones cuando el pavorreal se convierte en guajolote.