miércoles, 29 de junio de 2011

Mando a distancia

Existe en casa un aparato que es tan necesario como el celular y la computadora, no es vital, pero si indispensable, gracias a él se ha incrementado nuestro tejido adiposo, pues evita la fatiga de movernos del asiento para ejecutar una acción; ha sido muchas veces causante de divorcio debido a que en algunos matrimonios es común que uno de los dos quiera ser quien lo maneje, y el que lo tiene en su poder se vuelve un total dictador de la diversión, casi un tirano, pues bajo su dominio se vuelve dueño del entretenimiento, imponiendo sus gustos y preferencias.

Este dispositivo electrónico en algunos países se conoce como el mando a distancia o telemando, en Mexicalpan del Maguey y de las tunas taponas, le decimos control remoto, pero para los cuates sólo es el “control”, por ello en ciertos hogares es común escuchar: “pásame el control we”; efectivamente ese acompañante de la cajita idiota que nos vuelve dependiente de la basura producida por la mercadotecnia que ahí se exhibe, que nos hace comprar infinidad de cosas que no necesitamos; gracias a ese éxito comercial también es común que se incluya en reproductores de DVD´s, equipos de sonido y demás artilugios que fomentan la autodependencia.

En últimas fechas a todas las facilidades que ofrece el control remoto hay que sumarle una nueva, la del maravilloso milagro de transformarnos en técnicos de la señal de la televisión de paga, sin la necesidad de haber recibido un aburrido curso de capacitación; pues con la llegada de la caja convertidora de televisión digital, la compañía que ofrece este servicio al recibir tu llamada de reporte de falla, ya no envía a un empleado para que revise el desperfecto, ahora simplemente al momento de estar reportando la avería, la telefonista después de ponerte sobre aviso de que la llamada está siendo grabada, va indicándote lo que debes de hacer con el apoyo del control remoto que viene con la citada cajita.

De una forma “sencilla y práctica” muy al estilo de Chepina Peralta, uno debe de seguir las instrucciones de la operadora; misma que con acento de azafata y actitud positiva a las preguntas que uno le hace conduce verbalmente nuestros dedos por los botones del sofisticado aparato, después de quince o veinte minutos si se logra reparar el desperfecto, agradece nuestra atención y se despide, más si no existe solución alguna, entonces levanta el reporte para que un especialista pase al domicilio a supervisar la falla.

Sale sobrando decir que con esto la compañía se ahorra un buen de billetes, nosotros aprendemos una nueva profesión y el control remoto se vuelve la panacea de la televisión privada del siglo XXI; fomentando esa rancia costumbre de que alguien guíe o encause nuestras acciones, como han sido mamá, papá, profesores, amigos, jefes y cónyuges. Entonces no es de extrañarse que ahora lo hagan a distancia como si fuéramos receptores de señal remota.

miércoles, 22 de junio de 2011

Amantes de lo ajeno

Cierta vez el gran filósofo español José Ortega y Gasset dijo: “Todo hombre vive de ideas, no hay disyuntiva posible, la diferencia es que estas ideas sean propias o sean ajenas, si son propias vives tu vida, si son ajenas, lamentablemente eres vivido”, estas frases encierran un extraordinario mensaje que debiéramos de captar todos esos que nos sentimos ungidos por la supuesta sabiduría de la vida, que creemos que somos unos expertos en todas las materias del mercado; pues no hay situación que más me incomode como el escuchar a alguien dar sus pinches consejitos a otros, como si fueran los dueños ante cualquier situación o de plano consideran a sus interlocutores como unos verdaderos imbéciles.

A poco no experimentan cierta pena ajena al ser testigos de cómo el papá incita a su hijo a estudiar la carrera profesional que él ejerce o la que soñó haber sido y por alguna razón no pudo, es decir, significa que las generaciones jóvenes carecen de aspiraciones propias, ¡naaaa! Es el jodido reflejo de las frustraciones paternales; por favor venerable padre o madre, deje de empeñarse en que su hija o hijo que es bien teflón para el estudio, sea aceptado a fuerza de influencias en la secundaria o bachillerato que a usted le agrada o considera de prestigio, ¿qué no todas las escuelas son iguales? ¿No son los estudiantes quienes representan a las escuelas en los concursos de calidad? Entonces abnegable padre de familia no sea terco y evite echar gorgojos al maíz.

Igual de lamentable es el docente que exige tareas y trabajos a sus alumnos que él no sería capaz de realizar, y se pone quisquilloso cuando no le cumplen con alguno de sus requisitos, es más, muchas veces hasta quieren que los estudiantes les adivinen sus gustos, preguntémosles a sus cónyuges si ellos alguna vez lo han hecho, creo que nunca; tan patético como el caso anterior es el tipo que te dice el deber ser de la vida o el hubieras hecho de equis forma o yo en tu lugar…la verdad es un asco, puras mamarrachadas.

¿Acaso esos energúmenos son tan perfectos? ¿Sus progenitores los educaron tan bien que han sido unos triunfadores? No será más bien que proyectan sus deficiencias e incompetencias en uno. Por ejemplo, eso de recomendarte lo mejor para ti, es más bien lo que ellos quisieran hacer en sus miserables vidas, y a ti si te ven el potencial que nunca han tenido. Me caga cuando alguien dice que ya tengo otro estatus y no estoy para andar a pie o en camiones urbanos, que eso es para jodidos, ajá, por favor. ¡Qué forma tan ruin de evidenciar sus prejuicios! Además por nada cambiaría el folklore y la algarabía que se vive durante el trayecto de una ruta de autotransporte colectivo o el transitar por las calurosas calles de la ciudad, sólo por los complejos de unos cuantos traumaditos nice de vecindad.

Más, existen sujetos peor que los anteriores, esos que se adjudican el éxito sin ningún mérito, por citar alguno, tenemos el que ocupa el segundo lugar en algún proceso de elección y por equis razón el que fue ganador no puede ostentar tal nombramiento, entonces se denomina al que le sigue, patéticamente éste hace alarde de su supuesto triunfo, es más, se siente orgulloso; lo presume y se regocija de ser felicitado por algo que no es de él. Me pregunto, ¿quién fue la madre de ese tarado que le educó hacer suyo lo que es de otro? ¿Cuál es la religión de ese cabrón, que le fomentó apropiarse de lo impropio?

Muchas veces las sugerencias de estos semisabios de la vida abruman, pues uno sabe que caen en la estupidez con comentarios como: ¿Te vas a casar? ¿No eres muy joven? ¡No vas a gozar de tu desarrollo a plenitud! ¡Esa persona no te conviene! ¡Tienes cuarenta y no te has casado! ¿Qué, ustedes no piensan tener hijos nunca?

¡Ya basta de tanta sabiduría visceral! Eso de querer hacer a los demás al gusto de uno es tarea de orates, es necesario caerse, para después levantarse, lamerse las heridas y aprender de ello; todos los individuos necesitamos errar, equivocarnos, cagarla de vez en cuando para acumular experiencias que se transformaran en aprendizajes, algunos no aprendemos a la primera equivocación, requerimos de muchas más, pero eso es otra situación.

Por eso, nunca me ha gustado hacer recomendaciones, sugerir algo que me agrade a otros, pues cada quien es dueño de su proceder, actitudes y formas de pensar, entonces, ¿para qué alienarlo de lo propio? Mejor que cada quien sea como es, al César lo que es del César y a Dios, que les vaya bien, hasta el próximo.

miércoles, 15 de junio de 2011

Diario de ruta

Va para Ana Karina Robles y su excelente equipo de colaboradores.

Es un día rutinario para el chofer de la ruta 3, son las dos de la tarde, el termómetro del autotransporte indica 36º centígrados, ese infernal calor combinado con el metal del techo hacen que el interior se vuelva un sauna, una sobredosis de aromaterapia invade el lugar, el camión lleva todos los asientos llenos, quince más van de pie aferrados al pasamanos que pende de arriba; cuando una persona va a descender dependiendo de su género recibe o da masaje erótico.

Lenin, el conductor de la ruta -cuyo nombre se lo debe al rojillo de su padre-, tiene detrás del volante desde las seis de la mañana, únicamente se ha detenido en la tienda para comprar una soda y disfrutar mientras chambea del bolillo relleno de chilaquiles, que cariñosamente Remedios su mujer le preparó esa madrugada; en estos instantes se encuentra escuchado el repertorio musical de los Yonic´s, incluidos en el disco de MP3 pirata que adquirió en el tianguis del Rancho de Villa, en el preciso momento cuando suenan las líricas de “Y te amo”, sus ojos por el retrovisor buscan a la mujer más atractiva para dedicársela, sin experimentar ningún remordimiento por ponerle el cuerno a su sacrosanta esposa con esa extraña, digo, si es con la imaginación, no puede afectarle.

El pequeño ventilador colocado arriba de la ventana le arroja un aire caliente y sofocante, lo que evita menguar el calor del reducido espacio donde se encuentra, por su frente escurren hilillos de sudor, motivado por ello baja la mano derecha buscando la chorreada botella de refresco que contiene el preciado néctar rojinegro, con el propósito de saciar la tremenda sed que experimenta, mientras con la otra apenas la punta de los dedos acarician el volante; la camisa es un rosal a punto de reventar los botones que no logran sostener la enorme masa abdominal que los domingos caguameros de fútbol se han encargado de fomentar, la hebilla del cinto apenas se distingue; los desgastados zapatos en cada alto y siga presionan el clutch y freno. La gente sube y baja siempre con prisa, algunos malhumorados, otros indiferentes, son escasos los que se perciben satisfechos e incluso le agradecen por el servicio.

Cuando se estaciona frente a la secundaria, entra en pánico, pues la marabunta de púberes abordan estrepitosamente el camión, algunos giran el rehilete que contabiliza sin haber pagado y como es de fijado el patrón debe de estar atento para que no tener que desembolsar de su dinero al rendir cuentas; además la raza es bien inquieta, en todo su trayecto se la pasan bromeando, gritando, sacando las manos por las ventanas e incluso se arrojan objetos entre si, situación que podría llegar a incomodar a otros usuarios.

Al bajar por la avenida Camino Real de Colima, a escasos metros de llegar al semáforo de la Glorieta vulgarmente conocida como “Glorieta del DIF”, estrepitosamente frenan las llantas mientras la parte lateral derecha de forma abrupta arranca la puerta de un Porsche color rojo “sangre de pichón”; todos los pasajeros alzan la voz, algunos insultan a Lenin por el tremendo sacudión que evidenció la Primera Ley de Newton, otros aclaman a sus santos, comienzan a murmurar mientras sacan sus cabezas por las ventanillas y observan sorprendidos la escena.

El conductor de la ruta tres, continua en su asiento callado, con la mano izquierda apaga el stereo dejando mudo a José Manuel Zamacona vocalista de los Yonics, de pronto una niña de escasos seis años de edad con uniforme de conocido colegio de paga camina por la banqueta hasta llegar frente a la puerta de acceso al camión, mirando al chofer le grita ¡Pinche Puto, nos chingaste el carro! Al unísono los pasajeros estallan en carcajadas, la infante los mira con furia exclamando al mismo tiempo ¡Chinguen a su madre! Toma una enorme bocanada de aire, para reventar en llanto y desplomarse al ardiente suelo.

La muchedumbre de a bordo, mientras se burlan sacan sus celulares para tomar fotos o videos de lo ocurrido; el chofer por su parte a pesar de la preocupación reflexiona sobre tan lamentable insensibilidad de la gente por el dolor ajeno, pues evidentemente se preocupan más por captar el momento para después mostrarlo orgullosamente como trofeo a sus conocidos que velar por la salud de la niña, llegando a la conclusión de que todos estamos tan acostumbrados a la violencia, agresiones y accidentes que se exhiben por cine y televisión que cuando son reales intentamos perpetuarlos para luego divertirnos con ellos.

Toma su teléfono, marca al dueño del urbano, el cual se encabrona, después de pendejearlo pone atención a las palabras de su empleado y le ordena llamar a la aseguradora, la dueña del Porsche, molesta por lo que le sucedió al coche y a su pequeña hija, lo babosea, Lenin se limita a decirle que esperaran al peritaje vial; mientras lo espera enciende la radio y sintonizando encuentra el primer soplo de frescura en la frecuencia 94.9, donde existe un Universo de energía y fantasía para sacudir la angustia que ocasionó tal problemática, respirando tranquilo cruza la pierna acomodándose sobre el respaldo del asiento dispuesto a escuchar esa formidable programación que lo alejará hasta los confines más remotos de su imaginación.

miércoles, 8 de junio de 2011

Son tan sólo palabritas

“Más de cien palabras, más de cien motivos
para no cortarse de un tajo las venas,
más de cien mentiras que valen la pena”. Joaquín Sabina

Resulta curioso que al aparecer una palabra nueva en el diccionario del dominio público, todo mundo lo hace un término coloquial, volviéndose unos expertos sobre el mismo; entonces se apropian de él, con el propósito de ganar un espacio en el escaparate nacional, realizan estudios, ensayos, tesis o tratados con tal de no aparentar ignorancia o mantenerse a la vanguardia.

Lo mismo acontece con la prensa, varios periodistas con tal de atraer la atención del lector, utilizan conceptos que muchas veces no se aplican al cien por ciento al adjetivo que se lo atribuyen, pero de tanto uso se vuelve una definición correcta, por ejemplo, antes llamar divos a los cantantes como Juan Gabriel y Raphael, era incorrecto, pues según eso, de acuerdo a la música clásica tal término era exclusivo del género femenino, pues se conoce como diva a la cantante de renombre que se caracteriza por tener una voz excepcional, además en latín e italiano, diva significa “divina”, siendo la forma femenina del vocablo latín divas.

Hoy “divo” ya existe, de acuerdo a la Real Academia de la Lengua Española, se utiliza para referirse al artista del mundo del espectáculo o cantante de ópera que disfruta de fama y prestigio superlativo; entonces Juanga y Raphael pueden estar tranquilos, ya que con este adjetivo no se corre el riesgo de ser confundido con gay. Por cierto este calificativo importado del inglés también se lo debemos a los medios de difusión, porque consideraban a la palabra homosexual con ciertas connotaciones negativas, debido a que durante varias décadas se pensaba que los homosexuales padecían de sus facultades mentales; lo cual me recuerda que en los setentas la revista cultural llamada “Alarma!”, para no verse groseros les ponían el mote de “mujercitos”, o sea, además de inmiscuir en su agresión a las féminas seguían siendo peyorativos con esta preferencia sexual; a razón de lo anterior tales palabras fueron acuñadas al léxico nacional.

A principios del año en nuestro país surgió el concepto de “Ninis” para hacer alusión a las nuevas generaciones de jóvenes que por la frustración y el consentimiento de sus padres ni estudian ni trabajan; antes de acuerdo a mi abuela materna se les llamaba “huevones” -y no es precisamente una nueva marca de blanquillos, es decir, “Huevo-Ness”-, según mi mamá a esa clase de individuos los considera como flojos, vagos o haraganes; a partir de ahí todo personaje que se las da de culto e importante, empezó a hacer disertaciones, conferencias y artículos donde manifestaban su preocupación por la “nueva” problemática que México enfrentaba, ¡por favor, como si nunca hubieran existido!

De igual forma ahora nuestros intelectuales y políticos externan su inquietud por un “nuevo” fenómeno social, tan antiguo que antes era conocido como llevadera, carrilla, mofa, lata, chinga y que por ahí alguien le llamo en inglés “bullyng”, logrando atraer más la atención por lo rimbombante que se escucha o lee; quien no recuerda al bravucón que se sentía dueño del aula y muchas veces llegó a cobrar peaje o el grupo de compañeros escolares que siempre buscaban a su pendejito para hacerle infinidad de bromas, desde verbales hasta físicas; además tal problemática no es exclusiva de las aulas como muchos la circunscriben, pues en el seno familiar es común que el hijo mayor o menor –dependiendo de lo mimado que se tenga-, le haga la vida imposible a sus hermanos y los papás con tal de no contradecir al consentido chamaco optan por mantenerse al margen de ello.

Como se podrán dar cuenta las dos problemáticas anteriores tiene ya sus añitos, sólo que a nadie se le había ocurrido llamarles de forma rara para que los personajes que escriben la historia las tomaran en cuenta y las compilaran al cúmulo de dificultades que tenemos. Entonces si nos queremos ver como eminentes sociólogos, sólo hay que echar una revisada a las situaciones problemáticas que hemos vivido, llamarlas con eufemismo o buscar algún sinónimo rimbombante; lo anterior me recuerda una canción de Cri-Crí, sobre el chinito que se defendía ante el mandarín diciendo “yantse amo ova tingi chan chong chong”, que para ser honesto nunca supe qué significaba, pero para escucharme internacional a la edad de seis años lo repetía ante personas desconocidas, las cuales extrañadas volteaban a verme como fenómeno de circo.

miércoles, 1 de junio de 2011

Fiestas fúnebres

“Cuando me muera y me tengan que enterrar
quiero que sea con dulces y no con piedras”.Caifanes

Es común en nuestro país festejar todo lo que nos acontece en la vida, nacimiento, cumpleaños y hasta defunción. ¡Si, leyó bien! A poco no es cierto que durante el velorio o la noche de vigilia de los dolientes al difunto, es común que se ofrezcan bebidas de todo tipo desde el clásico cafecito hasta las embriagantes, es más, algunas funerarias en su afán por ofrecer un mejor servicio se modernizan transformando la capilla de velación en restaurante, donde se ofrece un variado menú que incluye cena y desayuno en dos categorías clasemedieros y jodidos; sólo falta que ofrezcan atención de Internet inalámbrica para que los dolientes reciban las condolencias vía Twitter o Facebook y televisión por cable, ya imagino a todo mundo valiéndoles un comino el difunto, chateando, consultando su correo electrónico u observando el pack Premium de películas eróticas que cierto canal privado ofrece por las madrugadas.

En nuestro país los funerales adquieren un ambiente de guateque, donde acuden a acompañar al muertito familiares de primer grado, de segundo y personas conocidas, así como algunas que otras desconocidas a las que el compositor y cantante Chava Flores denomina como “gorrones” o como les decimos por acá, coleros, es sabido por ustedes tal especie en México representan una mayoría, pues sobran personas que consideran el faltar a una celebración como algo imperdonable, y si de una defunción se trata pues con más razón “hay que acompañar al doliente”.

Dentro de tal categoría hacen acto de presencia uno que otro teporochito, haciendo de la madrugada un espectáculo con sus torpezas, queriendo conquistarse a la viuda, esparciendo su vómito como regadera de jardín por todas partes o armonizando la velada con sus ronquidos; tampoco puede faltar el gracioso que se la pasa contando su repertorio de chistes que van de los blancos o inocentones hasta los morbosos de doble sentido, según él con la sana intención de hacerles pasar un rato más ameno.

Ridículo se observa el tipo que va a ligar como si estuviera cual domingo en el parque Céfira, pues es común apreciarlo agasajándose de forma morbosa al abrazar a las hermanas, cuñadas o esposa del fallecido. De igual manera se dan cita por ahí los que no paran de hablar maravillas del occiso, el que llora su ausencia, y el que se alegra de que se haya ido, asegurándose de que esté bien muerto.

Otro punto en el que se asemeja a un festejo el acto luctuoso, es la táctica de llevar coronas y arreglos florales, esto no significa que sea incorrecto el solidarizarse de esa forma, lo que percibo ridículo es la jodida presunción de buscar los más grandes en el mercado y colocarle una cinta con el nombre de quien la envía, denotando así su egocentrismo, pues con ello, da la impresión de que se pretende quedar bien con los vivos y no con el difunto, digo el finado lo más seguro es que ni se entere, pero eso si, somos capaces de llegar al jardín funeral contoneándonos como pavo real, orgullosos de llevar el arreglo floral más caro a sabiendas de que se deja la clara evidencia de que será visto por todos.

Pasado el sepelio, se pone en evidencia el popular adagio que dice “el muerto al pozo y el vivo al gozo”, pues poco a poco todo vuelve a la normalidad, concluido el novenario luctuoso, los familiares organizan un festín donde ofrecen a quienes los acompañaron un elegante menú dietético en los que figuran suculentos platillos como el irresistible pozole, los exquisitos sopitos, los calientitos tamales y atole; conforme transcurren los días cada quien retoma su vida normal, con la salvedad de que esta vez la viuda sabrá con certeza el lugar exacto donde se encuentra su marido.

Por otra parte, este año, expertos señalan con la autoridad que les da su investidura que ha muerto gente que en otros años no había fallecido, lo que sin duda ha sido un negociazo para las compañías funerarias y florerías.