miércoles, 29 de agosto de 2012

Pubertad, maligno tesoro


Antes de empezar a escribir me hice la promesa de no llorar, más… no pude… permítanme unos minutos… snif, snif, snif… ¡ah, ya! Listo, parece que lo he superado. Existe una etapa en el desarrollo humano tan efímera que dura lo que tardamos en bostezar de la infancia a la adolescencia, es una etapa corta, pero la que más pesa en los años siguientes, es más, tal vez para algunos sea como una especie de estigma o cicatriz que ni aun en la edad adulta podamos borrarla de nuestro pisqué, me refiero a la pubertad.

Durante su manifestación físicamente experimentamos lo más extraño, las damas conocen por vez primera las punzadas de los cólicos menstruales y en los caballeros se nota el cambio de voz, la salida de pelos donde jamás imaginaste, para colmo en algunos que les alucinaba tener esa barbita de cuatro días que luce el ídolo del rock, lo más cruel es que el mentón será el último en poblarse, pero para sentirte grande te dejas el mostacho a lo Cantinflas, que más bien se asemeja a un puñado de esquilines.

A los hombres nos pesa abandonar nuestros juguetes, las mujeres en cambio prefieren enamorarse de un tarado mayor de edad con coche, que con su estridente música incomode a sus padres y que le esconda las pantis en la guantera a la hora de los arrumacos. Patéticamente los machitos de mamá, tratan de encontrarle el atractivo o lo interesante a las chicas de su edad, para lo cual adoptan la actitud de me vale Wilson la sociedad, más a esa edad encuentran sabrosamente sexuales a las mamás de sus compañeros de escuela.

Los chavos por una hermosa casualidad del destino descubren, lo que Diógenes denominó el “regalo de los dioses”, la masturbación, donde hacen cómplice a la revista del conejito o con la simple ayuda de su imaginación intimidan con la encamable muchacha del aseo, la teacher de inglés o la vecina madurona de buen ver, razón por la cual parte del tiempo se la pasan en el baño y no para darse una ducha precisamente, es cuando ocurre el fenómeno de que los cuatro azulejos que se localizan frente al retrete no tienen sarro y son los más pulidos. Años más adelante descubrirás que con la copulación todo es mera socialización y poco a poco dejarás para casos extremos el individualismo del onanismo.

Otra característica de esta etapa es la vanidad, pues hace acto de presencia con todas las de moler, es cuando te da por sentirte adonis, más resulta que a Dios se le ocurre con su buen sentido del humor jugarte una broma, premiándote con barritos y espinillas que te dejaran la nariz como fresa o parecida a la de la Bruja de Blancanieves; entonces para verte guapo, pues te los pellizcas, para en un futuro no muy lejano tener cara de raspaquesos.

En casa, mamá o papá que antes los idolatrabas por su sabiduría, se ponen estrictos, prohibiendo todo, para empezar como a la Cenicienta te quieren en casa antes de las once de la noche, en algunos momentos te aplican toque de queda, es más, tanta desconfianza hacia tu persona despierta ciertos sentimientos que dan la impresión de que nadie en el hogar, aburrido hogar te comprende; las payasadas que antes te aplaudían se vuelven nangueras, si te equivocas en realizar equis actividad ya nadie te explica pacientemente cómo intentarlo de nuevo, ahora literalmente eres todo un estúpido.

A consecuencia de ello haces de tu alcoba una especie de trinchera o refugio, recuerdo que este inseguro servidor eso hacía mientras sus congéneres se volvían hombres consumiendo cigarros y bebiendo cerveza hasta embrutecerse o experimentaban con estupefacientes otros estados de ánimo, yo en cambio me la pasaba escuchando cassettes grabados de la extinta Radio Juventud, martirizándome como vil masoquista al escuchar “Take my breath away”, pues evocaba a la esquelética vecina pecosa, que los ojetes del barrio la apodaban “la jícama con chile”, y que por falta de blanquillos nunca me atreví a exponerle mis sentimientos.

Entre tardeadas, que ya ni se usan en la actualidad, aburridos libros de texto de la secundaria, llega la adolescencia deshaciendo esa perversión sexual conocida como virginidad, pues uno hace del coito una especie de terapia que intente borrar la anterior traumática fase del desarrollo, es cuando agradecemos a nuestros padres por la religión que nos heredaron, la cual nos enseñó que el sexo es algo sucio, y como ustedes saben cuando algo es dañino más nos agrada; en conclusión les aseguro que por estas razones jamás desearía volver a ser ese cavernícola que a cierta edad fui… snif, snif, snif…

miércoles, 22 de agosto de 2012

Los indeseables


Los seres humanos, entre todas las especies que habitamos este lugar que los homo sapiens han puesto por nombre Tierra, somos los más complejos, por un lado no nos agrada la soledad, por otro cuando estamos en compañía de alguien más, como que nos enfadamos de estar tanto tiempo con esa o esas mismas personas e intentamos socializar con otras que de seguro igual nos van a aburrir, ¡así o nos quieren envueltos para regalo!

¿Por qué nos volvemos indeseables? Esa pregunta me la he hecho infinidad de ocasiones cuando por ahí alguien lo ha manifestado en mi contra, ¡ups! Será en mi contra o a mi favor, digo, muchas veces de lo bien que estamos no nos damos cuenta lo malo que somos, es más, cuesta trabajo aceptar nuestros errores, y nos incomoda que otros nos lo digan.

En lo que llevo de vida me he dado cuenta de algunas situaciones que me incomodan de los demás y que yo también inconscientemente he incurrido en hacerlas, por ejemplo, hablar fuerte cuando se recibe una llamada por teléfono, es irritante que uno se encuentra concentrado en su actividad, de repente escuchamos el berrido o voz de pito loco del compañero de la oficina regañar a su hijo, saludar a su pareja con palabritas dulces o narrar sus aventuras para que todos nos demos cuenta, a veces cuando su ego está más quieto dizque se encierran en el baño para no incomodar, pero se pone peor, pues parece que le agrega efectos especiales, pues logra una terrible reverberación que los hace oír como alta voz, no quiero imaginar si dentro de ese baño hay otro individuo intentando hacer sus necesidades, el pobrecito perderá su falta de concentración, ustedes ya saben a qué me refiero.

Me disculparán todos esos mártires, pero lo peor que uno puede hacer para ser catalogado como non grato en las oficinas o escuelas, es ir enfermo, eso es no tener vergüenza o por no refrescarles la memoria de su santa madrecita, vas a ventilar los virus para generar una epidemia entre tus compañeros, ¿acaso no tienes conciencia? Nadie te va erigir un monumento, al contrario lo único que vas a lograr es que los demás sientan asco de ti; por favor trata de ser solidario guardando tu personita en casa mientras convaleces, estoy seguro que te lo agradecerán.

Si te causa repulsión bajar la perilla del inodoro, pues coge un pedazo de papel higiénico y cúbrela, gira la palanca y tira el papel, así de sencillo, si sigues mis instrucciones ten la seguridad que todos estaremos complacidos de ya no oler tu fantástica esencia. Igual de cochino es el que no se lava las manos después de comer o ir al baño, que dices en tu interior, “al fin de cuentas ni saben si lo hice o no”, no seas inconsciente, quien te salude más adelante percibirá que su mano derecha huele a barbacoa, chilaquiles u otros aromas desagradables, mejor lávatelas, no seas antihigiénico.

Esto me recuerda a los besucones que al saludarte con tanta efusividad olvidan que momentos antes le entraron a los tacos de canasta, eso no es un hábito sexy, es más bien algo asqueroso, que muchas veces llega a decepcionar el concepto que se tenía de esa persona. Evita hablar de religión, política o deporte, pues lo más seguro es que hieras ciertas susceptibilidades, existen más temáticas por abordar en una charla, igual no hables del prójimo en su ausencia, si vas a hablar hazlo como si estuviera presente, verás que con eso los demás se formaron un concepto positivo de ti.

El come éxitos, es otra actitud que se pone de manifiesto cuando orgulloso el jefe te felicita por un trabajo bien hecho y en lugar de ser responsable dándole crédito a los demás que participaron contigo para hacerlo correctamente, te quedas callado saboreando las mieles de la victoria, por favor aprendamos a laborar en equipo, haciendo público el esfuerzo de los grupos de trabajo.

Mención honorífica merecen los tonos del celular, fondos de pantalla y los salvapantallas de los compañeros de escuela o trabajo, que en lugar de evidenciar de forma positiva la personalidad de ellos, los llegan a desacreditar, pues pese a que a la gente les causan gracias, existe la probabilidad de generar un concepto erróneo de quien eres en realidad. Espero que con estas ideas el ambiente donde convivimos los seres humanos mejore, pero lo más probable es que digas, “¡ah mira! Lee esto, están describiendo a…”, si así piensas, pues ya cometí otra de mis burradas.

miércoles, 15 de agosto de 2012

¿Eres mexicano o te hacen?


Hace unos años, cuando Timbiriche se encontraba en su etapa infantil cantaban una canción llamada “México”, con un arreglo tan britpop, que lo único mexicano eran las trompetas mariacheras que en algunos puentes musicales se escuchaban; lo rescatable era que gracias al deletreo “M, E, acento, X, I, C y O”, los chamacos de perdida sabían que el nombre de nuestro país lleva acento y se escribe con equis, si se pretendía fomentar cierta identificación con el país a través de esta composición, pues nomás no, si ni el Himno Nacional nos lo sabemos, ¿cómo una absurda interpretación lo iba a lograr?

Así de ridículo como el anterior intento por mexicanizarnos, el sábado pasado cuando la Selección Nacional olímpica le ganó a su similar de Brasil, obteniendo medalla de oro, lo cual hizo que me sintiera satisfecho, pues por fin se conseguía un triunfo en final de soccer, y como todos sabemos ni siquiera en los mundiales lo han hecho, motivo por el cual uno puede decir que era lo justo; lo injusto fue esa forma de querer manipular a las masas que los canales de televisión, radio y otros medios hacen de este triunfo.

Las exageradas crónicas de los comentaristas deportivos del canal donde vi el encuentro, además de pretensiosas evidenciaban esa intención de abusar hegemónicamente sobre la cultura del espectador, intentando infundir el sentido nacionalista con palabras como “este triunfo, nos hace sentir mexicanos”, “hoy es un sábado de gloria” o la peor de todas “los nuevos niños héroes”.

De estar en lo correcto lo que dicen en su verborrea a partir de este triunfo, las escuelas de nivel básico tendrían que incluir en las efemérides correspondientes al mes de agosto la hazaña olímpica de la selección azteca; cada once de agosto en plazas cívicas de escuelas, oficinas de gobierno y canchas de fútbol se rendirían homenaje a los Nuevos Niños Héroes, durante ese día por ser declarado glorioso, las campanas de todas las iglesias repicarían para conmemorar tan sagrada fecha; en los billetes de quinientos se sustituiría la imagen del pintor Diego Rivera por la de Luis Fernando Tena; al igual que con las películas de Pedro Infante en sus homenajes, el encuentro se retransmitiría cada año con tres repeticiones como ese día se hizo, todo gracias a esa manera de fomentar el fervor patrio.

La consigna para ser considerados como mexicanos según los cronistas deportivos es que al ganar la selección, debemos demostrar nuestra nacionalidad festejando, poniéndonos hasta las chanclas de borrachos con la cerveza patrocinadora, pues no hay Ley Seca que lo prohíba, olvidándonos de los problemas, ya mañana volveremos a ingeniárnosla para proporcionarle alimento a la familia; los desempleados, por el momento disfruten del triunfo como un logro más, tal vez dentro de tres meses por fin consigan el empleo que les remunerará medio salario al día; deudores estén tranquilos pues con la euforia sus acreedores los dejarán en paz, por lo tanto puede acudir al estanquillo de la esquina a comprar fiado los refrescos de cola, las papas fritas y el pan que los seleccionados consumen, además no olvide acudir cada quincena con su tarjeta de crédito a surtir la despensa en el supermercado oficial de la selección.

Es una pena que los atletas que ganaron medallas en otras disciplinas no motiven el fervor patriótico, será porque para los ojos comerciales no son deportes del dominio popular como lo es el balompié. Usted por lo pronto preocúpese de no engatusarse por los trucos publicitarios que en lugar de mexicanos quieren mejinacos, ¡no se deje, defienda su idiosincrasia!¿Eres mexicano o te hacen?

miércoles, 8 de agosto de 2012

¡Que no te apantallen!


Durante la infancia no era muy asiduo al cine, fue en la adolescencia que el séptimo arte se volvió una fábrica de ilusiones, cada película que veía se transformaba en sueños que hacían olvidarme de la realidad en la que vivía, pues al identificarme con alguno de los personajes de la trama los problemas típicos de la edad se esfumaban por las horas de duración de cada film.

Las dos semanas que tuve de asueto me di a la tarea de visitar las salas de cine que hay en la ciudad, tuve la suerte de que fuera verano, época del año en que las grandes compañías cinematográficas lanzan los llamados blockbuster o largometrajes que serán todo un éxito en taquilla. El primero que vi fue la tercera parte de Madagascar, que para mi gusto supera a la anterior, pues los diálogos de cada personaje están ingeniosamente bien estructurados, pese a que la fórmula del guion es la misma que las dos primeras partes, el regreso de los cuatro animales al zoológico de Nueva York, más el humor fino que en ella se pone de manifiesto hace que uno se la pase entretenido.

Desde niño he sido un aguerrido coleccionista de comic de superhéroes, razón por la cual no podía perderme The Amazing Spiderman, más tal refrito fue decepcionante, lo sorprendente esta vez no es el Hombre Araña, son los gabachos que en su tierra natal hicieron de esta tarugada un éxito de taquilla, ¡mira que recaudar 62 millones de dólares en su primera semana! Lo cual evidencia que tanto Internet y comida rápida provocan daños cerebrales irreversibles, pues sólo así uno se explica porqué la cinta que hizo el director Sam Raimi en el 2002 parezca toda una obra de arte ante esta chafa réplica.

Otra gringadera fue el churro de Ice Age: Continental Drift o Era del Hielo 4, cualquier individuo con un coeficiente intelectual normal, sabe que la trama está llena de incongruencias, las bromas se parecen a las mismas de sus antecesoras, es más, Scrat la ardilla prehistórica como en las otras versiones repite la idiotez del fallido intento por coger la bellota sobre una superficie que terminará agrietándose; ese día fue tanta la decepción que estuve a punto de ir a reclamarle a la gerencia del cine por cobrar la exhibición de tal porquería.

La cereza del pastel fue Batman: The Dark Knight Rises, cinta que con entusiasmo estuve esperando ver, y que gracias a esa franquicia pude darme cuenta que Christian Bale con su actuación tiene un papel asegurado en cualquier telenovela de manufactura nacional, pues el drama sentimental ahí exhibido bien podría equipararse a cualquiera de las que produce el Canal de las Estrellas; la trama carece de esa alegoría psicológica que en su primera parte nos asombró y claro, las actuaciones cargadas de suspenso con su respectiva adrenalina nunca igualará a la segunda, ¡ah Heath Ledger, cómo te echamos de menos!

El guion es una mixtura de varias sagas de comic, La caída del murciélago, Cataclismo, Hijo Pródigo, rematando con algo semejante a la serie animada Batman Beyond (Batman del futuro); supongo que tanto la nalga y la paciencia del espectador se merecen respeto, ¡durar 150 minutos es cansado! Pero tengo la certeza que aquellos que desconocen la novela gráfica del personaje creado por Bob Kane, habrán abandonado la sala diciendo, ¡órale, fue un peliculón!

Considero correcto que si se va al cine, lo más saludable es tener el derecho de opinar por lo que pagaste para evitar que otros caigan en el engaño. Acaso ustedes se dejaron engatusar por la estafa del Titanic en tercera dimensión, ¡hágame el favor, desembolsar centavos por una película que fue filmada en dos dimensiones! Que no le vean la cara, cuide su dinero y no se apantalle.