miércoles, 14 de diciembre de 2011

Amarga Navidad

“Yo no soy cliente de Santa Claus,
a mí mis juguetitos me los traen
los Santos Reyes”.
Ardillitas de Lalo Guerrero


Los vecinos de esta ciudad nos preparamos para la celebración de la navidad, desde el primer día del mes de diciembre los anoréxicos Santaclós de la zapatería cuyo nombre es un apellido, se han hecho cargo de recordárnoslo con la promoción de su gran barata anual, repartiendo caramelos envueltos en los papeles publicitarios, que tanto infantes como adultos recogen en la calle, incluso se cruzan frente a los raudos coches con tal de obtener uno; también la botarga del médico que baila afuera de la farmacia se ha disfrazado del emblemático personaje de origen turco que antaño se llamara San Nicolás, pero que una conocida marca de refrescos de cola se haría cargo de confeccionarle la ropa con los colores que la infancia identifica fácilmente.

Precisamente este peculiar individuo que en España lo conocen como Papá Noel, ha sido causante de diversos traumas de la niñez, y que de adulto retribuye gasto en terapias psicológicas, porque cierta mañana del veinticinco de diciembre no nos consideró en la lista de regalos, tristemente cuando saliste a la calle encontraste a tu vecinita de colitas chuecas felizmente jugando con “Fabiola, la muñeca que camina por sí sola”, en compañía de la chimuela latosa de seis años que con su “Comiditas Lili Ledy” pasan un rato ameno, al igual que tus cuates de diversión quienes emocionados montan un Gran Prix sobre la “Scalextric”, y en cambio tú, ni te atreves a dar un paso hacia fuera, ya que el ojete de Santa esa navidad ni te peló, pues el “Spider track” de Ensueño, nunca amaneció junto al arbolito, pese que a durante toda la noche, cada treinta minutos despertabas a tu hermano que dormía en la cama contigua para saber si ya era hora de que llegaran los regalos.

Experimentabas los mismos sentimientos de frustración, de aquella navidad cuando la traviesa prima estrenó tu triciclo “Apache”, rompiéndole el eje de la llanta delantera, dejándote sin diversión por casi dos semanas, fue cuando pensaste para qué tiznados anuncian ese artículo con la pinche cancioncita “duran, duran, duran…aaapaaache”, si ni aguantan nada; lo mismo sentiste cuando se le olvidó incluir al barrigón de las barbas blancas, las baterías del trenecito del oeste, y fue hasta el tercer día que pudiste verlo funcionar, pues resulta que siendo día festivo difícilmente encontrabas una tienda abierta donde adquirir las citadas fuentes de energía, es más, viviste en carne propia la mísera desolación que tus vecinitos los gemelos sufrían cada navidad que sus padres no les dejaban jugar con sus regalos porque los podían descomponer.

Años más adelante el peludote fanfarrón amigo tuyo que ya iba a la secundaria te hizo sentir defraudado por tus padres, cuando te dijo delante de la palomilla, que la flamante bicicleta Benotto que tanto presumías, no te la había traído Santa y en realidad tus papás la compraron, lo que significaba que durante varios años te habían hecho pendejo, haciéndote creer el cuento de que ese mítico personaje y sus renos te traían todos los juguetes; por esta y otras razones en la adolescencia durante la víspera navideña cuando escuchabas que habría intercambio familiar, querías que te la hicieran efectiva intercambiando a toda tu parentela por otra; ya de casado te diste cuanta que es la misma situación solo que en domicilio distinto.

En la actualidad gracias al gesto heroico del terapeuta, hemos aprendido que la navidad es bien bonita a pesar de que cada año se aleja más de nuestras tradiciones y se va haciendo más gringa, ¡hágame el favor, cómo es posible que un pino adornado con esferas, lucecitas de colores y escarcha artificial se ubique cerca del pesebre de Belén donde nació nuestro Señor! Por otro lado, me considero un privilegiado consentido del señor Clos, pues nunca me dejó sin mis regalos, además soy fan del Niño Dios, y creo que esto tiene mucho peso allá arriba, por lo tanto espero que todas las noches para usted apreciable lector sean buenas y los días navidad.

miércoles, 7 de diciembre de 2011

Devocionario

Durante la infancia parte del ocio que vivía, cuando me cansaba de no hacer nada, lo dedicaba a llenar álbumes de cromos que abordaban distintas temáticas; esos cromos los adquiría en pequeños sobres que se vendían en la tienda de la esquina o comprando productos de comida chatarra que los incluían. Como resultado de tal pasatiempo acrecenté el bagaje cultural al igual que la barriga que en la actualidad tantas enfermedades cardiovasculares me ha regalado y por más intentos de reducirla no he podido.

Uno de esos álbumes abordaba en sus ilustraciones de forma simpática las festividades que el calendario nacional celebra a lo largo de los 365 días; cabe aclara que hago referencia a tiempos pasados, antes de que los diputados hicieran de las fechas conmemorativas “puentes”, donde muchas de las veces ni coinciden con el día de forma exacta.

Gracias a ese álbum fue donde descubrí que diciembre es el mes que con tan solo cuatro fechas importantes, las personas hacen que su celebración se prolongue por varios días; para empezar están las de la Virgen de Guadalupe. En un principio se festejaba como novenario–que en realidad eran diez días-, iniciando el tres y concluyendo el doce, hoy ya no es así, se ha transformado en docenario.

Es fascinante ese sincretismo de la Virgen Morena del Tepeyac, donde se mezclan el sentimiento patriótico y el fervor religioso, o sea, todos los mexicanos por esas fechas somos guadalupanos, incluso hasta los protestantes; lo ridículo de todo es que solo por doce días atiborramos la Catedral, nos vestimos de indígenas globalizados, cantamos, decimos plegarias y expresamos una gran devoción que caduca el día trece, ya que después, solo los devotos continuarán rindiéndole culto, mientras los demás nos preparamos para los festejos que siguen, siempre y cuando no se nos presente una gran necesidad, porque de ser así, regresamos.

Otra de las fechas que implican varios días para su consumación, son Nochebuena y Navidad –siendo ésta última, el cromo que más pastelitos con relleno cremoso comí para encontrarla-, es más, éstas dan inicio desde el mes de octubre, cuando las grandes tiendas comerciales invaden sus departamentos con los tradicionales colores rojo, verde y plateado. Es una lástima que el verdadero sentido de estas celebraciones se tergiverse gracias a la influencia mercantil, que nos hace comprar felicidad, paz y armonía en objetos efímeros, que en unas cuantas horas se volverán cosas comunes, dejándonos nuevamente ese terrible vacío que durante todo un año intentamos llenar.

El 28 cuando se conmemora a los Santos Inocentes, diversas personas lo empiezan un día antes con sus acostumbradas bromitas, algunas de ellas son tan pesadas que llegan a herir susceptibilidades, desvirtuando la intención original de honrar a los primeros mártires de la religión cristiana.

El cierre del calendario y de mi álbum es con el 31, cuando se festeja el último día del año; pero creo que esta vez, tal celebración se verá empañada por la infundada zozobra que ciertos profetas de dudosa reputación ocasionaron al pronosticar que para el 2012 existe la posibilidad de que nuestro planeta llegue a su fin; pero mientras se aproxime tal evento, usted siga la fiesta que tenemos más pachangas para el resto de nuestros días.

miércoles, 30 de noviembre de 2011

El asiento 17

“Would you know my name
if I saw you in heaven?”

Eric Clapton

Seis de la madrugada, llevo dos horas despierto, siempre que voy a trabajar así acostumbro a hacerlo, pues tengo la idea de que solo de esa manera todo mi organismo puede salir a la calle, ya que se encuentra totalmente alerta. El aire fresco de la mañana sabe a néctar, o sea, no ha sido contaminado con el trajín de los coches; las áreas verdes del jardín reciben un torrencial de agua del sistema de riego, la radio de los jardineros está al tope de volumen sintonizando la frecuencia que ahora se escucha por FM.

Llego a la parada del camión, como siempre ahí se hallan las mismas personas, la chica de uniforme escolar con gafas de fondo de botella cuyo aire de intelectualidad de seguro espantará a sus prospectos de pareja sentimental, razón por la que se encuentra más sola que Dios; el joven de traje de chef que siempre está bostezando y rascándose la bragueta, así como la anciana de canas verdosas que porta un mandil y tenis de plástico que aparentan ser piel, todos se encuentran a un lado mío.

A la llegada del colectivo, como especie de autómatas lo abordamos; en su interior como cada mañana ocupan la misma localidad los pasajeros de siempre a la izquierda la secretaria universitaria del campus norte que dormita igual al lirón de Alicia, la del país de las maravillas; el anciano de largas patillas que se fusionan al poblado bigote, el cual me recuerda al pirata de la isla del tesoro; al fondo la madre soltera que a cada minuto sacude a su rapado hijo para que no se duerma y poder dejarlo despierto en la guardería.

Todos están menos el robusto sujeto que meses atrás ocupase el asiento número 17; el mismo que siempre al verme subir gritaba, “vente carajo a sentar aquí”, para luego explotar en carcajadas. Ese hombre de blancas vestiduras y cinto negro cuya hebilla ajustaba curiosamente al lado derecho de su cintura, de ensortijada y extensa barba, que algunas veces llegó a detener moronas de queso y migajón que se desprendían del apetitoso bolillo relleno de frijoles que solía degustar y que llegó a compartirme en repetidas ocasiones, igual como compartía esas experiencias docentes de vincular a través del aprendizaje aritmético a padres e hijos, logrando generar conciencia sobre el compromiso escolar.

Desde que ya no viene en ese asiento, extraño las charlas sobre su diva predilecta, María Callas, y cómo ésta se marchitó por el ingrato amor del magnate naviero de la Isla de Skorpios; el sentimiento bohemio que sin control de alcoholemia experimentaba Edith Piaf al interpretar sus canciones o el romanticismo erótico de las letras que cantaba Rudy La Scala.

Dicen que ya no viaja en camión porque anda sobre su amada moto; dicen que se fue de paseo, mientras sus alumnos, sus colegas profesores y amigos esperamos su regreso; dicen que su espíritu merodea la sala de espera sin esperanza de la dirección del bachillerato donde legó diversas generaciones a la educación superior; dicen que tal vez ya está de vuelta en la reencarnación del felino que merodea la cafetería.

Pero lo más seguro es que se encuentre practicando el samadhí, para lograr alcanzar ese anhelado tantra; por eso, si lo llegamos a encontrar en sueños o pensamientos, no dudemos en decirle, ¡Námaste! Mientras él como respuesta nos cantará a dúo con la Callas, “La Mamma Morta”, desde el nirvana de nuestra imaginación.

miércoles, 23 de noviembre de 2011

Me hacen los mandados

Un sitio que gracias a nuestra costumbre no ha pasado a formar parte de la mitología urbana como en las grandes metrópolis de algunos países son los mercados; aquí todavía es común ver a las abnegadas amas de casa con sus bolsas de tejido o carritos ir por el mandado.

Es un deleite entrar al mercado y observar en algunos pilares de las puertas a las trenzudas morenazas ataviadas con sus fosforescentes vestidos sentadas sobre las rodillas ofertando productos naturales traídos de los huertos de la ranchería donde residen; en el interior la combinación de olores es todo un lujo para el olfato. Se pueden escuchar piropos y chiflidos de los peludos carniceros a las bien torneadas chachas que les coquetean por un trozo de carne de calidad para el patrón.

Las risas, guasas y burlas, así como los chismes entre los locatarios se combinan con los berridos que lanza el voceador para dar a conocer la espeluznante noticia de la sección de policiacas que vende mientras avanza entre los puestos; las verduleras no pueden faltar con su clásico ¡pásele marchantita! Seguido por el regateo, y los reclamos del pilón que las señoras exigen, dando un toque de originalidad y calor humano que son tan característicos de ese lugar.

Dista mucha diferencia del “súper” o las “marketas” como dicen mis primos pochos al referirse a las grandes cadenas de supermercados; donde existe un clima artificial y las supuestas ofertas ya están hechas, reduciendo la capacidad de elección a los gustos del gerente, que muchas de las veces ponen a bajos precios productos a punto de caducar. Ahí, además de la lista de la despensa, gracias a sus desgraciadas estrategias de marketing, te hacen comprar cosas que ni llegarás a necesitar.

El personal que te atiende cumplen con su labor como si estuvieran obligados a hacerlo, es decir, denotan un desgano de la tiznada; al pagar quien está en la caja registradora desconfía siempre de la autenticidad de tu dinero, pues rayan los billetes, los exponen a una luz morada o en tu plena jeta lo alzan para encontrarle un detalle a contra luz que denote su falsedad, ya sé que uno no es galán de la pantalla, pero falsificador, la verdad se pasan.

Algunos cajeros con mirada de méndigo desgraciado te llegan a observar cuando decides no participar en el pinche redondeo; lo que pasa es que uno no quiera apoyar a los discapacitados o a la hambruna infantil, por el contrario estamos conscientes de ello, lo único que sabemos que quienes se pararán el cuello con nuestras donaciones es la tienda en sí e incluso existe la probabilidad de que con tal acción logren evadir un impuesto a cuesta nuestra.

Pese a que en estos establecimientos comerciales existe una forma cómoda de adquirir lo indispensable para surtir la despensa, nunca podrá compararse con el folklore de nuestros mercados, mucho menos esas aberraciones de minisúper que escriben su nombre con falta de ortografía u ortogramaticales que se han multiplicado como conejos en primavera por cada esquina de la ciudad, fomentando la idea en las nuevas generaciones de que las frutas y verduras se cosechan en esos lugares.

miércoles, 16 de noviembre de 2011

El que con chafiretes se pasea…

Tengo una compañera profesora que cuando viene a trabajar en su coche, siempre llega diez o quince minutos tarde, a diferencia de cuando se traslada en camión de pasajeros, hasta veinte minutos antes la tenemos en el plantel; además de estar puntual, cada vez que así lo hace, llega malhumorada, pues considera que el servicio de autotransporte en la ciudad es muy deficiente.

Dice que al abordar lo primero que te tienes que chutar son los gustos musicales del chofer, si bien te va, te tocará un repertorio guapachoso –eso lo dice porque a ella la gusta la salsa–, lo peor es escuchar esas cancioncitas chúntaras de rompe y rasga que taladran los tímpanos, debido a que el volumen está a tope; el aspecto del conductor algunas veces deja mucho que desear, por ejemplo la barba de candado se le ve bien a Germán Montero, pero a un tipo de más de 120 kilos con collares de mugrita en el cuello lo hace ver asqueroso, esa moda de traer hasta cuatro camisas colgadas arriba del respaldo del asiento es antiestético y además se percuden mucho con la polución al grado de asemejar ropa de limosnero o de bazar chafa.

El trato a los usuarios muchas de las veces no es el correcto, por ejemplo, al pagar el pasaje debes de hacerlo con monedas cuya denominación sea exacta, pues si les das moneda fraccionaria, lo reciben de mala gana, lo echan al cajón denotando su disgusto o lo sostienen en sus manos aguardando a darlo de cambio al siguiente en abordar. De la misma forma si pagas el costo del pasaje con billete de alta denominación corres el riesgo a que te prohíban el ingreso o te lo reciban con la inocente frase de que antes de bajar te darán al cambio, a sabiendas de que probablemente se te olvidará y ellos saldrán ganando al quedarse con el vuelto, ¿a caso esto no es un vil robo?

De igual manera el usuario no puede deberles ni un centavo de la cuota establecida, pues con la mirada furibunda que le echa el conductor, lo hacen sentir peor que a un ladrón; imagino que un sentimiento similar experimenta el estudiante que al no presentar su identificación como tal, no le es recibido su boleto de descuento, y por lo tanto se le prohíbe abordar a menos de que pague de forma integra.

Los únicos que tienen permitido subirse sin pagar son los promotores de albergues para drogadictos y los patéticos haraganes músicos callejeros, es más, estos últimos a parte de cantar terrible, todavía tienen el descaro de pedir monedas a los usuarios por tolerar sus pinches berridos, además el chofer evidencia cierta complicidad con ambos sujetos, pues en cuanto los escucha con su verborrea hasta baja al volumen a su sonsonete.

Un punto más en su contra, es cuando se pasan por las polainas la Ley Antitabaco, pues aquellos que disfrutan de la nicotina envueltos en tacos de taquicardia, les vale un cacahuate afectar la salud de los usuarios, ellos mientras se sientan a gusto de su sistema nervioso, como chacuacos invadiendo con el mortal humo el interior del camión.

Otro detalle de disgusto es esa competencia entre ellos por llegar a checar a tiempo o por ganar el mayor número de pasajeros, convirtiendo las calles en una escena de la película The Fast and the Furious, importándoles un comino arriesgar la integridad física de las personas que llevan a bordo.

La bajada es otro show, para empezar no les gusta que timbres más de una vez, de así hacerlo corres el riesgo de que te bajen donde se les hinche, peor aún si el timbre no funciona, pues es para ellos una falta de respeto que anticipes tu bajada de forma verbal, o sea, que les grites; por otro lado, ahora que muchas unidades ya no traen el rehilete contabilizador, supuestamente uno debe de descender por la puerta trasera, pero cuando el vehículo se encuentra a tope, a los pasajeros de los primeros asientos les resulta imposible, pese a que uno pide permiso al operador de bajar por delante, este lo determina basándose en dos aspectos, el estado de animo que en esos momento tenga o si le agradaste.

En fin, esta y muchas más situaciones embarazosas uno puede sufrir al utilizar el sistema colectivo de autotransporte, pero se preguntarán, ¿por qué la profesora los critica tanto? Si siempre que los utiliza llega temprano. Pues resulta que ella cuando sabe que tiene que usar el camión, procura salir de su casa con una hora de anticipación, a sabiendas de lo lento del servicio.

miércoles, 9 de noviembre de 2011

El enemigo público

Dice un conocido que el peor enemigo de los mejicanos –está escrito así, por aquello de que si lo redacto con equis los vecinitos del norte lo pronunciarán como “mecsicanos”, y siendo honesto es una pinche falta de respeto-, es un tal Masiosare; ese acérrimo rival y protagonista insigne de la historia en nuestro país. Tal personaje desde su aparición pública en 1853, ha formado parte de nuestra cultura.

Muchos se preguntarán, ¿cómo fue gestado tal individuo? Según el escritor Juan Miguel Zunzunegui, asegura que esta persona fue manifestándose gracias a la ignorancia o ingenio de la gente que al interpretar el Himno Nacional, hicieron una contracción en una parte de la estrofa en el segmento donde se pronuncian las palabras “más sí osare”, originándose así la ontogénesis de tan peculiar sujeto. Es tanta la fama de tan distinguido protagonista, que incluso existen personas que han registrado a sus hijos bajo este nombre.

Si es mucha la popularidad y aceptación de Masiosare, ¿por qué se le considera un enemigo? Simplemente porque muchos reconocidos cantantes han sido humillados por haberse equivocado al tratar de interpretar las estrofas de donde surgió; allí tenemos a Jorge “El Coque” Muñiz, Jenni Rivera, Julio Preciado y hace unos días en plena inauguración de los XVI Juegos Panamericanos Guadalajara 2011, el charro de México, Don Vicente Fernández.

Estos intérpretes han sido ferozmente atacados por todos, es más, ahora con tanta tecnología, los han convertido en tonos de celular que al timbrar evidencia repetidamente su “error”, los han exhibido en YouTube hasta el cansancio, se han hecho remixes con música electrónica de fondo para que imberbes adolescentes muevan sus pies a ese ritmo, entre otras miles de “ingeniedades” de la mecánica nacional.

¿Pero quién chingados se sabe el Himno Nacional completo? De entrada nadie que conozca, pues por un lado, desde su creación ha sido alterado y recortado por nuestras autoridades de acuerdo a sus conveniencias y por otro, en México no existe una cultura patriótica que desde el seno familiar fomente el respeto y el amor por los Símbolos Patrios.

Si a eso le agregamos la libertad de culto, donde algunas religiones cristianas prohíben estrictamente a sus adeptos honrar y respetar símbolos u objetos que no sean reconocidos como deidad; al igual han contribuido todos esos políticos que con su denigrante actuar en los puestos gubernamentales que han ocupado en el poder, fomentan ese desapego y falta de respeto por nuestros símbolos.

Por lo tanto considero que cuando un cantante se equivoque al interpretar el Himno Nacional, y los medios masivos de comunicación lo pongan en evidencia, en lugar de denigrar al intérprete con sus supuestas molestias o guasas, estarán contribuyendo a que las nuevas generaciones les llame la atención y se interesen en conocer a profundidad su letra. Tengo la plena seguridad de que si reflexiona de esta forma, “Masiosare” en lugar de ser un enemigo, se convertirá en un aliado.

miércoles, 26 de octubre de 2011

Cacle, cacle…

La abuela materna tenía un enorme y viejo baúl, en el que guardaba su Biblia –que por cierto me gustaba mucho ver en ella los 131 grabados que ilustraba el artista francés Paul Gustave Doré–; cuando era sorprendido por mi agüela, se sentaba a mi lado y leía fragmentos, fue gracias a esas lecturas que entendí que el primer ecologista fue Noé y el primer rascacielos siempre ha sido la Torre de Babel, mucho antes del Empire State. ¡Es una pena que hoy se hayan cambiado las Tablas de la Ley de Moisés, por la sabiduría del iPad! En fin son tiempos modernos.

Además de esas lecturas disfrutaba mucho de revisar su colección de cómics, que también allí conservaba; recuerdo pasar horas sin saber leer hojeando ejemplares de El Jinete de la Muerte, El Caballo del diablo –donde de forma precoz despertaba mi libido al observar los cuerpos de ricas y cachondas féminas que ahí dibujaban-, Santo el Enmascarado de Plata, una especie de fotonovela combinado con dibujos y viñetas, mucho antes de que se inventara el truco de la pantalla verde, nuestros ingeniosos dibujantes ya lo utilizaban.

De todas esas revistas había una que llamaba la atención por lo escalofriante de sus dibujos, se llamaba El Monje Loco, su dibujante era Juan Ruiz Beyker, el guión se basaba en la serie radiofónica del mismo nombre, que producía el autor de este personaje, Salvador Carrasco, quien hacía las voces y terroríficos sonidos espectrales que se escuchaban por radio, creo que más bien se trataba de sonidos guturales e incluso algunos eran eructos con efectos especiales.

Es una lástima que del original Monje Loco y sus macabras historias que saciaban el morboso y perverso apetito sadomasoquista de mi abuela, las nuevas generaciones sólo tengan la absurda imagen del bobo personaje adaptado por Eugenio Derbez.

Era notable cuando este personaje en cada historieta la iniciaba con su clásica frase “nadie sabe, nadie supo, la verdad del horrible caso de....”, para luego explicar la horripilante leyenda, y enseguida explotar en tremenda carcajada tipo cacle, cacle; inspirado en este personaje, lo que hoy les narraré, bien podría formar parte de algunas de sus páginas.

A finales de los ochentas, una húmeda mañana del dos de noviembre, cuando tenía el talento de amanecer levantando carpa entre la trusa Ramírez, desperté inquieto, pues minutos antes había tenido un sueño donde un tipo espectral pedía de favor que le comentara a su esposa sobre lo bien que se la ha pasado en el más allá, razón por la cual no debía de preocuparse por su ausencia, pues al así hacerlo no lo dejaba descansar en paz. Para que ya no estuviera jodiendo accedí a su solicitud de llamarle al número telefónico que me proporcionó.

Dando un salto abandoné la cama y raudo dirigí los pasos hacia el teléfono, después de seis timbradas una voz femenina respondió. Al cerciorarme de que era la cónyuge del ser de ultratumba, le transmití el mensaje, mientras lo hacia, escuchaba a la mujer exhalar cada vez más acelerada, al terminar, ella entre sollozos agradeció el comunicado, todo nervioso, en cuanto la mujer dejó de hablar colgué el auricular.

Días después, curiosamente con ese mismo número jugué el Melate, retribuyéndome a la semana después un reintegro por las cinco cifras equivalente a quinientos mil pesos –claro que estoy hablando de cuando nuestra moneda en realidad valía, mucho antes de que un prestidigitador Presidente le desapareciera tres ceros-; creo que fue una muestra de gratitud del difuntito por haber utilizado mi estadio onírico como medio para transmitir su mensaje.

miércoles, 19 de octubre de 2011

¡Ya bájale!

Sábado 7:45 de la mañana, la trabajadora doméstica de mis vecinos me anuncia el nuevo día con un recital de Los Temerarios acompañándoles con su desentonado canto mientras hace las labores de la casa, estoy desamodorrado, pues minutos antes una desconada bocina a todo volumen anunciaba a través de la voz de una niña las delicias al paladar de “los tamales de elote calientitos”; mientras intento quitar las lagañas pasa el camión del gas, con un sonido descompasado como aquellas cintas magnéticas a punto de ser masticadas por la radiograbadora, avisando que la calidad de su producto vale oro, en fin ya no puedo continuar descansando con tanto ruido.

Para colmo ayer por la noche, el adolescente hijo de mis vecinos que se cree diyéi, realizó en el patio de su hogar una fiesta Trance, ya se imaginarán a todos esos hormonales chamacos queriendo ligar, platicar y bailar simultáneamente.

Esperé pasada la media noche para solicitar a la seguridad pública que vinieran a poner orden, en la primera llamada fui atendido con amabilidad por la señorita que funge de telefonista; no fue hasta el tercer intento para que vinieran por ahí de las 2:30 de la mañana que esta damita me dijo, “mire señor, para qué vamos, si lo único que lograremos es que lo apaguen un momento mientras estamos presentes, ya que nos marchemos, esperarán cuando mucho treinta minutos y continuarán con su desorden, le recomiendo que se tranquilice y espere a que se cansen, también a ellos en algún momento les llegará el sueño”. ¿Qué, cómo? ¿Acaso esta es respuesta de un servidor público?

Molesto cuelgo, busco en el botiquín de primeros auxilios el algodón, para fabricarme unos rudimentarios tapones, los coloco en las orejas reduciendo así el incómodo ruido de aquella atmósfera etérea creada por sintetizadores, arpegios, percusiones y una ecualización basada en sonidos tan graves que ocasionan ligeros movimientos en los cuadros que penden de la pared.

Resignado sobre la cama miro al techo y descubro el enorme lamparón de humedad, lo que significa filtraciones, que se traducirán en una nueva impermeabilización; mientras observo comprendo por fin porqué cerca del 27% de la población nacional entre 15 y 24 años padece algún grado de disminución auditiva pues a diario están sometidos a sonidos tan altos producto del ambiente en que se desarrollan, por lo tanto existe la posibilidad de que se queden sordos antes de llegar a la senectud.

Mención honorífica merece entonces, el juez estadounidense Paul Sacca que en el año 2010 dentro de su distrito en Colorado estableció una medida de sanción a los infractores que llegaban a su juzgado por escuchar música a todo volumen o por molestar a los vecinos con los ensayos de sus grupos de rock, tal sanción consistía en ponerlos a escuchar durante dos horas a Barry Manilow o los temas de Barney. Ante tal sentencia existen dos posibilidades de reivindicación o terminan haciéndose fans del acaramelado Manilow o se aprenden los pasos de baile al compás del dinosaurio morado.

miércoles, 12 de octubre de 2011

Mefe Efentefendistefe

Como me surra que mis colegas profesores de inglés en el espacio para firmar la asistencia platiquen entre ellos utilizando el idioma de la Realeza Británica, se me hace una reverenda mamarrachada y falta de respeto a todos los ahí presentes, es como si no quisieran que nos enteráramos de sus jodidos comentarios, no sé si sean mis pinches prejuicios, pero a veces dan la impresión que nos están criticando, la verdad es de muy mal gusto esos hábitos de comunicación que tienen.

En mi adolescencia era común recurrir a tales argucias, cuando queríamos camuflar nuestras charlas ante los atónitos adultos que al escucharnos se nos quedaban mirando con cara de interrogación; entre las más utilizadas se encontraba el lenguaje de la “F”, donde cada sílaba era cambiada de forma doble por esta literal, por lo tanto si queríamos decir “me entendiste” al hacer la sustitución quedaba de la siguiente manera “mefe efentefendistefe”.

Como en la adolescencia todo aburre, hartos de estar hartos a alguien se le ocurrió cambiar la efe por la “P”, aplicando los mismos criterios, entonces si queríamos señalar “no hay nada”, con la modificación se pronunciaba “nopo haydapa napadapa”; tiempo después en la licenciatura con mi actitud de ratón de biblioteca descubrí que en España y Centroamérica al hablar de esta forma se le denominaba Jeringoza.

Por acá, al otro lado del charco en chilangolandia es ordinario emplear un argot que consiste en cambiar palabras por otras que fonéticamente se asemejan, por ejemplo para decir “si”, es común pronunciar el “simón” o “silabario” y para la negativa, he escuchado un “nel” o “nogales”; por cierto para algunos provincianos resulta complicado entender lo que ellos dicen.

Los gamberros de mi barrio, solían emplear una variante más en su lenguaje, que consistía en invertir el orden de las sílabas en las palabras, o sea, para referirse a la “muchacha” decían “chachamu”; en lo personal nunca he recurrido a esos lenguajes, pues pretendo decir las cosas como son, a pesar de que al hablar pueda herir ciertas susceptibilidades.

Ahora que recuerdo esos “tichers” puede que no estén tan mal, pues hace más de ocho siglos atrás, en Inglaterra se hablaba el francés, y el actual inglés nació producto de la mezcla entre palabras sajonas y normandas que la inmensa minoría empleaba con tal de no ser comprendidos por los que dominaban el idioma oficial, y como ustedes saben se avanza retrocediendo, razón por la cual hoy el inglés es el idioma oficial de algunas escuelas en nuestro país.

miércoles, 5 de octubre de 2011

Educar es otro rollo

En plena cátedra magíster un osado estudiante irrumpió la armonía de la clase comentando, “¡profe, ya cambie de tema! Me estoy aburriendo”, con cierta indignación respondí, ¿cómo que te estás aburriendo, si este contenido es importante para tu formación? Entonces los demás alumnos se solidarizaron a su causa y empezaron a murmurar, haciendo efectiva la afirmación del susodicho, ante la imposibilidad de continuar y tratando de evitar un derrame biliar, pregunté, ¿a ver, qué quieren oír entonces?

Una inquieta alumna, dijo que por qué en el desarrollo de la clase no intercalaba chistes o hacía de los subtemas alusiones chistosas para hacerlos reír, mientras recibían la información. Considero que durante nueve semestres me la pasé estudiando en la licenciatura, para ser un profesionista, no un cómico.

Claro que habrá quienes así lo hagan, creyendo que están haciendo lo correcto, es más, incluso lleguen a pensar que con ello, ya se ganaron el cariño de sus estudiantes, pues la verdad, es que lo único que se habrán ganado es un apodo nuevo, a parte del que ya tenían.

No logro comprender por qué a las nuevas generaciones nada les entretiene, es como si tuvieran aburrimiento crónico; me atrevo a afirmar esto, porque el otro día en el cine, un puñado de chicos, en plena función, se la pasaban intercambiando mensajes de texto por el celular, recibiendo y haciendo llamadas, cambiando de asiento, hablando, gritando, o sea, lo único que no hicieron fue prestarle atención a la película. Eso sin contar que previo al inicio, andaban de una fila a otra, como si se estuvieran correteando, obvio que por estar poniéndoles más atención a su actuar me perdí de la trama del film.

Igual sucede en las fiestas juveniles, pues la mayoría está con rostro de hastío, aludiendo que la música es chafa, que hay mucha gente criticona o de plano que no hay ambiente, ah cañón, ¿y qué es un ambiente atractivo para ellos? Ahora me explico porqué muchos de mis estudiantes no llegan temprano a las discos, alegando que durante las primeras horas se encuentra todo aguado, sin “ambiente wueé”, ¡ñaaa! Pinche bola de insatisfechos, cómo va a haber ambiente, si todos se encuentran afuera echando su clásica guasa, es decir, ahí si hay vida.

Uno no tiene la culpa de que lo corto de sus vidas, se la hayan pasado en una guardería donde les fomentaron una difusa idea de autoridad infundada en el autoritarismo o frente al televisor observando cómo los mentores Adal Ramones, Yordi Rosado, Omar Chaparro y Facundo, les instruían el jodido arte de la irreverencia o que sus progenitores les hayan educado para mentir, y entonces tengan que vivir en un mundo que ellos solitos se fueron creando gracias a la intervención de todos los antes mencionados.

En conclusión, antes de sucumbir ante las peticiones de hacer un monólogo de los temas en clase o concluir cada tema con los cinco puntos de Otro Rollo, piense antes en lo ridículo que se va a observar un mayorcito de edad haciendo al mal payaso, sólo para agradar a sus discípulos, además ni va estar el tipo ese que amenizaba cada punto con su batería, ¡Huy la neta, qué aburrido!

miércoles, 28 de septiembre de 2011

Momentos

En los primeros años del siglo veintiuno, por el canal de videos musicales cuyo logo es una eme grandota, cuando precisamente dejaba atrás la esencia por la cual había sido creado dedicándose a transmitir programas tipo reality, caricaturas para adulto, entre otras aberraciones; existía un programa donde los protagonistas hacían y hablaban miles de pendejadas con tal de aparentar irreverencia, lo cierto es que era lo más estúpido que se exhibía por ese canal, su nombre era “Jackass”, que se podría traducir como el culo de Jack, y en verdad daba la impresión de que sus guiones estaban escritos sobre rollos de papel higiénico o a sus productores les llegaban las ideas en el inodoro cuando defecaban.

Pero como los televidentes estamos acostumbrados a esta clase de basura, fue un éxito, además la mayoría de esos telespectadores eran adolescentes llenos de barros que en más de una ocasión intentaron poner en práctica las hazañas o proezas que los actores ahí hacían.

A raíz de observar sus episodios, cada vez que alguien comete un error o hace el ridículo, lo bautizo como un “Momento Jackass”; a lo largo de la historia nacional han existido muchos de esos momentos, por ejemplo el de aquel primer mandatario que en su sexto informe presidencial, entre sollozos prometió defender al peso como un perro, ¡si cómo no! Ya se iba, entonces que más le quedaba decir, después de que le había dado en la madre a la moneda nacional.

Otros momentos se suscitaron durante la primera mitad del nuevo milenio, cuando comenzó la efervescencia política, evidenciando famosos videoescándalos donde se balconeaban; primero vimos a través de la pantalla chica al llamado Niño Verde llenarse los bolsillos de billetes productos de la supuesta negociación de un permiso municipal en Cancún; después en otro video, el entonces Presidente de la Asamblea Legislativa hacía lo mismo, ofreciendo un espectáculo que todo el país disfrutó.

Un memorable instante más fue cuando el recién estrenado presidente de la oposición, en plena charla con reporteros, de forma peyorativa hizo alusión a la labor que muchas amas de casa realizan en sus hogares, diciendo que todos en cada domicilio tenemos una lavadora de dos patas, al percibir su equivocación intentó corregir patas por pies, y claro que la siguió cagando aún más.

Qué tal ese candidato que al ver su derrota electoral por escasos votos optó por auto nombrarse Presidente Legítimo, ¡hágame el favor! Pero lo más pendejo de todo es que algunas personas le creyeron la comedia.

Hace unos días, hubo otro de esos momentos chuscos, cuando el actual Presidente al estar abanderando a la delegación deportiva que representará al país en los próximos Juegos Panamericanos, los exhortó a sacar el “FUA”. ¡Uta! Cómo la máxima autoridad, utiliza tal expresión en un acto tan solemne, si quiso ser simpático, pues la verdad pecó de ridículo.

Todos sabemos que tal frase se popularizó gracias a ese programa de televisión nayarita, donde se transmitió el video del tipo ebrio que al ser interceptado por la policía en plena vía pública, para disimular su estado etílico explicó su extraña filosofía de la supuesta fuerza universal aplicada, y que gracias a la alta difusión de las redes sociales pasó a formar parte del dominio popular, mas no es una palabra digna de un discurso ¿o tal vez si?

Un servidor ha tenido muchos Momentos Jackass, creo que más que ustedes, es más, esto de ser aficionado a la escritura es uno de ellos, pues escribo más de lo que leo.

miércoles, 21 de septiembre de 2011

Por debajo de la alfombra

En su tercera visita a Tierras Aztecas, Tenzin Gyatso quien es mundialmente conocido como el Dalai Lama, se reunió en la Ciudad de México con grandes personalidades educativas de nuestro país, bajo el pretexto de impartir una conferencia magistral; en su disertación aseguró que lejos de la percepción mediática en el exterior de que en México existe violencia, hoy se encontró con un país en paz, con gente noble y hospitalaria.

¡Híjole! Pues como no iba a encontrar una panorámica así, si lo más seguro es que los organizadores hicieron un enorme esfuerzo por mostrar un clima artificial y escenarios simulados para hipócritamente quedar “bien”. Entonces el homenajeado, al sentirse halagado ante estas atenciones, se ve comprometido y tiene que responder de forma positiva a sus anfitriones.

Tal artificio siempre ha funcionado, es más, incluso lo ponemos en práctica en casa, cuando sabemos que tendremos visita, nos esmeramos en limpiar lo que muchas veces nunca hemos aseado, en pocas palabras dejamos rechinando de bonito lo que se encuentra a primera mano y bajo la alfombra o en el cuarto de tiliches metemos lo que nos avergüenza.

Esta práctica de encubrir lo feo se ha vuelto costumbre, pues ha sido utilizada desde tiempos remotos, así vivió Don Porfirio Díaz pensando que su estancia en el gobierno era tan necesaria, que incluso, gracias a sus asesores llegó a creer que la sociedad mexicana era equiparable a la sociedad francesa. El llamado Rey del Rock and Roll, Elvis Presley, fue víctima de tales engaños por su propio personal, que durante más de diez años con tal de continuar conservando la nómina que recibían, le mantuvieron la ilusión de que a pesar de su sobrepeso, adicciones y fracaso mediático su público lo seguía aclamando.

Por todo esto estimado lector cuando se encuentre en algún acto público, recuerde que a pesar de la efervescencia que trae consigo su realización, con todo y el estupendo sonido estereofónico con que se escuchan las voces, las bien elaboradas diapositivas en PowerPoint que ahí se exhiben, las cortinitas de color pastel, los mantelitos largos con sus respectivos fruteros y plantitas donde nunca habían existido, no hay que olvidar que las apariencias engañan, y aunque la mona se vista de seda, changa se queda.

miércoles, 14 de septiembre de 2011

Dos días

Uno de los últimos filósofos del siglo veinte, el español Fernando Savater, en entrevista hecha por el periodista Juan Arias, afirmó que la muerte existe por la simple razón de que existe el sexo, entonces esto significa que si tendemos a reproducirnos, igual existe la tendencia a ser exterminados. Pues como es sabido, cada ser humano es gestado en el éxtasis del sudor por darle gusto al cuerpo; en el prohibido intercambio de fluidos un audaz y hábil esperma se gana el derecho a la vida, ingresando al generoso vientre del óvulo, dejando a sus iguales convertidos en espermatozaurios, es decir, al borde de la extinción.

Tal hecho, creo debiéramos considerarlo como el primer día en la vida, porque la mayoría de las personas ni lo toman en cuenta, todos optan por festejarse el día que se manifestaron dando un gran berrido, a consecuencia de la nalgada del galeno, olvidándose por completo de los paradisíacos nueves meses que se estuvo viviendo en el vientre de cuna de mamá, recibiendo alimentos a través del ombligo, nadando en turbias y malolientes aguas, así como decodificando mensajes del exterior.

Además el día de nuestra gestación, fue la primera vez que nos ganamos la vida, tiempo después lo haremos miles de veces con tal de sobrevivir, ya sea motivados por algún satisfactor, cierta persona o como dice la canción, por orgullo simplemente. Al único que si le conmemoran su gestación es al hijo del Dios de los cristianos, si mal no recuerdo es el 25 de marzo, mientras los mortales, hemos preferido festejarnos el día que nacemos, es más, nos esmeramos por socializar la fecha de nuestro nacimiento, buscando intercambiar aprecio y aprobación de los demás por nuestra mejor celebración, invirtiendo en esa fiesta muchas veces lo que no se tiene.

El segundo día, muchos lo consideran el más triste, pues es al día en que morimos, cuando dejamos de existir, bueno, es considerado triste solamente por lo que se quedaron vivos, pues el difunto imagino ni consciente está de que murió, y por lo tanto no va a poder disfrutar de las mieles de la vida, entonces no existe razón alguna de preocuparse por lo que dejó; en lo personal para no tener la idea de que la muerte representa dolor y tristeza, prefiero aceptar la ideología que el escritor escocés James Matthew Barrie imprimió a su personaje del Capitán Garfio, donde este considera la muerte como la última aventura que nos resta por vivir, pues hasta la fecha nadie sabe lo que le sucederá al morir.

Para otros existirán dos días distintos a los míos, como la fecha cuando conocieron el amor y lo perdieron, su primera vez en algo y el último, más si estamos consciente de la existencia de esos dos días tan importantes, pero que pasan desapercibidos, ya sea por ignorancia, conveniencia o temor, más nos vale tomarlos en consideración y cada mañana al levantarnos del catre lo hagamos como si empezáramos a vivir, satisfechos de continuar en este planeta; de igual forma al acostarnos deberíamos de estar agradecidos por los momentos que respiramos y de que nuestro corazón continúa latiendo, pero conscientes de que tal vez mañana sea el último.

miércoles, 7 de septiembre de 2011

Hijazo de mi vidaza

Existe una fábula que mi abuela cierta vez me contó, en donde la desesperada mamá cuervo buscaba a su polluelo, y a quien se encontraba lo abordaba interrogándolo así: “¿Oiga, de casualidad usted habrá visto a mi hijito?” Cuando el interlocutor cuestionaba sus características para poder identificarlo con mayor facilidad, ella aseguraba que su retoño era un pájaro hermoso, de plumaje brillante, pico bonito y de ojos bellísimos.

Con tal descripción resultaba difícil dar con su paradero, más cuando le preguntó al lobo, éste respondió, que un ave de tales atributos no la había visto, pero que hace unos minutos con cierto asco se había devorado un pajarraco pequeño, de color negro y además horrible.

Como esta ave existen infinidad de madres que orgullosas colocan atributos a sus hijos que muchas veces no los tienen, lo cual me remite a la época de los Polivoces, cuando Doña Naborita se esmeraba en que su modesto hijo Gordolfo Gelatino fuera un ser humano lleno de virtudes, a sabiendas de que tal engendro era un auténtico desgraciado haragán.

Experimento mucha vergüenza cuando ciertas señoras hablan de las proezas y virtudes académicas de sus vástagos, digo, los que debieran de hablar de ello son sus profesores, compañeros de aula y directivos donde este “superdotado” estudia; más patética es la mamá que no acepta las deficiencias de aprendizaje de su retoño, y que para hacerlo quedar bien ante la escuela, ella misma le hace las tareas, procura hasta lo imposible por que sea aceptado en instituciones educativas de alto prestigio académico, como si el hecho de estudiar ahí le quitará lo teflón.

Qué decir de esa abnegada madre, que continuamente se esmera por evitar que su pequeño enfrente problema alguno, algo parecido al carácter de la ma Linda de Memín Pingüín, la cual vive constantes cargas de estrés a causa de estar siempre alerta de los pesares que puedan aquejar a su chamaco, entonces, ¿cómo va a aprender? ¿Cómo se va a preparar ante los retos? Madre no va tener siempre, y si es que la conserva, lo más seguro es que será de esos patéticos adolescentes de cuarenta años con bermudas y camiseta interior que todavía practican el bici cross en las calles sin dejar de ser unos gaznápiros.

Razones como estas y muchas otras más, doy gracias al creador por no haberme favorecido con hijos, pues lo más seguro es que sería tal vez un poco peor que esas madres con amor de cuervo, por otro lado no hay que olvidar el adagio que dice "cría cuervos y te sacarán los ojos", entonces prefiero mantenerme así, sin niños Gerber o Einstein en potencia; además cada nuevo semestre recibo hijos putativos en las aulas que laboro como docente, digo, para qué quiero más, si con tratar de comunicarme con ellos basta y sobra.

miércoles, 31 de agosto de 2011

Mojado

“Cause I'm never gonna stop the rain by
complainin'. Because I'm free.
Nothin's worryin' me”.
B.J. Thomas

En este temporal la madre naturaleza se ha comportado muy simpática, incluso hasta bromista con los meteorólogos, pues en distintas ocasiones que han pronosticado el avecinamiento de un ciclón o tormenta tropical a nuestro Estado, el astro rey caprichosamente permanece en todo lo alto durante los supuestos días de chubasco, calentándonos la mollera a los que más se nos nota y a otros tal vez otras partes del cráneo; además de ridiculizar a estos especialistas, también lo hace con la prensa que en primera plana realizan su labor de infundir temor…¡ah!…perdón, prevenir a la población, y a la mera hora resulta que continuamos a secas.

El abuelo Churio, sin ser hombre letrado o de ciencia, sabía cuando llovería, simplemente tocando el agua potable que salía del grifo, si la sentía demasiada fría con seguridad afirmaba que ese día no caería gota alguna, al contrario si estaba caliente, lo más seguro es que se vendría un aguacero con muchos rayos.
De niño, cuando llovía nunca me amedrentaron los truenos y rayos, al contrario me fascinaba observar caer las gotas sobre la tierra, recuerdo que la abuela materna metafóricamente comentaba que cada gota el estrellarse contra el suelo era en realidad un valiente militar que descendía con su paracaídas del paraíso para sumarse al ejército de soldaditos que gallardamente marchaban con fusil en mano al ritmo de trompetas, tambores y cañonazos del cielo rumbo al arroyo, donde se desarrolla la encarnizada batalla por la defensa del Dios Téotl.

Otra cosa que disfrutaba junto a la “güelita” cuando llovía, eran sus barquitos de papel-que siendo sincero, nunca supe hacer, es más, ni los aviones me salían cuantimás un cono-, donde imaginaba a su aguerrida tripulación, que podrían ser desde audaces piratas o caballerosos navegantes de algún galeón español, conducir sus naves hacia sorprendentes aventuras que se fraguaban en mi mente.

Jugar sobre la vía pública en plena lluvia era un lujo que pocos disfrutamos, pareciese como si la caprichosa naturaleza nos hiciera el favor de por unas cuantas horas regalarnos un parque de diversiones acuáticas a domicilio, simulábamos nadar sobre el agua que inundaban las calles, convertíamos en regadera los tubos de desagüe que penden sobre los techos de las casas y el practicar algún deporte era digno de reyes.

Con la adolescencia el despertar de la libido, hizo de la lluvia mi cómplice, pues cada vez que se presentaba un caudal de agua dejaba el parque desolado, situación que mi pareja de ese entonces y un servidor aprovechábamos para practicar las más divertidas perversiones sexuales, con la seguridad de que nadie nos observaría; cuando se trataba de incomodar a mis congéneres, brincaba sobre un charco o sacudía un árbol para mojarlos. Es curioso que sin ser indocumentados, la lluvia nos llegara a convertir en mojados y lo mejor nos divertíamos con ello a lo grande.

miércoles, 24 de agosto de 2011

Abusa-2

Dentro del amplio repertorio de canciones que Alejandro Lora ha escrito, se encuentra una que fue de las primeras que escuché denominada “Abuso de Autoridad”, en donde musicalmente denunciaba los atropellos, exageraciones y arbitrariedades del gobierno de aquel entonces; en la actualidad se da un fenómeno a la inversa, pues ahora los que abusan de sus derechos son los ciudadanos -con ello no quiero decir que algunos funcionarios han dejado de fomentar el insano ejercicio del despotismo-, a sabiendas de poseer ciertas garantías que utilizan como justificación a sus extralimitaciones.

El otro día que iba al trabajo fui testigo de uno, resulta que en el parabús nos encontrábamos tres personas esperando la llegada de la ruta, minutos antes del arribo del autotransporte, adelante del vehículo se estaciona de forma abrupta un taxi, como energúmeno desciende un decrépito anciano, que sin emitir palabra hace a un lado con tremendo empujón a la señora que caballerosamente le habíamos cedimos el ingreso al camión, el conductor extiende la mano para recibir el pago, a lo que el senil se niega a hacerlo argumentando que es mayor de edad y por lo tanto el gobierno lo protege y exonera del cobro, y que si se empeña en bajarlo lo denunciará ante las autoridades.

Una joven estudiante al observarlo avanzar, se pone de pie para dejarle su lugar, a lo que él se niega a hacerlo alegando que no se va a sentar donde ellos quieran; al llegar hasta atrás, con trato ríspido obliga a un muchacho a ponerse de pie para ocupar su lugar. Después de avanzar varias cuadras se aproxima al timbre para presionarlo repetidas veces, el operador de la unidad con acento complaciente le dice que ahí no se puede bajar pues es un semáforo y no está permitido, con gritos el senil replica –“a mi… a mi… me vale madre, yo soy un anciano y por lo tanto la ley me protege, además es nuestro mes, así que tú debes de bajarme donde yo quiera, a mi tu chingado reglamento me lo paso por los huevos, ¿entendido?” De forma inteligente el chofer abre la puerta y le dice que tome precauciones; el longevo desciende del automotor presuroso para perderse al doblar la esquina.

Resulta molesto e insultante a la vez esta clase de actitudes, es decir, de como las personas al sentirse auspiciados por alguna ley, se vuelven ungidos, exigiendo sus derechos pero ignorando sus obligaciones; esto me recuerda a los niños, que actualmente hasta a sus progenitores pueden demandar por llamarles la atención ante alguna acción correctiva, de acuerdo a la opinión de algunos padres de familia, el conocer sus derechos los ha transformado en rebeldes por convicción.

Ante tal abuso, nuestras autoridades decidieron publicar tanto los derechos de los niños y jóvenes como también sus respectivas obligaciones, pretendiendo así generar una conciencia responsable ante sus acciones; espero que con las obligaciones se haga el mismo alarde publicitario a través de los medios masivos que con los derechos se hizo, pues si sólo se quedan en tinta lo más seguro es que permanecerán en la ignominia por conveniencia de los implicados.

miércoles, 17 de agosto de 2011

Contamíname

“Contamíname mézclate conmigo
que bajo mi rama tendrás abrigo”. Pedro Guerra

Figúrese apreciado lector, que eso de conocer manías, filias y fobias de la gente tiene su mérito, pues uno termina aprendiendo de ellos, para después tomar las debidas precauciones y poner algunas en práctica, digo, sólo las que convienen; resulta que conozco a una persona que es muy hipocondríaca, durante la pandemia de gripe A(H1N1), casi se ponía escafandra, cuando sabe de alguien que tiene varicela a pesar de que a él ya le dio, prefiere no acercarse a la casa donde vive y cuando sabe de un conocido que fue a visitar a un enfermo prefiere evadirlo, igual de nervioso se pone cuando se entera que el individuo con que está charlando fue a un funeral o viene de un sepelio.

Nunca va a las albercas, pues según su particular opinión, al nadar podría ingerir medio litro de orina o flujos femeninos, bueno pululan muchos por ahí que gozan del disfrute de estos néctares, pero para este, ni al caso, mejor prefiere la mar, aludiendo que la sal mata todo germen nocivo, ¡si la Negrita Cucurumbé, se blanqueó en sus aguas, como no va a matar a los microorganismos que propagan enfermedades!

Cuando llega a saludar de mano, me caga que apenas roce la palma, su justificación de hacerlo de esa forma es porque cree que en un día, las manos de los demás han ido al baño, se han rascado la bragueta o acariciado sus partes íntimas, ni hablar de tocar perillas de puertas del inodoro o bajarle la palanca del retrete, para eso se fabrica unos guantecitos con las servilletas, tocarlo sin protección equivale a entrar en contacto indirecto con infinidad de penes, razón por la cual se abstiene de apoyarse sobre los pasamanos de las escaleras o abrir puertas de sitios públicos tocando la manija; además existe la posibilidad de que al año uno haya saludado de mano al menos a 10 o 15 hombres que se masturbaron y no tuvieron la higiene de lavarse las manos.

Jamás saluda de beso, pues teme contagiarse de herpes o papiloma humano, no quiero imaginar su vida conyugal, pues la verdad ha de ser degradante el estar constantemente siendo enviado a limpiarse equis parte del cuerpo con tal de intimar. Ya que hablamos de asuntos domésticos, le diré que a este individuo no le agrada consumir la tan socorrida por oficinistas “comida rápida”, ya que existe la posibilidad de ingerir con los alimentos cualquier tipo de cabellos o vellos de diferentes partes del cuerpo, por cierto a los que más ñáñaras le tiene son a los de tipo grueso, pequeños y chinitos.

Lo más patético de este sujeto es que duerme con cubre bocas porque teme que en plena visita con Juan Pestañas al estar serruchando abra la boca y se introduzca un insecto; como a cualquiera le molesta oler las aromáticas flatulencias, pues de acuerdo a su estadística a diario nos inhalamos un litro de gases rectales. No quiero ni pensar cómo se comportará ahora que el sarampión se encuentra recargado; por lo pronto comunico a ustedes que yo como el slogan de campaña de nuestro actual Presidente “con las manos limpias”, para cuando me vean no se la piensen en estrecharla en señal de amistad.

miércoles, 10 de agosto de 2011

Máscara vs cabellera

“Nació de muy buena pata con el santo por nombre
enmascarado de plata, héroe de carne y hueso”. Botellita de Jerez

En la “Llama doble”, el escritor Octavio Paz, hace el siguiente cuestionamiento, “¿qué hay detrás de la máscara, qué es aquello que anima al personaje?” Refiriéndose a todos aquellos que ocultan su verdadera identidad detrás de lo que los árabes denominaban máshara, o sea, la careta o antifaz que los griegos utilizaban para apropiarse del personaje que interpretaban en las obras teatrales.

En lo que va de mi corta vida he conocido muchos enmascarados, unos de carne y hueso, otros ficticios, con o sin máscara; de todos ellos sobresale el Santo, a quien las masas le apodaban “El Enmascarado de Plata”, imagino por el color de la tela con que confeccionaba su capucha.

A este singular personaje lo conocí no como luchador del cuadrilátero, es decir, lejos de la Arena Coliseo, sino como audaz agente encubierto de la Interpol, rifándosela como ñero al enfrentar a diabólicas Momias de Guanajuato, descifrando los enigmas de la desaparecida Atlántida, resolviendo el misterio de la Llorona, combatiendo a caderonas y tetonas hembras que iban desde mujeres lobas, vampiras y hasta extraterrestres.

Muchas de las veces en sus peleas contra los monstros, durante la madrina que éste les propinaba se podía observar el zíper del abominable hombre de las nieves o la criatura del Pantano Negro; y eso que veía sus aventuras a través de la pantalla chica por el programa que todos los fines de semana a finales de la década de los setentas transmitía el Canal 2 de Televisa, llamado “Sábados del Santo”.

Hubo una película que me inquietó mucho, cuando mi héroe favorito se vuelve un despiadado villano el que es enfrentado para evitar que cometa más fechorías por otro gladiador del encordado, su compadre de aventuras, el Médico Asesino; por cierto el cromo de este luchador fue el único que me hizo falta para completar mi álbum “Estrellas de la Lucha Libre”, perdiendo la oportunidad de ganarme el kit de béisbol que se exhibía en la tiendita de la esquina. Al final de la trama, resulta que quien se ocultaba tras la máscara era Enrique Llanes, y no el ídolo del ring, ¡híjole, nadie se lo esperaba!

En su combate contra el mal, algunas ocasiones recibió ayuda de otros cuates del cuadrilátero, como el manotas de Blue Demon o el torpe de Mantequilla Nápoles que en cierta escena, mientras el Santo sudaba para mover enormes rocas, el pugilista sin ningún esfuerzo las hace al lado, como si fueran de hule espuma, olvidándose de la magia del séptimo arte; pero la mancuerna más kitsch de este género cinematográfico fue la que hizo al lado de Capulina; años más adelante otro luchador, Tinieblas, haría lo mismo con el llamado rey del humorismo blanco.

Era tanta la devoción de mi parte hacia el Enmascarado de Plata, que cada año esperaba ansioso la llegada de la feria para completar la colección de luchadores de juguete; descubriendo con el uso que al despintarse todos eran la misma figura, lo único que variaba era el color de la pintura que designaba la identidad del personaje, pudiendo ser tal vez, esta la respuesta a la interrogante que cito párrafos arriba de Don Octavio Paz.

Cuando el periódico de color sepia dedicado al deporte publicó la identidad del Santo, por simple morbo lo compré, más después de cerciorarme llegué a la conclusión de que no se trataba del paladín de la justicia que conocí por la televisión o aquella tarde en casa de los dueños de la Plaza de Toros Almoloyan, cuando al verme pegado a los barrotes del cancel de la puerta me invitó a entrar y estrechó mi mano, mientras le daba sorbos al vaso de tuba que le ofrecí. Con esta justificación preferí quedarme con la imagen del aventurero, pues el señor de la fotografía tenía cara de abnegado padre de familia, héroe de su hogar, defensor de su esposa e hijos.

Hoy todo mundo sabe que el Santo por iniciativa propia se despojó de su máscara para anunciar su retiro, mientras que a mí la madre naturaleza poco a poco me ha ido quitando la cabellera en el ring de la vida, y para mi retiro faltan como quince años; pero gracias a la imaginación y a la ayuda de los reproductores de DVD, puedo verlo aun montarse en el convertible plateado al lado de la exuberante rubia de minifalda a go-go para ir en busca de algún eslabón perdido. Por otro lado, experimento cierta vergüenza, porque en un país como México, donde el idioma básico es el inglés, nuestra niñez aprecie más la aburrida exhibición de metrosexuales de la World Wrestling Entertainment, en lugar del deleite sobre el encordado ofrecido por los barrigones luchadores nacionales.

miércoles, 3 de agosto de 2011

Sabiduría de papel

Recuerdo que en mi niñez un cuate evidenciaba la diferencia entre Kaliman y equis homosexual famoso, diciendo que el primero es el hombre increíble y el segundo increíble que sea hombre. Siendo honesto a la edad de diez años, me parecía un insulto para el personaje que tanto admiraba, y porqué lo admiraba, por su extraordinaria cultura e inteligencia que le permitían resolver diversos peligros utilizando en ello su razonamiento y astucia deductiva en lugar de la fuerza o el uso de armas; pues según la mitología, su nombre se deriva de la Diosa Kalí, que significa “inteligencia y fuerza”, además, por tratarse del séptimo hombre de la dinastía de esta deidad le fue dada la terminación “man” que equivale a justicia, por lo tanto su nombre quiere decir “inteligencia, fuerza y justicia”.

Este héroe creado en 1965 por Rafael Cutberto Navarro Huerta y Modesto Ramón Vázquez González, fue dado a conocer por vez primera en noviembre de ese año; su revista era muy peculiar, pues a diferencia de los cómics de Editorial Novaro que todos eran a colores, éste utilizaba sólo el color sepia, digo para que gastar en colores si el personaje vestía de blanco, la verdad les quedaban excelentes los trazos, entintados, fondos y tonos, pues mientras leías la historieta cada viñeta ilustraba de forma tan perfecta la lectura que te adentraba en los exóticos lugares en los que se desarrollaba la trama.

Otro disfrute era escuchar sus hazañas por radio, resultaba todo un placer y deleite llevar el almuerzo a mis hermanos que en esos tiempos se dedicaban a la albañilería, acompañado de un radio de transistores que me permitía sintonizar sus aventuras por Radio Cadena Nacional; siempre tuve la interrogante de por qué jodidos se avergonzarían de evidenciar que la voz de Kaliman era la de Luis Manuel Pelayo, si la voz de su inseparable amigo Solín la hacía el hoy actor cómico Luis de Alba, el mismo que hemos visto en películas de ficheras como el Chido, ese que dice “Yo soy Juan Camaney, bailo tango, masco chicle, pego duro, tengo morras de a montón, tu ru rú”.

En esos programas radiofónicos, era enriquecedor para el oído la insuperable narración de Isidro Olace, que al describir los personajes y paisajes fomentaba una enorme capacidad imaginativa que permitía evocarlos en nuestra mente como si estuviéramos acompañándolo, igual no hay que negarle su crédito a la persona que elaboraba los guiones, Víctor Fox, que en realidad se llama Carlos González Dueñas Huerta, imagino que por lo kilométrico de su nombre tuvo que utilizar ese seudónimo.

Durante la década de los setentas llega al cine a través de dos cintas, gracias a las industrias Kalifilms, bajo la dirección del finado Alberto Mariscal, a quien le debemos el arte también de otra película de culto, “El Tunco Maclovio”; la primera cuyo título es “Kaliman, el hombre increíble”, rodada en escenarios naturales como Egipto y zonas arqueológicas de Giza; para hacer más real la adaptación en cine se contrataron actores extranjeros, entre los que sobresalen el canadiense Jeff Cooper, interpretando a Kaliman cuya voz fue doblada por Luis Manuel Pelayo con el objeto de afirmar aún más la personalidad del personaje y para Solín se recurrió al español Nino del Arco.

Debido al éxito en nuestro país de esta película, se hizo una segunda llamada “Kaliman, en el siniestro mundo de Humanón”, con la única salvedad de que en ésta el niño egipcio descendiente de faraones de nombre Solín fue protagonizado por Manolo Bravo alias Manolito. Siendo honesto, tal largometraje no me gustó, se me hizo muy forzada la trama a diferencia de la primera que rebosaba de una calidad indiscutible.

Algo indeleble para los mexicanos, es el legado de sus adagios, que encierran diversos aprendizajes sobre la vida, pues en un país donde los primeros lugares de ventas bibliográficas lo ocupan libros de superación personal y autoestima, no es de extrañar que las célebres frases del Hombre Increíble sean todo un catecismo. Por ejemplo, si tienes que hacer un trabajo rudo que implique gran esfuerzo físico, no olvides la siguiente sentencia, “La inteligencia es mejor que la fuerza bruta”, entonces buscas a alguien que lo haga por ti, mientras te dedicas a dar instrucciones de cómo lo hagan a la perfección.

Estás estresado por el examen, pues no sabes ni madres de lo que puedan preguntarte, para qué apurarse si alguna vez leíste por ahí que “siempre hay un camino cuando se sabe mirar con los ojos de la inteligencia”, buscas en el salón un lugar estratégico dónde copiar y de seguro obtendrás excelente calificación, además no tengas miedo, pues “sólo el cobarde muere dos veces”. De igual forma te encuentras en esa difícil prueba de matemáticas erradica asnos, la calculadora fue olvidada en casa, de pronto llegan al cerebro las palabras con acento extranjero que dicen “no hay fuerza más poderosa que la mente humana y quien domina la mente lo domina todo”, entonces las operaciones básicas las realizas con los dedos hasta de los pies.

Un día llegas a la oficina y te encuentras un enorme altero de documentos por hacer, sobre el escritorio un post-it, mediante el cual tu jefe te dice que los necesitaba para ayer, suena el celular, es un mensaje de texto donde tu pareja te entera que ese día no va a poder ir por los chicos a la escuela, que si le apoyas recogiéndolos a temprana hora, sientes un dolor en la mandíbula, pero llega a ti el recuerdo de aquello que dice “Serenidad y paciencia, mucha paciencia”, respiras hondo y te haces el ánimo que te espera algo difícil; por eso y mucho más, cuando exista una injusticia que reparar o la emoción de una aventura ahí está… bueno ustedes ya saben quien.

miércoles, 27 de julio de 2011

Incluso en estos tiempos

Han pasado más de veinte años, estoy afuera de las puertas del bachillerato donde cursé la educación media superior, ahora debido a la maldita inseguridad se encuentran encadenadas, frente a ellas aun se localiza el despoblado terreno que años atrás en ciertas fechas solía albergar las terrazas de la feria municipal. Hoy sólo queda el deshabitado paraje, pero curiosamente la gente nómada a la que de forma vulgar les llamamos gitanos se encuentran ahí, como cuando era bachiller y aquella gitana pronosticó que mi vida culminaría a la edad de… ¡a cañón! Ya ni recuerdo hasta qué años iba a vivir, tal vez deshabilité ese amargo recuerdo del cerebro.

Recordando tal experiencia con esa gente, estoy ante un dilema, no sé si rodearlos lo cual implicaría invertir más tiempo o cruzar entre ellos; pero no creo en el destino, como si fuera la ruleta rusa me la juego y dirijo mis pasos con humildad hacia donde se encuentran. A unos metros antes de llegar al campamento encuentro un dado color rojo con un orificio en la parte donde se localiza el uno, lo junto y continúo el andar. Mientras rodeo la casa rodante, uno de los hombres en cierto lenguaje de tono ríspido señala a una mujer mi presencia, le jala del brazo para ponerla de pie al mismo tiempo que la empuja hacia la ruta por donde se supone voy a pasar.

En el preciso instante en que concluyo de pasar por donde ellos habitan, la dama de cabellera rizada color cobrizo con un bebé en brazos cierra mi andar, mientras sus labios resecos preguntan, ¿a dónde vas con prisa hermoso caballero? Al trabajo respondí presuroso. Su mirar decía muchas cosas, incluso daba la impresión que podía leer lo que pensaba. Ese aire de misterio crispó mi sistema nervioso, más lo pícaro de su sonreír logró ubicarme de nuevo.

¿No quieres saber tu futuro, puedo verlo si me dejas leerlo en tu mano? ¡Muchas gracias! Pero hoy tengo apuro, mejor otra ocasión con más calma.-¡qué respuesta! Como siempre hablé sin pensar, lo que se traduce en que la próxima vez que vuelva por estos rumbos tendré que rodearlos; yo y mi bocota. Además, creo que si hubiera leído las líneas de mi mano habría descubierto al verdadero tipo que soy, ese que mi mujer tiene que aguantar todos los días o al Frankenstein que la misma sociedad creó para convivir con ellos.

Presionada la mujer por no haber conseguido el objetivo que se le encomendó, recurre a una última estrategia, “está bien, pero no seas malo, dale algo a mi hijo, mira como te ve”. Esta vez, consciente de que si doy dinero continuaré fomentando esas argucias tradicionales de estas personas, meto la mano al bolsillo del pantalón, sustraigo el dado colorado, se lo entrego al pequeño, que gustoso lo coge, mientras la complacida madre con aprobación me dice, “guapo, gracias, al cruzar la calle encontrarás tu fortuna”.

Sonrío y pongo metros de distancia con el propósito de dejar atrás tan avergonzante situación; una vez atravesada la transitada avenida a unos cuantos pasos del machuelo de la banqueta encuentro un billete de veinte pesos, mientras lo junto llega a la mente el siguiente cuestionamiento, ¿acaso la fortuna está en crisis económica o al destino le pegó la inflación de nuestro país? Como una forma de autoconvencimiento, pienso que si en nuestra patria, un peso es la diferencia entre matar o vivir, entonces veinte de ellos equivalen en estos tiempos a una verdadera fortuna.

miércoles, 6 de julio de 2011

Desenchufado

“El cerebro de tanto pensar lo está
poniendo a dudar de su lugar”. Fobia


Dice en el libro del “Génesis” de la Biblia, que una vez de haber hecho Dios, el cielo, el agua y la tierra, el séptimo día descansó, razón por la cual los judíos descansaban los sábados o “shabbat”, considerado el día sagrado de su semana, mientras que para los cristianos por ser el domingo el día que Jesús resucitó, se estableció como receso de toda actividad.

Un domingo me gustaría darle día libre al cerebro, dejar de estresarlo con ese empeño inútil de aparentar inteligencia, al cabo para mis familiares, amigos y conocidos sigo siendo el mismo bobo de siempre.

Para ello necesito dejar de leer libros que sólo incitan a producir ideas tan necias que no tienen aplicación en la realidad; sería agradable hospedar en el olvido la memoria; encerrar en el baúl sin llave los recuerdos, para evitar evocar lo feliz que fui una vez, descansar el aspecto sentimental, con el propósito de no sentir dolor por todas las cosas buenas que desperdicié o perdí.

Con el cerebro en “stand by”, tendría en pausa a la ambición que únicamente causa sentimientos de envidia frustrante del saber que nunca llegaré a tener lo que mi prójimo posee, ser totalmente distinto al que cosecha éxitos o de plano carecer de ese talento que hace a los demás diferente de mi.

Poner quieta la brújula interior que señala a cada uno de los hemisferios los impulsos de pensar lo que se hablará, escribirá, enumerará, y sobretodo darle asueto al sentido lógico de observar mi realidad tal como es.

Siendo honesto, de qué me preocupo por darle un receso al ejercicio neuronal, si tan sólo he empleado una diezmilésima parte de la capacidad de mi masa gris. Además sin necesidad de tanto uso, según la ciencia al nacer contamos con cien mil millones de neuronas, pero al llegar a los treinta años de vida el ser humano pierde cien mil neuronas diarias de forma natural, o sea, ni las parrandas, ni la televisión, ni el tabaco y tampoco el consumo de bebidas embriagantes las destruyen, solitas se nos van, como el agua entre los dedos, ¡qué desperdicio! Tanto cuidarme evitando fumar y embriagarme para que al final solitas las pinches neuronas se me acaben.

Pero más triste resulta que cuando uno llega a los setenta años— ¡ojalá, el creador me lo permita!—, habremos perdido un millón, es decir, de todos modos lo pendejo nunca se nos quita, por más intentos que hagamos de disimularlo la sabia madre naturaleza con el avanzar de la edad nos irá dejando en evidencia. Entonces si me desconecto, tengo la ligera sospecha de pasar desapercibido, por si lo logro dejaré el celular encendido, ¡llámame cuando quieras!

miércoles, 29 de junio de 2011

Mando a distancia

Existe en casa un aparato que es tan necesario como el celular y la computadora, no es vital, pero si indispensable, gracias a él se ha incrementado nuestro tejido adiposo, pues evita la fatiga de movernos del asiento para ejecutar una acción; ha sido muchas veces causante de divorcio debido a que en algunos matrimonios es común que uno de los dos quiera ser quien lo maneje, y el que lo tiene en su poder se vuelve un total dictador de la diversión, casi un tirano, pues bajo su dominio se vuelve dueño del entretenimiento, imponiendo sus gustos y preferencias.

Este dispositivo electrónico en algunos países se conoce como el mando a distancia o telemando, en Mexicalpan del Maguey y de las tunas taponas, le decimos control remoto, pero para los cuates sólo es el “control”, por ello en ciertos hogares es común escuchar: “pásame el control we”; efectivamente ese acompañante de la cajita idiota que nos vuelve dependiente de la basura producida por la mercadotecnia que ahí se exhibe, que nos hace comprar infinidad de cosas que no necesitamos; gracias a ese éxito comercial también es común que se incluya en reproductores de DVD´s, equipos de sonido y demás artilugios que fomentan la autodependencia.

En últimas fechas a todas las facilidades que ofrece el control remoto hay que sumarle una nueva, la del maravilloso milagro de transformarnos en técnicos de la señal de la televisión de paga, sin la necesidad de haber recibido un aburrido curso de capacitación; pues con la llegada de la caja convertidora de televisión digital, la compañía que ofrece este servicio al recibir tu llamada de reporte de falla, ya no envía a un empleado para que revise el desperfecto, ahora simplemente al momento de estar reportando la avería, la telefonista después de ponerte sobre aviso de que la llamada está siendo grabada, va indicándote lo que debes de hacer con el apoyo del control remoto que viene con la citada cajita.

De una forma “sencilla y práctica” muy al estilo de Chepina Peralta, uno debe de seguir las instrucciones de la operadora; misma que con acento de azafata y actitud positiva a las preguntas que uno le hace conduce verbalmente nuestros dedos por los botones del sofisticado aparato, después de quince o veinte minutos si se logra reparar el desperfecto, agradece nuestra atención y se despide, más si no existe solución alguna, entonces levanta el reporte para que un especialista pase al domicilio a supervisar la falla.

Sale sobrando decir que con esto la compañía se ahorra un buen de billetes, nosotros aprendemos una nueva profesión y el control remoto se vuelve la panacea de la televisión privada del siglo XXI; fomentando esa rancia costumbre de que alguien guíe o encause nuestras acciones, como han sido mamá, papá, profesores, amigos, jefes y cónyuges. Entonces no es de extrañarse que ahora lo hagan a distancia como si fuéramos receptores de señal remota.

miércoles, 22 de junio de 2011

Amantes de lo ajeno

Cierta vez el gran filósofo español José Ortega y Gasset dijo: “Todo hombre vive de ideas, no hay disyuntiva posible, la diferencia es que estas ideas sean propias o sean ajenas, si son propias vives tu vida, si son ajenas, lamentablemente eres vivido”, estas frases encierran un extraordinario mensaje que debiéramos de captar todos esos que nos sentimos ungidos por la supuesta sabiduría de la vida, que creemos que somos unos expertos en todas las materias del mercado; pues no hay situación que más me incomode como el escuchar a alguien dar sus pinches consejitos a otros, como si fueran los dueños ante cualquier situación o de plano consideran a sus interlocutores como unos verdaderos imbéciles.

A poco no experimentan cierta pena ajena al ser testigos de cómo el papá incita a su hijo a estudiar la carrera profesional que él ejerce o la que soñó haber sido y por alguna razón no pudo, es decir, significa que las generaciones jóvenes carecen de aspiraciones propias, ¡naaaa! Es el jodido reflejo de las frustraciones paternales; por favor venerable padre o madre, deje de empeñarse en que su hija o hijo que es bien teflón para el estudio, sea aceptado a fuerza de influencias en la secundaria o bachillerato que a usted le agrada o considera de prestigio, ¿qué no todas las escuelas son iguales? ¿No son los estudiantes quienes representan a las escuelas en los concursos de calidad? Entonces abnegable padre de familia no sea terco y evite echar gorgojos al maíz.

Igual de lamentable es el docente que exige tareas y trabajos a sus alumnos que él no sería capaz de realizar, y se pone quisquilloso cuando no le cumplen con alguno de sus requisitos, es más, muchas veces hasta quieren que los estudiantes les adivinen sus gustos, preguntémosles a sus cónyuges si ellos alguna vez lo han hecho, creo que nunca; tan patético como el caso anterior es el tipo que te dice el deber ser de la vida o el hubieras hecho de equis forma o yo en tu lugar…la verdad es un asco, puras mamarrachadas.

¿Acaso esos energúmenos son tan perfectos? ¿Sus progenitores los educaron tan bien que han sido unos triunfadores? No será más bien que proyectan sus deficiencias e incompetencias en uno. Por ejemplo, eso de recomendarte lo mejor para ti, es más bien lo que ellos quisieran hacer en sus miserables vidas, y a ti si te ven el potencial que nunca han tenido. Me caga cuando alguien dice que ya tengo otro estatus y no estoy para andar a pie o en camiones urbanos, que eso es para jodidos, ajá, por favor. ¡Qué forma tan ruin de evidenciar sus prejuicios! Además por nada cambiaría el folklore y la algarabía que se vive durante el trayecto de una ruta de autotransporte colectivo o el transitar por las calurosas calles de la ciudad, sólo por los complejos de unos cuantos traumaditos nice de vecindad.

Más, existen sujetos peor que los anteriores, esos que se adjudican el éxito sin ningún mérito, por citar alguno, tenemos el que ocupa el segundo lugar en algún proceso de elección y por equis razón el que fue ganador no puede ostentar tal nombramiento, entonces se denomina al que le sigue, patéticamente éste hace alarde de su supuesto triunfo, es más, se siente orgulloso; lo presume y se regocija de ser felicitado por algo que no es de él. Me pregunto, ¿quién fue la madre de ese tarado que le educó hacer suyo lo que es de otro? ¿Cuál es la religión de ese cabrón, que le fomentó apropiarse de lo impropio?

Muchas veces las sugerencias de estos semisabios de la vida abruman, pues uno sabe que caen en la estupidez con comentarios como: ¿Te vas a casar? ¿No eres muy joven? ¡No vas a gozar de tu desarrollo a plenitud! ¡Esa persona no te conviene! ¡Tienes cuarenta y no te has casado! ¿Qué, ustedes no piensan tener hijos nunca?

¡Ya basta de tanta sabiduría visceral! Eso de querer hacer a los demás al gusto de uno es tarea de orates, es necesario caerse, para después levantarse, lamerse las heridas y aprender de ello; todos los individuos necesitamos errar, equivocarnos, cagarla de vez en cuando para acumular experiencias que se transformaran en aprendizajes, algunos no aprendemos a la primera equivocación, requerimos de muchas más, pero eso es otra situación.

Por eso, nunca me ha gustado hacer recomendaciones, sugerir algo que me agrade a otros, pues cada quien es dueño de su proceder, actitudes y formas de pensar, entonces, ¿para qué alienarlo de lo propio? Mejor que cada quien sea como es, al César lo que es del César y a Dios, que les vaya bien, hasta el próximo.

miércoles, 15 de junio de 2011

Diario de ruta

Va para Ana Karina Robles y su excelente equipo de colaboradores.

Es un día rutinario para el chofer de la ruta 3, son las dos de la tarde, el termómetro del autotransporte indica 36º centígrados, ese infernal calor combinado con el metal del techo hacen que el interior se vuelva un sauna, una sobredosis de aromaterapia invade el lugar, el camión lleva todos los asientos llenos, quince más van de pie aferrados al pasamanos que pende de arriba; cuando una persona va a descender dependiendo de su género recibe o da masaje erótico.

Lenin, el conductor de la ruta -cuyo nombre se lo debe al rojillo de su padre-, tiene detrás del volante desde las seis de la mañana, únicamente se ha detenido en la tienda para comprar una soda y disfrutar mientras chambea del bolillo relleno de chilaquiles, que cariñosamente Remedios su mujer le preparó esa madrugada; en estos instantes se encuentra escuchado el repertorio musical de los Yonic´s, incluidos en el disco de MP3 pirata que adquirió en el tianguis del Rancho de Villa, en el preciso momento cuando suenan las líricas de “Y te amo”, sus ojos por el retrovisor buscan a la mujer más atractiva para dedicársela, sin experimentar ningún remordimiento por ponerle el cuerno a su sacrosanta esposa con esa extraña, digo, si es con la imaginación, no puede afectarle.

El pequeño ventilador colocado arriba de la ventana le arroja un aire caliente y sofocante, lo que evita menguar el calor del reducido espacio donde se encuentra, por su frente escurren hilillos de sudor, motivado por ello baja la mano derecha buscando la chorreada botella de refresco que contiene el preciado néctar rojinegro, con el propósito de saciar la tremenda sed que experimenta, mientras con la otra apenas la punta de los dedos acarician el volante; la camisa es un rosal a punto de reventar los botones que no logran sostener la enorme masa abdominal que los domingos caguameros de fútbol se han encargado de fomentar, la hebilla del cinto apenas se distingue; los desgastados zapatos en cada alto y siga presionan el clutch y freno. La gente sube y baja siempre con prisa, algunos malhumorados, otros indiferentes, son escasos los que se perciben satisfechos e incluso le agradecen por el servicio.

Cuando se estaciona frente a la secundaria, entra en pánico, pues la marabunta de púberes abordan estrepitosamente el camión, algunos giran el rehilete que contabiliza sin haber pagado y como es de fijado el patrón debe de estar atento para que no tener que desembolsar de su dinero al rendir cuentas; además la raza es bien inquieta, en todo su trayecto se la pasan bromeando, gritando, sacando las manos por las ventanas e incluso se arrojan objetos entre si, situación que podría llegar a incomodar a otros usuarios.

Al bajar por la avenida Camino Real de Colima, a escasos metros de llegar al semáforo de la Glorieta vulgarmente conocida como “Glorieta del DIF”, estrepitosamente frenan las llantas mientras la parte lateral derecha de forma abrupta arranca la puerta de un Porsche color rojo “sangre de pichón”; todos los pasajeros alzan la voz, algunos insultan a Lenin por el tremendo sacudión que evidenció la Primera Ley de Newton, otros aclaman a sus santos, comienzan a murmurar mientras sacan sus cabezas por las ventanillas y observan sorprendidos la escena.

El conductor de la ruta tres, continua en su asiento callado, con la mano izquierda apaga el stereo dejando mudo a José Manuel Zamacona vocalista de los Yonics, de pronto una niña de escasos seis años de edad con uniforme de conocido colegio de paga camina por la banqueta hasta llegar frente a la puerta de acceso al camión, mirando al chofer le grita ¡Pinche Puto, nos chingaste el carro! Al unísono los pasajeros estallan en carcajadas, la infante los mira con furia exclamando al mismo tiempo ¡Chinguen a su madre! Toma una enorme bocanada de aire, para reventar en llanto y desplomarse al ardiente suelo.

La muchedumbre de a bordo, mientras se burlan sacan sus celulares para tomar fotos o videos de lo ocurrido; el chofer por su parte a pesar de la preocupación reflexiona sobre tan lamentable insensibilidad de la gente por el dolor ajeno, pues evidentemente se preocupan más por captar el momento para después mostrarlo orgullosamente como trofeo a sus conocidos que velar por la salud de la niña, llegando a la conclusión de que todos estamos tan acostumbrados a la violencia, agresiones y accidentes que se exhiben por cine y televisión que cuando son reales intentamos perpetuarlos para luego divertirnos con ellos.

Toma su teléfono, marca al dueño del urbano, el cual se encabrona, después de pendejearlo pone atención a las palabras de su empleado y le ordena llamar a la aseguradora, la dueña del Porsche, molesta por lo que le sucedió al coche y a su pequeña hija, lo babosea, Lenin se limita a decirle que esperaran al peritaje vial; mientras lo espera enciende la radio y sintonizando encuentra el primer soplo de frescura en la frecuencia 94.9, donde existe un Universo de energía y fantasía para sacudir la angustia que ocasionó tal problemática, respirando tranquilo cruza la pierna acomodándose sobre el respaldo del asiento dispuesto a escuchar esa formidable programación que lo alejará hasta los confines más remotos de su imaginación.

miércoles, 8 de junio de 2011

Son tan sólo palabritas

“Más de cien palabras, más de cien motivos
para no cortarse de un tajo las venas,
más de cien mentiras que valen la pena”. Joaquín Sabina

Resulta curioso que al aparecer una palabra nueva en el diccionario del dominio público, todo mundo lo hace un término coloquial, volviéndose unos expertos sobre el mismo; entonces se apropian de él, con el propósito de ganar un espacio en el escaparate nacional, realizan estudios, ensayos, tesis o tratados con tal de no aparentar ignorancia o mantenerse a la vanguardia.

Lo mismo acontece con la prensa, varios periodistas con tal de atraer la atención del lector, utilizan conceptos que muchas veces no se aplican al cien por ciento al adjetivo que se lo atribuyen, pero de tanto uso se vuelve una definición correcta, por ejemplo, antes llamar divos a los cantantes como Juan Gabriel y Raphael, era incorrecto, pues según eso, de acuerdo a la música clásica tal término era exclusivo del género femenino, pues se conoce como diva a la cantante de renombre que se caracteriza por tener una voz excepcional, además en latín e italiano, diva significa “divina”, siendo la forma femenina del vocablo latín divas.

Hoy “divo” ya existe, de acuerdo a la Real Academia de la Lengua Española, se utiliza para referirse al artista del mundo del espectáculo o cantante de ópera que disfruta de fama y prestigio superlativo; entonces Juanga y Raphael pueden estar tranquilos, ya que con este adjetivo no se corre el riesgo de ser confundido con gay. Por cierto este calificativo importado del inglés también se lo debemos a los medios de difusión, porque consideraban a la palabra homosexual con ciertas connotaciones negativas, debido a que durante varias décadas se pensaba que los homosexuales padecían de sus facultades mentales; lo cual me recuerda que en los setentas la revista cultural llamada “Alarma!”, para no verse groseros les ponían el mote de “mujercitos”, o sea, además de inmiscuir en su agresión a las féminas seguían siendo peyorativos con esta preferencia sexual; a razón de lo anterior tales palabras fueron acuñadas al léxico nacional.

A principios del año en nuestro país surgió el concepto de “Ninis” para hacer alusión a las nuevas generaciones de jóvenes que por la frustración y el consentimiento de sus padres ni estudian ni trabajan; antes de acuerdo a mi abuela materna se les llamaba “huevones” -y no es precisamente una nueva marca de blanquillos, es decir, “Huevo-Ness”-, según mi mamá a esa clase de individuos los considera como flojos, vagos o haraganes; a partir de ahí todo personaje que se las da de culto e importante, empezó a hacer disertaciones, conferencias y artículos donde manifestaban su preocupación por la “nueva” problemática que México enfrentaba, ¡por favor, como si nunca hubieran existido!

De igual forma ahora nuestros intelectuales y políticos externan su inquietud por un “nuevo” fenómeno social, tan antiguo que antes era conocido como llevadera, carrilla, mofa, lata, chinga y que por ahí alguien le llamo en inglés “bullyng”, logrando atraer más la atención por lo rimbombante que se escucha o lee; quien no recuerda al bravucón que se sentía dueño del aula y muchas veces llegó a cobrar peaje o el grupo de compañeros escolares que siempre buscaban a su pendejito para hacerle infinidad de bromas, desde verbales hasta físicas; además tal problemática no es exclusiva de las aulas como muchos la circunscriben, pues en el seno familiar es común que el hijo mayor o menor –dependiendo de lo mimado que se tenga-, le haga la vida imposible a sus hermanos y los papás con tal de no contradecir al consentido chamaco optan por mantenerse al margen de ello.

Como se podrán dar cuenta las dos problemáticas anteriores tiene ya sus añitos, sólo que a nadie se le había ocurrido llamarles de forma rara para que los personajes que escriben la historia las tomaran en cuenta y las compilaran al cúmulo de dificultades que tenemos. Entonces si nos queremos ver como eminentes sociólogos, sólo hay que echar una revisada a las situaciones problemáticas que hemos vivido, llamarlas con eufemismo o buscar algún sinónimo rimbombante; lo anterior me recuerda una canción de Cri-Crí, sobre el chinito que se defendía ante el mandarín diciendo “yantse amo ova tingi chan chong chong”, que para ser honesto nunca supe qué significaba, pero para escucharme internacional a la edad de seis años lo repetía ante personas desconocidas, las cuales extrañadas volteaban a verme como fenómeno de circo.

miércoles, 1 de junio de 2011

Fiestas fúnebres

“Cuando me muera y me tengan que enterrar
quiero que sea con dulces y no con piedras”.Caifanes

Es común en nuestro país festejar todo lo que nos acontece en la vida, nacimiento, cumpleaños y hasta defunción. ¡Si, leyó bien! A poco no es cierto que durante el velorio o la noche de vigilia de los dolientes al difunto, es común que se ofrezcan bebidas de todo tipo desde el clásico cafecito hasta las embriagantes, es más, algunas funerarias en su afán por ofrecer un mejor servicio se modernizan transformando la capilla de velación en restaurante, donde se ofrece un variado menú que incluye cena y desayuno en dos categorías clasemedieros y jodidos; sólo falta que ofrezcan atención de Internet inalámbrica para que los dolientes reciban las condolencias vía Twitter o Facebook y televisión por cable, ya imagino a todo mundo valiéndoles un comino el difunto, chateando, consultando su correo electrónico u observando el pack Premium de películas eróticas que cierto canal privado ofrece por las madrugadas.

En nuestro país los funerales adquieren un ambiente de guateque, donde acuden a acompañar al muertito familiares de primer grado, de segundo y personas conocidas, así como algunas que otras desconocidas a las que el compositor y cantante Chava Flores denomina como “gorrones” o como les decimos por acá, coleros, es sabido por ustedes tal especie en México representan una mayoría, pues sobran personas que consideran el faltar a una celebración como algo imperdonable, y si de una defunción se trata pues con más razón “hay que acompañar al doliente”.

Dentro de tal categoría hacen acto de presencia uno que otro teporochito, haciendo de la madrugada un espectáculo con sus torpezas, queriendo conquistarse a la viuda, esparciendo su vómito como regadera de jardín por todas partes o armonizando la velada con sus ronquidos; tampoco puede faltar el gracioso que se la pasa contando su repertorio de chistes que van de los blancos o inocentones hasta los morbosos de doble sentido, según él con la sana intención de hacerles pasar un rato más ameno.

Ridículo se observa el tipo que va a ligar como si estuviera cual domingo en el parque Céfira, pues es común apreciarlo agasajándose de forma morbosa al abrazar a las hermanas, cuñadas o esposa del fallecido. De igual manera se dan cita por ahí los que no paran de hablar maravillas del occiso, el que llora su ausencia, y el que se alegra de que se haya ido, asegurándose de que esté bien muerto.

Otro punto en el que se asemeja a un festejo el acto luctuoso, es la táctica de llevar coronas y arreglos florales, esto no significa que sea incorrecto el solidarizarse de esa forma, lo que percibo ridículo es la jodida presunción de buscar los más grandes en el mercado y colocarle una cinta con el nombre de quien la envía, denotando así su egocentrismo, pues con ello, da la impresión de que se pretende quedar bien con los vivos y no con el difunto, digo el finado lo más seguro es que ni se entere, pero eso si, somos capaces de llegar al jardín funeral contoneándonos como pavo real, orgullosos de llevar el arreglo floral más caro a sabiendas de que se deja la clara evidencia de que será visto por todos.

Pasado el sepelio, se pone en evidencia el popular adagio que dice “el muerto al pozo y el vivo al gozo”, pues poco a poco todo vuelve a la normalidad, concluido el novenario luctuoso, los familiares organizan un festín donde ofrecen a quienes los acompañaron un elegante menú dietético en los que figuran suculentos platillos como el irresistible pozole, los exquisitos sopitos, los calientitos tamales y atole; conforme transcurren los días cada quien retoma su vida normal, con la salvedad de que esta vez la viuda sabrá con certeza el lugar exacto donde se encuentra su marido.

Por otra parte, este año, expertos señalan con la autoridad que les da su investidura que ha muerto gente que en otros años no había fallecido, lo que sin duda ha sido un negociazo para las compañías funerarias y florerías.