jueves, 22 de marzo de 2018

Gossip Girls mexican

No es época navideña, pero la canción que desde enero 2018 ha sido y seguirá siendo hasta junio, es ese villancico cuya letra dice: “Campaña sobre campaña, y sobre campaña una…” de todos los candidatos que añoran por continuar ocupando un puesto de elección popular, para lo cual recurren a todo tipo de formatos y argucias con tal de atraer el voto. Al respecto hace unos días vi un video viral en el internet donde una supuesta niña bien –na´quever con las del libro de Guadalupe Loaeza– promociona a cierto partido, que si lo menciono lo más seguro que contribuiría a ello también.

Al parecer este video ningún partido se lo atribuye y supuestamente su realización que en apariencia es chafa, pero echándole un buen ojo te puedes dar cuenta de que hay una extremada inversión en él, luego la institución educativa a la que supuestamente pertenece la chamacona que transmite su mensaje al ritmo de reggaetón se deslindó de responsabilidades mediante un comunicado. Gracias a la capacidad investigativa de un diputado fue como a fin de cuentas se descubrió que el nombre de la protagonista era un álter ego y que de la paupérrima realización tipo trabajo escolar no tenía nada.

Trátese de una estrategia política o no, lo cierto es que fomenta entre la población esa sarcástica imagen del clasismo mexicano que nos hemos hecho acerca de las personas nice, que muy bien le ha funcionado a Luis de Alba con su personaje del Pirruris, quien se supone es el presumido hijo de un multimillonario, y que también se encargó de fomentar peyorativamente la personalidad del naco que ahora es atribuida a todos aquellos que realizan actos de los cuales nos avergonzamos.

Es por ello por lo que se nos hace fácil clasificar de fresas a quienes escuchamos a hablar como si tuvieran una papa en la boca, a esos que a los bares les dicen antros, se visten ultra fashion con ropa de marca comprada en las rebajas de las tiendas departamentales, ellos que prefieren tener coches que derrochen estilo a comprar una casa –dizque porque eso es de obreros–; así que mientras la fresada vacaciona durante la Semana Santa en las Playas de Malibú disfrutando caviar y langosta Thermidor, uno en cambio con trabajos se la pasa en el tobogán comiendo sardina con galletas de soda, o sea, sobran motivos para que nos escupan a la cara lo precario y discriminatorio de nuestra realidad.

jueves, 15 de marzo de 2018

#elmundofuturo

Al caminar por las calles, rumbo a la chamba, realizo una dinámica con la cual intento romper la rutina, imaginando que soy una persona que viene del pasado –bueno, no estoy tan alejado de eso, si soy de la década de los sesentas–, que se asombra al ver a los demás hipnotizados por una cajita que portan en sus manos, a la que le platican, le sonríen hasta la carcajada, comparten lo que observan con quien va a su lado a pesar de que éste también trae uno, conducen coches y la caja idiota va pegada al volante, no importa las mentadas de madres de los demás conductores por el desorden que ocasiona al ir descuidando su transitar, lo valioso es lo que sucede en la pequeña pantalla del aparato enajenante.

Ahora las casas, además de tener bien barrida la fachada, deben de dejar limpio el techo para que se vean retechulas en el Google Maps, ¡con la pena cuando lo miren toditito lleno de ceniza volcánica y hojarascas! También, gracias a esta aplicación nos podemos ahorrar que nuestros familiares en Semana Santa nos salgan con la frase de Tourists Go Home, pos es más sencillo visitarlos desde estos mapas en la web a través de Street View y consultar sus actualizaciones en Facebook, bueno, siempre y cuando no le hayan puesto control parental.

En el siglo XXI las relaciones entre padres e hijos han mejorado gracias a Skype, pues mediante videollamadas se comparten tutoriales de YouTube sobre cómo perfeccionar la comunicación familiar. Las bibliotecas son cosa de la prehistoria, hoy la lectura se fomenta en los hilos de tuits. Ya nadie sale mal en las fotografías, lo único que falta es que inventen algo con que photoshopear la vida real. Los coches aún no vuelan, pero como si lo hicieran de tan veloces que se mueven, pero eso sí, los conductores siguen creyendo que los peatones son topes reductores de velocidad.

El símbolo de numeral que en mi época se utilizaba para identificar domicilios, ahora es una referencia donde confluyen ideas, las personas tienen infinidad de amigos que algunos nunca los han contactado de manera física, ¿y a eso le llaman red social?

Es una pena que a estas alturas de la historia el pop haya muerto y las actuales generaciones liberen su libido ante el sonido del reggaeton; poseer canciones, películas y fotografías es guardarlos en un drive, es decir, se tiene todo y nada a la vez, incluso hasta esa enorme herencia de la abuela en bitcoin. Las madres continúan concientizando a los chamacos sobre los despilfarros, pues he escuchado señoras decirle a sus retoños: ¡ándale acábate los megas, en África hay niños que no tienen! Mientras ellas realizan actividades deportivas en los simuladores del Wii.

jueves, 8 de marzo de 2018

¡Todos somos!

Dedicado a... pos a todos.

Cuando escuché por primera vez la palabra gandalla, fue haciendo fila en el cine Diana para ver la premier de “Rambo”, cabe aclarar que para nuestro estado, en ese entonces, un estreno cinematográfico equivalía a verla a casi mes y medio de su exhibición en la ciudad de los chilangos, además, les refresco la memoria y de paso hago del conocimiento a las actuales generaciones de que las películas se exhibían en cines de una sala, por lo tanto, ya se imaginarán el titipuchal de gente que se enardeció al ver cómo una pomposa señora con sus cuatro vástagos llegó directo a la taquilla a adquirir sus boletos, pasándose por el arco del triunfo el respeto por los ahí presentes y ganándose los abucheos con recordatorio a la memoria de la santa madre de esta mujer incluidos.

Acciones de prepotencia que conjugan un actuar alevoso que afecta a terceros fue como llegué a comprender el concepto de gandalla, o sea, ser de esos individuos abusivos de la honradez de los demás; tal como el hecho antes descrito hay otros que de plano no deberían de existir, más ahora que de todo hacemos trending topic en las redes suciales… ¡ups! Perdón, sociales, digo, así fue como han surgido las actuales ladies y lores que ahí pululan.

Se cometen gandallismos cuando uno piensa que cualquier rincón de la calle es basurero, cuando crees que la música que escuchas a todo volumen le gusta a tus vecinos, cuando según tú, por no estar en casa todo el día, llegas deshoras de la noche y decides ver el televisor a volumen normal – ¡no pinches mames, deja dormir! –, cuando a la mascota la saca al patio y aúlla de forma melancólica toda la noche. Eso que aprendimos del que se fue a la villa perdió su silla también es ser gandalla. Mención honorífica para los compañeros de oficina que abren el refrigerador comunitario para tragarse los chescos, el yogur y los gansitos de otros, pinches ojetes.

Que decir de los mensajes del jefe a través de WhatsApp durante el fin de semana para girar instrucciones de actividades del lunes, ni hablar del jodido efecto fantasma que te aplica cuando le respondes y como lo tiene en modo de avión, las palomitas siempre estarán en color gris; los que te piden dinero prestado y prefieren perder la amistad a pagarte.

Si con tu coche en los semáforos lo detienes sobre el paso de cebra –por donde transitan los peatones, wee–, también si lo estacionas afuera de la cochera del vecino “nomás tantito”, cuando llueve y con las llantas pasas raudo sobre un charco mojando a los que van por la banqueta o eres chofer de alguna ruta de autotransporte público de los que les gusta jugar carreritas, mientras los pasajeros cual pelotas van rebotando en el interior de las unidades, ¡gaandaallaaaaas toooodoooos!

jueves, 1 de marzo de 2018

Jijos del petate y el metate.

Dedicado a Emilio “Indio” Fernández y Vicente Alonso Teodoro alias el indio.

¡Ya ni la amolamos! Nos atrevemos a decir que el actual presidente de los gringos es, además de ojete, un terco racista con nuestros paisanos que se la rifan chambeando allá en los yunaited esteit (sic), quesque los quiere regresar para su chante que pa´que por fin conozcan a sus chilpayates de acá, intenta colocar un muro que lo separe de la chusma, que por cierto ni he visto los cimientos de tan mentada construcción. Pero… nosotros no cantamos mal las rancheras en materia de defender nuestra supuesta actitud de “superioridad”, de esa que busca apartar a otros de los que conviven con nosotros por el simple hecho de considerarlos diferentes.

Ahí tenemos a los indígenas, a quienes peyorativamente les decimos indios, aparte los clasificamos de ignorantes, salvajes y de pendejos no los bajamos, ¡ah, pero eso sí! Queremos que los productos que nos venden en los semáforos y a las afuera de los mercados, nos los den a precio de lo que a ellos les cuesta la materia bruta con la que los hacen, así o más gandallas. Ridículamente, estas personas fomentan en nosotros ese jodido complejo de superioridad al llamarnos como estrategia comercial: “güeritos”. A veces ni rubios estamos, pero al escucharlo de su boca, como que lo sentimos un sinónimo de patrón, jefe o dueño y señor de alguien, ¡uta, esto me recuerda a la película “12 años de esclavitud”!

Pero no nada más aquellas personas de origen autóctono y vernáculo son clasificados como indios, también si alguien en lugar de tener el color de piel cafecita es de tez morena y si a ello se le agrega que su estatura no rebasa el uno cincuenta y la cabellera es como si se aplicará champú de Viagra, pues hasta experimentamos horror de entrar en contacto, por favor no es ningún roñoso o que tenga una enfermedad contagiosa, es un ser humano como tú y como yo, ya basta de evaluar entre nosotros el color de piel, el origen de procedencia, estrato social, forma de vestir, de hablar y comportarnos. Es momento de derribar los escalones de esa implacable pirámide social que todos habitamos y que nosotros mismos construimos, al fin de cuentas tochos semos hijos del petate y el metate en este nixtamal.