jueves, 17 de agosto de 2017

Campo Santo online

Aceptémoslo: solo Facebook es el único que se acuerda de nuestro cumpleaños y le envía mensajes a nuestros contactos para que hagan la mimesis de que ellos también tienen en cuenta la fecha, entonces a uno se le hincha el ego, pero lamentablemente es que dentro de los requisitos de ingreso a la citada red social, tuvimos que proporcionársela. El único dato que ignora quienes elaboran este sitio es cuando dejemos de existir, es decir, el momento en que colgamos los tenis.

En ese triste y lamentable hecho es común que los “amigos” del fallecido escriban en el muro frases y palabras que en vida no fueron capaces de decirle, como si éste desde el más allá las fuera a leer; la neta no sé si esperan que el muertito llegue a postear o subir fotos del purgatorio, paraíso o en el pior de los casos, el infierno – ¡uta, como si fuera obra de Dante Alighieri!–, igual esperaran ver una selfie con el coro de ángeles o con San Pedro mostrando las llaves.

Como una forma de evitar el sufrimiento, así como para no prolongar el dolor de los familiares de quienes han perdido a un ser querido, pero que su perfil continua vigente en el feis y les llegue su recordatorio de cada aniversario de vida, se ha implementado en la opción de “ayuda” la interrogante de cómo reportar que un usuario ha fallecido. Una vez respondida a la pregunta se ofrecen las alternativas de generar un perfil en memoria o eliminar la cuenta. En caso de que se elija la primera opción, quienes fueron los contactos del difunto podrán visitar el perfil para colocar textos alusivos a su recuerdo como si fuera un cementerio –imagino que como complemento deben de crear un “emoji” en forma de corona o altar de muertos.

Debido a lo anterior, ahora en el testamento además de repartir los bienes –tipo canción de Rigo Tovar–, hay que destinar a quien le cedemos la responsabilidad de darnos de baja del Facebook; espero que no salga por ahí algún graciosito que le haga al Führer causando un holocausto de usuarios que aún están vivitos y coleando solo por el simple gusto de tiznar.

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