jueves, 24 de septiembre de 2020

Back to class.

Las clases presenciales iniciarán en la Máxima Casa de Estudios hasta que el Semáforo Epidemiológico se encuentre en el anhelado color verde -la neta, hasta novenas al santo de nuestra devoción le hacemos con tal de que así sea-, mientras serán a distancia, a través de una serie de estrategias que directivos y profesores han ido implementando, lo cual ha implicado que nosotros los docentes seamos macheteros y tesoneros neófitos aprendices del uso de plataformas, sus aplicaciones así como de la tecnología que en ellas se alberga.

Nos vamos a salvar de que los nuevos se enteren de nuestro apodo por boca de los jóvenes de semestres avanzados – ¡bueno, si es que ya se lo saben! Pues la guasa corre como reguero de pólvora-, me ahorré el sarcasmo que hago sobre mi calvicie en donde todos explotan a carcajadas como si fuera la primera vez que se enteraran de la escasez de folículos pilosos en mi mollera.

Este 28 de septiembre algunos de nuestros estudiantes no se levantarán en la madrugada para iniciar las clases, otros tal vez sí, pero para ir a chambear, ¡con lo caro que esta todo, hasta ellos le entran en la economía familiar para rifarse el buevito con jamón! Nuestros nuevos alumnos nos conocerán de voz, los colegas docentes que no temen a que su foto se vuelva un meme, la colocarán en la plataforma -ya llevo cincuenta y aún no encuentro la que me cuachalangue-, y se harán presente en las sesiones de Google Meet sin el miedo a volverse futuros GIF; esta vez sí vamos a extrañar a que nuestros exalumnos se pongan en las ventanas a estar oyendo las clases que hace unos meses les impartíamos y que en ese entonces ni atención nos ponían.

En este nuevo regreso a clases, no existirá el pretexto de que olvidaron en casa el libro, pues se encuentran en ella y solo es cuestión de ir por él, además, con o sin uniforme ni útiles nuevos, la chamacada vuelve a transmitirnos su energía, pero ahora detrás de una pantalla, claro, sin alboroto, pero tal vez si con ese característico alborozo tan suyo, hagamos changuitos con los dedos para que nos se nos caiga el WiFi y que ahora sí con esta modalidad le pongamos falta a los memes.

viernes, 18 de septiembre de 2020

Viviendo de prisa e indecisión.

Esta mañana estaba en casa haciendo mis cosas habituales, no voy a entrar en detalles para evitar la censura, cosas que prácticas cuando estas solo, como eso de plantearme que este día trataré de vivir exclusivamente las 24 horas que lo integran, sin intentar querer resolver el problema de mi existencia; únicamente por hoy tendré el máximo cuidado de mi aspecto, sin criticar a nadie, mucho menos pretender “mejorar o corregir” -sí, entre comillas, pueque sea yo quien siempre ha vivido en el error y los demás no- a nadie sino a mí mismo; intentaré a adaptarme a las circunstancias sin pretender que las circunstancias se adapten a mis posibilidades.

La meta de este día es realizar una buena acción y evitar divulgarla, borrar de mi cerebro ese miedo a disfrutar de los hermosos y buenos momentos, confiar en las personas, además de creer en su bondad, hacer con disfrute esas cosas que no me gustan realizar, y si experimentase frustración, procuraré que nadie se entere.


Quizá no cumpla en el transcurso del día ninguna de las metas, pero las redactaré para que ustedes sepan de mis intenciones, así como de las calamidades que intervinieron para que no se realizasen: la prisa y la indecisión.

jueves, 10 de septiembre de 2020

Pisando colas.

En la Nueva Normalidad del Siglo XXI, donde nuestras manos llevan más de seis meses alcoholizadas por tanto gel antibacterial, que de continuar así las tendremos que llevar a sesiones de Alcohólicos Anónimos, se imaginan poniéndose de pie al decir “hola, soy izquierda y he ingerido etanol al 72%”, a pesar de esto, las viejas costumbres se conservan, como aquel adagio de “Todos tenemos cola que nos pisen” – ¡por cierto la mía es larguísima! -, se nos sigue olvidando, continuamos disfrutando de pisar la cola del prójimo, es más, hasta creo es todo un placer esa falsa sensación de que, al ensuciar la buena imagen del otro, limpiamos la nuestra, pues nos sentimos exentos de los defectos o conductas reprobables de los demás.
Como si uno fuera limpio y puro, como si nunca la regáramos, la neta que me doy asco cuando actuó de esa forma y lo peor es que hasta que lo hice caigo en el error, ¡móndriga conciencia retrasada! Nos lamentamos de la existencia del Covid-19, ¿qué hicimos para merecer esto? Si, así como título de película de Pedro Almodóvar de 1984. Hemos llegado a pensar que es un castigo del Creador, por lo malo que es la gente, y que nuestro cerebro fragüé esas ideas, nos llena de tranquilidad, pues en la oscuridad de la noche cuando intentamos fumar la pipa de la paz con la conciencia, nos las seguimos creyendo, hasta nos consideramos bien “buena onda”.
Lo bueno es que en la Nueva Normalidad ocurren cosas anormales positivas, como el descubrimiento que Pablo Motos hizo de la sordera de boca, la cual consiste en que cuando hablas con el cubrebocas puesto un cincuenta porciento de lo que dices es incomprensible, entonces tu interlocutor a metro y medio de distancia no te comprenderá nadita de nada, y así ni en cuenta de los pisotones de cola que vas dando a los demás, pero… ¿si nuestros cubrebocas pudieran hablar?

jueves, 3 de septiembre de 2020

Los Dos Volcanes.

Adaptación de un relato de Anthony de Mello
Por mi barrio han existido un titipuchal de negocios, algunos se han mantenido a pesar de los golpes bajos de la economía, como es el caso de la estación de gasolina, con sus precios que como la Rueda de la Fortuna, suben y bajan, eso sí ha cambiado de nombre cual pañal de bebé, también aún continúa en servicio el Hotel Río, que a quien firma lo que escribe, al escuchar el nombre, en lugar de evocar esa corriente natural de agua que fluye con continuidad por un cauce en la superficie terrestre, imagino la portada del segundo álbum de estudio de la agrupación británica Duran Duran, editado el 10 de mayo de 1982, donde se incluyen las rolototas Hungry Like the Wolf Save a Prayer, creo que bajo esa idea, existió una tienda de abarrotes, en los ochentas, si, antes de que hubieran esas cadenas comerciales que en la actualidad se reproducen como conejos, tiene tres cajas registradoras y solo una atiende mientras se hacen las filototas.
La tiendita se llamaba Los Dos Volcanes, imagino que se basó en los colosos de fuego y nieve que antes los podía observar desde la ventana trasera de casa y que en la actualidad los tapa un enorme letrero rectangular en colores amarillo y rojo con letras blancas al centro, resulta que este negocio por más que lo surtieran no obtenía la clientela necesaria para poder continuar. Desesperados sus dueños una noche se reunieron para intercambiar ideas, al hombre se le ocurrió pintar la fachada en color azul marino y arriba del nombre dibujar los dos volcanes, entonces su esposa agregó que, en lugar de dos, únicamente se pintará el volcán de fuego.
¿El de Fuego? ¡Mujer, si la tienda se llama los dos volcanes! Debe de estar también el de Nieve, es lo más ilógico que has dicho. Hay que hacerlo, no perdemos nada, intentémoslo, si no resulta, pues se pinta el otro y asunto arreglado – agregó la mujer.
Con incredulidad el abarrotero siguió los consejos de su esposa, cuando concluyeron los trabajos de remodelación, los vecinos empezaron a acudir como abejas a la miel, claro que con el propósito de hacerles entender el error que habían cometido, creyendo los muy inocentes que el matrimonio no estaba consciente de su “brutal equivocación”, pero ya en el interior, se impresionaban de lo bien surtido y la amabilidad del servicio que se fueron convirtiendo en clientes frecuentes, ahora si sus dueños recuperarían lo que en tanto invirtieron, gracias a saber cómo incitar a satisfacer el ego de los demás al tratar de hacerlos creer que ellos tienen la razón.