jueves, 29 de abril de 2021

Universo doméstico.

Se nos va abril, mañana será 30, la chamacada bien feliz con los juguetes que les regalarán sus progenitores, gracias al confinamiento se libraron del aburrido festival de la escuela con los juegos tipo En Familia con Chabelo, los payasos que hacen guasa en doble sentido dejando de lado el humorismo blanco de los infantes con tal de sacarles la risa a los profes que se atascan de pozole y agua fresca de Jamaica. ¡Híjole, creo que es tiempo de desconectar con nuestro niño interior! Hay que rodar, dar vueltas y maromas de nueva cuenta en la vida adulta, deshacer nuestros castillos de arena, mientras a través del WhatsApp, llegan un titipuchal de profecías de las pitonisas cibernéticas, presagiando climas tan calientes que se podría cocer un huevo en la banqueta.


Espero que mayo con sus calorones, alacranes y festividades a la jefecita, a los teachers, así como el Día del trabajo sin trabajar, sea más benevolente con los colimotes, chance y hasta Tláloc se moche con unas lluviecitas, de esas que refrescan chingón que hasta ganas dan de echarse un chocolate en agua bien humeante. No hay nada tan bonito que ver llover y no mojarse, más aún, cuando por la ventana se logra observar humedecerse a las macetas de casa, ahora comprendo a mi cabecita de algodón, pues al llegar a cierta edad uno se siente más relajado con las plantas, tal cual, como nuestra realidad, bellas flores florecen, pero eventualmente se marchitan.

Frivolizando un poco, les comento que soy super fan de bañarme, sí, dejar de lado la prisa, meterte a la regadera tranquilo, sentir las gotas surfear los pliegues de la piel – ¡que los míos son un chingo! -, en la extensa geografía del cuerpo dejar pasar lo viscoso del jabón Casa Blanca con el que mi madre me acostumbró a duchar, es la pura gozadera, prueba de ello es que atrás quedaron los frijoles poéticos y los garbanzos matemáticos que tanto inspiraron a Rockdrigo González y que gracias a las pinches etiquetas negras de los alimentos mandé a la porra. Ya los dejo de aburrir con este mi universo doméstico, que sirvió de pretexto para redactar algo, mientras las musas andan de días sabáticos en mi desamueblada cabeza, mejor hagamos como los budistas, vivir una vida desapegada, con tal de sentirse dueño de nada en medio de la abundancia.

jueves, 22 de abril de 2021

El único sobreviviente.

En octubre del 1938, los estadounidenses creyeron que los marcianos invadían la Tierra, salieron de sus hogares envueltos en toallas mojadas para evadir el gas tóxico de las naves extraterrestres, así como armados hasta los dientes para combatirlos, gracias a la audacia de Orson Welles, quien demostró el gran poder e influencia que los medios de comunicación tenían, como en aquella época era la radio, al narrar a través del micrófono la novela de Herbert George Wells, La Guerra de los Mundos –y que en el 2005, un tal Steven Spielberg, echaría a perder en su versión fílmica–, de acuerdo con historiadores tal hecho se considera el primer hoax, es decir, un engaño prefabricado deliberadamente para hacerse pasar por verdad.


A varios años de distancia, en el Siglo XXI para ser exacto, en una sociedad que vive más tiempo conectada de la irrealidad y ha perdido la capacidad de asombro, de TikTok –¡sí, esa red social que tiene embelesada a Érika Buenfil! –, surge una historia escenificada mediante videos cortos de como un tal Javier, despierta en un hospital de Valencia (España), con amnesia y descubre que está solo, al abandonar el nosocomio, ve las desoladas calles, se topa con coches y motos abandonados con las llaves puestas, zoológico sin animales, iglesias, museos, central de autobuses, estaciones del metro, aeropuerto y locales comerciales abiertos pero sin gente, todo estaba como en el 2021, nada más que los dispositivos electrónicos de todos los sitios que visitaba indicaban como fecha el 13 de febrero de 2027, ¿qué pasó con los seres vivos? ¿La causa de su desaparición fue algún virus o el cambio climático?

De acuerdo con la secuencia de los videos, el hombre logra contactarse con el 2021, gracias a la web y obviamente por TikTok, descubriendo que habita en una dimensión alterna. Rescato, lo bien logrado de la historia, la producción de cada segmento en donde se ve una ciudad sin personas, ni animales, a tal grado que llegas a cuestionar, ¿cómo logra grabar cada una de las tomas? ¿Cómo se introduce a sitios prohibidos? Con esas dudas y el morbo, este usuario ha generado un titipuchal de seguidores que lo ponen a prueba con tal de descubrir “el truco”, y hasta el momento no lo han logrado, pues ha demostrado que se encuentra más solo que Dios en este globo terráqueo. Mientras otros utilizan esta red social para hacer videos de hueva, hay quienes con ingenio, talento y creatividad realizan productos dignos del hoax de aquel Orson Welles.

jueves, 15 de abril de 2021

¿Dónde jugarán los niños?

En este 2021, los adultos mayores regresan a la infancia, escondiéndose de sus familiares con tal de que no les pongan la vacuna, lloran, hacen berrinches, patalean e incluso como el eterno Chabelo, amenazan con auto asfixiarse, mientras los infantes cada vez más tienen castrada su capacidad imaginativa con el pretexto de los adultos de que maduren y vivan el presente real, que fantasear es una tontería, si a ello le agregamos que tienen más de un año sin ir a la escuela y menos tener un recreo compartido entre cuates, festejan sus cumpleaños al jodido estilo AutoMac de McDonald’s, los invitados llegan en carros con el argüende de sus cláxones, mientras el festejado parado afuera de la casa recibe los regalos -bueno, si es que los muy gorrones le llevan algo- que a veces por lo rápido ni sabe quién diablos son esos señores de sonrisa fingida; no juegan en la calle, y si los llevan al jardín es con un chingo de prohibiciones, ir a los supermercados también es tabú -ahí, si se ahorran una buena feria los progenitores-, mientras los muy cabrones adultos, ellos tienen chance de divertirse, organizan fiestas con los amigos, ven los partidos de fútbol, entre otras cosas.


Nunca les preguntamos a los chavitos si ya estaban listos para estudiar en línea o que, si sabrían que mamá, papá o el vecino serían sus profesores, alguna vez les hemos cuestionado si en estos años aciagos han sido felices, y lo peor, hoy con tanta tecnología preferimos darles el celular o la Tablet para que se “diviertan” – ¡niño, deja de chiflar con el carrito! -, nuestra supuesta madurez nos hace evadir ese mundo tan fantástico que es el juego de la infancia, en donde se fantasea, se imaginan mundos extraordinarios, es más, verlos jugar es un deleite, pues ahí uno logra constatar el carácter y la personalidad de ellos. Lamentablemente al darles un gadget coartamos su capacidad inventiva, si, esa de hacer en la arena del patio la autopista de los Hot Wheels, el pícnic de Barbie con pasteles de lodo o el Jurassic Park donde se pasean los enormes reptiles.

Es verdad, con esos juegos los chamacos evaden la realidad, y nosotros no lo hacemos cuando preferimos una pachanga, visitamos un bar con las medidas de higiene o nos hundimos en el sofá a ver alguna serie, ¡claro! Pero somos adultos y tenemos derecho, pues también los infantes los tienen a pesar de que cada vez las cigüeñas la traen sin la torta bajo el brazo.