jueves, 25 de enero de 2024

Oculto.


Las llamadas redes sociales se han convertido en sitios inhóspitos, más pobladas que cualquier urbe del mundo y, sus usuarios, en criaturas ansiosas e irritables que han visto crecer la población de manera inversamente proporcional a su autoestima. Tienen secuestrados a sus usuarios y estos desarrollaron un poderoso síndrome de Estocolmo, y ahí los vemos cual funámbulo, ofreciendo los sucesos más importantes de sus rutinarias vidas, para el cotilleo de los que nos sentimos intelectuales de izquierda colocando en nuestros muros -de la vergüenza ajena-, pitorreos filosóficos y moralistas.

A poco ustedes creen que es verdad, esa preocupación de que, al ver llover, me inquieta que la ropa de mi vecino colgada afuera se moje, ¡naaaaahh! Ni un ápice de empatía, digo, no soy esa persona con más autoridad moral que cualquiera, pero la verdad, continúo creyendo que un favor vale 5 minutos antes de hacerlo y 2 después, sigo llegando tarde a todo… pero llego al fin, ¡que viva México! Más, existen sujetos que perviven en la abulia, cuyo único interés es stalkear los perfiles de otros usuarios, con la negra intención de leer las publicaciones, observar sus fotos con tal de alimentar la insana curiosidad que tienen sobre la vida de los demás.

A veces creo que muchos fingen cierto analfabetismo al utilizar las redes sociales, y se hacen lo ignorantes sobre los riesgos que acarrea ingresar a ellas, una especie de ciudad sin Dios, donde en cualquier momento la extorsión puede ser una simple manifestación de empatía, cuyo único interés en esa persona, es básicamente transearla o en el peor de los casos, ser esa vergüenza de persona que oculta su perfil para que no sepas que eres lo más importante de su miserable vida, y que la única enseñanza que te deja es aprender todo lo que no se debe hacer, ¡“amigo” sigue dando cátedra! Transpiras odio.

jueves, 18 de enero de 2024

Money for nothing.



¿Quién maneja a quién, nosotros al dinero o el dinero a nosotros? Doña Felipa, la que vende pollo, se lo da de cambio junto con otros centavos a Josefina, por las alas y los muslitos que le compró a su patrona Inés. Antes, este mismo billete estaba en la caja de Vicente, el carnicero, que lo recibió por un cuarto de gallina – ¡no inventes, gallina en una carnicería! -, vendido a Rogelia que, al no tener cambio, se le hizo fácil tomarlo del buró de Pepé, su hijo, quien muy entusiasmado lo dejó ahí, para luego meterlo en un sobre de celofán para que se conserve, este hermoso ejemplar Serie AA, 2021, calificación 4.9 de 5, que compró por $1,000.00 con envío gratis.

Si al leer lo anterior sentiste tristeza, te lamentas de la situación, eres de los que disfrazan su pasión por la colección, aludiendo que es una buena inversión comprar o guardar ese billete cuyo anverso esboza un fragmento del dorso del monolito llamado “Teocalli de la Guerra Sagrada”, con su águila posada sobre un nopal con el Atl tlachinolli (agua que arde) bien sujetada por el pico y de fondo la majestuosa Tenochtitlán. Mientras que en su reverso se dibuja un ecosistema de ríos y lagos con la presencia del tlaolli (maíz) de Xochimilco, obviamente sin faltar la figura del Ambystoma mexicanum, esa salamandra cuya característica es que aún conserva sus rasgos larvales.

Mientras usted leyó lo anterior, el cotizado papel moneda cuya calificación en popular comercio electrónico de Latinoamérica, recibió una calificación 4.9 de 5, cae en manos del Güicho, quien lo recibió de vuelto en la lonchería de la Güera, luego de degustar un chocomilk con un huevo y su respectiva torta, y que con esos $50.00 pesitos iba a comprar a la hora de la comida un caldo de pollo con muslito y ala en la cocina económica de Doña Inés, pero que al darse cuenta del billete recibido, pues mejor se muerde la tripa y lo guarda, pueque le saque provecho ofreciéndolo en alguna de las empresas de comercio electrónico que pululan en Internet.

jueves, 11 de enero de 2024

¡Qué noche la de aquel año!



Regresamos del Maratón Guadalupe-Reyes, además, estamos estrenando año de número par, y para asombro de las nuevas generaciones, es bisiesto, por si no lo sabías esta palabra es de origen latín, que se derivó de aquel “
bis sextus dies ante calendas martii” y que por las purititas ganas de un tal Julio César – ¡no, ese que usted conoce no fue! – intercalaba en el calendario romano un día extra entre el 23 y el 24 de febrero y que en la actualidad en nuestro calendario de la beatitud -no confundir con el “calentario” de los talleres mecánicos-, se incorpora un día más al mes de febrero, que por cierto para tristeza de los enamorados el miércoles de ceniza es el 14 de febrero, o sea, si iban a sudar por el simple gusto de darle placer al cuerpo, pues la religión más grande de nuestro país se los va a prohibir.

Y en un México -como escribiera Fernando Rivera Calderón, Monocordio para la raza twittera-, cuya educación sentimental ha sido marcada desde “la vida no vale nada” al “yo no nací para amar” de José Alfredo y Juanga… chin, se me olvido otra vez, ese teacher del romanticismo, nuestro poeta maya, Armando Manzanero, que con sus tardes lluviosas ha logrado que varios dejen de acudir a terapia de pareja con su pediatra. Entonces, lo más probable que la renuncia a intercambiar fluidos por prescripción religiosa, se lo pasen por el arco del triunfo y de aquello de lo que hablaron lo hagan nada más por antojo.

En fin, ya han pasado las noches largas del 24 de diciembre y 1 de enero, en las cuales se las pasó buscando la felicidad en el fondo del vaso jaibolero, echando sus mejores berridos en el karaoke, alucinando que su voz se escuchaba igualitito que la de Luismi cantando “La Incondicional”, que por cierto, la fuente de inspiración de esta canción para su autor Juan Carlos Calderón, fue una muñeca inflable; si se me agüitó porque en la mesa había un lugar vacío, no sufra ni se achicopale, nomas acuérdese que ese ausente ahora está sentado en una mesa de mantel blanco y acompañado del mero patrón allá arriba.

Como diría mi abuela, “con el fin de las fiestas decembrinas, la partida de la Rosca de Reyes, hay que guardar un poco de ese jubilo, pues marca el inicio de una de las temporadas más complicadas de cada año nuevo: la mentada y, para algunos, aterradora Cuesta de Enero”, y ahí sí va a decir: ¡Qué noche la de aquel año!