sábado, 29 de marzo de 2014

No voy en tren, voy en camión

Contamos con un servicio de autotransporte moderno, los vulgarmente conocidos camiones urbanos, quienes desde el 2006 tienen el sistema BEA, el cual permite contar a los pasajeros cuando abordan o descienden de las unidades, a través de una especie de bitácora electrónica que utiliza sensores de movimiento que los convierte en datos estadísticos, además algunos camiones que transitan en las ciudades de Colima y Villa de Álvarez están equipados con un GPS que transmite su ubicación a una computadora desde la cual los usuarios mediante una aplicación para celular pueden saber el horario en que pasará. Es cuestión de días para que también se les incluya las lectoras de tarjetas electrónicas, mejorando así la forma de pago, en un principio para los estudiantes y a futuro a todos los usuarios, pues se podrán recargar en lugares estratégicos.

Pese a toda esta modernidad, nos quejamos de la pedantería de los choferes y de que algunos camiones parecen carcachas, más cada uno de los usuarios, ¿qué hacemos para mejorarlos? Creo que lo más común es abordarlos, ocupar un asiento – ¡si hay desocupados claro está-! Si no, pues nos hacemos a un lado, para dejar pasar a los demás; cuando nos vayamos a bajar debemos de acercarnos a la puerta mínimo a cuadra y media de anticipación, evitando con ello incomodarnos con el conductor porque no se detuvo donde deseábamos o porque a la mera hora nos percatamos que el timbre no funcionó.

Espero que con tanto avance tecnológico no nos vayan a quitar a esa especie de pasajeros que no podemos evitar del disfrute o tortura de su compañía, individuos inofensivos que forman parte del folclor de las distintas rutas que abordamos para trasladarnos de un sitio a otro, como los sordomudos que sin preguntar te echan las imágenes de santitos con oración respectiva para que se las intercambies por monedas; los promotores de centros de rehabilitación que no por el simple valor de esa paleta de caramelo solicitan de tu solidaria ayuda; los músicos callejeros con su repetumbe ensordecedor y que al final descaradamente piden su porción económica, ¡como si su ruido nos hubiera agradado!

Esos practicantes del table dance, que en los momentos de mayor demanda de la ruta se pepenan del tubo que se ubica junto a la puerta trasera, evitando que muchos puedan asirse de éste y pasen a comprobar la Ley de la Inercia al bajar, sólo falta que los ahí presentes griten ¡tubooo, tubooooo! Los asientos en color amarillo son exclusivos para personas de la tercera edad y embarazadas, no para que usted jovenzuelo se aplaste a leer tranquilamente su revista o intente aparentar que duerme con un ojo mientras el otro está alerta para saber dónde se va a bajar, sin importarle que a su alrededor existan ancianas de pie haciendo acrobacias para no caerse.

Qué decir del fulano que se encuentra a un lado del asiento, en la parte trasera o delantera con la música que reproduce su celular, ¡por favor, que alguien le regale unos audífonos! Pues esa música únicamente a él le agrada, los demás qué culpa tenemos para soportársela. No puede faltar el individuo que lleva encendida su computadora portátil o tableta, pasando su mano por la pantalla táctil dejándonos ver a las curvilíneas señoritas en paños menores exhibir sus carnes, muchas veces sin importar que al lado de éste se encuentre una señora con su hijo de seis años sentado en sus piernas, quien con ojitos precoces se le ensanchan las pupilas ante tales damiselas, es más, creo que hasta las compara con el físico de mamá.

No pueden faltar los estudiantes y sus pesadas mochilas que nunca se las quitan, dejándosela como especie de arma, propinando golpes a quien se le cruce, de igual forma provocan que el pasillo del camión sea más estrecho y luego se molestan de ser empujados por los demás pasajeros; hay quienes transforman su viaje en especie de picnic, pues se les hace fácil sacar esa exquisita torta de frijoles fritos con queso seco y el chile jalapeño, degustar la fruta picada o el tejuino, y cuando se bajan dejan un cochinero en el asiento que ocupaban.

Al fin de cuentas, quienes utilizamos el moderno y sofisticado servicio de autotransporte en el estado, debemos de estar orgullosos, pues sabemos que su servicio es de primera, ya que cuentan con sauna desde el mediodía, aromaterapia relajante de todos los que ahí contribuimos para ello y masajes tanto para damas como para caballeros, ah, y sin pagar peaje hasta nuestra mascota puede viajar con nosotros, así que no espere más súbase a la ruta del tentempié, y si va llena, recuerde que hay lugar para-dos.

miércoles, 19 de marzo de 2014

Parejas por conveniencia

Según el Diccionario de la Real Academia de Lengua Española, pareja es el conjunto de dos personas, animales o cosas que tienen entre sí alguna correlación o semejanza, esa vinculación surge de la convivencia, que con el transcurrir del tiempo algunas veces se vuelve afectiva con ciertas pinceladas de dependencia; a lo largo de mi corta vida he conocido un titipuchal de duplas famosas en diferentes ámbitos, en la comedia ahí están Viruta y Capulina, Tin Tan y su carnal Marcelo, Manolín y Shilinsky; leyendo comics descubrí a Batman y Robin, Kalimán y Solín, Mortadelo y Filemón, Tarzán y su puñal –¡ah no, creo que es Cheetah!- En Plaza Sésamo las marionetas de Beto y Enrique, entre otras que se me olvidan.

Hay cierta particularidad en esos dúos con las que encuentro semejanza con los existentes en la vida real, y es que en su mayoría uno de ellos es al que lo toman por tonto o el que les hace los mandados, el segundón que siempre hace que resalte más su contraparte a cuesta de su esfuerzo, es por eso que a través de este escrito, esperando que alguno de esos solidarios individuos se percate de cómo es utilizado mezquinamente por su supuesto “compañero” –espero lo lean y sepan que hago referencia a ellos, y si no, pues alguien que les explique su triste verdad.

Desde que yo tengo uso de razón –dicen mis detractores que de eso es de un tiempo a la fecha, he sabido de personas que se autoincapacitan o se declaran incompetentes ante algunas tareas laborales, a pesar de que sean propias a su empleo; a veces da la impresión de que se trata de algo patológico, por ejemplo, el jefe o superior le pide que lleve a cabo equis actividad, inmediatamente él busca al más débil de la cadena laboral para que se solidarice a su causa y le ayude, a veces dejando que el muy inocente lo haga todo, mientras éste se la pasa haciendo lo que un pez realiza en el agua, nada.

A partir de que estos individuos descubren a personas fáciles de manipular para su propio beneficio, los convierten en sus “amigos, cómplices o secuaces”, lo más patético es que quienes caen en las redes de estos haraganes les hacen sentir que son indispensables para la operatividad de la empresa u oficina, más la realidad es que quien se lleva todo el crédito es… ¿cómo se le podría llamar? ¡Ah, ya sé! parásito.

Mientras sean logros, éxitos o hazañas laborales el mérito es de estos flojos, pero si sus “subordinados” llegasen a fallar no haciendo bien las cosas, ¿ya se imaginarán quién es el responsable? Por supuesto que ellos para nada harán frente a la responsabilidad de asumir las consecuencias de haberles designado esa actividad que en realidad les competía, lo más seguro es que se escudarán afirmando que ese torpe de la oficina siempre anda de ofrecido y por no desairarlo o compadeciéndose del pobrecito le pidió apoyo y ya ven las consecuencias de querer hacer equipo con ineptos, o sea, aparte de que se valía de esa persona, termina forjándole una pésima reputación con tal de proteger su pellejo.

Estimado lector, si usted es de esos que siempre quiere hacer equipo con otros para ahorrar la fatiga, dedíquese a lo suyo que para eso recibe un salario individual o es que acaso lo comparte con las personas que le ayudan, ¡imagino que no! ¿Verdad? Entonces no se haga el que trabaja y póngase a chambear.

miércoles, 12 de marzo de 2014

Marzo otro poco

Ladies and gentlemen, willkommen al mes más sexy, uno de los más largos del año, al gemelo de febrero, siempre que éste no cuente con 29 días, he ahí la razón de la frase esa que asegura que marzo tiene algo de loco que su antecesor, pues los días se repiten, es más, hasta también cuenta con su respectivo puente, haciendo pasar a la ignominia de las nuevas generaciones el natalicio del Benemérito de las Américas, quedando sólo como la imagen impresa en el billete azul de veinte pesos, el nombre de alguna calle o escuela.

Por este mes hace su arribo la que muchos consideran la mejor estación del año, la bendita primavera, dicen que milagrosamente en esos desérticos parques y jardines que hay por acá, renacen las flores, tal cual si fuera la pubertad crece el pasto incluso en sitios inimaginables, para flojera y disgusto de los jardineros; el sol cobra un brillo más intenso, así que no se arriesgue y póngase su bloqueador, no vaya ser que le de cáncer en la piel y esas mejillas –¡qué dijeron, éste ya dijo cachetitos! Pues no–, en lugar de rosadas le van a quedar como trasero de mandril.

Es el tiempo en que a muchos les llega el fenómeno “como agua para chocolate”, pues algunas personas si las tocas se derriten, volviéndose una amenaza para todo lo que se mueva, es decir, llega la época jariosa, si a ello le agregamos el calor que comienza a manifestarse en el clima y que hace que nos pongamos ropas ligeras, es posible que transitando por la calle nos topemos con la flor más bella del asfalto, la cual se vuelva una pirómana de nuestros ánimos y llegue a causar pecaminosas ideas de hacerla apta para la horizontalidad; no nada más este fenómeno afecta a la raza humana, también al mundo animal, pues nuestros castos ojos se escandalizarán de ver a los impúdicos pájaros hacer sus cochinadas sobre las ramas de los árboles, al igual que Firulais intentará aparearse con la bastilla del pantalón en el momento menos esperado.

Es momento del desfile de la carne, cuando desde preescolar hasta grupos de la tercera edad realizan sus certámenes para elegir a la realeza que representará esta chulada de estación, pues los recintos educativos se transforman en escaparates donde enormes mantas con imágenes de damitas en diminutos vestidos exhiben ante las erotizadas miradas de jovenzuelos y vetustos docentes –que se niegan a aceptar su edad, esa piel que curtió el paso de la pubertad.

Para cierta fecha especial es común que mucha gente acuda con sus ropas blancas al “Teotihuacán de occidente”, es decir, a las pirámides del Chanal, dizque a cargarse de energía primaveral, imagino que Huitzilopochtli en esos momento se botará de la risa de ver tanta ridiculez; si usted quiere llenarse de energía, cualquier toma de corriente eléctrica le servirá o busque al señor de los toques que anda con su acumulador; pero si el equinoccio sucede cuando se encuentre en la oficina, abrace a su computadora y dígale cuanto la aprecia, más si no le es posible, busque al más corriente de sus compañeros y dele un apretón de manos.

Durante este mes inicia la cuenta regresiva para la Semana Santa, momento de empezar a empacar las escasas petacas que nos llevaremos a Cuyutlanejo o de perdida la sardina con galletas de soda que saborearemos en el tobogán del Parque Regional, como es tiempo de cuaresma, pues los católicos se abstienen de comer carne, mas al prójimo lo continúan masticando como siempre, ¡ah! El lado rico es que también es momento de engullir la sabrosa capirotada y las riquicuquis tortitas de camarón que mi cabecita de algodón prepara para deleite del paladar, esa es una razón por la cual este mes vale la pena vivirlo, no le aunque el último domingo del mes tengamos que modificar los relojes para aclimatarlos al móndrigo horario de verano.

sábado, 8 de marzo de 2014

Farisaicos del siglo XXI

Ya pasó la entrega del Oscar, pero creo que mejor actor o actriz no hay como esos hipócritas que pululan de forma omnipresente, sí esas personas que fingen creencias, virtudes, cualidades y sentimientos totalmente contrarios a los que en verdad tienen. Tal comportamiento nace de la estúpida necesidad por ocultar ante los demás los motivos reales o sentimientos, ¡pobres, dan lástima, pues son como un coche en marcha con el freno de mano aplicado! Se van desgastando poco a poco.

Tales actores ante nuestros ojos intentan dar una imagen a través de la cual descubramos su grandeza y enorme corazón, pues de forma ufana suelen hablar mucho de Dios o la religión que profesan, mientras atrás de esa máscara ocultan un odio atroz –híjole, esto me recuerda a Hitler, Mussolini o la Santa Inquisición. Erigen mediante las apariencias de su persona claros ejemplos de ser sensibles, pues cuando saben que alguien está enfermo o sufrió un accidente hacen lo posible por saber de su situación médica, mas lo único que buscan es satisfacer esa morbosidad que tanto abunda en ellos, pues ya que sacian su curiosidad, lo divulgan en secreto a voces entre sus conocidos, haciendo parecer un fenómeno al enfermo.

Otra cualidad histriónica de ellos es la filantropía, la cual siempre lleva oculta una intención, te ayudan de forma “desinteresada” en lo que está bajo sus posibilidades, pero ya saben que a cambio, a quien apoyó estará comprometido con él ante cualquier situación que se le ofrezca, o sea, ya tiene un esbirro para llevar a cabo cualquiera mala intención. Bajo ese mismo oscuro propósito, también denotan ser altruistas; estas dos supuestas cualidades son a veces sus máximas, pues intentan dar el ejemplo ante los demás y lo que es peor pretenden o exigen a quienes lo rodean que actúen de forma semejante, intentando así que se ensalce su actuar.

Hace varios siglos un hombre de alma libre y fuerte de fe, los llamó sepulcros blanqueados, que por fuera lucen bien y por dentro están llenos de podredumbre, pues ser hipócrita es sinónimo de embuste y cierta pantalla de reputación, es un lobo envuelto en piel de borrego que intenta agradar a los demás; me pregunto, ¿quién es la madre de esos individuos que les educó de esa manera? Encuentro como respuesta, que sujetos así, no tienen madre.

Durante mi corta vida he conocido a varios, cuando los descubro, lo único que hago es poner un infranqueable muro entre ellos y yo, pues la verdad me repugna que existan con ese mezquino criterio, y si por alguna razón no es posible apartarme de ellos, recurro a la diplomacia, pues no me da miedo el enemigo que sé me atacará alguna vez, sino el falso amigo que me abrazará para demostrarme su afecto o preguntará si todo está bien, a sabiendas que mi vida le importa un comino.

Si a ellos se les entregará una estatuilla dorada, tengo la plena seguridad de que muchos estarían disputándosela, ¿a poco no tiene usted a sus nominados? Sólo falta que diga quién es el ganador, yo… pues… la verdad, tengo un titipuchal.