jueves, 25 de abril de 2024

Sin brújula.


¿Por qué nos fascina el engaño más que la verdad? ¡Corremos tras él o alegamos a nuestro favor ignorancia! Personas que a diario van a los casinos a gastarse en los juegos de apuesta 500 pesos -sí, ya sé que tú vas nada más a divertirte, a exprimir el estrés y la cartera también,
 wee-, el equivalente a cierto número de cervezas para el alcohólico, algunos gramos de cocaína para el adicto, los alimentos de una familia de un día, pero mientras para quien se divierte derrochándolos, son una nimiedad.

El que se gasta tres cuartos de su salario en que le echen las cartas con tal de saber su vida por otra persona o al que le practican limpias para triunfar en el trabajo, la persona que con tal de detener a su pareja va a que le realicen un “amarre”, quienes compran costosos amuletos con el fin de que los protejan del mal de ojo – ¿se acuerdan de Óptima, la súper pulsera, hasta El Santo la anunciaba? -, individuos que no salen a la calle sin antes leer su horóscopo, ¡no manches! Ustedes creen que algún habitante de cierto país que sufre crisis hambruna le interesa saber que hoy a Virgo los astros le deparan un día excelente.

Quienes se gastan una feria en hacerse una cirugía de nariz, dizque por tenerla de bruja de Blancanieves y terminan teniéndola como Lord Voldemort, los que no están de acuerdo con sus kilos de más y en lugar de ponerse a dieta o realizar ejercicio se compran carísimas fajas de yeso con las que vuelven a ser normales, es decir, pura pinche desorientación, señal de que estamos perdiendo la brújula cuando compramos guías que satisfacen nuestras jodidas inseguridades.

jueves, 18 de abril de 2024

Peatonitis.


Colima, con sus eslabones de semáforos, que supuestamente indican a la fauna de la selva de asfalto cuándo se puede cruzar una calle o avenida, y cuándo se detienen esas bestias de láminas y fierros que por ahí pululan a toda velocidad – ¡
éjele, ni es cierto que respetan los limites indicados! -, por cierto, ni te creas que con la luz amarilla le van a bajar, pues para ellos significa, ¡apúrate nango, que se va a poner en rojo! Recuerda que, si eres de los de a pie o vas en bicicleta y pretendes conservarte en una sola pieza, tomar tus precauciones, ahora que ya ni agentes de vialidad tenemos, lo más seguro es que si no lo haces te convertirás en un tope reductor de velocidad más.

El peatón cuenta con esa trinchera libre de coches que se llama banqueta, acá las encuentras desde unas muy parejitas, otras sinuosas por las raíces, unas con caries o de plano sin recubrimiento de cemento, pero con zacatito pa’l conejo, en donde puedes caminar tranquilamente, bueno, siempre y cuando no la invada una gandalla bicicleta que, al no contar con ciclovía, la convierte en ella para su seguridad. Por cierto, peatones no imiten esa absurda costumbre de otros en aventarse al llegar a la acera, aunque el semáforo siga en verde, mención especial a quienes caminan por la calle Madero.

Otra recomendación es evitar cruzarte la calle mientras vas en la lela con el celular consultando las redes sociales o en plena guáguara telefonómana, y también, si eres de esos que les encanta traer en las orejas los cordones umbilicales llamados audífonos, al menos quítate uno para que oigas los cláxones o la ñora del coche rojo sangre de pichón, refrescarte la memoria de tú santa jefecita. ¡Por piedad! Quítate esa costumbrita de cruzar entre coches o hacerle al deporte extremo atravesando a mitad de la calle, weee, para eso están los pasos de cebra o cruces, sí, esas rallas pintadas en el chapopote que supuestamente sirven para indicarles a los carros, motos y bicicletas que únicamente por allí los peatones se cruzarán, y que no es para que ellos hagan su alto sobre de ellas, pues terminarán arriba de algún transeúnte.

Si eres de los que a diario se echa su bocanada de esmog de la ruta 10, te pone de nervios la laringitis de los escapes o la sinusitis de las motos, no se te hace divertido torear coches, te da tortícolis de tanto fijarte hacia ambos lados antes de cruzar una calle, te acabas las suelas como consuelo de andar con peatonitis, y no quieres pagar media quincena en taxis, entonces, respeta las señales de vialidad si quieres ser respetados por la vialidad, pero por favor, nunca te bajes de la banqueta a media realidad.

jueves, 11 de abril de 2024

¿Oiga, doctor? ¡Devuélvame mi fracaso!

 


Siendo honesto la primera vez que escuche las palabras Spin Doctors, fue gracias a la canción “Two Princes”, que duró 4 semanas consecutivas en el primerísimo lugar de aquel agosto de 1991 en el American Top 40, que la verdad fue la única rolita que me gustó de todo el álbum llamado: Pocket Full Of Kryptonite, perteneciente al grupo de música alternativa -género tan de moda en la década de los noventas-, Spin Doctors.

Tiempo después supe que la expresión Spin Doctor hace alusión a una especie de sujetos que asesoran y se consideran expertos en comunicación política, quienes aconsejan a los políticos para que no la rieguen o si la riegan, les dicen cómo hacerle para juntarla bien y que casi no se note. Este término tiene su origen en el país de nuestros vecinos del norte, refiriéndose a ese spin que en el béisbol se hace para destantear al cácher o receptor y, este ni sepa dónde quedo la pelota. En 1984, el 20 de octubre, después del debate entre Reagan y Mondale, el New York Times, utiliza las palabras Spin Doctor, como referencia a los asesores que recibieron sus honorarios en la organización de ese citado enfrentamiento ideológico de los candidatos a un proceso de elección.

Y así, en nuestro México lindo y que Rigo… hemos visto cómo decisiones por emprender un proceso de modernización económica sin abrir el sistema político, redituaron una crisis de fines de sexenio, presidentes que reciben una economía parchada como las ruedas de mi bicicleta tísica y viuda, que a las primeras rodadas se poncha, discursos que nos vendieron de unas manos limpias, y que con el pánico de perder credibilidad pasaron a ser manos de pugilista, entre muchas más y las que se acumulen.

Gracias a la magia de estos politólogos, muy fácilmente se nos olvidan las regadas de nuestra clase política, quienes posiblemente alguna vez en sus ratos de ocio se atrevieron a cantar “Two Princes”, mientras contaban los billetes, pero como dijo el primero de los Spin Doctor que narra la historia, Quinto Tulio Cicerón (64 a. C.): “Por mucha fuerza que tengan por sí mismas las cualidades naturales de un hombre, creo que, en un asunto de tan pocos meses, las apariencias pueden superar incluso esas cualidades”, será por eso que los debates de acá, terminan anulando mi criterio o de plano la frivolización de la política que es evidente, se ha convertido en la politización de lo frívolo.