jueves, 25 de febrero de 2021

El bien y el mal.

“Eva nada te pasa si pruebas del fruto del árbol del bien y del mal”, dijo la serpiente, ella lo probó y se dio cuenta de la sabiduría que había obtenido, inmediatamente se lo ofreció a Adán, entonces El Creador, decepcionado de ellos y temiendo que ambos comieran del árbol de la vida y se convirtieran en eternos, los expulsó del Paraíso bajo el castigo de la muerte. “¿Acaso soy yo el custodio de mi hermano?” respondió el primogénito Caín, cuando Dios le preguntó por el paradero de Abel, al cerciorarse de que mentía, pues sabía que este lo había matado debido a un arranque de celos y envidia. Como castigo de tal acción, lo condenó a vagar por la tierra. “Soy malo porque soy desgraciado”, le balbuceo la criatura a Víctor Frankenstein, y cómo no iba a estarlo un individuo creado a partir de retazos humanos a quien lo atormentaba la soledad y se autodenomina malo porque nunca había sido respetado, así como también se le ha pretendido cazar como a una bestia por el simple hecho de ser diferente a los demás, ¿quiénes son entonces los monstruos, él o sus hostigadores?


La maldad existe entonces, para que el bien tenga un valor supremo, como lo hemos aprendido a través de las infinitas historias que leímos, que nos las platicaron los abuelitos o las habremos escuchado por ahí. Así como valoramos la importancia de fomentar la bondad, también sabemos cómo hacer daño, y, a veces como que disfrutamos haciéndolo, para después justificarnos con la típica frase de El Chavo del Ocho: “¿Lo hice sin querer queriendo…?” créemelo nadie se va a aprovechar de tu nobleza como le sucedía al Chapulín Colorado, es simplemente que te arrepentirás de lo que hiciste mal, tendrás un sentimiento de súper culpabilidad con remordimiento de conciencia, sí, esa que te formaron con las moralejas de las historias que te contaron o escuchaste por ahí, bueno, siempre y cuando pertenezcas a los de mi generación.

De esa generación que con The Beatles uno aprendió, además, de sus canciones, que estar forrado de billetes lleva a evadirse de la realidad, si, en mi época existía el concepto de realidad virtual, pues equivalía a tener un titipuchal de feria, y no saber cuánto costaba un pound cake -panqué, para la raza de acá-. Mientras a uno como clasemediero, siempre debíamos de tener los pies sobre la tierra y valorar ese domingo que tus jefes con miles de sacrificios te daban, que cuando mucho te alcanzaba para la entrada al cine, pero sin palomitas ni chesco, o sea, como Peter Pan, te imaginabas que las comías por el simple olor que percibías en la sala.

Así como aquel viejo fantasma del caserón inglés de Canterville, que ya ni asusta en este mundo moderno, donde los quitamanchas de cloro limpian sus lamparones de sangre en las cortinas, además de que le fueron engrasadas sus cadenas y las bisagras de las puertas para evitar los molestos rechinidos, y que pasó de ser una pesadilla para la gente a que las personas fueran su propia pesadilla, en la actualidad he llegado a pensar qué es el bien y el mal para las actuales generaciones, ¡si tú lo sabes, no dudes en explicármelo!

jueves, 18 de febrero de 2021

¡Tengo ganas de estar bien!

A veces me preguntó si hubo gente que el 31 de diciembre del 2020 se planteó propósitos de año nuevo, los que han sido lectores de esto a lo que yo llamo artículos, saben de sobra que a mí ni me laten esos asuntos de fijarte metas que a las primeras de cambio se te olvidan o las mandas a la tiznada, por hueva, desmotivación o simplemente ya ni te importan. Y es que desde el arranque del 2021 no sabíamos ni que pex debido a la pinche incertidumbre, eso sí, por mi desamueblado cerebro ha habitado la idea -así como alucine de cigarro que causa risa- de qué haré cuando ya no exista el virus, digo, sí ni vacunados vamos a dejar de lado los hábitos de higiene y el cubrebocas, cómo será cuando ya no haya indicios del bicho, ¿extrañaremos nuestras casas con las series de Netflix y Disney plus? ¿Seguiremos horrorizándonos con el primer estornudo o ataque de tos que oigamos en la calle? ¿Dejaremos de ver al prójimo como una amenaza publica?


En algunos de esos sueños guajiros, me veo saboreando un tejuino bien sudado de lo helado, con un chingo de limón, sentado en la banca del Jardín de San Pancho o un yogurt de piña con apio y sus galletas Moña de los que venden en La Casa del Yogurt, sin miedo a que se te acerque alguien o se siente en la banca de enfrente, ¡qué chido! Sin ñáñaras ni distancia de por medio, la neta, bien rifado sería eso. Salir a la calle, con un titipuchal de ganas de estar bien, sentarte en alguna jardinera de la plaza o en la circunferencia de la fuente a sentir la brisa del agua que salpica al lado de mi pareja, volver a tomarle de la mano y robarle un beso en plena vía pública sin el estupor de recibir la excomunión social.

Así como lo dice el pibe de Alejandro Lerner, “tengo ganas de viajar en primera al corazón”, de que encuentres un lugar en estas letras, pero, sobre todo, quiero verlos sonreír de nuevo, sin el cubrebocas que oculta nuestras expresiones, y si eres de los que se propuso nuevas metas para este año, no las tires, sácalas del bote de la basura del olvido y desarruga los papelitos, vuélvelas a leer, pues aún te queda tiempo para ir tachando las que ya cumpliste sin darte cuenta, además de prepárate para las que aun te faltan.

jueves, 11 de febrero de 2021

Odio, luego existo.

Bien se puede estar acabando el mundo y ni eso nos hace cambiar, ya lo dijo Fobia en su canción Hipnotízame, “puedo cambiar mi vida, más no puedo cambiarme a mí”, y es que ya tuvimos una primera cuarentena, muchos con optimismo se atrevieron a asegurar que después de ello íbamos a ser mejor, una mejor especie, pero no fue así, continuamos fanfarroneando, hablando mal del que no está, lambisconeando, seguimos siendo hipócritas, haciendo transas, compitiendo con ventaja y poniendo por delante nuestros intereses particulares en lugar de conseguir la igualdad. Hemos vivido momentos donde nuestras emociones estaban a flor de piel, y creo que en más de una ocasión nos arrepentimos, pero fue momentáneo, es comprensible, pues hemos estado bajo presión en los últimos diez meses, estamos tensos, con niveles altos de un odio que se integró a nuestra rutina como algo normal a consecuencia de nuestro enfado por el confinamiento y el no saber si algún día volverá la añorada normalidad.

Todo lo anterior hace bajar un peldaño nuestro optimismo cuando teníamos la expectativa de que iríamos hacia un mundo mejor, que esto nos iba a cambiar de manera positiva, que nuestra convivencia humana se estrecharía, así como aquel sueño pacheco de los jipis en los setenta, y a medida que transcurren los días te das cuenta de que ese odio que siempre lees en las redes sociales, ahora ya lo aplican en la vida real. Se supone que estamos en tiempos de paz, pero el nivel de acoso en cualquier red social es exagerado. Deprime darte cuenta de que para seguir siendo sociable tienes que definirte por un bando, es decir, o estas a favor o en contra de quien piense distinto a uno, incluso, esto que ahorita has leído puedes que estés de acuerdo o no, pero es tu punto de vista, para qué tiznado quieres convencerme de pensar igual que tú o de situarme en un bando o en otro con la misma opinión que estoy externando. Es más honorable ese individuo que respeta tu forma de expresarte sin el ánimo de imponer sus ideales o de encasillarte en un bando.


Es lamentable encontrarte con personas que se irritan de lo que sea, explotan de odio ante cualquier situación, incluso a veces tengo la impresión de que se suman a arremeter contra alguien en las redes sociales a manera de diversión o como un entretenimiento más para pasar el rato, creo que se divierten chingando a alguien de forma anónima, o sea, como quien tira la piedra y esconde la mano, pero saben que, no hay como vivir nuestra vida real, respetando las ideas de otros, en estos momentos alguno en su cabecita estará pensando, no marches pinche Marcial se está poniendo bien mojigato, antes eras más valemadrista, a lo que responderé con otro fragmento de la citada canción de Fobia: “ y puedo ser sincero sin dejar de mentir”.

jueves, 4 de febrero de 2021

Februas.


Cerramos con broche de oro este dos de febrero con el tamal, sí, ese mundo fantástico de estilos y sabores, ¡no manches! La tina humeante del pregonero que recorre las pavimentadas calles de mi entrañable colonia Magisterial, con su berrido de “Taaaaamalisssss”. Hay de tocho siñor, blancos con chilito de molcajete, de ceniza con cafecito, de rajas, pollo, picadillo y carne o el rarito de fresa para los nice, sin faltar el creativo de sushi, jajajajajaja, no se crean, esa aberración culinaria me la saqué de la manga, como el tamal de enchilada dulce, ¡weeeeee, este no estaría nada mal probar! Pero la neta ellos como los Superamigos que se juntaban en el Salón de la Justicia, este Día de la Candelaria se dieron cita en el imaginativo paladar de los colimenses, que, de seguro como yo, pasaron de ser talla 38 a cuarenta y oso, ahora sí, no me escapo de la regañada de mi cardiólogo.

Se acabó el Guadalupe-Reyes asincrónico, pues hubo quienes sin importar si era el día feriado o no, festejaban a través de Meet o Zoom cualquier cosa, ya nos conocen que para las pachangas acá nos pintamos solos, pero no se me agüiten, nos falta el 14 de febrero, en donde no creo que habrá amor a distancia, si por algo José Manuel Zamacona, líder de Los Yonic’s, recomienda que “aunque me digan que amor de lejos es de perder”, sigamos amando, y pos en el amor, ni creemos que existe el actual virus de la duda, es más, sí ni cuando llevábamos una vida normal, llegamos a pensar en nuestros momentos más instintivos y salvajes si existía el virus que navega en el amor, ¡pinche Nacho Cano, qué poesía! Y se atiborraban los hoteles de paso con tal de sudar por el simple hecho de darle gusto al cuerpo bajo el pretexto del amor. Ahora que regresamos al confinamiento, lo más seguro es que nos multiplicaremos como conejos en primavera.

En este mes inicia la cuaresma, con su miércoles de ceniza, el pozole de camarón y las sabrosísimas tortitas con nopalitos, además, vayámonos preparando para el aluvión de las campañas políticas que se avecinan, donde nos repartirán gel antibacterial, cubrebocas y caretas con los pintorescos colores de los logotipos de cada partido político, so pena de chutarnos discursos de candidatos que serán como las películas para adulto –se acuerdan las del cine Reforma-, o bien finos y logrados como el erotismo o hardcore como la pornografía, en fin, bienvenido seas Febrero con o sin tamales.