jueves, 28 de febrero de 2019

Zapote macho

Los hijos que no tuvimos, se esconden en las cloacas”, dice el cantautor Luis Eduardo Aute en su canción “Al Alba”, fragmento que viene a mi pensamiento cada vez que las señoras del barrio con cierto acento recriminatorio evidencian por qué con 50 años aún no he procreado, diciéndome: “No estás aprovechando tu tiempo”, “no has sabido lo que es la vida”, o sea, como si vivir consistiera exclusivamente en tener hijos y completar el padrón electoral del 2037; la otra cara de la moneda sería si como conejo hubiese procreado cinco chamacos -¡wee, no manches ya es un equipo de baloncesto! Además, si tienes cinco, lo más probable es que los dos últimos ni siquiera los conozcas-, de seguro saldrían con sus consejos: “Oye, no se te hace que ya le cierres” o “te recomiendo utilices este método anticonceptivo”.

Creo que ha llegado el momento de que se descubra el lado oscuro de la paternidad, y no quiero que después de que lo lean decidan no tener bebés y se extinga nuestra especie. Muchos van a decir, ¡este idiota cómo se pone a escribir sobre paternidad si nunca ha engendrado! Es cierto, pero en la adolescencia ayudé a mi jefecita con el cuidado de mis sobrinos desde meses de nacidos, es decir, he tenido más contacto con ellos que sus propios padres, es más, sino me creen lo que uno aprende sobre puericultura, pregúntenle a las asistentes de la guardería donde llevan a sus retoños, ellas sí los conocen mejor que ustedes.

Por ejemplo, si vives por una zona atascada de tránsito, obviamente que le refrescarás la memoria de su santa madre a todos esos cláxones, al igual que a los coches que perifonean desde la venta de sandía fresca hasta pomadas milagrosas, pues lo más seguro es que despertarán al bebé y tanto pinche rato que invertiste en dormirlo. Luego, uno sabe si llora porque tiene hambre, caca, pis o simplemente por llamar tu atención, hay que aprender a descubrir los tipos de llantos e interpretarlos, eso es chingón, si en el inglés fuiste un asno, en esta nueva lengua adicional al castellano debes de ser un genio.

El tema de los residuos de alimento que el organismo elimina como producto final de la digestión, la verdad es muy lamentable, uno llega a creer que desechan su propio tamaño, incluso a veces da la impresión que el cuerpo de un pequeñuelo genera más desechos de lo que le entra por la boca. Cuando solo toma leche, no hay tanto problema con el olor, lo malo es cuando llega la papilla, ahí sí su aroma es tan insoportable como la de cualquier adulto. Objetivamente los niños son preciosos, pero lo que desechan es insoportable. Gracias a esas experiencias, como dijo la más anciana de mis vecinas, prefiero seguir de zapote macho*.

*En mi tierra, así le dicen al árbol de la papaya o lechosa masculina debido a que no da frutos, razón por la cual lo comparan con el soltero maduro que nunca ha tenido hijos.

jueves, 21 de febrero de 2019

Like a Rolling Stone

Con el trascurrir de los años la edad conjugada con salud se vuelve una obsesión, hay quienes intentan ocultar las canas con divertidos colores, ¡no manches! Pelo negro azabache y barba entrecana. ¡Así o más ridículo! Otros se gastan un buen en cirugías estéticas, inyecciones de Botox, es más, hasta liposucciones, pero el estuche por dentro continua desgastándose, y más si fuiste como quien firma lo que escribe, que durante la niñez y adolescencia se empacó una buena dotación de Ricolino y Marinela; luego de cualquier dolor muscular ya estoy solicitando cita al médico debido a lo hipocondriaco que soy, ¡maldito trastorno de personalidad paranoica, que me hace creer que la salud es muy peligrosa para la salud misma!

Ahora imaginen a un viejo inmaduro como yo, con lentes de microscopio, que de sexo en la actualidad lo único que sabe es que es la condición orgánica que distingue a los machos de las hembras, y de copular… pues les aseguro que soy mejor charlando. Lo bueno es que con los años he aprendido que el ego es un berrinche existencial, si a ello le agrego lo terco de querer imponer mis ideas, cual ateo que quiere que se afilien a su secta de no creyentes; he aprendido que cuanto más dinero ganamos, la pinche avaricia nos gana a nosotros.

Cada año que pasa me vuelvo tan intolerante, que hasta la leche me rechaza, es que ya no puedo disfrutar del néctar de ese mamífero artiodáctilo sin que a los tres minutos ocupe el baño; la comida que hace trasparente las servilletas de papel ya causa indigestión, ¡bendito antiácido en polvo efervescente! Antes tenía un cabello que se gobernaba con gorra o casco, hoy ya no tengo de que preocuparme, pues de los dos dedos de frente de mi mocedad, ahora hasta la mano completa tengo.

Dicen que sus satánicas majestades -iba a escribir el nombre, pero ustedes ya saben quiénes son-, gracias al supuesto pacto con el chamuco se mantienen vigentes, dizque nunca han recurrido a ningún cirujano plástico, además, de sus rivales Los Beatles, ya nada más quedan dos y están bien rucos, pero ellos -los Rolling-, a pesar de estar como pasitas brincan, bailan en los conciertos y ni se atascan de mariguanol para calmar reumas, entonces, para que no nos suceda como expresa en su canción el viejo Bob, que después de las glorias vividas uno es como una piedra rodante, hay que aceptar nuestras limitaciones y dejarnos de payasadas.

jueves, 14 de febrero de 2019

Hoy puede ser un gran día

De acuerdo con el cantautor español Joan Manuel Serrat, cada mañana deberíamos despertar emocionados de realizar todas las actividades que ese día factura, lo que significa que antes de que llegue a su fin, cada persona tenga un titipuchal de responsabilidades que cumplir. Pero lo principal de esas actividades es elegir qué clase de día queremos tener.

Sí, tal vez hoy me queje porque amaneció lluvioso, o bien le puedo agradecer al Creador* el favor de que nos está regando las plantas gratis. Hoy lo desnutrido de mi cartera produce cierta nostalgia melancólica por la quincena, pero encuentro aprendizajes debido a que tal situación me obliga a planear mejor mis compras utilizando estrategias igual de inteligentes como cuando las amas de casa van al tianguis.

Hoy, lo más seguro es que renegaré de mis achaques, pero sin olvidar agradecer que ello me hace sentir vivo, y reconocer el favor del Todopoderoso* de que mi corazón late un día más; la flojera de madrugar cada mañana para ir a la chamba generara cierta incomodidad, pero el privilegio de contar con un empleo que da sustento a mi familia me motiva a hipotecar la pereza. Lo más probable es que conviva con individuos detestables, pero que son parte de esa diversidad social que me enseña el valor de la tolerancia y la humildad.

En fin, Serrat tiene mucha razón, pues cada día es único e irrepetible, es diferente y de cada uno de nosotros, de nadie más, lo que significa que está en cada quien transformarlo en un gran día, recuerden que la vida es una fiesta a la que llegamos cuando ya empezó y nos vamos antes de que termine.

*Lector ateo cambie esta palabra por la de madre naturaleza.

viernes, 8 de febrero de 2019

Eunucos

Dicen que detrás de alguna autoridad existen otros cuya imagen inocente e insignificante a la vez, ¡sí, de esos que no matan ni una mosca! Pero que ejercen su espectro de influencia a tal grado de manipular a quien cree tener el poder, ¡puaf! ¡puaj! Hum… eso me recuerda la fuerte manipulación que sobre el Emperador tenían los eunucos en la China antigua.

Ya es sabido por ustedes, el amo y señor era el Emperador, quien además de su abundante riqueza económica contaba con varias mujeres que constituían el harem. Como él requería que en ese lugar alguien cuidara de ellas para evitar herederos falsos, se valía de hombres castrados, quienes gracias a ello, eran los únicos que conocían las intimidades del soberano por la cercanía que tenían cuando su majestad realizaba sus hazañas sexuales con cualquiera de ellas.

Los eunucos se enteraban de todo lo que el Emperador realizaba, además de saber interpretar sus estados de ánimo y sabían cuándo era el momento de pedir cierto favor o cuándo hacerle sugerencias de cómo gobernar “mejor”; entonces, quienes en realidad llegaban a mandar o decidir el futuro del país, eran esas personas castradas, cuyas aspiraciones al poder se veían realizadas debido al manipuleo.

En la actualidad existen muchos eunucos que siempre han deseado ser el mandamás, el jefe o el chipocludo de la chamba, pero que por una casualidad hermosa del destino nunca se les ha hecho, más cuando encuentran a sus emperadores, sacan sus frustraciones y hacen ver a quien está al frente como un vil tirano. Estimado lector, si ocupas algún puesto elevado entre la jerarquía laboral, ¡mira de quién te rodeas! No vaya a ser que termines siendo el ojete del cuento y ese que te aconseja continuará haciendo de las suyas en la sombra del anonimato mientras los demás te refrescan la memoria de tu santa jefecita.