miércoles, 25 de noviembre de 2009

Cuarenta años y doce meses

“¿Y qué dirán de mí? (Dirán que eres gay)
Lo tendré que asumir (No te apures rey)
Me aceptarán tal cual (Verás como si)”. Mecano.

He parado la continuidad de las “Crónicas Aborrecentes”, por un detalle que me tiene preocupado, más bien intrigado, pues no sé como vaya a reaccionar mi organismo con los supuestos cambios que se avecinan. No sé cómo empezar, pero la verdad me encuentro un poco nervioso, pues resulta que mañana jueves 26 de noviembre, llego a una edad que a muchos de nuestro género no nos agrada decir, cumplo 41 años; y como es sabido por todos, precisamente esa ya no es la edad de las ilusiones, es más, tal edad es tan fatídica por la ensarta de prejuicios, que uno simplemente la intenta olvidar, y no me refiero a los achaques que trae consigo el envejecer.

A que voy con todo esto, pues resulta que según un mito urbano, cuando el hombre llega a cumplir 41 años, puede cambiar su preferencia sexual. ¿Así de fácil? Bueno, existe una acción que justifica tal reacción; precisamente a esa edad es recomendable que todos los de nuestro sexo nos hagamos un estudio médico para detectar la existencia de un cáncer de próstata, enfermedad que según estadísticas en nuestro país, representa el segundo lugar de padecimientos en los hombres mayores de cuarenta años; otra característica del cáncer es su silencio, es decir, no presenta síntomas, en pocas palabras podemos padecerlo y nosotros ni en cuenta.

Su detección se lleva a cabo de dos formas, una por prueba en la sangre del antígeno prostático específico, y otra por exploración física de la glándula prostática, lo que equivale a que el galeno toque el recto, siendo precisamente tal acción en donde uno puede correr el riesgo de experimentar sensaciones agradables, y gracias a ello, pues querer repetir varias veces tal proceder, lo que significa que a partir de ahí, tu organismo puede funcionar como una estación de radio, o sea, tener dos frecuencias a la vez o en el peor de los casos, dejar de funcionar en AM y pasar a formar parte de la FM.

¿Desde cuándo es tan cabalístico tal número? Dice el vox pópuli que a principios del siglo veinte –se desconoce la fecha exacta-, siendo Presidente de nuestro país Don Porfirio Díaz, que en una redada a cierto prostíbulo de homosexuales, sorprendieron al yerno de éste, y en el reporte policial se indicaba que habían detenido a cuarenta y dos “jotos”, enumerándose los nombres de todos los implicados. Avergonzado Don Porfirio, después de leerlo, exclamó “cuarenta y uno, sólo son cuarenta y uno”; descartando así a su sacrosanto yerno, las autoridades no tuvieron más remedio que borrar el nombre del involucrado en la lista.

Basados en ese mismo relato, otros cronistas aseguran que la casa donde fue encontrado el esposo de la hija del Presidente Díaz, disfrutando de caricias homosexuales, era la marcada con el número 41 de una de las calles muy conocidas en la ciudad de México, y que en su interior además del citado sujeto se encontraban grandes personalidades del gabinete presidencial, descubriéndose las preferencias sexuales de todos, lo cual dio como resultado para el gobierno de esa época deshonra, humillación y motivo de burla en todos los estratos sociales.

Con el paso del tiempo tal suceso se asoció con lo del examen de cáncer prostático, circunscribiendo los hechos al número 41 y con ello vinculándose a la edad; por tales razones cuando un hombre llega a cumplir esos años, puede ser tachado de que se le voltea la mano, se le hace agua la canoa, se cambia a otro bando o como vulgarmente se dice se hace jotita.

Aquí sí que no estoy de acuerdo, ya que tales palabras lo único que encierran es una patética homofobia; para toda la bola de ultraderechas, retrógradas y gente que se escandaliza con la homosexualidad, desde mi particular punto de vista, ser homosexual es una actitud en la alcoba o ser zurdo en el amor, y puto es una actitud ante la vida, y claro que tenemos infinidad de políticos, servidores públicos y jefes de estado putitos, ¡pero bueno, eso es otra historia!

Respecto a mi persona, reconozco que me gusta la música de Abba, me ha agradado una que otra película basada en un musical de Broadway, son atractivas las camisas color pastel e incluso las he usado, escucho a Camilo Sesto, Raphael y Miguel Bosé; pero todavía no me agradan los de mi mismo sexo, espero así continuar el resto de la vida, y que para el próximo año me sigan gustando las mujeres o mejor dicho a partir de mañana continúe con los mismos gustos, y si me voy a hacer el examen de próstata, tengan la plena seguridad que será sanguíneo.

jueves, 19 de noviembre de 2009

Crónicas Aborrecentes (Parte III)

Los días más felices de nuestras vidas.

Siendo la una con treinta minutos, el golpear de una piedra contra el cristal de la ventana del cuarto de Crisóstomo que daba a la calle lo despierta, raudo se pone de pie sobre el colchón y se asoma, al hacerlo se escucha un chiflido seguido del grito, ¡ya levante pinche huevón¡ era Chabotas con su cara de tarado orgulloso.

¡Hey! no hagas escándalo cabrón, vas a despertar al barrio completo. – Replica el atolondrado Cris. Esa noche para ahorrar tiempo se acostó vestido con todo y tenis, rápido va al cuarto de sus padres para cerciorarse que no hayan despertado con semejante berrido, se enternece al mirarlos profundamente dormidos y abrazados, viéndolos se persigna al mismo tiempo que suspira, y de puntillas abandona la casa, no sin antes pasar al cuarto de su hermano menor y sustraer dos resorteras.

El frío del exterior, le pone la piel de gallina, Chabotas se pasa al centro de la cabina quedándole la palanca de cambios en medio de las piernas, con lo que comienza a bromear como si ésta fuera su miembro viril, el Pinzas lo reprende e intrigado pregunta – ¿Para qué traes esa resortera?– Ya lo sabrás, carnalito, todo a su tiempo, luego te platico.

Las reglas del viaje en general consistían en prohibir fumar, tirarse flatulencias sin avisar, escupir, vomitar y eructar dentro de la cabina; para Chabotas de forma exclusiva fue no llevar ninguna sustancia o hierba enervante, así como bebidas embriagantes; mientras que para Cris lo único que se le pidió que no se fuera a quitar los tenis y se pusiera doble ración de desodorante en las axilas, pues como ustedes saben en la adolescencias debido a los cambios hormonales a algunos les huelen los pies y transpiran fuertecito, es decir, les chilla la rata.

Chabotas en su mochila llevaba varios casetes del Tri, grupo que le fascinaba y sacando uno dijo: “ponte éste en el estéreo brother, ¡esta chingón!” Salvador mirando a Cris respondió, híjole mano, creo que ayer a Don Ramiro se le atascó una cinta y lo averió, seguido de un tic nervioso que era común cuando mentía, secundándolo Cris, lástima carnal, nos vamos sin ton ni son. Estrategia bien aplicada, pues la banda de Alex Lora, si la tragaban, más no la masticaban, y tener que chutarse dos horas y media de ellos iba a ser un martirio.

Durante la primera hora de viaje los temas que discutieron fueron, si los discos de “The Dark Side of the Moon” y “The Wall” eran catalogados como conceptuales, si la película de Alan Parker basada en éste último álbum echó a perder el sentido onírico de la obra, y que la banda sin su vocalista original no era lo mismo. Recordaron a sus profesores tiranos como el ya jubilado Don Macedonio de matemáticas que se la pasaba mirando con lujuria a las chavas de buen físico además de obligarlas a pasar al pizarrón para resolver problemas y humillarlas sin remordimiento, llegando a la conclusión que lo admiraban porque él si tenía los huevos bien puestos, y no ahora que casi todos sus docentes son un puñado de maricones, que los tratan bien y hasta intentan ser una absurda imitación de sus padres, fáciles de manipular y chantajear.

Al percibir un extraño olor, enseguida empezaron a echarse la culpa entre ellos, pensando que se trataba de una flatulencia, minutos más adelante cuando decodificaron el aroma, llegaron a la conclusión de que era una mofeta arrollada, entonces el Pinzas comentó pobres animales tan pendejos, en lugar de huir cuando ven aproximarse el coche se paran, a lo que replicó Chabotas –imagina si tuvieran inteligencia los zorrillos, serían superiores a nosotros, es más cualquier animal si pensara llegaría a superarnos por mucho, pues tienen más responsabilidad ética que los que nos llamamos homo sapiens.

Justo al pasar por un puente los faros de la Ranfla iluminaron el anuncio de un conocido centro turístico campestre, inmediatamente Cris, exclamó – ¡Cállense babosos! Guardemos un minuto de silencio en la memoria del Gato. Gato, era el apodo de Maurizio, mote que debido a la onomatopeya de “Mau” cómo la decía su madre, y que graciosamente se asemejaba al maullido del felino lo había hecho acreedor de tan distinguido sobrenombre.

Unos días antes de graduarse de la secundaria, la profesora de Civismo, Fermina y el de Geografía, Agripino, como una forma de compensarlos por su trayectoria académica, organizaron un viaje a las cabañas de ese complejo turístico, durante el trayecto Mau, ingirió alrededor de diez cervezas de medio litro, quedándose dormido en un sueño que jamás despertaría, muriendo a consecuencia de aspirar su propio vómito. Fallecimiento que desde la perspectiva de estos tres lo colocaba en el privilegiado sitio de dos de sus ídolos del rock acaecidos de la misma forma, Jimi Hendrix y John Bonham de Led Zeppelín, ganándose así el respeto de todos después de finado.

Cuando transitaban por la laguna de “San Lorenzo”, el Pinzas pisó el freno de forma rápida, provocando un estrepitoso rechinido de llantas de la ranfla. Oye cabrón, ¿qué te pasa? Replicó Chabotas. ¡Mira eso! –señalando a un grupo de osados jóvenes que practicaban kitesurf sobre las aguas iluminados con los faros de sus jeeps. El espectáculo era impresionante, pues con sus salvavidas fosforescentes, brillaban cual luciérnagas gigantes por los reflejos de la luz.

Entre bostezos Cris, comentó –si seguimos como tarados viendo a esos pendejos, de nada sirvió el desgraciado esfuerzo de madrugar. Lapidarias palabras que los hicieron volver a su realidad, emprendiendo la marcha rumbo a su destino.

Continuara…

miércoles, 11 de noviembre de 2009

Crónicas Aborrecentes (Parte II)

Confortablemente Insensible.

Los chicos esta vez no fueron atraídos por la vorágine del fervor que consigo trae las elecciones de la belleza estudiantil, debido a dos motivos, el primero consistía en que Dafne Evelyn la hermosa novia de Crisóstomo era candidata por su grupo, lo cual fomentaba en él devastadores arranques de celos, y para evitarle problemas con el comité escolar, sus amigos optaban por mantenerlo al margen, distrayéndolo en otras cosas, por ejemplo sacar fotos con el celular por debajo de las faldas de las inocentes chicas, sin que ellas se dieran cuenta y luego pasárselas a los demás.

Se preguntaran cómo un tipo de la calaña de éste joven tiene una novia con esos atributos, resulta que antes de cumplir los quince Evelyn era de esas chicas flacas, larguirucha, de gafas tipo fondo de botella y con frenos dentales, que por obvias razones nadie ponía sus ojos en ella; al ingresar a la preparatoria su madre la inscribió a un gimnasio para que practicara pilates, sometiéndose a intensas sesiones que lograron un físico digno de campeona. Le cambiaron los pesados lentes por unos de contacto, los frenos hicieron lo suyo dejando lucir una perfecta sonrisa de dientes aperlados.

Además ellos están conscientes de que en su preparatoria existen tres clases de chicas, las desechables, aquellas damitas que aceptan al primero que se les pone enfrente y por ende las utilizan sólo una vez, pero eso sí, corren la voz de ello para que los demás aprovechen la oportunidad de saciar sus instintos; también están las difíciles, que por más insistir nunca les harán caso, pues casi siempre viven con la esperanza de que llegue su Príncipe Azul, el cual jamás ni siquiera lo conozcan, y aunque sean cuarentonas lo seguirán esperando; y por último tenemos a las bonitas, su calvario consiste en por ser tan guapas nadie se atreve a acercárseles por miedo al rechazo, motivo por el cual se encuentran más solas que Dios.

A esta última categoría pertenecía Dafne; cierto día que la desesperación por no encontrar pareja combinada con el fatídico miedo a quedarse a vestir santos le embargó, se fijó como propósito de año nuevo conseguirse un buen partido; así que regresó a clases dispuesta a aceptar al primero que se le insinuara y valiéndole un nabo como estuviere; esa mañana Cris, presionado por el Pinzas y a sabiendas que destilaba saliva por ella, le puso un ultimátum o se animaba a declararle su sentir o reproduciría para toda la escuela un poema que inspirado en ella escribió, junto con la fotografía que le tomó sentado en el inodoro sin pantalón ni trusas como acostumbraba a hacerlo.

Bajo tal presión no tuvo más remedio que hipotecar su orgullo, fue directo hacia ella en cuanto la vio salir del aula y le preguntó que si quería ir al cine, inmediatamente aceptó, y esa tarde además de las palomitas y el refresco, disfrutaron del intercambio de fluidos salivales, con la única excepción de que al tipo le dio mucho asco cuando la chica introdujo la lengua en su boca –por poco vomita–, de ahí en más son hasta la fecha una pareja estable. Cumpliéndose así el teorema que no ha sido resuelto por la ingeniería genética desde los remotos tiempos de la prehistoria, el “Gen Cavernícola”, en donde son rechazados aquellos tipos bien portados y aceptados sentimentalmente los pelafustanes, andrajosos y malolientes.

El otro motivo de abstenerse a participar en los preparativos del desfile de candidatas fue que ese domingo se presentaría en el estadio “Tres de Marzo” de Zapopán Jalisco, el mítico exvocalista del grupo Pink Floyd, Roger Waters, con toda su parafernalia musical; ya habían comprado los boletos a través de una empresa que se dedica a venderlos por Internet; contaban con el transporte, la oxidada y carcomida camioneta Datsun modelo 70 con motor de 1990 importado, que Don Ramiro el carpintero y patrón de Pinzas le confiaba los fines de semana, por supuesto que se la prestaba por el remordimiento que sentía a raíz del accidente que éste sufrió en su taller.

Lo único que faltaba era que Dafne le diera permiso a Crisóstomo de ir con ellos, Chabotas insistía en criticar tal actitud, argumentando –eso es culero, si vas a ir algún lado a tu mamá le dices: “voy a ir a tal parte”, ella sólo te advierte que te cuides y te deja ir con la gracia de sus santitos, a pero a la pinche novia, ni madres, le tienes que dar santo y seña de con quién vas, a dónde irás y para qué quieres ir allá– ¡esas si son jaladas! Expresaba con cierto aire de enfado.

Total con o sin los consentimientos de novias, madres y patrones se iban a ir, ese evento no se lo podían perder, lo único que le pesaba tanto a Salvador como a Cris, era que el domingo tendrían que partir al filo de la 1:30 de la madrugada, si querían ganar un lugar decoroso para observar, lo cual implicaba dos razones, una era acostarse temprano como gallinas y la otra era no dormir manteniéndose en vigilia viendo películas pornográficas hasta que fuera la hora o mantenerse alertas con una buena tacha, al fin de cuentas el que conduciría la “Ranfla” –apodo que tenía la camioneta de la carpintería–, sería el Federico.

Continuara…

miércoles, 4 de noviembre de 2009

Crónicas Aborrecentes (Parte I)

Tres tipos descuidados.

Era un viernes de marzo, en la preparatoria “Monte Bello” impregnaba el ambiente de primavera, todas las aulas tenían mantas alusivas a las hermosas chicas que presentan su candidatura a reinas de la belleza estudiantil del plantel, mujercitas bien peinaditas, con enormes escotes y faldas rabonas exhiben sus recién desarrollados físicos para deleite hormonal de sus opuestos sexuales.

Toda la comuna varonil extasiados al borde de babear observan las enormes fotografías, todos menos tres; éstos son una especie de automarginados que desde hace más de diez años son amigos inseparables, para ser sincero ninguno de ellos se explica como están tan estrechamente unidos, si casi a diario discuten, se insultan e incluso han llegado a arreglar sus diferencias a golpes más de una ocasión, pero eso no merma la amistad, por el contrario los une con mayor fuerza.

El primero de ellos se llama Crisóstomo, quien debe sus quince minutos de popularidad gracias al haber ganado una vez como único representante de su escuela el concurso de comer tacos, título que le hizo acreedor de fama y reconocimiento social entre la muchachada, así como una tunda de parte de su padre, pero eso no le restó mérito.

Federico es el segundo, chico muy introvertido gracias a diversos complejos que ha ido cosechando a lo largo de su corta vida; fue concebido cuando sus progenitores tramitaban el divorcio, el padre ebrio seduce a la madre, la cual pensando que se trataba de una posible reconciliación y harta de tanto estúpido papeleo accede. Nueve meses adelante el muy ingrato del papá ya divorciado niega su paternidad tachándolo de bastardo, con lo que logra evadir la pensión alimenticia.

A raíz de ello, empezó a fomentar un odio atroz por la figura paterna, siendo así que cada que debía escribir su nombre completo omitía el apellido del padre, tal acción generaba dolores de cabeza a sus profesores cuando le calificaban tareas y exámenes, pues invertían parte del valioso tiempo en tratar de localizarlo sobre las listas escolares, y más de alguno en su desesperación optó por dejarlo sin reporte.

Al no contar con el apoyo económico de su papá, desde muy corta edad se incorporó al mercado de trabajo, siendo repartidor de medicamentos en una farmacia, mozo de albañil y en el oficio de “San José”, la carpintería, empleo que desempeña con gusto pues le ha dado muchas satisfacciones, una de ellas, contemplar a diario a la guapa quinceañera hija de su patrón; acción que cierto día le ocasionó perder tres dedos de su mano derecha al estar cortando madera con la sierra y mirarla en paños menores en el momento que ésta se disponía a tomar una ducha. Accidente que le hizo acreedor al mote del “Pinzas”, por parte de la chamacada.

El mayor de los tres se llama Salvador, tuvo su primer encuentro con Cris y el Pinzas en la primaria cuando los desalmados chicos de sexto grado intentaron quitarles la pelota a la fuerza, éste no dudó en defenderlos, liándose a golpes con los grandulones hasta hacerlos desistir; desde ese momento fue su inseparable amigo, hasta que concluyeron la secundaria, pues ya en la preparatoria debido a serios problemas disléxicos se fue rezagando en sus estudios hasta llegar a hacer en un año un semestre, y si a ello le agregamos su fuerte dependencia por la marihuana que empezó a experimentar desde el tercer grado de secundaria, sus calificaciones se vieron cada vez más mermadas.

Además de que su adicción por esa droga y otras de diseño que con el paso del tiempo fue descubriendo le obligaron a delinquir, permaneciendo varios meses en centros de rehabilitación, en donde cada vez que salía de uno era seguro que se sumaría a su historial toxicómano un nuevo estupefaciente inducido por los internos.

Como a diario calzaba enormes botas militares, sus cuates le apodaban “Chabotas”, en sus ratos libres, que casi siempre eran días completos los dedicaba a vender drogas que el mismo fabricaba a imberbes de secundaria y bailarinas desnudistas, razón por la cual su película favorita era “Cara cortada” (Scarface) de Brian De Palma. Chabotas fue también quien inició en las artes del onanismo a Cris, al despertar su morbo en los dibujos de los cómics que coleccionaba, diciéndole -“Imagina ñerito, ¿qué haría Superman con el forrazo que tiene la Mujer Maravilla una noche? De seguro le pondría el cuerno a la Lois Lane, ¡Uta, porque esa sí está de agasajo!”-.

Disfrutaban juntos los fines de semana escuchando canciones, les fascinaba el rock y eran enemigos acérrimos de la música grupera, la única vez que les atrajo éste género fue cuando prohibieron los narco corridos y se hicieron fieles seguidores de los Tigres del Norte, adquiriendo una buena dotación de discos, que pasada la efervescencia los vendieron al Compa, un eléctrico trovador urbano que para adquirir sus prioridades se dedica a cantar canciones de este estilo con su viejo acordeón en los restaurantes de segunda y las líneas de transporte colectivo.

Cada noche del viernes se reunían en la casa de Cris para hacer uso de la memoria miope del padre de éste, con su enorme colección de vinilos que ponían sobre la vieja tornamesa, rememoraban a aquellos legendarios pioneros del rock, como si ellos hubieran vivido en esas épocas. Seguido se enfrascaban en discutir sobre cuál era el mejor grupo del siglo Veinte, si eran mejor los acetatos en cuanto a calidad sonora que el actual disco compacto o que de no haber existido el cuarteto de Liverpool, la música moderna no sería lo que es hoy.

Continuara…