jueves, 7 de julio de 2022

Contemplación urbana.


A veces tengo la impresión de que voy despertando de una pesadilla recurrente, son las secuelas de una pandemia que nos traumatizó, es como si el final del libro La Guerra de los Mundos de Herbert George Wells nos hubiera tocado a nosotros, así es, a nosotros los pertenecientes a la llamada Generación Yo -por nuestro paupérrimo narcisismo-, no me digan que no es verdad, sí aun continuamos tomándonos fotos de uno mismo, desde que se tuvo en un teléfono inteligente cámara frontal, por allá del 2003 y hasta la fecha tal acción se volvió un fenómeno mediático de las redes sociales, donde desaparecieron las incomodísimas fotos ñoñas para dar origen a los labios tipo pico de pato con su ángulo perfecto seleccionado a partir de chorrocientasmil tomas descartadas.

Como gato después de llover, temeroso salgo en mi bicla -con cubrebocas- a recorrer las calles de mi ciudad que conforme avanzo descubro que no son las mismas, en cada cuadra veo algo nuevo, baquetas con caries, asfalto lleno de acné y paredes con catárticos mensajes al grafiti; noto que la vía pública donde se manifestaba ese foro al diálogo ha dejado de existir, ahí, donde antes se construía la cultura a partir de la charla, los mitotes y la guasa, ahora es solo concreto.

Con el temor de que la casa sea nuestro patíbulo, nos hemos exiliado en plazas y centros comerciales de ambientes artificiales que callaron las voces de vendedores callejeros, las canciones de músicos de esquinas y apagaron la ardiente pasión de enamorados que buscaban la oscura banca del jardín, es como si ahora fuéramos la Generación Peter Pan por nuestra adultez retrasada.

Híjole, creo que después del encierro obligado, ese en el que vimos series y películas hasta el apocalipsis, ni nos concientizo como humanos, dando la impresión que la historia se repite, así, tal cual lo describen en el multicitado y jamás leído a conciencia libro de los cristianos La Biblia, donde uno encuentra que después de las 10 plagas de Egipto, los hebreos siguieron igual, igual nosotros que nos empeñamos en bloquear la red social que es la calle nuestra de cada día con tal de no encontrarnos con esa gente que nos deprime; estimado lector, recuerda que 5 personas que te aprecian valen más que 5 mil followers, y es más importante el disfrute de esos momentos familiares que escribir 10 Instagram Stories.