jueves, 3 de agosto de 2017

Vacaciones de terror

Durante la semana de exámenes extraordinarios y de regularización, los estudiantes –híjole, creo que no es la forma políticamente correcta de llamar a esa casta de individuos que asisten con poca regularidad a la escuela durante el desarrollo de los cursos, menos aún ingresan a alguna clase, razón por la cual tampoco puedo llamarlos escolantes, pues si se aprobara por el simple hecho de asistir a la escuela, lo más seguro que también reprobaban, pero si los vemos en el recinto escolar cuando el ciclo está por concluir–, van en el autotransporte público con libreta en mano, haciendo lo que durante todo un periodo escolar hubieran hecho, estudiar. Claro que uno que otro hace la mimesis, pues llevan colgados de sus orejas cual cordón umbilical los audífonos e incluso se escucha hasta el exterior la música que reproducen en esos momentos.

Hay quienes en sus rostros dejan entrever el estrés de la preocupación por reprobar, digo, al menos existe un motivo por justificar ante sus progenitores que ese fomento a la holgazanería no ameritó resultados negativos; pero aquellos que se la pasaron en la lela, región cerebral donde el IQ desciende a niveles subnormales y que aún siguen allí, pues ni por ósmosis se les transmitirán los conocimientos que desaprovecharon durante todo el ciclo escolar. Por su parte, aquellos que le dieron recio y tupido al estudio, quemándose las pestañas, hoy se despiertan hasta las once, pueden andar en fachas, adiós, pulcro uniforme, algunos suertudos que tiene lana lo más seguro es que planchen su traje de Adán y Eva para salir de vacaciones a esa playa nudista que siempre soñaron.

Igual abundan esos padres y madres gandallas que se pasan de lanza y los hacen madrugar todos los días dizque pa´que no pierdan la costumbre, además los quitan del Nientiendo Switch con tal de que no se les hagan ampollas de tanto jugar al Mario Bros, poniéndolos a realizar rutinas de ejercicios o hacer los mandados, eso sí, cuidadito con perder el cambio, así o más ojetes.

Mientras aquellos que ni le pusieron ganas al macheteo académico, pues la verdad, los espera unas auténticas vacaciones de terror –así de horribles como la película de Pedrito Fernández–. ¡Se imaginan, estudiar lo que durante todo el ciclo los tesoneros profesores intentaron colocar sobre el grueso teflón craneal! Está de la tiznada, lo más probable es que terminen asistiendo a esos “divertidos” cursos de verano en los cuales te salen con el cocowash de que aprenderás jugando y a la mera hora terminas recibiendo clases de regularización, mijo, si ya ni con esto mejoras tu rendimiento, pue´que pa´l año que entra no te de trabajo la escuela.

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