jueves, 26 de septiembre de 2019

Se remata la honradez. Ya no es requerida.

Ya pasó la época de exámenes, la chaviza por fin regresa a la calma habitual -a su despapaye-, los que sacaron diez, lo más seguro que en las próximas tres semanas olvidarán toda esa teoría y fórmulas que machetearon hasta en el camión, otros, en cambio, despuesito de cada evaluación, así como la sentencia del mensaje que se autodestruirá en equis segundos de la película “Misión imposible”, rompían los acordeones que les ayudaron a mejorar sus calificaciones, evitando así el castigo de sus progenitores.

Creo, que sin utilizar ninguna rúbrica ni lista de cotejo, en hacer chanchulla obtenemos las más altas calificaciones y lo peor, sin ni siquiera profesor ocupar, pues de tan común que es, se ha vuelto una costumbre. Además, no es exclusivo de las aulas, pues donde sea se realizan, por ejemplo el ama de casa que del chivo de cada quincena se aparta unos cuantos billetucos; el marido que no le dice a su esposa cuánto gana de verdad, el morrito que en lugar de un kilo de tortillas compra tres cuartos pa´que le quede algo o se hace como aquel entrenador de la selección en la Copa Mundial de 1994 que se guardó los cambios; la operación hormiga del material de oficina -¡pinche obsesión!- en la chamba. Igual quienes se hacen de la vista chiquita con los reglamentos, la mordida al agente vial para que nos deje ir, la cerveza bautizada en agua con tal de que rindan más vasos en el antro, entre otras que ya no citaré para no caerles más gordo de lo que estoy.

Dicen que quienes son honrados siempre estarán en desventajas frente a los tramposos, es por ello por lo que bajo presión en el intento de alcanzar ciertas metas se ven obligados también a ser deshonestos, si a ello le agregamos la ayuda de la tecnología con la cual es fácil y rápido intercambiar cualquier tipo de información que agilizara el serlo, igual si a través de los medios nos enteramos que quienes son modelos de conducta cometen fraudes, las personas llegamos a creer que hacer trampa es lo correcto, lo que nos hace rematar la honradez, como si ya no fuera necesaria con tal de obtener ventaja en una situación competitiva.

jueves, 19 de septiembre de 2019

Corn Fakes News

Ahora, con los grupos de WhatsApp es muy rápido generar pánico y psicosis entre la población, y pior si se trata de esas ñoras que solitas se prestan para atemorizar. No sé, a veces hasta llego a pensar -claro güé, uno también piensa no nada más tú, digo, no dé en balde estoy pelón- que es orgásmico para ellas el fomento de las llamadas Fake News o noticias falsas, porque la neta, en si la mayoría de audios y textos con cierto estilo periodístico son puros embustes: que si el tesoro desenterrado en el antiguo inmueble, que si los robachicas de la camioneta gris con placas de California -creo que eso último es de una canción de los Tigres del Norte, no le aunque, se complementó chingón, además, ni Donald Trump, la puede parar… ¡Ajúa!-, entre otras.

Lo que sí está más terrible son los que se las creen y enseguida se las pasan a sus contactos, lueguito otros de ellos las reenvían y así se hace la cadena de mentiras que en su mayoría, quienes las reciben, llegan a considerarlas verdad; digo, si han llegado a admitir ciertas el titipuchal de veces que han matado a don Chente Fernandez y al Komander, o sea, lo que se trata es de incendiar los ánimos, hasta el grado de que algunos usuarios se atreven a preguntar a la policía sobre la veracidad de lo que están recibiendo. Ellos insisten a pesar de que se les confirmó que se trataba de un rumor, porque ahora hasta sus primos les continúan enviando la misma noticia.

A todos los usuarios del Guatsap -¡uy, que son un titipuchal!-, por piedad, cuando les lleguen mensajes de contenido dudoso y de insegura procedencia o de la tía esa que experimenta placer tipo adolescente con revista de caballeros en mano, no los reenvíen a lo bestia, tomen en cuenta de que esas personas son como una caja de cereal con empaque atractivo pero de contenido nutricional incierto, entonces digan no al Corn Fakes News.

jueves, 12 de septiembre de 2019

La raza de bronce

Estamos a unos cuántos días de iniciar el primer puente etílico de este nuevo calendario escolar, el motivo todos lo sabemos, sí, desde el primero hemos sido bombardeados por el márquetin de la mexicanidad, banderitas, moños tricolores, estandartes por el centro histórico, coches con sobrero, bigotes y zarape que nos programa para que por dieciséis días seamos bien mexicanos, sí, de esos que siempre estamos buscando un pretexto para encontrar rivales entre nosotros mismos, los que le van al América, los que profesan una religión diferente a la nuestra, los que siempre lucen una sonrisa y no tienen ni en qué caerse muertos, luego nos escandalizamos por la discriminación hacia el humilde cobrador de la tienda departamental que nunca le abre la puerta el ingrato vecino a pesar de que sabemos que ahí está.

Los mexicanos tendemos mucho a la discriminación, para muestra ahí están los individuos que por el simple hecho de contar con un apellido extranjero, ¡uy, ya se sienten la divina garza! Ya ni la amuelan, lo más seguro es que su ascendencia francesa sea de esos que hace un titipuchal de años se asentaron en los Altos de Jalisco, o sea, no es para que nos quieran opacar si semos de la mesma especie; aquellos que creen que festejando el cumple del chamaco en equis cadena de restaurantes de comida rápida de franquicia estadounidense ya los hace nice, pos la neta no. Mis primos de los yunaites dicen que allá a esos lugares asisten los indigentes y las personas que son segregadas por los mismos gringos, acá igual, entra uno al local y lo miran como preguntándose, ¿a este wey, quién lo invito? ¡Chale, así o más OGT! Esto me recuerda a los profesores de inglés que entre ellos charlan en el idioma de Shakespeare, con tal de que no se enteren los demás o las secretarias que sin importarles las personas a su alrededor cuchichean. Cosas como esas te dejan haciendo el Mannequin Challenge.

Por más que intento no ser así, es más, ni siquiera pensar en serlo, pues consciente estoy de lo ridículo que uno se ve, a veces no puedo evitarlo y como todo un idiota caigo, pues a pesar de que este texto no va dirigido a ustedes, puede que sí, en el sentido de que es anti-ustedes, haciéndome un sujeto que discrimina también, ya lo dijo el ínclito periodista mexicano Miguel Ángel Granados Chapa: “El problema es que México no puede resucitar porque no está muerto. Pero que le hace falta una resurrección no hay quien lo dude.” Entonces, para que conste, soy también de la raza de bronce y no puedo evadir mis jodidos prejuicios raciales, creo que ni volviendo a nacer.

jueves, 5 de septiembre de 2019

En Internet, todos los gadgets son pardos

A todos los que me mandan solicitud y nunca los acepté.

De las toneladas de basura que uno se encuentra en las redes sociales, creo que no hay peor estupidez que creer en lo que algunos postean, me refiero en el plan de aquellos fatalistas incomprendidos, de esos que se columpian
de sus problemas en lugar de convertirlos en trampolín -si güé, consciente estoy que ni mía es esta idea, se la birlé a Jorge Cuevas de su libro ¡Se buscan locos!-, cuando piensan que al ventilar sus penas logran una especie de exorcismo y lo más lamentable, patético y hasta divertido, son las personas que se solidarizan con sus broncas hasta formar parte de ellas, ¡oye si con las series de Netflix ya tienen de sobra, tomar las de otros está de la patada!

Igual de gacho es observar a todos aquellos que depositan su confianza en los cerebritos mal informados y un titipuchal desubicados que se sienten “autoridades” -sí… entrecomillas- en cualquier tema, individuos que deberían relajarse un poco y no estar haciéndola de tos de cualquier situación donde su supuesta sabiduría les permite externar su “modesta” opinión -claro que entrecomilla, pues es lo que más les hace falta-, dándoselas de muy chipocludos que de tanto se pasan de gandallez.

En redes sociales cuando uno piensa que ya nada puede empeorar, te encuentras con la solicitud de amistad del tipo que de entrada uno cree que es primerizo en eso de sacarse la foto para el perfil, pues se le mira en pose tipo Romeo Santos con camisa hawaiana y la barba hípster, para quien conozca a este mozalbete, pues igual se ríe y lo acepta, pero uno que ni siquiera sabe quién es, miras la foto unos segundos… la neta sí da miedo, y más cuando te das cuenta de que la camisa se encuentra desabrochada tres botones abajo del cuello, no les digo, bajo el anonimato de la internet, es rete fácil disimular cualquier intención, ocultar los defectos bajo un color pardo como el de los hábitos de los monjes.