miércoles, 17 de diciembre de 2008

Entre lo onírico y la realidad

Siempre he dicho que es mejor soñar despierto, más los sueños que a continuación relato ponen en duda mi realidad, pues a veces es tanta la imaginación que le imprimo a la vida que algunas veces llego a dudar sobre si lo que estoy viviendo es una quimera, una condición real o tal vez un poco peor, una pesadilla.

El primero de ellos acontece en los años noventas, en realidad esta década a mi nunca me gustó, a pesar de que tuvo sus momentos reconfortantes, por ejemplo el periodo de tregua y paz como cuando cayó el muro de Berlín y la desintegración de la URSS generando la consolidación de nuevos estados con todo y sus respectivos regimenes políticos, igual ambos sucesos sin lugar a dudas hicieron obsoletas y caducas todas las enciclopedias y las películas de espionaje así como complicarme la vida académica al tener que aprender los nombres de la Comunidad de Estados Independientes de la exunión Soviética.

Es precisamente a principios de esa década cuando me encontraba realizando mis estudios de bachillerato, entre el inadvertido olor a hormona, pero que bien se dejaba sentir en la libido generando grandes explosiones en las múltiples poluciones nocturnas y el tributo onanístico que le rendía a mi hermosa profesora de inglés, el acné haciendo lucir mi nariz de chile relleno como una asquerosa fresa putrefacta y las incontables brutalidades cometidas en el terco afán de ser alguien.

Frente al bachillerato donde hacía la mimesis de estudiante existe un enorme terreno en el cual se asentaba cada año un conjunto de gitanos, y cuando uno es adolescente es peor de curioso que los chimpancés, motivo por el cual algunos compañeros de clase y este, su inseguro servidor, continuamente acudíamos a su campamento con el propósito de contemplar a las bien dotadas hembras que formaban parte del clan. Por unas cuantas monedas las gitanas se ofrecían a leernos la mano, y mientras así lo hacían, nuestro cerebro fraguaba cual película francesa los mejores guiones eróticos al sentir el roce de su piel con la nuestra.

En una de esas visitas llevaba un propósito particular, esta vez iba a comprobar el mito, -no lo puedo clasificar como urbano pues estos sujetos son nómadas-, de que las hembras gitanas no utilizaban ropa interior, por la parte de arriba era obvio contemplar tal hecho, al observar el aleteo de las mariposas de sus tibios pechos libres, pero en la prenda de abajo había una larga falda que por un lado castraba toda razón de deducción y no permitía obtener una prueba fidedigna de tal patraña. Utilizando la argucia de la quiromancia a una de ellas le ofrecí unas monedas, gustosa la mujer se acerco, cogió mi mano derecha y empezó sus pronósticos, pasado los minutos y aprovechando que se encontraba ocupada sorpresivamente levante sus enaguas hasta poder apreciar lo que se ocultaba debajo de ellas, desde tal perspectiva pude comprobar que el mito era una realidad.

El enojo de la fémina fue tanto que con acento furibundo balbuceo unas frases en dialecto desconocido, asegurando al final de sus palabras en perfecto castellano que moriría a la edad de 51 años; a partir de ese día vivo en penitencia esperando esa fatídica fecha, siendo así un mártir de la ciencia gracias a mi noble intención por desmitificar las ficciones que los seres humanos creamos con tal de tener algo nuevo que contar. Por más que intento olvidar la sentencia engañándome de que fue un sueño, no puedo, pero bueno aún falta tiempo para que eso ocurra, mientras trataré de vivir como si fuera mi último día disfrutándolo al máximo; siempre he dicho que para sobrevivir en este mundo existen dos alternativas una es sufrir las cosas y otra es burlarse de ellas, y como ustedes se habrán dado cuenta, prefiero cada vez que se pueda optar por la segunda opción.

El segundo hecho ocurre en los inicios del siglo veintiuno una madrugada al abrir los ojos estoy acostado en una cama de hospital rodeado de dos jóvenes y una mujer de edad avanzada -que por cierto no pude verle el rostro gracias al paño que enjugaba sus lágrimas-, al ver mis manos note las arrugas y manchas de senectud, inmediatamente toqué mi cabeza para cerciorarme si a esa edad aún conservaba mi cabello, fue un alivio sentirlo, pero un sorpresa desagradable al darme cuenta que mi abdomen se encontraba lleno de tubos y mangueras, el brazo derecho conectado al suero y un marcador de pulso que como reloj de arena marcaba el latir del corazón y por ende era el cuenta gotas de mis días.

Reaccioné cuando uno de los chicos le comentó a la mujer madura, que por fin abría los ojos; de pronto ingresó a la sala una enfermera, de esas que suben la fiebre por lo bien proporcionada de su figura, y me dice “Don Marcial cómo se siente hoy”, al intentar responder inhalo aire y cierro los ojos, cuando los vuelvo abrir estoy de nuevo en mi habitación, sigo siendo el mismo, esta vez más intrigado y dando credibilidad a lo que una vez dijo Calderón De la Barca de que “la vida es un sueño”, pues a lo mejor esto que estoy viviendo es sólo un sueño más de mi verdadero yo que agoniza y tal vez es la razón que me mantiene aferrado a la vida en el lecho de muerte; así que por favor no me vengan a sonar el despertador, pues soñar para ustedes no cuesta nada, más para mi es vital.

miércoles, 10 de diciembre de 2008

Imágenes retro

Dime con quién andas y te diré quién eres, es un dicho popular que utilizan las personas para señalar algunas actitudes aceptables o reprobables de los individuos, para los fines que se pretenden tratar esta vez bien podría parafrasearse de la siguiente forma: “dime cómo viste y te diré quien es”, hace unos días la dueña de una conocida tienda de ropa para caballero decía que no imaginaba a un catedrático universitario impartiendo clases en jeans y camisa a cuadros; en verdad me sorprendió mucho y a la vez me angustió el saber que en repetidas ocasiones voy a la escuela arreglado de esa forma, y peor aún algunos colegas docentes lucen otros estilos de imagen que dentro del concepto de esta mujer no cuadrarían con el perfil que tiene del profesorado.

Es común imaginar a los que se dedican a ejercer la docencia y otras profesiones bajo ciertos estereotipos producto de la mercadotecnia que los medios de publicidad se han hecho cargo de infundir; prueba de ello es lo que me sucede cuando los alumnos se cercioran de que no tengo coche, pues de plano no soy un educador con cierta credibilidad pedagógica, es decir, todos los catedráticos deben de poseer un automóvil para poder considerarse como tal, ¿Cómo diablos voy a manejar un carro si ni siquiera sé manejar mi vida?

Esto me recuerda la primera vez que en una cabalgata villalvarence vi a mi profesor de dibujo con una cerveza de bote escupiendo a diestra y sin escrúpulos, también a aquella ocasión en que pude constatar la heterosexualidad del profesor de ciencias sociales al que todos tachaban de homosexual por el simple hecho de que no se había casado y ni novia tenía, llevándose al cuarto de un burdel a una bien formada sexo servidora; fue cuando comprendí que ellos también son humanos y tienen sus respectivas necesidades y aversiones.

Es un hecho entonces que la imagen proyectada por una persona en el ejercicio de su trabajo contribuye a que los demás clasifiquen en diversos tipos a esa profesión, y así nos podemos topar en el caso de la docencia con educadores elegantes y refinados por acudir a la escuela muy formal; el profesor tigre, por el sencillo hecho de siempre portar las mismas garras; el vaquerito, gracias a ir de botas y mezclilla; el diputado por traer siempre guayaberas; la Menchú, gracias a su autóctona forma de ataviarse; la caja fuerte, porque nunca se le encontraba la combinación de sus ropas; la institutriz sensual, la monja y la gitana, por razones que ya se imaginarán.

No es de sorprenderse que nuestra forma de vestir envíe diversos mensajes acerca de cómo pueden percibirnos o creen que somos, tal vez algunos sean inconscientes, pero de que los discípulos los traducen en conceptos de nosotros mismos es una realidad, ¿Cómo cuales? Para muestra que tal esos prolongados escotes que dejan entrever los torneados pechos de algunas profesoras, las diminutas faldas que al sentarse alborotan la libido de más de un pupilo o ese transparente vestido que deja ver el tanga y gran parte de las nalgas de aquella coqueta docente, así como el ajustado pantalón que como chaparreras de cowboy lucen sus anchas caderas. Y qué decir del profesor que lleva pantalón de manta sin calzones y que con los primeros rayos de luz trasluce sus genitales, el que se cree atleta y acude a la escuela de short, pants o bermuda, sin ser titular de ninguna asignatura del deporte, aquel que se siente musculoso y siempre porta camisetas ajustadas o sin manga dizque para lucir sus bíceps.

También muchos observan los accesorios que portamos, como la marca del reloj, el modelo de celular y sus respectivas funciones, la línea del automóvil y por supuesto el modelo, los equipos de sonido con que cuenta gracias a esa encantadora virtud que algunos colegas tienen de llegar al estacionamiento con el volumen a tope y escuchando los éxitos musicales del momento.

Pero no olvidemos que la mayoría de las personas pensamos del modo distinto al que actuamos, esto significa que existe una marcada diferencia entre razón y voluntad, lo que se traduce a que muchas de las veces nuestra imagen puede ser totalmente distinta a como somos en realidad, por ejemplo si alguien viste a diario elegante, no significa que se trate de un pudiente o de clase alta, igual puede suceder con quien consideramos su vestimenta como indecente y probablemente ni siquiera esté enterado de que luce de esa forma.

Cada quien es libre de elegir su estilo de vestir, pues forma parte de su propia personalidad, lo malo es cuando pretendemos imitar a alguien o queremos lucir a la moda con ropas que ni con milagros se nos acomoda, recuerde que no es casualidad que con ciertas vestimentas casuales perezcamos mamarrachos, digo no es lo mismo pretender ser metrosexual que verse femeninamente gay.
Una cosa si es segura, la impresión que demos con nuestra peculiar forma de vestir siempre quedara registrada en la memoria de los estudiantes, pues al evocar a su antigua escuela, vendrán los recuerdos del profesor con sus clásicas camisas color pastel, la que nunca usaba faldas, el que humedecía las mangas de su camisa por la transpiración, la que enseño más arriba de la rodilla y la que no mostró ni siquiera sus pantorrillas, etc. En fin una serie de recuerdos que se convertirán en horas completas de charlas envueltas de suspiros nostálgicos y añoradas épocas.

miércoles, 3 de diciembre de 2008

Dar es dar

El anoréxico calendario está a punto de llegar a su muerte por inanición, atrás quedó noviembre y el invertido aniversario de nuestra Revolución, gracias a la magia de los legisladores, están a la puerta las fechas en que se enternece el corazón del mexicano y como energúmeno corre a las tiendas departamentales por el regalo a sus seres queridos o mejor dicho con los que pretende quedar bien o esta comprometido de forma sentimental o social.

Decía el abuelo que cuando se es niño uno da las cosas sin la esperanza de recibir nada a cambio, simplemente se hace por cariño, respeto o admiración hacia el honrado; en estos tiempos modernos tal acción hecha por los infantes puede llegar a ser clasificada como un acto de inocencia que irradia en la idiotez.

¿Será que no entendemos el significado del concepto de gratitud? ¿Será que ignoramos su esencia? Vivimos en un medio donde lo único que importa son los méritos, es decir, si haces algo positivo obtendrás un resultado con el mismo signo, por otro lado bajo esta misma perspectiva existe la pésima costumbre de que si alguien te proporciona algo es porque quiere a cambio de ello otra cosa, que puede ser un favor comprometedor, el cual podría significar un apoyo económico, un ascenso laboral o hasta un intercambio sexual fortuito.

El orgullo muchas de las veces es otro inconveniente para demostrar la gratitud, así se pone de manifiesto en algunas instituciones que cada mes apoyan a sus empleados de forma económica con despensas, más para algunos trabajadores este hecho los hace sentir señalados al grado de percibir cierto aire denigrante por considerarlos como los necesitados; ante tal complejo de inferioridad recurren al mecanismo de defensa del orgullo, casi a punto de la soberbia, pues primero intentan esconderse de los demás cuando salen de tan loable acto, por lo que mejor preferirían que se las hicieran llegar por paquetería a sus respectivos domicilios, o sea, les dan la mano y toman el pie.

Es que estamos tan acostumbrados en que si deseamos obtener algo tenemos que hacer méritos; si no entonces para que se generan los escalafones en los empleos, porqué se paga para ser feliz en lugar de disfrutar de la felicidad que uno ya tiene, en resumidas cuentas hemos fincado un mundo donde la sociedad basa su estimación en el intercambio o trueque. A poco no es cierto que cuando alguien nos regala algo inmediatamente se nos viene la idea de que esa persona algo quiere obtener de nosotros; por ejemplo si es mi cumpleaños y recibo presentes esto genera un compromiso en hacer lo mismo a ellos en sus respectivos onomásticos, de forma semejante sucede cuando en épocas navideñas inviertes un buen billete en los obsequios de tus familiares y conocidos, pero cuando alguno de ellos te sale con el slogan de la PROFECOregale afecto, no lo compre”, de manera inmediata lo tachas de tacaño y ojete.

En lo personal me estresa mucho los regalos de navidad y considero que es por toda la expectativa que se genera a raíz de la difusión del amor materialista que los medios de comunicación inculcan; en otros tiempos si las personas no recibían un regalo ese día no pasaba nada, bastaba que al verle le felicitaras con un apretado abrazo o le hicieras un llamada telefónica en la madrugada del 25 para estrechar lazos de amistad y fraternidad; ahora con los mensajes de texto, tan fríos y por ahorrar tiempo aire todo se vuelve monótono por el compromiso que se genera en lugar del sentimiento que debiera ser, además si no haces un obsequio para ese día, estas demostrando falta de afecto y simpatía. Qué me dicen del clásico intercambio entre compañeros de trabajo, cuando te esmeraste por obsequiar un presente inolvidable y resulta que la persona que le correspondió darte a ti te brinda un mal sabor de boca con el barato o mísero regalo que te hace, ¿Qué acaso no contó la intención o el propósito de tan ínclita actividad?

Se aprecia con tristeza que ya ni siquiera importa el objeto que se recibe, sino la cotización del mismo, estimando con ello el estatus de la persona, sus niveles de codicia entre otras virtudes; que patético es entonces que el valor de una amistad sea el precio de sus obsequios, y claro que la mercadotecnia no desechó tal situación y puso en circulación el tan socorrido “certificado de regalo”, con el camuflaje de que si no sabe qué regalar, no se desespere para eso cuenta con esta argucia comercial que permitirá al agraciado escoger su regalo de acuerdo a su gusto, erradicando con ello el efecto maravilloso de la sorpresa o la ansiedad por abrirlo producto de la incertidumbre para ver su contenido.

¿Es prioritario invertir enormes cantidades de dinero para dar alegría a alguien en estas épocas crudas? Considero que es mejor obtener el afecto y la aprobación de la gente por lo que somos que por lo que damos; pero si ya de plano sus amistades son demasiado materialistas, pues hay sabrá usted lo que gasta en estas festividades decembrinas, pero si no desea hacerlo tiene dos opciones, una es cambiarse de religión y la otra es mucho más práctica vuélvase un ermitaño.

miércoles, 26 de noviembre de 2008

A mis treinta y diez años

Hoy cumplo cuatro décadas de seguir aquí, puedo estar feliz porque atrás quedo una época más que ya no volverá, digo sólo un ser involutivo podría añorar con nostalgia el tiempo pasado; es tal el regocijo que siento que quiero agradecer a la señora Rosa González y su sala de belleza "D´ Rossmy" que aquella tarde del 68 peinó y maquilló a mi madre tan linda que motivó a mi padre a invitarla de nuevo como antaño al cine “Alameda” a ver una película francesa de esas que son prohibidas a menores.

Gracias también a mis tres hermanos que esa noche se fueron a dormir más temprano de lo acostumbrado sin respingar, igual de agradecido estoy con la cervecería “Cuauhtemoc” que de no haber sido por sus caguamas que conforme las ingería mi papá lo iban dejando actuar en el catre con sus famosos orgasmos de ocho minutos que tanto alarde hacia entre sus amigos. Gracias sin lugar a dudas a don Hilario Cárdenas el boticario que ese día le vendió a mi padre los nuevos profilácticos hechos con vejiga de borrego, los cuales permitían una sensibilidad tan natural que a los tres minutos de uso se rompían y fue así como me colé en el vientre de mamá durante nueve meses.

Una madrugada del día 26 de noviembre de ese mismo año gracias a la atención y cuidados de doña Susana, la partera familiar, me desprendí del cordón que me unía a mi madre –bueno aún sigo atado, pero eso le concierne a mi psicólogo-, y en lugar de llorar -como según platican porque yo no recuerdo- sonreí; a los seis años empezaron mis penas al ingresar a la escuela pues a falta de interés la profesora se mofó de mi capacidad intelectual lo que me obligó dejar la educación escolarizada por un considerable lapso de tiempo. Una hermosa cuarentona esposa de un funcionario político en el altar de su alcoba me hizo hombre a los 16; por su parte un vicioso excapitán militar me explicó que el mundo está lleno de insatisfechos y que para nadar en la abundancia antes hay que arrastrarse en el lodo, pero si quería vivir tranquilo y con la conciencia en paz que me volviera solitario y déjase a cada quien disfrutar de su hacer.

A través de la escuela de la vida aprendí que un amigo es aquel que te elogia por delante y te menosprecia por detrás, y que el amor, la amistad y la alegría son sentimientos que causan sufrimiento al tratar de prolongar su existencia, pues lo mejor es disfrutar los momentos en que éstos se manifiestan como si fueran los últimos en tu existencia.

En el bachillerato estudié teorías tan perfectas que ya no necesitaban funcionar en la realidad; ahí me di cuenta que al sexo uno le teme moralmente hasta que lo prueba varias veces, luego viene la diversión. Al llegar a la adolescencia en el arduo camino por tratar de encontrar mi verdadera personalidad y pretender ser original me olvide por completo de quien era en realidad, además de convertirme en un suicida sin vocación que siempre buscó el pecado entre los escombros de la generación de sus familiares.

Fue en la licenciatura donde encontré un hermano más que me enseñó el camino que hoy me trajo hasta aquí. De mi primer empleo aprendí que la gente se soporta siempre y cuando se tenga la cartera vacía; fue entonces cuando supe que con el dinero se pueden comprar novias y amigos de unos cuantos meses, comprendiendo así que la felicidad con dinero es efímera.

A la edad que ahora tengo me resulta más difícil realizar las cosas que antes con facilidad hacía, entre citas de libros y parafraseo de ciertos diálogos de películas prolongo la estancia de las damas en mi colchón; ya no práctico el onanismo, pues intento con ello ahorrar energías para los momentos de austeridad y así disfrutar cuando tenga a alguien con quien compartir esa placidez; la mujer de mis sueños es aquella desconocida con la que me cruzo por la calle y al pasar me esboza una peculiar sonrisa haciendo que mi ego vuelva sentir la vitalidad de antaño sólo que menos necio y más experto; camino más por miedo a sufrir otro desequilibrio cardiaco que por gusto, lo que me motiva a consumir el mismo número de pastillas al día que Elvis Presley, con la única diferencia que él las consumió en menos de una hora y yo lo hago en doce.

La madurez todavía no la alcanzo pues como Jorge Luis Borges decía "hasta los 60 años se llega", y es precisamente en esos tiempos tan oscuros y aciagos cuando te sientes como aquel plátano maduro lleno de manchas negras al que todo mundo le causa asco y no se antoja comer, añorando de forma equívoca volver a ser el mango verde al que todos deleita el paladar aderezado con chile y limón a pesar de ser una era oscura y cuaternaria.

En definitiva gracias a mis padres por todos estos años que han pasado y en los cuales nunca me han hecho sentir como un hijo no deseado, a mis hermanos por tolerar mis defectos y cualidades, a todas las mujeres que he conocido las tengo guardadas en los expedientes de mis fantasías y sobretodo a la grandeza y paciencia de Dios por seguir soportándome.

miércoles, 19 de noviembre de 2008

De profesión profesor

En días pasados caminando por las ardientes calles de nuestra velocísima ciudad escuché una voz que decía, “Adiós profesor”, la primera vez no me sentí aludido, fue hasta la tercera ocasión, que reaccioné, pues para ser sincero tengo diez años ejerciendo la docencia y aun no me lo creo, es decir, todavía no me acabo de convencer de que soy un profesional en ese ramo, será que no me siento un producto terminado, ¿Qué puede enseñar un tipo que tiene más problemas imaginarios que reales? Que cuando está escribiendo en la pizarra duda de su calidad ortográfica, pues el corrector de ortografía y gramática de una computadora no le ha permitido mejorarla, también entra en conflicto al tratar de resolver un problema de aritmética frente del grupo y para lo cual erróneamente recurre al apoyo de la calculadora de su celular, ¡Vaya ejemplo que les doy!

Gracias a la ansiedad de avanzar más de prisa en el programa de estudio mi lenguaje padece de ecolalia, cayendo equivocadamente en breves lapsus lingues que terminan por confundir a los discípulos. En repetidas ocasiones durante las clases mis soliloquios me dejan aislado del grupo, pasando a formar parte de la abulia mayoritaria de los estudiantes y de forma abrupta a la ignominia generalizada. Lo rústico de mi hablar me ha metido en más de una vez en problemas de expresión con mis colegas, pues esa idea impropia de creer que un lenguaje coloquial sin utilizar impertinencias sería un lenguaje incompleto, para algunos que se dicen catedráticos ha resultado una ofensa o falta de respeto a la inteligencia de los alumnos.

Si para algunas personas soy un docente, entonces me considero un profesor artesanal que no utiliza las nuevas tecnologías con el pretexto de que no ofrecen garantía a la hora de ponerlos a funcionar de forma correcta y peor aún cuando son necesarias, en realidad no quiero admitir si es por flojera o ignorancia que prefiero no hacer uso de ellas durante el ejercicio de mi profesión. Muchas veces corrijo a aquellos que se empeñan en llamarme “maestro”, pues al fin cuentas éste es un título académico de cierto nivel educativo y honestamente aún no lo ostento; más si incomoda cuándo un atrevido joven me llama “maistro", ¡Qué tal! Ni que fuera albañil. Bueno en sentido figurado o metafórico muchos llegamos a considera al proceso enseñanza-aprendizaje como una construcción del conocimiento, de ahí que la docencia adquiera un sentido de constructor.

Ya tocado el tema sobre elaboración, cuando diseño los exámenes, pienso que hago pruebas evaluativas que en la mayoría de las veces son válidas únicamente para mí, ya que en repetidas ocasiones son útiles para sondear la capacidad de memorización y retención de los estudiantes en lugar de obtener una perspectiva global sobre sus aprendizajes.

Me apena mucho cuando los padres y madres de familia consideran que es uno quien debe de inculcarle ciertos valores a sus vástagos, cómo diablos voy a hacerlo, si con dificultad puedo evidenciar socialmente los pocos que tengo, ahora resulta que se los tengo que transmitir, digo para eso son un núcleo familiar, y considero que es precisamente ahí donde se forjan las responsabilidades éticas y morales; otra cosa que me molesta mucho es cuando estos progenitores me exigen que les de consejos a sus hijos, ¿Consejos, pero de qué clase? Si con ciertos aprietos sobrevivo gracias a lo que la transa en la vida me lo ha permitido.

A pesar de todo lo anterior, esta labor es una de las que más me agradan, y además es la única que tengo, por otro lado agradezco a todos esos padres y madres de familia, y sobretodo a sus hijos el depositar su confianza en personas que son totalmente ajenos a ellos e incluso unos perfectos desconocidos, pero con el simple hecho de cultivar este trabajo, nos consideran como los guías de sus aprendizajes y en repetidas ocasiones nos llegan a creer hasta tutores de la formación académica que entre los muros de una escuela compartimos.

miércoles, 12 de noviembre de 2008

Anecdotario

El oficio de la docencia es para mí una especie de terapia que bien podría clasificarla como catarsis, pues es un ejercicio en donde se olvidan todos mis problemas y me voy introduciendo en otro mundo, dejo de ser el que soy para convertirme en el presentador oficial de un show de monólogos que según dicen los expertos en pedagogía es el proceso de enseñanza-aprendizaje; y bueno creo que el que se perfecciona en esta instrucción soy yo, a veces mucho mejor que mis estudiantes, pues es precisamente de ellos que aprendo a valorar muchas cosas tan simples de la vida que en otro contexto ni siquiera sabría que existirían.

A veces me ubico a su mismo nivel cultural, por supuesto sin caer en lo patético que un docente luce al comportarse como un adolescente que al final terminan por aborrecerlo, tratando de emplear su léxico para que medianamente entiendan lo que trato de transmitirles, porque uno puede explicar equis tema hasta diez veces y eso no significa que los estudiantes lo hayan comprendido, simplemente para que no los sigas aburriendo te dan como en su lenguaje lo dicen el “avionzazo”; para lograr su atención la información que pretendo transmitir la ubico dentro de la visión que tienen del mundo, esto como una forma de generar ciertas evidencias del estadio de su aprendizaje, lo que le permita hacer una comparación entre lo que sabía y lo que sabe a partir de su contacto con lo nuevo.

Es precisamente en esa actividad que al estar interactuando salen a relucir una gran variedad de temas relacionados con los contenidos escolares, los cuales pueden ser tan ilustrativos como inverosímiles; en una ocasión que abordábamos lo que se resguarda en las pinacotecas, un alumno al escucharme citar a los pintores nacionales entre los que nombré a don Jorge Chávez Carrillo, dijo que este artista era de nuestro estado, por supuesto que ante tan interesante aportación centré mi atención en él, ufano éste indicó que eso lo sabía porque una vez su padre adquirió una camioneta modelo “Lobo” a unos ejidatarios que según eso se dedicaban a ciertos negocios ilícitos.

Cuando la estaban lavando para lucirla en las fiestas patronales del municipio donde residen descubrieron un compartimiento oculto entre la caja y cabina del vehículo que en su interior escondía tres cuadros con la firma en pintura negra de Chávez Carrillo; según él estaban horribles, por eso uno de ellos sirvió para reparar el techo del gallinero, otro lo pusieron de tejaban para proteger de la resolana la puerta que da al patio y el último fue utilizado como combustible para el fogón de la cocina; imaginen el rostro de los demás jóvenes que exorbitados abruptamente preguntaron que como cuánto valía lo que habían desperdiciado, entonces les dije, eso investíguenlo para que sepan la importancia de nuestra pinacoteca.

Otra vez analizando la jerarquía de los valores morales y su axiología, un inquieto discípulo narró que en una visita a cierta cadena de supermercados estando en el departamento de discos compactos, encontró un ejemplar del LP de los Beatles conocido como el “Álbum Blanco” (The White Album), era la edición especial protegida por un fino estuche de cartón plastificado y en cuyo interior incluía cuatro litografías autografiadas por John, Paul, George y Ringo, este disco era el único que le hacía falta a su papá para completar la colección, apresurado lo buscó y le comentó del hallazgo, cuando se lo entregó el padre se decepcionó, pues el precio de éste era por la módica cantidad de $ 49.99 pesos, entonces le comentó a su hijo que sin lugar a dudas era una copia pirata y terminó por dejarlo, es decir, no lo compró, este ejemplar en el mercado nacional alcanza cifras que ascienden hasta los $ 680 pesos.

La bulla entre mofa y guasa por la ingenua actitud de su sacrosanto progenitor no se hicieron esperar, fue entonces que los paré diciéndoles que ese tipo de acciones pone de relieve la importancia de los valores en la vida, y cómo a veces apreciamos más las cosas que conocemos y desacreditamos otras que bien podrían tener otro nivel más alto dentro de la escala de valores materiales, incluso sirvió para ejemplificar la diferencia entre barato y caro.

A raíz de esta actividad siempre destaco la importancia del interactuar con los estudiantes, pues según creo ello fomenta una actitud crítica, los hace más sociales, genera una sana comunicación y por ende el desarrollo de su personalidad, además de aprender a sustraer desde su propio ámbito ciertos aprendizajes que creían no poseer de forma académica a partir de las circunstancias físicas, culturales y sociales que los desafíos y obstáculos de su propio desarrollo los enfrenta.

miércoles, 5 de noviembre de 2008

Yo acoso

Entre el cambio de turno de un bachillerato a otro, cierto colega docente me comentaba que resulta un verdadero insulto insoportable ver la forma en cómo algunos estudiantes visten e incluso su lenguaje corporal deja mucho que desear, esto le ha provocado expresar dentro del salón de clases algunos comentarios hacia ellos de forma sarcástica poniendo énfasis en la sexualidad de su apariencia; ante lo dicho no tuve más alternativa que advertirle que ese tipo de palabras bien pueden catalogarse como una forma de acoso sexual.

Molesto e intrigado a la vez por lo expresado, el profesor manifestó que en realidad estaba exagerando, no tuve más remedio que recordarle que ante la ley cualquier roce inoportuno entre dos personas puede catalogarse como un avance libidinoso, chistes que aborden temas sobre la sexualidad, utilizar apodos para referirse a las partes intimas del cuerpo, adoptar y hacer gestos de coquetería como guiñar un ojo, saludar de mano y no soltarla por buen lapso de tiempo, así como palabras en doble sentido son también catalogados como tal; y lo más evidente de cometer esta acción como lo es el sugerir citas a escondidas, encuentros sexuales clandestinos, llamadas telefónicas, cartas o correos electrónicos con contenido grosero o amenazante en donde se exija tener relaciones cóitales a cambio de algo, elogios y piropos que lleguen a incomodar a cualquier persona, o sentirte el atrevido galán rompecorazones que a través del valor que imprime el uso del Messenger externe palabras obscenas a sus conquistas y luego se moleste por que lo tachan de depravado.

El acosar sexualmente a alguien no es exclusividad de personas del sexo opuesto, también puede ocurrir con sujetos del mismo género, de igual forma la edad de la víctima como la del acosador puede ser la misma o distinta; pero como sabemos es socialmente mal visto que una persona mayor asedie a una menor. Es común el coqueteo entre adolescentes incluso apropiado, pero lamentablemente ahí se presenta esta situación, por ejemplo cuando un joven hace bromas sobre la ropa interior de sus compañeras y a éstas no les parece, cuando uno de los dos no se siente a gusto con la atención romántica del otro, cuando sólo existe el coqueteo de una parte y por más que se le dijo que no había atracción mutua insiste.

La víctima según el grado del acoso experimenta enojo, vergüenza, miedo, frustración ante la impotencia de poder frenar todo el cañoneo de insistencias. A veces ante el temor de que se dañe su reputación acepta las proposiciones, es precisamente aquí donde el derecho civil no puede tomar una decisión que determine quién fue el culpable, como se dice de forma vulgar, tanto va el cántaro al agua, hasta que se rompe.

Tampoco hay que circunscribir el asedio sexual como exclusivo de estudiantes y profesores igual puede presentarse entre los demás integrantes de una escuela, razón por la cual en algunas universidades del país este controversial tema ha sido incluido en sus legislaciones y reglamentos escolares, prohibiendo y sancionando a quienes lo fomenten. También este síntoma no es privilegio de los recintos escolares de forma semejante puede manifestarse en cualquier centro laboral, pues como es sabido por ustedes los lujuriosos existen por doquier, algunos con disfraz de oveja otros son unos lobos natos en tales menesteres, de los cuales hay que tener sus debidas precauciones, pues son tan común, que se vuelven ordinarios y no valoramos el daño que están haciendo al prójimo.
Como evitar caer en esta fatal práctica, bueno pues lo primero que se debe de hacer es no externar comentarios despectivos o sexistas, difamación y bromas sobre la forma de vestir o el cuerpo de alguien, y menos intente presentar imágenes sugestivas de sexo u objetos que avergüencen y humillen a alguien, así mismo absténgase de pellizcar, acariciar, masajear y besar a quien no se lo pida; y si sus intenciones son sostener un affaire con alguien que este de acuerdo con ello, le sugiero pensarlo bien en las repercusiones y consecuencias que esto podría acarrear a ambos; pero como siempre lo que más daño nos causa, lo prohibido y las inmoralidades es lo que más nos gusta y es que resulta tan deplorable el bombardeo mediático sobre como se deben de vestir la juventud moderna que a veces sus ropas nos dejan mucho a desear, y honestamente cómo impedir tales tentaciones de diseño, ¿Utilizando lentes oscuros detrás de los ojos?

miércoles, 29 de octubre de 2008

Mentiras de miedo

Es una pena que en estos tiempos de violencia, racismo y otros achaques más de nuestra cultura, el mentir tenga más valor que la verdad, es más, para algunos la verdad es incómoda, dolosa y a veces ingrata; porque el decir embustes no pasa de moda. Existen sujetos que su vida siempre ha sido el actuar sobre una aparente realidad, es decir, se inventan dinero, lujos y accesorios que sólo en revistas las han visto, pero a los demás bien que nos hacen creer que efectivamente son así de pesados económicamente.

Acaso la culpa la tienen nuestros progenitores que desde niños nos inculcaron que una mentira piadosa nos puede sacar de diversos apuros, y con el paso del tiempo es tanta las veces que las utilizamos que se nos vuelve un hábito y que llega a ser patológico en algunos que piensan que vivir de mentiras es la verdad.

Sólo basta recordar que para las épocas decembrinas los que profesan la religión cristiana católica engañan a sus hijos pequeños diciéndoles que un ser místico les llevará regalos a sus casas siempre y cuando se duerman temprano, por supuesto mientras los adultos tienen su noche buena; igual sucede con aquellas familias que el hablar de cualquier tema relacionado con el sexo es un tabú, entonces recurren a la fácil salida de justificar con la cigüeña el origen de la vida ante la insistencia del menor de edad por saber cómo se hacen los niños; o qué decir del intrépido galán que para obtener los favores sexuales de su conquista recurre a la frase quita ropa interior del “Te amo” o a las trilladas expresiones “eres única mi amor”, sí, como todas las demás.

Igual sucede con la inocente dama que se enamora de ese rufián y a sus conocidos les dice que el actual pretendiente es hijo de una familia de alta alcurnia, que cada año estrena un coche último modelo, fue el mejor promedio de su generación, entre otras aparentes virtudes; lo mismo pasa con ese slogan común que la adolescencia utiliza como estandarte en defensa de la supuesta necedad de sus padres por saber a dónde van “más vale pedir perdón que permiso”, en síntesis estamos educados para la falsedad.

Otro uso extremadamente perverso de las mentiras es cuando se emplean para infundir miedo, pánico o simplemente atemorizar; ¿Cuál es el propósito de utilizarlas de esa forma? Como ustedes saben gracias a la filosofía del miedo es como resulta mucho más viable manipular a las personas, y bien que ha funcionado, hemos escuchado en más de alguna ocasión decir a las abnegadas madres a sus inquietos retoños “si no te portas bien te va a llevar el coco”, hágame el favor, cómo es posible que a un chamaquito le infundan temor a los frutos de las palmeras, semejante efectos causa el chamuco, el roba chicos o la policía, bueno en los últimos dos creo que no es necesario recurrir al engaño, pues ya sabemos que a éstos sí hay que tomarles las debidas precauciones.

Con esas mismas intenciones, en vísperas de nuestra feria regional donde se mezcla la diversión y el esparcimiento con la convivencia familiar, a alguien se le ocurrió la insana historia de anunciar de forma apocalíptica que entre los días uno y dos de noviembre cierto grupo separatista –cuyo nombre cambia de acuerdo a la versión de quien difunde el chisme- envió un comunicado a quien sabe que destacamento policial anunciando que en plena aglomeración del lugar donde se desarrolla este evento arrojarían granadas e incluso existe una adaptación terrorista del rumor en el cual se asegura que colocarían bombas en sitios estratégicos para asesinar a los transeúntes; pues ahora si que nos la ponen más difícil, aparte de cuidarnos el pellejo del tipo que porta la jeringa infectada con VIH, también hay tener cautela de no acudir a la feria en esos días.

Por lo pronto estimado lector no se preocupe ni sienta ñañaras, pues si esta noticia no le ha llegado a través de alguna cadenita de correos electrónicos, tenga la plena seguridad de que se trata de puras murmuraciones y por lo tanto es falsa; lo más seguro es que alguien por ahí quiere disfrutar de las exposiciones tranquilamente y sin que nadie le estorbe, pues como ustedes saben en esas fechas acude gente de los rincones más remotos de la galaxia a saturar el lugar.

miércoles, 22 de octubre de 2008

Cruzada contra la impuntualidad

Solía decir mi profesor de quinto grado de primaria que los relojes son como los burros nunca van al parejo, esta frase la expresaba con cierto desagrado cuando sorprendía a más de alguno preguntando por la hora; en cierto punto tenía razón, pero en lo que no se la doy es que a pesar de cada quien posee una pequeña diferencia en los minutos de su reloj, no se vale que esas diferencias las queramos hacer abismales justificando nuestros retrasos, olvidos de compromisos y falta de respeto hacia los demás gracias a los retardos injustificados que a veces cometemos.

A poco no es molesto esperar a que inicie la función de cine quince minutos después de la hora programada, y eso que a partir de que se oscurece la sala aún no empieza la película, sino que tenemos que empezar a ver los promociónales y estrenos próximos a exhibirse; igual de incómodo es tener que esperar a que los demás colegas docentes lleguen a la reunión de profesores y ésta tenga que iniciar hasta veinte minutos después de lo programado, y todavía peor el cinismo con que algunos van entrando justificándose con el pretexto de que no veían a nadie, por eso no ingresaban, óigame ¿Y los que estamos ahí acaso somos dibujos o invisibles? Además se escucha patética la disculpa que los directivos expresan para quedar bien con los que sí estuvieron a la hora exacta, “Por respeto a los puntuales vamos iniciar”, mientras uno por cumplir a tiempo con la cita, deja pendientes muchas actividades familiares o de índole personal.

Igual es un fastidio que a ciertos profesores que siempre llegaron treinta minutos tarde a cada sesión del curso o taller de capacitación, se le entregue una constancia con el mismo valor curricular que a los que fueron constantes y sobretodo cumplidos con el horario programado; esto me recuerda a mis alumnos que con frecuencia exigen sus diez minutos de tolerancia queriendo que se les deje entrar al aula sin falta ni retardo a pesar de haber llegado quince minutos después de la hora de inicio, y que decir del docente que arriba al recinto escolar veinte minutos después de su hora poniendo falta a diestra y siniestra a los estudiantes que aburridos de esperarlo se retiraron a otro sitio más productivo que el estar enmoheciéndose en el salón de clases, ¡Por favor que cinismo y falta de profesionalismo!

Que disgusto experimentamos cuando en el banco llegamos antes de que lo abran, según eso para ganarle unos cuantos minutos al tiempo, y el personal que labora en él están ahí encerrados algunos charlando disfrutando de su cafecito con galletas, otras dándose sus últimas pinceladas para verse más guapas que cualquiera de las clientas, mientras el reloj digital con sus numeritos rojos indica que ya se pasaron nueve minutos de la hora de apertura, mientras la clientela nos vamos multiplicando como el milagro de los panes y los peces dando origen a las prolongadas y cansadas filas; cuántos accidentes automovilísticos, infracciones de tránsito y mentadas de madre nos ahorraríamos si tan sólo saliéramos treinta o veinte minutos antes de nuestros hogares para llegar puntuales a la escuela, trabajo o negocio, en lugar de provocar ese nefasto tráfico producto de nuestra holgazanería.

Mi abuela siempre nos aconsejaba que no es puntual ni el que llega tarde, ni el que llega antes, el valor de la puntualidad radica en estar siempre a la hora exacta, pues esa actitud refleja muchas cosas, por ejemplo el grado de interés y respeto hacia las personas, la importancia del asunto a tratar en la cita, el nivel de compromiso social, etcétera; pero es una pena que en nuestro país la puntualidad nadie te la reconozca, es más si llegas siempre puntual pueden incluso tacharte de no tener una vida social o ser un sujeto que se angustia con facilidad.

miércoles, 15 de octubre de 2008

Una muerte elegante

En la actualidad nacer sale más barato que morir, así como existen las clases sociales, así también hay paquetes de sepelios al igual que panteones para los que somos clasemedieros y para los nice, es decir, cementerios de primera con sus respectivos mausoleos y de segunda con nichos jodidísimos. A pesar de tales diferencias los precios por tener un velorio digno son exorbitantes.

Algunas instituciones a través de sus sindicatos realizan una encomiable labor al sustraer de la nomina de sus agremiados cierto porcentaje para crear un fondo que cubra los gastos funerarios del trabajador que lamentablemente perdió la vida y con ello solventar económicamente a sus familiares; lo que resulta deleznable es la actitud de aquellos sindicalizados que al ver “afectada” su quincena salarial, no sólo recuerdan la memoria del difunto sino también la de su santa madre que lo parió, ¿Acaso por no ver afectada su cartera quieren que todos seamos Highlander el inmortal?

Una tarde de septiembre los habitantes de algunas colonias de nuestra ciudad salimos de nuestras casas curiosos de saber cual era el motivo de tanto estruendo producto de varios claxon, la sorpresa fue en parte extrañados y en parte creyendo que se trataba de una broma macabra; resulta que por las calles y avenidas principales desfilaba un convoy de carrozas pertenecientes a una conocida compañía funeraria, como agradecimiento de la preferencia por sus servicio y a la vez promocionar sus nuevos modelos de coches fúnebres.

El impacto publicitario en mi barrio al parecer fue positivo, pues doña Jacinta le comentó a Juanita que con esos carrazos a quién no le dan ganas de morirse; y como no mi estimado lector imagine dar su último paseo en una “Hummer” 2008, siendo usted la admiración de la gente, por supuesto que para ese entonces uno no estará conciente de lo que sucede alrededor y eso que el cuerpo según estudios científicos tarde en morir completamente un promedio de ocho horas.

Esa misma semana tocó a mi puerta una guapa dama que promocionaba el clásico paquete “Pague ahora y muérase después”, la mujer con su falda muy corta pero de larga lengua, estuvo a punto de convencerme con su discurso de que uno nunca sabe cuando se va a morir. En cierto modo tiene razón pues la vida nadie la tiene comprada y costearse un funeral que podría ser casi semejante al de un presidente o algún sultán árabe, pues bien vale la pena invertir, además con eso de que la muerte llega cuando menos se le espera y te puede tocar en la peor crisis financiera familiar, así usted como herencia les ahorra el gasto pasando a ser un cadáver exquisito y refinado.

Al final de cuentas hubo algo que no me terminó por convencer, resulta que en la letra pequeñita del contrato se incluía una cláusula en donde se especificaba que si después de haber cubierto los gastos de la inversión funeraria el contratante del servicio aun no moría debía de pagar el importe del incremento inflacionario que cada año afectaría al precio original y de no hacerlo se perdían todos los derechos.

Haciendo una cara más idiota que como es común y con cierto acento de inocencia, agradecí las atenciones de la voluptuosa chica, no sin antes decirle que con ese bien cuidado cuerpo que ella tiene lo único que puede es resucitar muertos; con una sonrisa pícara en sus labios me dejó escrito su número de celular al reverso de la tarjeta de presentación de la empresa funeral que representa, diciendo que estaba a mis servicios para lo que se ofreciera, híjole, ante la sugestiva insinuación uno nada más suspira y recuerda el compromiso que tiene con su esposa para evitar así caer en tentaciones.

En su clásico cuento “Peter Pan”, James M. Barrie, redactó en la voz del Capitán Garfio que la muerte era la última aventura de la vida, bajo cierta apariencia honesta uno puede asegurar que se está preparado para morir, pero la verdad aún no tenemos ganas de que nos enaceiten con los santos óleos.

miércoles, 8 de octubre de 2008

Pienso luego… envío

A últimas fechas durante mis ratos de ocio he estado bastante entretenido siguiendo la “E-mailnovela” sobre las dos adolescentes desaparecidas en cierto municipio limonero de nuestro estado, es asombroso cómo el apoyo solidario de usuarios del correo electrónico se unió a tan noble causa reenviando la misiva del angustiado tío; mi bandeja de entrada durante varios días fue saturada por estos mensajes, afortunadamente siete días después recibí otra decena de correos donde se notificaba que por fin ya habían sido encontradas estas chicas; lo único que queda es el desgraciado morbo por enterarme sobre cuál era su paradero, los motivos de su desaparición, es decir, si huyeron por iniciativa propia o tal vez alguien las presionó, además no descarto la posibilidad de que también se trate de un bromista que se divirtió como enano a cuesta de nuestro laudable espíritu solidario, espero alguien tenga otro mensaje en donde aclare estas incógnitas.

Cuántos correos hemos recibido con temas sobre esta índole y otros mas extenuantes, a veces los tomamos en consideración otras hacemos caso omiso y los borramos para evitar la proliferación de spam en nuestras computadoras, es cuando hacemos un balance y valoramos la credibilidad de su contenido; si hace esto lo felicito, pero si sólo lo reenvía y ni siquiera se preocupa en recapacitar sobre los efectos que podría acarrear a sus contactos el hecho de hacerles llegar información que probablemente proviene de una fuente no fidedigna, por favor no sea tan ingenuo o inconsciente de lo que está haciendo, pues puede incluso hasta con una simple “cadenita” generar cierta disonancia mental que podría convertirse en una clase de terrorismo mental para sus contactos.

Por otro lado ahora que la telefonía celular entre sus múltiples servicios cuenta con el de mensajes de texto, y que resulta más económico que el costo de una llamada, su utilidad se ha incrementado dando origen a una vía alterna de comunicación, en donde motivados por el ahorro de palabras para así poder enviar en un solo mensaje toda la información que se considera necesaria y evitar con ello el tener que volver enviar otro, ha sido la causante de que nuestro lenguaje escrito se deforme, además de referenciar en algunos casos datos inconexos que tergiversen el contenido real del escrito, convirtiendo el mensaje en un jeroglífico que ni Indiana Jones podría descifrar.

¿Qué quiero decir con esto? Antes de tener la capacidad de contar con mensajes escritos vía Internet o celular, la forma de comunicarnos era a través de la voz en persona, por teléfono e incluso hoy existe la videoconferencia así como una variada gama de Gadget que permiten el fluir de la información. A partir de la creación de estos medios se brinda un servicio en donde a través de una serie de mensajes, la persona puede generar una rápida comunicación, lo que se traduce a que es más factible que el sujeto al estar redactando sus ideas las puede ir clarificando e interpretando hasta el grado de utilizar eufemismos en donde podría existir insultos o pedanterías, con ello el circuito del habla tal vez logre una evolución positiva.

Con esta moderna forma de expresión podemos llegar a los lugares más recónditos del planeta –no del individuo, bueno eso dependerá del contenido del mensaje por supuesto-, esto quiere decir que cuando usted esté disgustado con alguien o quiera declarar su amor a esa persona pues aquí tiene estas valiosas herramientas, claro siempre y cuando cavile bien antes lo que va a expresar. Pero qué ocurre cuando uno de los emisores es impulsivo o está en sus minutos de desesperación puede suceder que se arrepienta segundos después de que reenvío un mail o mensaje de texto con cierto contenido incómodo, pero la realidad es que esa información ya salió de su equipo y, como se dice, ya no hay vuelta atrás.

Haga un análisis de cuantas broncas o líos se ha metido por estas acciones, y peor aun a cuántos ha involucrado en esos problemas por el simple hecho de enviar un mensaje o mandar un texto vía celular a un inocente receptor. Por supuesto va a decir que con la boca tenemos más tinta venenosa que con una computadora o celular, porque es más fácil pensar bien lo que se va a decir por escrito que lo expresado de forma verbal, les doy la razón, lo irracional es que hasta por este medio se cometan errores.

A poco no le ha sucedido gracias a la maldita ansiedad producto de nuestro stress darle enter a su teclado o send al teléfono enviando un contenido escrito que por alguna justificada razón no tenía por que haber sido remitido, y eso que tuvo la oportunidad de hacer modificaciones previas o incluso borrarlo para no afectar a nadie, pero con la rapidez que estos medios nos imprimen, no nos detenemos a reflexionar sobre la escritura, es más tal vez esto que he redactado a más de alguno le resulte una ofensa o falta de respeto -y no es uno de los medios centrales aquí citados-, por lo tanto le agradeceré mucho tanga a bien disculpar mi falta de tacto; y por favor gaste en una llamada cuando sienta el deseo de entablar comunicación con alguien, ¿Acaso esa persona no vale la pena la inversión?

miércoles, 1 de octubre de 2008

¿Por Piedad?

Hace algunos años cerca del ocaso del siglo veinte un reconocido periódico de circulación chilanga publicaba la lista de los diez empleos más rentables del siglo XXI, en ese listado figuraban el de bailarina desnudista, vendedor de software piratas, limpia parabrisas entre otros, el de mayor solvencia económica que se hacía hincapié fue el de pordiosero. Efectivamente a pesar de que se lea algo peyorativo esta nueva “profesión” tiene sus ventajas, por un lado está el hacer un lucro con la caridad de las personas y por otro abusar de la lástima que ocasiona el observar gente que vive supuestamente más jodida que uno.

Lo anterior trae a la memoria una vez en pleno centro de la ciudad al filo de las 14 horas esperando el milagro de poder abordar un taxi entre el tráfico kamikaze que en ese momento circulan, me vi en la necesidad de compartir el automóvil con una señora que recibe limosna afuera de catedral sentada en una silla de ruedas, el chofer compadecido por el aspecto de la mujer me dijo que si antes de llevarme, la dejáramos a ella, obviamente que como todo caballero accedí; cual no sería nuestra sorpresa que cuando la anciana descendió del coche y después de pagarle al conductor con moneda fraccionaria se introdujo a una casa que en realidad sin abusar de la humildad era el doble de mejor que la mía, muy bien cuidadas las áreas verdes, ostentosa y de acabado rústico.

La verdad que causa mucha conmoción el tratar este asunto ahora que existe una cuidadosa y extremada campaña por concientizar a la sociedad sobre los esfuerzos que hacen aquellos que tienen alguna discapacidad física; pero tampoco es válido que ciertos individuos utilicen la argucia de ser diferentes para obtener ciertos beneficios, los cuales a la larga bien pueden calificarse como una forma de chantaje.

¿A qué va todo esto? Resulta que una vez en mi papel de profesor impartí clases a un grupo en donde formaba parte un estudiante invidente; como era de esperarse todos mis colegas docentes le brindábamos un trato especial, como por ejemplo sentarlo en la primera fila para que tuviera una mejor audición, leerle y explicarle las tareas de manera personalizada, y, clásico, en periodos de exámenes se le dejaba al último para aplicárselo después de forma oral o en su caso leerle las preguntas para que nos fuera proporcionando las respuestas.

Como era de esperarse siempre hay algunos que con el pretexto de la sana convivencia grupal bromeaban sobre este asunto, y como ustedes saben entre broma y broma solía manifestarse la incomodidad ante tal proceder; argumentando que los resultados obtenidos por el joven era gracias a que mientras esperaba el momento de la aplicación escuchaba los comentarios que hacían los demás acerca del contenido del examen, con lo cual se daba una idea de las preguntas y por ende podría anticipar las respuestas.

Entre los comentarios a manera de burla que expresaban hubo uno que atrajo mi atención, la sugerencia de que cuando le aplicará la prueba le pidiera que se abstuviera de introducir sus manos en los bolsillos delanteros del pantalón, detalle que no había reparado, así que con el alfiler de la duda decidí prestar atención a tal observación y opté por indicarle que no ejecutara este ademán durante el tiempo que realizará el examen; mi sorpresa fue enorme al percatarme que el sujeto se negaba rotundamente a responder a cada pregunta, justificando que estaba muy nervioso y anteponiendo a favor que lo dejará introducir las manos en el pantalón, ya que esto le brindaba seguridad, además de que así siempre lo ha hecho y yo era el único que se lo evitaba.

Por supuesto que bajo tal pretexto me puse aun más estricto y no accedí ante ello, por lo que el estudiante no tuvo otra opción más que acatar la orden. Lo triste fue que una vez concluida la prueba al calificarlo sus resultados fueron reprobatorios; de forma inmediata hice del conocimiento al director lo acontecido y finalmente el estudiante terminó por aceptar que en todas las pruebas hacia trampa gracias a la ayuda de diversas tarjetitas con los contenidos de las asignaturas a evaluar escritas en braille, razón por la cual siempre obtenía excelentes resultados.

Es una pena que acciones como las anteriores demeriten nuestra razón altruista en relación a las personas que viven con alguna dificultad física, de igual forma no hay que olvidar que estas personas también son humanos ordinarios y de forma semejante a nosotros ellos a veces les gana la ambición motivada por el deseo de superación y de competitividad, razones por las cuales no escatiman el desaprovechar la ventaja que les otorga su situación.

De igual forma reconozco a aquellos individuos que a pesar de su problemática desarrollan un empleo digno como lo es el vender periódico, hacer manualidades o artesanías en empresas y talleres, en lugar de engañar o estafar a los demás.

miércoles, 24 de septiembre de 2008

De Generación en degeneración

En el seno de una clásica familia disfuncional nació Crisóstomo, dicen que el primer trauma psicológico que el humano sufre es cuando el médico corta el cordón umbilical que nos une a nuestra madre, el segundo es el nombre que los responsables de nuestros días nos otorgan sin el consentimiento de uno -por supuesto que desembolsando una buena cantidad económica eso en la actualidad se puede corregir-, después vendrán los traumas que conforme vamos desarrollándonos nos van heredando como la religión que profesamos, la afición por cierto deporte con todo y equipo, así también el partido político de nuestra devoción.

Hijo de guardería como todo infante actual durante los primeros cinco años de vida era considerado por sus padres el ombligo del universo, todo o casi absolutamente todo lo que él quería se lo concedían; el problema vino cuando el método anticonceptivo falló dando origen a José Luis quien inmediatamente ocupó el sitio de honor de su hermano, destituyéndolo y haciéndolo pasar a un segundo término.

Ahora era el mayor por lo tanto entre sus responsabilidades estaba el cuidar de su hermanito predicando con el buen ejemplo, lo que significaba cometer los menos errores posibles. Como era de esperarse tal actitud repercutió en su formación académica pues toda la primaria y la secundaria apareció su nombre en el cuadro de horror, sus padres eran clientes de la dirección escolar por lo continuo que solían acudir a ella gracias a los méritos de su hijo.

Cuando egresó de secundaria mientras sus compañeros de generación se divertían consumiendo drogas de diseño en la fiesta de graduación, él se entretenía con los videojuegos del celular aislado de todo el barullo; al mismo tiempo sus padres cometían el peor ridículo de sus vidas reclamando al responsable de electrónica en una conocida tienda departamental la falta de cargador de energía eléctrica para el iPod que ese mismo día le regalarían a Pepe Luis en compensación por sus excelentes calificaciones obtenidas en la primaria, si allí hubiera estado Cris escondería su cabeza bajo la tierra como las avestruces de la vergüenza.

Algunas veces le entristecía ver como su mamá los domingos a fuerza de tesón con papá lo convencía de desayunar juntos en algún restaurante bajo el pretexto de que con ello se fomentaría la unión familiar, la verdad era que alrededor de la mesa el padre se la pasaba recibiendo múltiples llamadas telefónicas, Pepito padeciendo de autismo gracias a las melodías del iPod, la madre como simple locutora de radio haciendo soliloquios al grado de caer en monólogos extensos, y él se sacudía de toda culpa enviando mensajes de texto a los celulares de sus amigos, en conclusión lo único bueno de esas reuniones a veces eran los alimentos.

Debido al bajo aprovechamiento escolar Crisóstomo ingresó a la preparatoria en donde recibían a los que no querían permanecer sin formación escolar; el lugar se caracterizaba por albergar a la gente más rara e incluso algunos tachaban al plantel como la escuela de los perdedores, los profesores parecían ufólogos buscando siempre vida inteligente en cada generación que ingresaba. Cuando llegas a la preparatoria tienes que optar entre hacer de la escuela un suplicio o convertirla en el espacio propicio para la diversión; con la actitud de Cris no era de esperarse que eligiera la segunda opción, prueba de ello fue cuando navegando por Internet descubrió en el sitio de cierta discoteca gay a su profesor de matemáticas ataviado de uniforme nazi en brazos de un andrógino, horas más adelante la fotografía apareció de forma misteriosa en el periódico mural de la escuela haciendo público lo que años de discreción le había costado al incauto docente.

En cierta ocasión dentro de un evento organizado por una tienda comercial donde se convocaba a asistir a diversas escuelas con motivo del día del estudiante, había un concurso de comer rebanadas de pizza, estaban inscritos jóvenes de distintos planteles entre los que sobresalía un gordito de 120 kilos que representaba a la preparatoria que siempre quiso ingresar Cris pero que por sus resultados le fue negado el acceso, hasta el momento nadie lo derrotaba, todas las veces que era retado siempre marcaba la diferencia de una o dos rebanadas sobre su contrincante.

Animado por la guasa de sus camaradas Cris subió al montículo para retar al obeso estudiante, los abucheos del auditorio al darse cuenta de la escuela de procedencia del nuevo contendiente no se hicieron esperar. Empezaron empatando la primera ronda a seis rebanadas, en la segunda la justa llegó de nuevo a igualar sus marcadores a cuatro, para la tercera al llegar dos sobre tres a favor del corpulento, Cris haciendo un esfuerzo estomacal y recordando la escena del filme “Saturday Night Fever” -que junto a su padre le toco ver varias veces-, en donde Tony Manero juntaba dos rebanadas de pizza para comerlas, emulándolo así fue como logró engullir cuatro piezas dejando atrás al oponente. De pronto el lugar se llenó de aplausos y vitoreaban al nuevo campeón, por primera vez en su vida gracias a él, la preparatoria de los “freaky” y perdedores ganaba un reconocimiento social ante las demás.

Lleno de Orgullo regresó a su casa luciendo el trofeo, más al darse cuenta el motivo del reconocimiento su padre lo reprendió alegando que podría causarse daño gracias a esas estúpidas competencias, que se cuidara, que aprendiera a querer más a su persona, en fin un sermón que todavía le duele al recordarlo pues era lo que menos esperaba escuchar de su admirado antecesor.

Cinco años más adelante comprendió la preocupación de su progenitor cuando por un simple descuido embarazó a una chica que apenas conoció en la fiesta de bienvenida de la licenciatura; hoy trabaja más de ocho horas como repartidor de comida rápida para sostener a su obligada esposa y a su indeseado pero bien amado pequeño, y el temor que experimenta es que éste herede su carácter y que para contenerlo tenga que recurrir al método coercitivo que su papá utilizó con él.

miércoles, 10 de septiembre de 2008

Una mala salud de hierro

El mes de septiembre además de influir ese sentido nacionalista que las estrategias del marketing inculcan en el pensamiento de la masa, ¡Hágame usted el favor Hidalgo, Morelos y la Corregidora desayunando en el VIPS¡ Trae a mi memoria un ingrato recuerdo, corría el año 2006 en un mes como éste cuando aprovechando uno de esos agraciados puentes de descanso laboral que tan amablemente nos proporciona el calendario de la beatitud, decidí que era el momento idóneo para hacer un poco de ejercicio, en ese entonces tenía la difusa idea de que copular era equivalente a realizar ciertas rutinas gimnásticas; cabe aclarar que antes de esa fecha el ejercitarme no era una frase incluida en el diccionario de mi subsistencia, así que me puse zapatos ligeros y fui a caminar calles.

Eran aproximadamente las 11:30 de la mañana cuando en plena marcha a escasa media hora de iniciada la caminata empecé a sudar mucho, tanto que los lentes se empañaron, al hacer el intento de quitármelos para limpiarlos noté que el brazo izquierdo no respondía de forma normal a mis impulsos cerebrales, seguido de un adormecimiento casi total de la pierna izquierda, lo que hizo sentarme de forma estrepitosa sobre la banqueta y de pronto llegó una molestia fatiga que no permitía recuperarme por más que aspiraba.

Haciendo un esfuerzo me puse de pie y llegué a casa, tomé dinero de los ahorros que celosamente guardo bajo mi colchón, paré un taxi y fui a un hospital privado para ser atendido de inmediato, digo uno nunca sabe de qué humor vaya a estar el personal que labora en el IMSS. Al llegar a la sala de urgencias lo primero que hizo la enfermera fue tomarme lo signos vitales: presión, pulso, temperatura, frecuencia cardiaca y respiración.

La asistente alarmada corrió a buscar un médico, inmediatamente éste ordenó que me hospitalizaran; dijeron que para ello tenía que desnudarme y ponerme una bata, la cual como ustedes saben parece estar hecha con papel de china y lo más curioso es que debes de colocártela al revés de lo usual, cuanto pudor da que a cada rato tus partes nobles se ventilen y todos las vean, además en esos momentos uno no se encuentra en condiciones para presumir. Acto seguido el médico introdujo en mi boca el líquido contenido en una capsula, recuerdo su amargo sabor, y dijo “relájese –por supuesto, como el no se encuentra tocando las puertas del otro mundo-, lo vamos a dejar en observación”, irónicamente todos se fueron y me dejaron sólo en la habitación, ¿Cómo demonios me iban a observar si no había nadie quien lo hiciera? De manera oportuna arribo mi actual pareja y se solidarizo a mi causa haciéndome compañía.

Pasada la hora regresó lo enfermera volvió a tomarme la presión, y de nueva cuenta salió a toda prisa a buscar al galeno, éste regresó ahora para introducir en mi boca una pastilla que la colocó bajo la lengua con la advertencia de no masticarla ni pasármela, entonces vino a mi memoria las veces que he escuchado los consejos de tantos amigos y a los cuales siempre aplico la misma acción sin necesidad de receta médica.

Hora y media después hacia su arribo el cardiólogo, impecablemente vestido con ropas de la mejor calidad, obvio con el salario que percibe quien no se daría ese lujo, trayendo consigo el electrocardiograma, de pronto me vi lleno de cables y escuchando el tintineo del aparato, una vez impreso el resultado lo observó y dijo estar satisfecho pues no era tan grave como se lo había imaginado, con una sonrisa en los labios exclamó que se trataba de una cardiomiopatía hipertrófica leve –tan sólo de escuchar el nombrecito se crispan los nervios-, lo que se traduce de forma vulgar como el engrosamiento del músculo cardíaco, y una de las características principales es la hipertensión alta, pero de ahí en más mi corazón seguía latiendo y eso era positivo.

¡Órale con palabras tan optimistas no queda otra que dibujar una angustiosa sonrisita! Según explicó el doctor necesitaba estar en reposo absoluto las próximas 48 horas, y que posteriormente empezara una serie de ejercicios sin exagerar y conforme me fuera habituando aumentará el ritmo; ahora sí que se cumplía mi sueño de cuando cursaba la primaria, estar enfermo y con el permiso del médico faltar a clases, pero hoy no, en serio que no sentía satisfacción de tener incapacidad y menos por este tipo de justificación.

A partir de esa fecha consumo la misma cantidad de pastillas que Elvis Presley, con la única diferencia que las de él eran para aliviar un insomnio crónico y controlar el cáncer de los huesos; le dije adiós a la sabrosa comida que hace transparente las servilletas desechables, y de la sal, ni pensarlo, sólo en la imaginación; las carnes frías una vez a la semana y deben ser de pavo. El ejercicio es un hábito obligado, gracias al optimismo de mi cardiólogo, ya que cada vez que lo visito me dice que si no bajo más de peso y talla el día menos pensado voy a dejar de pensar.

Uno siente la vida precisamente cuando sabe que a cualquier momento la va a perder, motivo por el cual agradezco a la naturaleza y al creador el haberme dotado de un estado de salud como el mío que me hacer recordar que existo y aun comparto las cuentas del rosario de mis penas.

miércoles, 3 de septiembre de 2008

La nueva Santa Inquisición

Diariamente nos enteramos de situaciones que no nos agradan e incluso llegamos a considerarlas injustas, somos mudos testigos de maltratos a personas, robos, inseguridad pública, extorsión, violación a los derechos humanos entre otros muchos males; como ustedes saben los medios de comunicación se encargan de ventilar todo, hasta que logran generar confusiones que dan como resultado juicios púdicos que bien podrían calificarse como una invocación al inconsciente moral de la colectividad. Al respecto la gente comienza a hacer una serie de reflexiones morales a priori sobre los diversos temas que se dejan a su sensatez, es precisamente al ejecutar tal actividad cuando la opinión pública se enturbia o ensucia debido al montón de prejuicios que le imprimen.

¿A qué va todo esto? Desde hace un considerable tiempo es común entre los usuarios del E-mail enviar una serie de mensajes conexos de manera que cada uno de sus contactos recibe la misma información y una vez leída se exige transmitirla a otro cúmulo de contactos; a través de estas cadenas además de incluir spam (información no deseada), se conjugan ideas moralistas de la peor calaña disfrazadas de denuncias, advertencias y oraciones celestiales.

Si además le agregamos el abuso malicioso que de tales mensajes electrónicos conciben ciertos individuos al hacer público algunas actividades que desde su perspectiva ética es impune, con la garantía que si lo hacen aprovechando las virtudes de la tecnología existe la plena seguridad de que están haciendo lo correcto, y para no entrar en controversia consigo mismos se valen de este medio que no les supone quedar mal ante la comunidad, al contrario los hace lucir pulcros y honestos a los ojos de sus contactos.

En últimas fechas he recibido correos electrónicos bastantes desafortunados de personas que creía conscientes en su proceder y de ecuánime pensar, pero resulta que no, a diario llenan mi bandeja con mensajes de este tipo, y lo más sorprendente es que ahora la tendencia es hacerlos sobre asuntos de índole regional, o sea, exponen a la luz de la sociedad los sucesos de mayor trascendencia en el Estado o País, haciéndonos cómplices de un cruel juego en donde causar daño al prójimo es lo menos importante siempre y cuando se logre cosechar una reputación en apariencia responsable y comprometida con su entorno.

Los casos presentados ya sean en texto o mediante una presentación en powerpoint versan sobre asuntos como el del tipo que con su videocámara grababa la estancia en el baño de sus compañeras de escuela en la quietud del local comercial de su padre, y que posteriormente subía a la red, por cierto a pesar de dar varios tags en YouTube no he podido visualizar ninguna de las producciones de este osado sujeto; es común también advertir sobre los riesgos de sufrir un accidente automovilístico incluyendo en el correo fotografías al más puro estilo cine Gore, en donde se despierta el morbo del usuario gracias al arte de observar cuerpos mutilados, brazos, piernas y cabezas cercenados, carros convertidos en chatarra bañados en sangre y vísceras, después de ver esto considero menos inofensivo la lectura de la revista Alarma! que el contenido de tales correos.

!Qué me dicen del mail en donde se acusa a un individuo de estafar a seis personas de diversas dependencias universitarias¡ Aquí lo ridículo no es el fraude y menos aún el charlatán, sino el modus operandi del supuesto delincuente, pues al solicitar dinero para su simulado apoyo económico, las víctimas le hicieron firmar cheques gracias a los cuales pudo ser identificado, ¿Cómo es posible que las autoridades facultadas para emitir cheques lo hagan así de sencillo como quien regala dulces? Honestamente sólo un ignorante del funcionamiento de procesos administrativos sería tan ingenuo de reenviar el mensaje, además tal información resulta más inofensiva que la contenida en las revistas TV y Novelas o TvNotas.

La tecnología nos puede ahorrar tiempo al igual que nos puede meter en problemas, pues el usuario no se detiene ni siquiera para pensar a quienes va a perjudicar con mandar ese tipo de mensajes. Por eso lo recomendable es el más absoluto respeto por el derecho a comunicar, y por el legítimo ejercicio que de él pueden y deben hacer las personas, sin embargo la parte que incómoda de todo esto es la autoridad que nos otorga el poder reenviar ese tipo de correos en donde en lugar de prevenir pone en evidencia el sin fin de prejuicios que poseemos, fomentando el morbo. ¿Qué sucedería si en esa situación que se exhibe a través del citado medio atañera a un familiar o a nosotros mismos? Ahora sí nos indignaríamos, pues se estarían hiriendo nuestros sentimientos, incluso pensaríamos en demandar a todas esa bola de energúmenos que le ha dado por circular el mensaje.

El correo electrónico lo reconozco como un medio de comunicación que agiliza el traslado de información entre personas, también reconozco que en cierto momentos sus usuarios abusan del poder al contar con un espacio en donde difundir datos de todo tipo; pero entretenerse con el dolor ajeno a cuestas de parecer un sujeto íntegro desde la perspectiva ética, de manera decente tal comportamiento es una desfachatez, es como ocultarse en la moral para manipular; me atrevo a asegurar que esta gente son de esas que se asustan o impresionan con tan sólo observar a lesbianas y travestis en Internet, son de las que hablan mucho de Dios y de religiosidad, más en sus actos prevalece un odio impío que por supuesto es el reflejo de sus acciones.

Así que por favor ya no me sigan enviando cadenitas, pues al fin de cuentas ni las leo ni me interesa, además las falsedades son más peligrosas cuando se empiezan a aproximar a la autenticidad de la masa y resulta más imbécil quien las interpreta como verdades absolutas.

miércoles, 27 de agosto de 2008

Amateur

Es común entre los deportistas, grupos de danza, porristas y escuelas de modelaje captar a través del lente de una cámara de video las sesiones de práctica o los eventos donde participan para después analizarlos en la comodidad de sus hogares con el propósito de al observarlos corregir errores y detalles que los podrían llevar al fracaso, descubrir las fallas que inconscientemente cometen entre otros detalles, en este sentido el fin en este caso justifica los medios.

De igual forma en la actualidad diversas personalidades del medio artístico hacen uso de este recurso con fines más de marketing que para mejorar tácticas profesionales y deportivas, de forma abrupta es liberado en la red de páginas mundiales un video con fuertes escenas sexuales, lo cual, es obvio que despierta el interés y sobretodo la morbosidad del público.

Los pioneros en hacer este tipo de videos fueron los -en ese entonces- recién casados Pamela Anderson y Tommy Lee, a partir de ellos se dio el “boom” por este género, entre los más famosos productos videográficos se cuentan los de Paris Hilton, la intérprete boricua Noelia y la actriz mexicana Michelle Vieth, por cierto ésta última se le ocurrió la brillante idea de patentizarlos y obtener así algunas ganancias extras a su favor por la difusión del mismo.

Por supuesto que en estas filmaciones suelen mostrar además de su talento físico, el histriónico, mismo que desde el punto de vista de cualquier crítico de cine bien podría asegurar que de lo excelente de su actuación, tales luminarias serían dignas candidatas al “Oscar”, si es que existiera una categoría para ese tipo de filmes; por supuesto que el objetivo aquí es continuar vigente dentro de la farándula gracias al escándalo que trae consigo el exhibirse públicamente al momento de copular.

Pero, ¿Qué sucede cuando a un muchacho se le ocurre obtener material videográfico con el apoyo de su teléfono celular de la relación coital que tuvo con su actual pareja? Acaso este joven lo quiere para hacer un análisis somero de las distintas posiciones que adoptaron él y su pareja en el acto consumado, es una terapia recomendada por algún sexoterapeuta para recuperar la relación sentimental. Lo más triste es que el producto de tal actividad pronto será un trofeo más que alimente el ego de esta persona al mostrárselos a sus conocidos, olvidando por completo la reputación de la otra parte implicada, que sin saberlo se siente orgullosa de ser la novia de alguien que de tanto amor que le profesa guarda los momentos de intimida en su celular para después volver a vivirlos, y como él le asegura extrañarla aún más.

Es curioso que durante los primeros 12 o hasta 14 años de vida del ser humano, sus progenitores se la pasan ocultando todo el material sicalíptico, con la firme meta de no generar en ellos un perversión sexual, esto resulta patético, es como luchar contra corriente; como ustedes saben la sexualidad es inherente al humano, lo que significa que a pesar de que lo ocultemos, tarde o temprano les llegaran los ímpetus por esta necesidad fisiológica, y va resultar adverso que se enteren de forma vulgar como lo es utilizando un celular erótico.

Qué se ha logrado con tan inmoral actividad, aparte de desprestigiar a las inocentes jovencitas y alguna que otra escuela por la supuesta calidad moral que ahí impera, fomentar ese obsesionado mal gusto de entretenerse contemplando clandestinamente en las pequeñas pantallas de los celulares cortos fílmicos basados en actividades íntimas o sensuales de otras personas, y por ende fomentar la pornografía.

En otras palabras tal comportamiento tiene su connotación voyeurista, que en exceso bien podría clasificarse como un trastorno psicosexual, basta con saber que en la mayoría de los teléfonos celulares de los adolescentes existen almacenados una enorme cantidad de videos, los cuales comparten gustosamente mediante la vía del Bluetooth. ¿Qué sensación se experimenta? Excitación, placer carnal o simple orgullo por presumir ante los demás ya sea sus peripecias genitales, sus nuevas conquistas, el tamaño de sus falos o simplemente abatir el orgullo y altivez así como herir el amor propio o la dignidad de quien exhiben.

No hay que olvidar que cualquier material sustraído u obtenido sin el consentimiento de alguien para su divulgación viola una o tal vez varias leyes que representan una serie de delitos entre los que se penalizan desde multas que ascienden diversos salarios e incluso hasta el encarcelamiento por la pena de difamación de honor y malversación física y moral del implicado.

miércoles, 20 de agosto de 2008

Inconformes

Los seres humanos somos a veces tan hostiles con lo establecido y los convencionalismos sociales que la verdad resulta curioso como nada nos satisface del todo, en pocas palabras nada es suficiente; el de tez oscura quiere tenerla blanca, el que la tiene blanca considera que de tan pálido que se ve necesita un bronceado, el obeso quiere ser esbelto y el flaco ruega a su dios adquirir unos kilos de más, el pobre desea ser rico, mientras que el rico sufre por poseer más riquezas; mientras que el feo quiere ser guapo, el guapo simpático, el simpático hace el ridículo de tanto que lo es.

Igual sucede en lo académico, antes del inicio de cada ciclo escolar las instituciones educativas organizan una serie de reuniones donde el personal docente se supone debe de exponer con base a sus experiencias frente a grupo la forma ideal para abordar aspectos disciplinares, contenidos temáticos y conducta estudiantil, así como ultimar detalles para un excelente inicio de cursos. En si la esencia de tales eventos tiene su mérito, el problema radica en que algunos profesores los utilizan como especie de catarsis, otros ven este momento como la gran tribuna para ser escuchados y libremente sin vacilar exponen sus aficiones, aflicciones, prejuicios y temores hacia las autoridades escolares, también es común aprovechar el momento del cierre de acta para exorcizar sus demonios pedagógicos convirtiendo este documento tan importante en el pliego petitorio a sus necesidades, que por así hacerlo conforme pasan los semestres o ciclos escolares se comienza a perder el interés por este tipo de reuniones, argumentando que para que se realizan, si nunca hacen caso de sus sugerencias o recomendaciones.

Al término de un proceso de admisión el cristal de la transparencia se ve empañado por la infinidad de aspirantes que por virtud propia fueron aceptados en las opciones de estudio que no querían, aquí sí hago un paréntesis, a veces me pregunto, ¿La insatisfacción de no haber quedado en donde ellos deseaban estudiar, es particular o simple capricho de sus familiares? Porque si tú estas consiente que durante la trayectoria en la otra institución de donde egresaste hiciste un pésimo papel que te redituó un bajo promedio de aprovechamiento escolar, cómo va a ser posible que en una nueva institución hagas un buen papel, e igual que el caso anterior se pierde la credibilidad, con el nefasto pretexto de que al fin de cuentas “acomodan a los aspirantes donde bien quieren”.

Un caso similar acontece cuando al momento de calificar uno se percata que más del 70% de los alumnos reprobó, ¿Qué se hace ante tal suceso? Pues algunos tratamos de ser condescendientes y revaloramos los resultados ponderándolos a partir del que obtuvo la calificación más alta del grupo, ignorando así el 100% del valor original del examen. Pero cuando se entregan los resultados a cada discípulo, los que a pesar de esta acción ni así aprobaron, dirán “méndigo profesor ojete, como siempre ayuda a los que le agradan”.

Resulta inconcebible como he perdido la amistad de varias personas por el simple hecho de ser solidario con sus problemas económicos prestándoles el dinero que los sacará de ese apuro, más cuando se los cobro ahora sí me tachan de hijo de la tiznada, tacaño y falto de conciencia. Será acaso que también a ellos un abuelo les aconsejó que es imbécil el que presta algo, y que lo es el doble quien lo regresa. Esto de las inconformidades hace que recuerde un trozo de la canción de Serrat que dice “No hay nada más bello que lo que nunca he tenido. Nada más amado que lo que perdí”; recuerden que de una caída lo que más duele no es el golpe, es el orgullo.

miércoles, 13 de agosto de 2008

Lolitas

Una vez el músico y poeta Agustín Lara escribió “Ya ves que venero tu imagen divina, tu párvula boca que siendo tan niña, me enseñó a besar”, fragmento de su canción “Piensa en mí”, melodía que para muchos fue generadora de diversos sentimientos, pasiones oníricas que desencadenaban torrentes de amor por ese ser que se ama y se extraña a la vez, la canción en este segmento da la impresión de tratarse de un tema que en nuestros días resulta polémico como lo es la pedofilia; ya que estamos en este escabroso tema, me enteré que en la antigua Roma se promulgó una Ley Pública que prohibía el coito con menores de ocho años, honestamente hoy esto se lee bastante rudo, ¿Entonces los romanos sostenían relaciones sexuales con personas de nueve años hacia arriba? Por supuesto, como ustedes saben la clandestinidad de una relación radica en poner en práctica todo lo que nos avergüenza y a la vez nos excita, lo que nos pudoriza más se nos antoja y causa satisfacción al ego; pero consumar un acto de tal índole legalmente se clasifica como paidofilia.

Cierta ocasión cuando cursaba la licenciatura un docente en plena sesión nos dijo que el profesor dentro del salón de clases es un ente asexual, es decir, un castrado, el cual no tiene derecho a pensar con sus hormonas, sino con las neuronas. La interacción instructor-instruido debe de carecer de toda influencia sexual. Palabras indelebles en la mente de algunos estudiantes que conformábamos esa generación, a pesar de que tiempo después nuestro catedrático dejó de compartirnos sus conocimientos, pues fue puesto a disposición del ministerio público acusado de sostener una sórdida relación sentimental con una de sus discípulas en la secundaria donde también laboraba.

De su copiosa voz solía referirse al proceso enseñanza-aprendizaje como una especie de aburrido matrimonio por conveniencia, sin sexo pero con ciertas ventajas mutuas. !Claro que tenía razón¡ Existen profesores que con el simple hecho de tener alumnas guapas y a pesar de que algunas carecen de atributos intelectuales tienen un punto extra o una calificación nada deleznable sin merecérselas en sus asignaturas sólo por el hecho de ser “bonitas”.

Tal casta de alumnas está consiente que sus virtudes físicas les permiten avanzar académicamente, para ello portan el uniforme escolar con ciertos arreglos favorecedores, un prolongado escote en cuyo relicario guarda celosamente una discreta medalla de oro, que sin lugar a dudas hace poner la mirada de quien la observa en ella; una minúscula falda que permite admirar lo macizo y torneado de sus piernas y cuando se sienta al cruzar sus muslos refrescan la escena del interrogatorio de Sharon Stone en la cinta “Basic Instinct”.

En la mente de algunos, tales muchachitas son una especie de Barbie de acción que derriten el hemisferio derecho del cerebro con perversiones libidinosas, es una pena que para ciertos colegas, estas damitas con su lápiz labial y espejo de bolso sean la perdición, pues con tal imagen dan la impresión de ser adictas a la efervescencia erótica, pues saben que con muy poca ropa despiertan la imaginación.

Comparadas con el adefesio que tienen de pareja algunos docentes, a los que sólo temas financieros y de conducta doméstica abordan cuando están en la intimidad, estos duraznos tiernos y jugosos son el edén del autoexilio; es como poner en una balanza el imperio del placer y el deseo sobre las obligaciones laborales y domésticas, ¿Hacia dónde creen que se inclinará?

Fueron educadas con la idea de que para contraer matrimonio necesitan tener cierta edad, así mientras llega ese tiempo hay que darle gusto al cuerpo que gracias a los medios masivos de información conservan bien acomodaditos. La virginidad es un fantasma que atemorizó a sus abuelitas, a ellas les preocupa más lucir sexy y coquetas, porque así se lo dictamina la dieta de la mercadotecnia. A veces esa imagen seductora es obra de la ingenuidad o producto de la casualidad o sencilla intención sugerente.

Pertenecen a la generación de la mentira, su domesticación consistió en recibir un suero de embustes y mitos. Es un hecho que en la actualidad entre la adolescencia el género masculino se viste con mayor decencia que su contraparte, a la que se podría calificar como una dulce perdición; imagínese un tipo mayor sosteniendo una relación íntima con una menor de edad, eso sí es un suicidio social.

La costumbre de intercambiar cariño por sexo sufre una mutación, con ellas el sentimiento es lo que menos importa, pues la diversión y el obtener un beneficio académico están antes que otro motivo. En su malévolo juego se divierten humedeciendo el interior de la bragueta del profesor con el simple hecho de verlas; como lo dice la autora Ana Clavel, “La violación comienza con la mirada”, y para esto estas damitas saben que la atracción ingresa por este sentido y que mejor atractivo que hacer del aula un escaparate de diminutas prendas.

En conclusión, sabemos que existen chicas con estas características dentro del aula, y como profesores no podemos negarles el acceso a la escuela vestidas de esa forma, pues de hacerlo ahora sí estaríamos violando sus garantías individuales; por lo tanto no hay que olvidar que sus intenciones hacia nosotros los docentes, no son sentimentales, más bien son por mejorar su promedio escolar, es lo que podría interpretarse como alguna absurda ramificación de la prostitución. Honestamente no es que seamos guapos, más bien somos un eslabón de la cadena académica y curricular por la cual tienden a ascender.

miércoles, 6 de agosto de 2008

El país inflado

Años atrás la preocupación de las organizaciones gubernamentales y de sanidad era la desnutrición, hoy esta situación se ha revertido. En mi infancia ser rollizo de cachetitos rosados era el look más cotizado, sinónimo de rebosante buena salud; a diferencia de aquellos lánguidos niños que se enfermaban de casi todo y en cualquier temporada del año. Según pronósticos en el siglo XXI una de las principales razones que incrementarán los índices de mortandad será la obesidad.

Ahora resulta que la corpulencia es el opio de los pueblos, robos, extorsiones, pobreza, marginación, cambio climático, narcotráfico y prostitución es achacado a la gordura; lo más triste es que para el mexicano todo le hace aumentar su masa muscular desde la tristeza y el estrés hasta el abstencionismo sexual.

En el 2005 a nivel mundial México ocupaba el sexto lugar gracias a esta condición patológica del ser humano, en el año que transcurre cifras alarmantes nos colocan a unos pasos de ocupar el primer sitio. Motivo que dio rienda suelta al bombardeo mediático para “concientizarnos”; el cual va más allá de generar la simple preocupación por poseer una imagen estética, enfocando su influencia en el deterioro a la salud que trae consigo el ser de “talla extra”, diabetes, hipertensión, niveles altos de colesterol y triglicéridos entre otros son la sombra que la acompañan.

¿Por qué hasta ahora? Acaso no son estos mismos medios los que para subsistir nos han hecho consumir enormes cantidades de bebidas endulzantes, cervezas, pizzas, hamburguesas, entre otros que únicamente han permitido desparramar el tejido adiposo; a poco no es cierto que Chabelo en su programa dominical ha sido uno de los principales contribuidores en la venta de comida chatarra que sólo ha servido para engrosar las mejillas de nuestros infantes y claro llenarles los dientes de caries.

Como una forma de contribuir en el fomento de tan ínclita campaña con el patrocinio del IMSS y la Alianza por un México Sano, Televisa adapta el formato del Reality Show “Biggest Loser” de la cadena extranjera NBC, bajo el nombre de “¿Cuánto quieres perder?”, en donde a través de una serie de casting se reclutó a los 14 participantes de talla y peso extra para someterlos a regímenes alimenticios y rutinas de ejercicios compitiendo para ver quién pierde más kilos, y obvio el ganador será aquel logre llegar a su peso normal, por supuesto que para lograr el triunfo de su favorito, usted tiene que gastar en llamadas y mensajes de texto a las compañías de telefonía que comparten sus regalías con la empresa televisora.

El riesgo de este programa es ofrecer dietas de acuerdo a las características de cada participante, a pesar de que se advierta que antes de ponerlas en práctica es necesario el apoyo de un experto para su cuidado, más de un televidente pretenderá hacerla sin vigilancia médica; bueno, muchas personas las hacen por recomendación de la comadre que quedo igual a Bo Derek. Como ustedes saben, imitar todas las dietas, es poner en riesgo el organismo, no olvidemos que si de salud se trata, lo recomendable es ponerse en manos de especialistas que receten un régimen alimenticio de acuerdo al metabolismo personal.
Por otra parte hay que considerar que no todos los individuos pueden seguir al 100% un régimen alimenticio saludable en nuestro país, poner a dieta a la clase social que vive en la pobreza es irónico, una persona de escasos recursos bien puede iniciarla, luego la abandonará debido a los estragos de la crisis económica familiar, consumiendo lo que su bolsillo le permita, y lo más fácil de comprar son aquellos alimentos que no nutren.
Con esta campaña los medios publicitarios han acuñado frases como “¡Ya logramos un millón de kilos!”, “Elige estar bien contigo”, “Vamos por más kilos”, tales slogan tratan de erradicar la enorme cantidad de productos que nos fueron inculcando en nuestras mentes a través de los años, en donde nos vendían la idea de reducir de talla sin el empleo de dietas y ejercicios rigurosos; en pocas palabras adiós a las fajas de yeso, a los jabones reductores y pastillas que tantos dividendos dejaron a los empresarios del telemercadeo.
A partir de este boom por el control de peso y masa corporal muchas instituciones se han sumado al programa “¡Actívate!”, el cual según las características de cada entidad ha puesto en marcha programas de actividad física, que la verdad, van desde lo óptimo como es el practicar alguna actividad física treinta minutos después de la jornada laboral durante cinco días en la semana, hasta el ridículo de obligar al personal a acudir al empleo de tenis y pants un día de la semana para hacer ejercicio juntos.
Tampoco se vale que sea un recurso para desprestigiar y humillar o amedrentar el ánimo de los rollicitos, se acuerdan de aquella campaña que en la década de los ochentas se puso en marcha para evitar el desmedido desperdicio de agua, en el que mediante diversos spots televisivos e imágenes en panorámicos aparecía un gordito que girando su mano decía “¡Ya Ciérrale, ciérrale, sí!”; pues tal publicidad sirvió para que cuando un individuo veía a otro con sobrepeso, le hiciera la misma seña con su mano y pronunciara las frases, una absurda humillación que lamentablemente terminó desvirtuando el objetivo de la campaña y transformándolo en mofa racista; así sucede con la repetitiva expresión “¡Actívate!”, ahora resulta que ven al obeso y haciendo con sus manos la mimesis de una letra “A” le gritan actívate, y que hace esta persona, pues les recuerda la memoria de sus adorables madrecitas y psicológicamente manda al diablo el objetivo de la campaña.

Gracias a un mal cardiaco congénito estoy bajo prescripción médica sometido a dietas y cuidados alimenticios, la verdad me causa pena ponerme un pantalón, camisa o ropa interior que ya ni de mi talla es, es más en estos momentos no tengo talla comercial, lo que significa, o me compro una más pequeña que me va hacer ser lucir como picador en tarde de corrida o conservo la que era mía que de tan amplia parezco una percha.

Pero en fin no hay que dejarnos llevar por la mala leche de la gente y ponernos a hacer un ejercicio que beneficie nuestro organismo, consumiendo alimentos que contribuyan a perfeccionarlo, en otras palabras hagamos de cuenta que los pinceles de Fernando Botero se pusieron a dieta hasta convertirse en un dibujo de José Guadalupe Posada.

jueves, 31 de julio de 2008

Disonancia

Por estas fechas es común la pregunta que padres y madres me hacen sobre cuál es la mejor opción formativa de bachillerato para sus hijos, ante tal interrogante trato de ser honesto y lo primero que respondo es que no soy el progenitor de sus escuincles para decidir sobre su futuro académico; y luego les aclaro que son ellos los que en mutuo consenso con sus hijos deben de tomar esa decisión; posteriormente les aclaro que debido a esa forma de pensar es como han categorizado a los planteles del nivel medio superior, a poco no es cierto que gracias a su absurda manera de etiquetar a las escuelas por el turno, la adscripción institucional y el espacio geográfico donde se ubican, es como existen en la actualidad taxonomías sociológicas de cada nivel escolar.

Gracias a ese pésimo estilo de medir todo a nuestras conveniencias es como hemos hecho de los bachilleratos planteles de primera, segunda y tercera; y obvio todos quieren que sus vástagos ingresen a los de “primera calidad”. Pero quiénes son los responsables de generar ese supuesto prestigio o calidad en las escuelas, ¿El cuadro directivo responsable de los aspectos académicos y administrativos? ¿Los docentes quienes guían la formación de los alumnos? ¿Los estudiantes con su capacidad intelectual?

Existen escuelas en donde el control ejercido por el equipo directivo ha hecho que se fomente un ambiente disciplinado, lo que genera orden y dedicación en la comunidad escolar, son de esos bachilleratos en los que al irte aproximando dan la impresión como si no hubiera clases, al no observar el clásico sin número de jóvenes afuera de las aulas y profesores charlando por los pasillos después de su hora de ingreso a las clases; los estudiantes portan sus uniformes con distinción y orgullo, los docentes cumplen de forma estricta con su horario laboral; parece utopía, pero si existen escuelas así, razón por la cual muchos les otorgan una jerarquía preponderante.

El aspecto del ejercicio docente es un elemento que también influye, qué sucede con aquellos profesores que sólo se limitan a recibir a los estudiantes, impartir sus clases y se retiran, sin contribuir a apoyar en el cumplimiento de las políticas y reglas que los directivos han estipulado, por el simple hecho de no parecer los malos de la escuela ante sus discípulos; acciones de este tipo van en detrimento de la mejora escolar del bachillerato y por ende hace que sean clasificado en niveles inferiores.

También en algunas escuelas existe la difusa idea de que en ellas se reciben a los aspirantes que por sus bajos rendimientos escolares no pudieron ingresar al de su preferencia, lo que supone trae consigo insatisfacción y desmotivación hacia el estudio; esto da como resultado que el profesorado se queje de ellos, les achaquen todas sus frustraciones e impotencias didácticas, aleguen a su favor que el fenómeno de la reprobación a gran escala es a causa de ellos; sin lugar a dudas es esta una actitud hegemónica y despótica.

No hay que olvidar que percibimos un salario por ejecutar nuestro trabajo, y por lo tanto es parte inherente a la labor docente el lograr que un individuo aprenda o al menos asimile de forma parcial las asignaturas. La formación académica no es la simple ausencia de ignorancia ni el resultado de equilibrar el dominio de ciertos contenidos en la conducta o hábitos humanos, si no con toda exactitud y propiedad se llama educación, y al educar inculcamos otros valores –ideología, simpatía política, religión, etc.- que el educando se apropia de ellos y los pone en práctica en la vida cotidiana. La educación jamás termina, no es un producto con etiqueta de caducidad, si no una perpetua actividad. Razones que el docente de vocación sabe y pone ante sus estudiantes lo mejor de su actividad con el propósito de obtener un efecto favorecedor.

De igual modo no se niega que existen sus excepciones estudiantiles, pues alguno que otro puede padecer de dislexia, a esos en verdad resulta difícil que ciertos contenidos temáticos les sean asimilados, y como una vez escribió Alfonso Reyes, “lo que la naturaleza te dio, ni la mejor institución educativa te lo va a perfeccionar”.

Tampoco podemos hacer de nuestras aulas una especie de aparjeit, al contrario, debemos apoyarles y si es posible canalizarlos con gente especializada para que en conjunto vayamos nivelándolos con los demás; pero hay algo importante que no se debe de escatimar, el como concientizar a los padres de familia sobre este problema que en la mayoría de los casos ignoran o se hacen de la vista gorda a causa del orgullo. Muchas veces no quieren aceptar que su primogénito tiene dificultades congénitas de aprendizaje, alegando a su favor que desde muy temprana edad aprendieron a rezar o a cantar las intrincadas rondas infantiles por su propia cuenta, ¿Acaso un loro no hace lo mismo?

Por supuesto que no se necesita acudir a una escuela para aprender eso, porque en el aspecto académico se requiere el dominio de lo básico conjugando el análisis y la reflexión de la información asimilada con su aplicación en la realidad inmediata, en lugar de que reciten y memoricen conceptos y teorías.

La escuela la constituimos todos, cada uno somos el engrane que agiliza el dinamismo del proceso educativo; por lo tanto, si a ese estudiante que considerabas pésimo en comparación del prodigio del grupo asimiló una pequeña parte del tema que impartiste, siéntete satisfecho, pues hiciste tu trabajo de una excelente forma; hay que erradicar la idea de los ranking en las escuelas, porque eso sólo devalúa su imagen pública, entonces decir que en un bachillerato se ofrece mejor formación que en otro, considero que es más un hecho de la infame inseguridad de nuestra sociedad; y resulta peyorativo aun aceptar que se labora o estudia en uno de deplorable reputación social, aquí quien se ubica en ese rango es la autoestima de la persona que piensa de esa forma.