jueves, 15 de diciembre de 2022

Celestial amistad.


De regreso del supermercado, raudo bajo por la calle Venustiano Carranza montado en la bicla y cargando las bolsas con los abarrotes, una vez que doblo la esquina rumbo a la calzada La Armonía, una de las bolsas se rompe, esparciendo las manzanas por la banqueta. Abrumado por este hecho, bajo de la rila para juntarlas, lo bueno es que ninguna llegó rodando hasta la media calle; cuando termino de recoger las 2 últimas, escucho una voz extraña que dice: “¡Justo ahora se te ocurre desabrocharte!” Miro hacia el interior del templo y veo en el quicio del altar a una figura sentada que me hace dudar entre si es un hombre o una mujer.

Movido por la curiosidad y el morbo, amarró la bici al cancel e ingreso para saber de quién se trata, ¡ah, eres tú! – ¿A quién reprendes? Entonces la luminosa persona de toga romana señala a la dorada correa de su sandalia derecha, inclinándome intento ayudarle, la tomo, pero al hacerlo recibo una fuerte quemadura como el de una descarga eléctrica, ¡Ay, no manches, está caliente! Disculpe caballero, olvide que a los humanos les suele pasar eso. –respondió apenado. – ¿Qué haces abajo del pedestal? Acaso es que estamos llegando al fin del planeta, por eso estás aquí. De pronto observo en el suelo su cayado en donde pende una especie de calabaza botella o cantimplora, la cual al estar en el suelo lentamente deja escapar una gota.

¡Oye se te va a tirar el líquido de tu cantimplora! -La neta no sé cómo hablarle, pues desconozco si es ella o es él- Al parecer leen los pensamientos, ya que inmediatamente respondió que no pensara como humano en colocar divisiones donde no debían de existir, pues ante los ojos del Creador, todos somos iguales. Fue cuando su pez, dijo: “Ahora comprendo porque en cuanto te vio te echo unos ojos tan libidinosos”. ¡Mira, aparte de estar fuera del agua, habla! A lo que el ángel, añadió: “Sí, además es un metiche”, mientras levantaba del suelo su cantimplora y la gota desafiando la fuerza de gravedad regresaba hacia el interior del recipiente.

¿Para qué sirve esa agua? -Con una simple gota se pueden curar todas las enfermedades físicas de la humanidad- Respondió el ser celestial. En ese tiempo mi madre hospitalizada aún vivía, por lo que no dude ni por un segundo en pedirle mínimo un cuartito de esa gota con tal de volver a ver a mi jefecita sana. No se negó, pero expuso que Lázaro y la hija de Jairo, después de resucitados pasados los años volvieron a morir, pues la vida cumple su ciclo, pero que si gustaba podía humedecerme un dedo y que se lo llevara a mi mamá. ¡Muchas gracias! Mientras pongo la mano para recibir ese líquido extraordinario, experimento como si alguien me sacudiera, era la enfermera que me despertaba a las 4:40 a.m., en aquella sala de espera sin esperanza del hospital, para avisarme del tercer infarto que tenía mamá, fue cuando comprendí que la vida es una quimera y que la muerte es la última aventura del ser humano.

jueves, 8 de diciembre de 2022

Santa Clos is coming to Town

Ya está la pista de hielo en esa conocidísima plaza donde se reúne la familia colimense, en su interior se escucha el barullo de la chamacada; algunos preguntan, ¿y si hacemos un muñeco?

Como si se tratara de esa obra de Dickens, un inadvertido pordiosero con su ropa anacrónica y marchita, los observa, para él como para muchos, considera a las navidades como la mejor época del año, pues con el aguinaldo la gente se vuelve más dadivosa, pero lo que más le encanta es la veneración que los infantes hacen a ese influencer barbado y pasado de peso, con mejillas rojas cual dulce de membrillo, ataviado con los colores de la Coca-Cola, pues en su mocedad este individuo llegó a representarlo para cierta campaña de una tienda de calzado.


¡Qué tiempos aquellos! Cuando sentado sobre el calor del cofre del Ford Fairmont 1980 -que por cierto terminó en un lote de coches usados-, el chiquillerío salía cual estampida al escuchar ese promocional que hoy vuelve a resonar en su amueblada cabeza a través de la miope memoria: “¡Que el espíritu de la Navidad llene de paz, amor y alegría a la gran familia colimense, son los deseos de…!”, mientras niñas, niños y hasta alguno que otro adulto lo siguen como si se tratase del flautista de Hamelín, algunos por los caramelos que les arroja, otros por el simple hecho de toparse con tal celebridad, recuerdos que lo hacen experimentar orgullo y vanidad, pues durante más de un mes -ya que la promoción de la zapatería concluía el 6 de enero- en la década de los 80 se volvía la persona más importante, lo único que le agüitaba era que a veces algunos progenitores lo utilizaban como especie de arma con la que amenazaban a sus pequeños cuando hacían berrinches o se portaban del nabo, asegurándoles que de continuar así, Santa no les traería regalos, ¡no’mbre, sí él era rete buena gente!

Todavía resuenan en su cabeza los gritos de la chiquillada haciéndole sus peticiones: “tráeme un Madelman”, “yo quiero nada más el Horno Mágico Lilí Ledy”, corriendo tras del coche, hasta emparejársele y despedirlo con un sincero movimiento de manos; es más, ha llegado a extrañar cuando pasaba por su barrio y los cuates le echaban guasa, demostrando aquella cita bíblica de Lucas 4:24: “De cierto os digo, que ningún profeta es aceptado en su propia tierra”.

Hoy, cuando pasa por el jardín de su colonia, suele sentarse en la fría, húmeda y sola banca que ya nadie comparte, y cuando se encuentra a sus amigos de la infancia, que fingen no conocerlo, los observa desencantados de ser médicos, ingenieros y abogados; la novia que nunca aceptó intimidar, argumentando aquel fragmento de la canción “para amarnos mucho nos sobra tiempo”, que cantaban Tatiana y Johnny Lozada, ahora que ella tiene 6 hijos, legado de 2 divorcios, es tanta su fe en el amor que continua poniendo a San Antonio de cabeza.

Mientras en el centro comercial suena Santa Claus is coming to town, en la voz de Michael Bublé, el pordiosero se retira incómodo de que ya no la cante Sinatra, pero satisfecho de que con las monedas colectadas podrá comprar su cena de esa noche en aquellas tiendas de conveniencia que pululan por acá, y compartirlo con el roñoso perro que por las noches le acompaña.

jueves, 1 de diciembre de 2022

Poniendo ladrillos al muro de la educación.



Desde que egresé de cierta facultad -cuyo nombre omitiré para no hacerles responsables de lo que escribo-, en un plan de estudios que se cursaba en 9 semestres, a pesar de cargar con el prejuicio de otras escuelas que forman para insertar en la educación, las cuales decían que mi profesión no era para ejercer la docencia, menos aún para brindar apoyo ante los trastornos de aprendizaje, la educación siempre ha sido un tema que me interesa, y he visto pasar las mal llamadas “reformas educativas”, en donde, quienes tienen las ideas se van, pero el impacto que heredaron al sistema educativo se queda, a veces como un lastre otras… también, es más, ahora que nuestra política actúa como las redes sociales, enjuiciando a quienes no vayan de acuerdo con sus intereses, deberían de realizar un juicio a quienes se les han ocurrido esos sueños guajiros en educación que conforme pasan envilecen el proceso de enseñanza-aprendizaje.

Los estudiantes son seres humanos, como tú y como yo, no hagamos de la educación como atinadamente Pink Floyd señala en esa canción llamada Another brick in the wall (part 2), un espacio donde se fomenta el rencor, la tristeza y el sarcasmo. Un alumno no tiene que dejar de ser como es, por el simple hecho de estar en la escuela, debe de aprender a lidiar con sus errores, aciertos y/o inquietudes, pues forman parte de su naturaleza humana. Si cometió una fechoría, se le reprende, pero no como si estuviera enfermo, ya que lo hizo por libre albedrío, si no se le hace la observación, entonces no va a aprender, igual debe de suceder con ese que participa mucho en clase, hay que seguir escuchándolo, no ignorarlo para tratar de igualar las participaciones de la clase. Creo que es precisamente ese, uno de los desaciertos de las reformas educativas, intentar igualar las capacidades intelectuales de quienes asisten a las aulas sin tomar en cuenta las diferencias que como humanos todos tenemos.  

Los niveles en que se divide nuestro sistema educativo no están preparados para atender a personas con coeficientes intelectuales altos ni bajos, es decir, los programas de estudio se hicieron para planteárselos a quienes son normales, olvidándose por completo de que no todos son iguales, hay quienes denotan sapiencia y hay quienes no, existen también aquellos que les encanta hacer los ejercicios, las tareas y los trabajos académicos al igual a quienes ni les interesan, pero como docentes queremos tratarlos iguales, simplemente porque los programas circunscriben a los contenidos, pero no a cómo lograr que se vuelvan aprendizajes para cualquiera, sin rebajar al brillante a la altura del mediocre o viceversa.

jueves, 24 de noviembre de 2022

Benditos malditos.



Hace unos años, en cierta librería que se ubica por la calle Hidalgo encontré un ejemplar de “Malos y malditos” de Fernando Savater, al pagarlo el hijo del librero sacó un billete de 100 pesos y se lo entregó a su padre, al mismo tiempo que expresaba: “le aposté que nadie iba a comprar ese libro de 44 páginas a un precio tan caro”. La verdad, el libro bien lo vale, pues supe de su existencia gracias al cantautor español Joaquín Sabina que en una entrevista realizada por Arturo Pérez-Reverte, le dijo que el prólogo de esta obra había sido la fuente de inspiración para su canción “Benditos malditos”; además, es un acierto esa forma tan admirable de Savater de describir en tan pocos párrafos las virtudes de los villanos que la literatura ha dado al acervo cultural de la humanidad, y si a ello, le sumamos la elocuencia argumentativa con la que contextualiza a cada personaje, uno como lector termina admirando la maldad o lo peor, identificándose.

En la asignatura de Literatura Universal que imparto en tercer semestre de la modalidad semiescolarizada, este libro ha sido básico para que los alumnos se interesen en leer, pues, como bien lo indica Fernando Savater, “Malos y malditos” es una invitación a conocer más sobre los textos en donde llevan a cabo sus fechorías el Cíclope Polifemo -el mismo que Luis de Góngora y Argote, pidió prestado a Homero, para redactar su poema-, el Fantasma de Canterville, el profesor Moriarty, el Sansón Carrasco de Cervantes, la trágica lady Macbeth, el cerdo Napoleón -fuente de inspiración para Sofía Macías en su divertida obra “Pequeño Cerdo Capitalista” -, los Marcianos que mueren en la tierra a causa de una gripe -¡pinche Herbert George Wells, eres el clarividente de la literatura!-, el capitán Nemo a quien considero, claro está, después de Noe, sí, él del Arca, como otro de los primeros ecologistas, también se encuentra Montresors, ese personaje creado por el mentor de Stephen King, además del personaje que de niño me enterneció y por él cual derrame lágrimas de tristeza al identificarme con esa criatura del doctor Víctor Frankenstein, a parte del capitán Garfio personaje que envejeció por querer ser como los adultos en aquel hermoso texto de James Matthew Barrie, existe otro a quien cuento entre mis admirados piratas, me refiero a Long John Silver, y que en este libro nos cuentan sus hazañas.

Es toda una aventura perderse entre la lectura a este viejo cascarrabias docente que firma lo que escribe, gracias a la información vertida en cuarenta y cuatro páginas del citado libro, no importa si pague mucho por él, pues regresar a la mitológica actividad de narrador de historias no tiene precio, y más aún, con oyentes que no están acuclillados alrededor de una hoguera, pero si sentados en sus pupitres con paleta y respaldo triplay, olvidándose de sus celulares por lo menos cincuenta minutos de la clase, por cierto, hacen falta los incomprendidos Diablo y Muerte del “Macario” de Bruno Traven, quien en realidad se llamaba Otto Feige, y que se inspiró a su vez en el cuento “La muerte madrina” de los Hermanos Grimm.

jueves, 17 de noviembre de 2022

Pachanguero para Dummies.



Se han fijado que cada vez como que vamos adelantando las festividades de fin de año, dice el filósofo británico Bertrand Russell, en su libro “La conquista de la felicidad”, que cuanta más tristeza exista en las personas, estás tienden en organizar festejos como analgesia a sus penurias, o sea, además del manipulador marketing de los comerciantes, a veces uno solito es el pachanguero. Quien firma lo que escribe, no asiste a convivios por lo incomodo y cansado que me resulta intentar quedar bien con todos y dejar de ser yo. Por cierto, el significado literal de convivio se desprende del verbo “co-existir”, pero acá, y en algunos lugares de centro América, le dimos el significado de guateque, reuniones entre cuates en donde suele haber comida y bebidas de por medio.

Y ahora que estamos adelantando esa etílica y estupenda época del año, pos la agenda se atiborra de eventos como posadas o la fiesta de fin de año de la empresa, es por eso por lo que pongo a su disposición una guía sencilla para no regar el tepache en las pachangas. De entrada, la vestimenta dice mucho de ti, por las fechas decembrinas es común utilizar los colores de la Coca-Cola… perdón los de Santa Claus, ni se te ocurran esos tonos fosforilocos, pues vas a verte como anuncio de neón, ya sabemos que en Colima el invierno es una ilusión más, pero de acuerdo con los fashionistas, guarda para otro momento las blusas de leopardo -sí, esas tipo Irma Serrano en póster central de la revista Alarma! -, los pantalones vaqueros y menos si son stretch, las botas y los tenis chavorruco déjalos en casa.

La puntualidad no es algo que como mexicanos nos caracteriza, pero por favor, al menos llega antes de que se vaya a terminar el intercambio de regalos, pues a quien a ti te correspondió llevarle, te recordará la memoria de tu santa jefecita. A la hora de la comida o cena no parezcas ni cavernícola ni Viernes, el de Robinson Crusoe, recuerda, la botana es un entremés no banquete, luego, quienes comparten la mesa contigo te mirarán como fenómeno de feria. Olvídate de intentar ser el DJ en la fiesta, ¡tus gustos en música no son universales! Los drinks, no le’ aunque les llames así de fifí, es alcohol, esta bebida en exceso te va a hacer que pierdas el control y luego te pongas bien cariñoso con todos, sí, sin importar el género, lo cual te volverá insoportable y nefasto, recuerda es un convivio no un antro con barra libre.


En las charlas, es momento de poner en práctica El Catecismo para Godínez Remisos, no crítico, evito hacerme el Franco Escamilla y ni se te ocurra hacerte el galán -buee, eso es acoso-, y lo más pesado, ¡por piedad no hables de la chamba! La neta, vas a caer bien mal a quienes te escuchan si lo haces. Ya para terminar, no intentes quedarte hasta voltear las cazuelas, pues, ese instante de felicidad en alguna hora tiene que concluir, y es momento que regresar a tu triste realidad, digo, por algo los meseros están recogiendo las sillas.

jueves, 10 de noviembre de 2022

Lo sulibeyo del amor.



Es uno de los temas más ensortijados, ni filósofos ni poetas han podido desenmarañar qué es el amor, con esta última frase inmediatamente viene a mi memoria miope, el nombre de aquella canción de Víctor Manuel Luján, extraída de su primer LP bajo el sello de BMG en la serie “Rock en tu idioma” llamado “Tolerancia”, que en el viejo y frenético walkman Sanyo escuchaba sentado en la recién estrenada banca del Jardín Corregidora, al salir de la secundaria nocturna para trabajadores, cuya letra iba así: “Hace algún tiempo, yo quiero saber, ¿dónde se esconde? ¿Qué hace? ¿Qué es?… Alguien me dice que lo encontraré, quizás lo esperé en algún café”, entonces, volteaba a mirar ese antro de reciente creación llamado Café Colima 88, ¿y qué creen? ¡No había nada!

Hoy, sentado en una incómoda silla del 2005, al filo de las 13 horas en Servicios Estudiantiles, entre el barullo de imberbes de distintas generaciones, mientras degusto de una exquisita hamburguesa vegana, observo que la pareja de enfrente a mi mesa destila melcocha, caricia a la cara con la grasienta mano de él, sonrisita con lo boca llena de comida de ella y, después de que uno termina sus alimentos, solicita a su amada un ósculo, mientras ella… Abro un paréntesis para preguntarte asiduo y escaso lector: ¿Es romántico o asqueroso, que, al terminar de consumir sus alimentos, tú pareja te pida un beso? Respira profundamente, piénsale bien, mientras vuelvo a citar la canción de Luján, en aquel fragmento de: “¿qué es el amor? Que a unos electriza y a otros causa temor”.

Por su parte el cantautor Joaquín Sabina, dice que el amor es un invento maravilloso del ser humano para justificar el apareamiento a diferencia de las demás especies que habitan este planeta, que cuando les llega esa época es cuando lo practican con fines reproductivos, es más, ni saben de la existencia del amor, mientras los humanos hasta crearon el erotismo con tal de convencer a su contraparte de aparearse los 365 días.

Con tal de ocultar ese instinto de la sexualidad, nosotros hemos pintado la realidad con rimas, textos, flores, regalos, “perfúmenes” de esos que Carlos Mejía Godoy & Los de Palacagüina decían que producirán lo sulibeyo; entonces, vuelvo a preguntar: ¿Es romántico o asqueroso, que, al terminar de consumir sus alimentos, tú pareja te pida un beso?   

jueves, 3 de noviembre de 2022

De pavorreal a guajolote.


¡Qué pendejada es la petulancia y aún más el deseo de impresionar a los demás! Esas pinches ganas de apantallar con supuestas obras grandiosas. Así leemos a muchos en sus redes sociales con seudo proyectos que son inherentes a sus respectivos empleos, pero con tal de hacerse notar los muy, muy, pues fingen ser lo que ni siquiera son, se ponen la máscara de importantes, pero, la verdad, se están engañando asimismo y terminan haciendo el ridículo. ¿Para qué te desatornillaste de tu silla ejecutiva si es para presumir? Bueno, hay quienes ni se levantan de sus asientos, ¿pa´que si son unos chingones?

Cierta mañana en una oficina bananera, aplastado en su cómodo sillón, el ejecutivo recién contratado, al darse cuenta de que alguien se aproximaba a sus dominios Godínez, rápidamente minimiza su Instagram, toma el teléfono para hacer creer que estaba ocupado. Quien tiene enfrente escucha: “Si licenciada, ya le envíe el reporte de su informe. n estos momentos llamo a Monterrey para agilizar las transacciones. No se preocupe, tengo todo bajo control. Permítame, alguien acaba de llegar a mi oficina, no me cuelgue”.

“Disculpe, ¿en qué puedo apoyarle?”, -Con cierto sarcasmo, la persona responde: “En nada, vengo a molestarlo tantito de sus múltiples ocupaciones para instalar la línea telefónica de su aparato”. Es con estas acciones cuando el pavorreal se convierte en guajolote.  

jueves, 27 de octubre de 2022

Todo se lo debo a mi mánager.



Sócrates no tenía discípulos, las personas que lo seguían eran simples adeptos a sus ideales, pues para este filósofo un alumno es aquel que en cierto momento de su formación, debe superar a su maestro, incluso dejarlo atrás, lo cual no implica que fuere gracias a las enseñanzas recibidas, al contrario, es que ese discípulo por fin alcanzó la iluminación cuando sabe valerse por sí mismo, es decir, es precisamente cuando da a luz, así es como la mayéutica supone, ya que la verdad se halla oculta en la mente de cada individuo y mediante el razonamiento, el propio sujeto va desarrollando nuevos conceptos a partir de sus respuestas.  

Imagino entonces que por eso Alejandro Magno, quien desde los 13 años estaba bajo la tutela de Aristóteles, de quien se dice adquirió su amplia formación intelectual y científica, llegado a cierta edad se separó de él, comenzando así sus conquistas. Ese mismo quien al ver a Diógenes de Sinope sentado en un gran barril – ¡haber que opinan los fans de El Chavo del Ocho, por haberse fusilado el estilo! -, le preguntó: “Diógenes, dime, ¿qué puedo hacer por ti?” A lo que él le respondió: “Sí, apártate de ahí, que me tapas el sol”, entre la guasa de sus acompañantes, asombrado por la elocuente respuesta, el conquistador exclamó: “¡Si no fuera yo Alejandro, me gustaría ser Diógenes!”

Qué razones tienen esas ideas socráticas tan añejas y tan actuales a la vez, entonces humilde docente, ¿por qué te empeñas en cacaraquear los éxitos de quienes fueron tus alumnos como si fueran por mérito tuyo? No se te olvide que tan solo eras un peldaño en la trayectoria académica de estos, por lo tanto, no esperes que como aquel pugilista amo de los nocauts, los golpes técnicos y las arenas llenas, Raúl El Ratón Macías, diga: “Todo se lo debo a mi mánager”.

jueves, 20 de octubre de 2022

No hay nada nuevo bajo el sol.


Existe un proverbio que se le atribuye al rey Salomón, sustraído de
 El libro del Eclesiastés o el “Libro del Predicador” en su Capítulo 1, versículo 9, texto perteneciente al Antiguo Testamento de la Biblia y también del Tanaj, en donde se escribe: “¿Qué es lo que fue? Lo mismo que será. ¿Qué es lo que ha sido hecho? Lo mismo que se hará; y no hay nada nuevo bajo el sol”. Acá, en palabras de quien firma lo que escribe, se interpreta como que todo lo que nos parece novedoso puede no serlo, pues en algún momento de la historia alguien ya lo había diseñado, inventado o creado.

Así nos encontramos que la brújula ni fue cien por ciento invención de los chinos, pues el primer uso de la magnetita (Fe3O4) como brújula, se utilizó en el 376 a. C. -¡ tsssss! -; igual le pasó a Thomas Edison con su invención de la bombilla, pues ya habían desarrollado las baterías eléctricas, es más, existían lámparas y bombillas incandescentes. En la música yo crecí pensando que la rola “Cum on feel the noize”, era del grupo estadounidense Quiet Riot, y ¡posno!, originalmente la cantaron los británicos de Slade por allá de 1978; entonces mi apreciado lector millennials, Robbie Williams no coverea a Yuridia cuando canta “Angels”, ni la aberración llamada “Mi bebito fiu, fiu”, es una versión de Eminem, es de Dido, el rapero solo la samplea, o sea, toma porciones de la canción original.

Si hoy te apantallaron con cierto prefijo, mucho antes de que ellos lo hicieran… pos ya la había hecho mi gurú de comida chatarra, Xavier López “Chabelo”, ¡claro! En su programa En Familia con aquel concurso del malvavisco cubierto de chocolate llamado Bubulubu Ricolino, en el cual los participantes debían decir un refrán en donde a cada palabra del mismo le agregaran el prefijo “bubulu”, y quien lo dijera sin trabársele la lengua, pues se ganaba su dotación completa de productos Ricolino y obtenía el derecho de pasar a la catafixia, ese juego de intercambiar una cosa por otra sin importar el valor de ambas, lo cual implica un riesgo, así como la vida misma. Ya para cerrar, no hay que olvidar que como dijera Ricardo Ceratto a través de aquella letra de Antonio Jaén “El sol nace para todos”, sin importar que no haya nada nuevo.

jueves, 13 de octubre de 2022

Coleccionador de momentos.



El sábado pasado mientras caminaba por las banquetas con caries de la calle… creo que mejor ni la menciono, no se me vayan a agüitar quienes viven por ahí, pero bueno, para ya no hacérselas más cardiaca, caía en la idea de que la vida de muchos es un amasijo de recuerdos, quien firma lo que escribe es un coleccionista de momentos, por ejemplo, si escucho Mátenme porque me muero, de Caifanes inmediatamente mi cerebro viaja en el DeLorean neuronal y viene aquella triste imagen de que en mi adolescencia mientras la oía, llego mi padre a casa con una caguama a punto de terminársela, entonces molesto le dije: “¡No manches, jefe! Te vas a morir, recuerda que con la cirrosis hepática no se juega, esta vez es la tercera”. -¡M´hijo, ¡chist! ¡Esa que oyes, es mi canción a partir de hoy! Fue su respuesta. Y sí, a los 15 días se mudó al barrio que hay detrás de las estrellas, pues la calaca se lo llevó a dormir con ella, dejándome como herencia, una cuenta en Bancomer con $ 50.00 pesitos y cada vez que oigo esa rolita de Caifanes, se me ponen los ojos blancos como Remi.

También por pura nostalgia conservo objetos que para algunos son basura, como las corcholatas de Coca-Cola del Mundial Futbol Argentina 78’, que para la chamacada de mi época eran como hoy para los millennials, algo semejantes a las estampas Panini, mientras las toco, mis dedos llevan al recuerdo de aquel álbum de cartón en donde las pagábamos, creo que eran 46; ni que decir de 2 dispensadores de bolsillo de esos caramelos en forma de pequeña tableta rectangular seca, de la marca PEZ, qué la neta estaban malísimas, y lo único que valía la pena era el dispensador con la cabeza de algún personaje de Disney o de los Looney Tunes, pero que cada vez que los veo, huelen a Cine Diana con sus funciones dobles.



Igual me pasa con los cómics, tengo algunos de mi abuela materna, quien por cierto me hizo adicto a ellos -es más, creo que así fue como nació el interés por aprender a leer, sin ir a la escuela-, entre sus favoritos estaba ese de “Aún Hay Más”, sí, con Raúl Velasco, el conductor del programa musical llamado Siempre en Domingo, lo que me llama la atención cada vez que lo ojeo -sin “H”, pues nomás pongo los ojos en él- es que en la contraportada incluían una foto del señor Velasco, dizque para que la enmarcaras, no dudo ni por un momento que alguien si lo hiciera. Entonces mientras caminaba por esas aceras con caries y calles mulachas, caí en la reflexión de que realmente colecciono fragmentos de mi vida, objetos que representan mi idiosincrasia, no es que lleve tiempo intentando evitar dejar de ser niño, es que la vida es como uno la recuerda y mi infancia adquirió muchos de esos recuerdos.

jueves, 6 de octubre de 2022

¿Y tú… cómo te llamas?


Siempre he dicho que la culpa no es de uno, los nombres que tenemos son producto de las ideas de nuestros progenitores, hay quienes lo heredan de sus abuelos, también los hay generacionales, es decir, que se transmiten de generación en degeneración… ¡Ups Perdón, generación!, otros por simple orgullo, gusto o afición, solo basta recordar a aquel Diego Armando Maldonado, Elvis Pérez, Axl Rosas, es más, hasta Bono, ¡y eso que él de a deveras ni así se llama! Su nombre real es Paul David Hewson, mientras que Bono, es el simple de
 Bono Vox, que significa “Buena voz”.

Quienes si están pa’l traste, son aquellos que tienen que explicar el significado de su nombre, y a veces sin que nadie les pregunte, ¡en serio, madres y padres, ellos qué culpas tuvieron de que ustedes se quisieran ver bien cultos o internacionales! También abundan quienes necesitan un “abstract” para nombrarlos y mención aparte los que hasta subtítulos requerimos para comprender cómo nos dijeron que se llamaban. Otra situación lamentable es la de quienes prefieren que les llamen por su apodo que, por su nombre, la verdad, ahí sí que está bien canijo.

Es que ponerse de acuerdo tanto mamá como papá para designarle un nombre a sus futuros bebés es una difícil tarea, imagino que por eso gobiernos de países como Dinamarca, que limita a los padres a que se sujeten a una lista de 24 mil nombres para llamar así a sus criaturitas; por su parte Islandia y Alemania los hace apegarse a cumplir con ciertas normas gramaticales y de género con tal de evitar que en un futuro un nombre se vuelva bullying; mientras que en Japón y China intervienen cuando consideran nombres inapropiados.

Con lo anterior no estoy sugiriendo que se formalicen los nombres, simplemente que los padres reflexionen de manera profunda sobre el nombre que pondrán a su retoño, pues van a cargar con él toda su vida, y no tengan que titubear e incluso a transpirar cuando alguien les pregunte, ¿y tú… cómo te llamas?

jueves, 29 de septiembre de 2022

Somos barrio.


En la actualidad son pocos los que se atreven a decir que son de barrio… como que consideran al término algo arrabalero, imagino que por eso le hacen el feo, qué despectivo, ojete y racista es ese pinche prejuicio, será por eso que ahora muchos prefieren referirse al lugar donde se ubica su hogar como, la colonia, pero nel, pues el concepto de colonia remite a un grupo de personas que se establecen en un lugar distinto del que proceden o también a un territorio dominado por un gobierno extranjero, en pocas palabras, es una población que se ha trasladado de un territorio a otro. Más la Real Academia Española, en un sexto concepto define colonia como un grupo de viviendas semejantes o construidas con una idea urbanística de conjunto, ¡ándale, ese meritito es!

Recuerdo que durante mi infancia por la calle Maclovio Herrera, antes de que la enchapopotarán y se llenará de ese transito kamikaze que ya no nos permitió jugar al bote escondido, ni echarnos un partidito de beisbol, mis cuates que estudiaban en la primaria Ignacio Manuel Altamirano se sentían muy fufurufos por ir en la mañana, humillando a quienes iban por la tarde en la Dr. Miguel Galindo, ¡chale, yo a esa edad ni había entrado a la escuela! Es más, creo que apenas iba aprendiendo a leer gracias al tesón de mi jefecita. Pero la neta, ambas escuelas se ubicaban en el mismo lugar, el barrio de San Francisco de Almoloyan, entonces, dónde estaba lo popis -apreciado millennial, esa extraña palabrita es el equivalente al fifí actual-, si todos ellos iban al mismo lugar, pero en diferente turno, en cambio, cuando cumplí 16 años y asistí a la primaria nocturna, no entré en shock, pues algunos de ellos, que para ese entonces iban en secundaria, me acompañaban a la salida.

Por cierto, durante mi estancia en la primaria nocturna tuve compañeros que vivían en barrios en donde ni agua ni alumbrado tenían, mientras, los dizque clasemedieros de la Magisterial, nos sentíamos bien heavy aventando ganchos metálicos para la ropa a los cables de energía eléctrica para amargárselas a los que esa noche iban a ver el final de la telenovela El Maleficio. La verdad, somos bien raros los mexicanos… naaaa, más bien muy pinches tarados, cometer actos vandálicos cerca del chante, no tenía justificación.    

La Magisterial era mi barrio, en donde Ricardo “El Popo” tenía colecciones de vinilos de puro rock chido, muchos vecinos tenían la ilusión de remodelar sus casas poco a poco, con tal de darles una amalgama entre lo glamouroso y folclórico. Pero con el arribo de los noventas, llegó la devaluación, algunos de ellos se fueron a los Estados Unidos, en busca de lo que ya no podían obtener aquí, la onda era vivir y ya, pero no por eso el barrio dejó de ser chipocludo.

jueves, 22 de septiembre de 2022

Apocalypshit.


En el libro “Cool memories” de Jean Baudrillard, a quien considero uno de los más interesantes, perturbador y provocativo pensador de nuestro tiempo, sitúa una escena de cierta película porno -esas que muchos se escandalizan de quienes decimos que nos gustan verlas, wee, es también ciencia ficción o ¿qué?-, en donde un actor le pregunta a la actriz: “Oye, ¿qué vas a hacer después de la orgía?” Hoy les replanteo el cuestionamiento: ¿qué vas a hacer después del apocalipsis? Muchos han de decir, ¿qué onda con este predicador barato?

La verdad, no intento persuadirlo de nada, ni tampoco ser apocalíptico, pero recuerden que para muchos es el fin del mundo no tener cobertura en su teléfono, experimentar ansiedad cuando aseguran que WhatsApp dejará de funcionar en ciertos modelos de celulares como en aquel 1 de febrero del 2020, luego llegó el Coronavirus y dividió la opinión pública, los creyentes contra los escépticos, alimentados por esos estúpidos titulares sensacionalistas que inundaron las redes sociales, utilizando ese pésimo mensaje de que te están proporcionando información interesante y útil, pero que en realidad lo único que quieren es que se vuelva viral, mientras uno inocentemente continua reenviándolo como si se tratara de una verdad absoluta.


El problema de estos mensajes es que pululan al extremo y quienes los reciben ni cuenta se dan de lo falso de su contenido y menos aún de la mala calidad con que se hicieron para ser considerados fuentes fidedignas, simplemente se dejan llevar por el sensacionalismo, pero si uno se detiene tantito, logrará darse cuenta de que la información mucha de las veces ni corresponde con lo que se promueve, por lo tanto, apreciado lector, ni sufra ni se abochorne, pues es imposible predecir los sismos, y menos con horas de antelación, la verdad yo me preguntó, ¿cómo es que el supuesto humano moderno regrese al oscurantismo medieval con este tipo de mensajes que son un insulto a la capacidad de pensar? Y la respuesta a qué voy a hacer después del apocalipsis, es simple, como he sido un ferviente pecador, lo más probable es que me vaya al infierno, pero… el infierno no podría ser peor de lo que vivimos actualmente, entonces, a divertirme, que el mundo se va a acabar.

jueves, 15 de septiembre de 2022

Mexicanittizar.



¿Qué nos hace ser mexicanos? ¿Una banderita en el escritorio burocrático de alguna oficina o amarrada a la antena de ese coche “chocolate” que acaban de legalizar; ponerte la camisa de la Selección a pesar de que cuando fallan los penales de pendejos ni los bajes?, ¡sí, como si tú fueras muy bueno! Entusiasta y emocionado dar ese grito melódico prolongado “in crescendo”, al escuchar música de mariachi, banda, norteño o simplemente agarrarte a trompadas porque alguien te refrescó la memoria de tú santa jefecita. 

Somos un licuado en proceso de mestizaje, un crisol en donde nuestra piel de bronce se viste de ropa importada de las mejores marcas, sabemos cualquier canción de The Beatles, pero la letra del Himno Nacional no, somos capaces de crear un playlist bien mexa con rolitas de esas que dizque nos llenan de orgullo como “Cielito lindo”, “Viva México” y “México, lindo y querido”, pero para el bailongo está ese género que a mi Nana Pancha le tupe… el reguetón, ups… perdón el cha-cha-chá, no le aunque de todas maneras, ¡a zapatear!

Si con Chepina Peralta medio aprendimos a preparar unos chilakillers aliviana crudas o las tostadas de pata a la francesa, con Doña Ángela a la voz de “hola mi gente”, ese guacamole o pipián a los millennials les entró el arte culinario de nuestro país y hasta algunos mandaron a la tiznada a los Master Chefs que la televisión nacional impulsa; si muchos, hoy cuando no alcanzan a cumplir alguna de sus metas se les dicen que están cruzazuleando, todos alguna vez por nacer aquí -y eso que La Dama del Poncho Rojo, Chavela Vargas, una vez dijo: “Los mexicanos nacemos donde nos da la chi… gana”- hemos mexicattizado nuestra cotidianidad.

Entonces hábil lector, que te jactas los primeros 16 días de septiembre de ser bien patriótico, estas en lo correcto si sabes encontrar ese balance que existe entre poder reír como llorar, si aprecias tu empleo como esa fuente de sustento y lo desarrollas con gusto, es posible que te queden como anillo al dedo las tres poderosas palabras que dijo el director cinematográfico Guillermo del Toro, “porque soy mexicano”.

jueves, 8 de septiembre de 2022

La vida es una mentira.



Dentro de mi modesta colección de discos Víctor Yturbe, El Pirulí, ocupa un lugar entre los más escuchados, primeramente por su voz de mantequilla y que en la década de los ochentas la XEDS ponía hasta el cansancio esa lindísima canción llamada “Verónica”, compuesta por Carlos Blanco -quien también compuso el Himno del Club América en 1982-, y que en los 70`s, se rumoraba estar dedicada a la actriz y cantante Verónica Castro, pero que nunca se confirmó; entre el repertorio de canciones de Víctor Yturbe, también hay otras rolitas que resaltan por los arreglos algunos de ellos con el acompañamiento del Guitar Hero mexican Chamín Correa y esa voz tan educada que poseía El Pirulí, como en aquella de “Felicidad” que tanta melancolía le imprimió, y la popular “Miénteme”, cuyo contenido fue redactado por Armando Chamaco Domínguez Borrás, cuyo cierre es alucinante: “¡Y qué más da! La vida es una mentira. Miénteme más, que me hace tu maldad, ¡feliz!”

¡Vaya que si nos complace vivir de mentiras! Si el primer embuste que como buenos mentirosos que somos es asegurar que nunca hemos mentido, y no me vengan con discursos moralistas que ni se los voy a creer, si a veces recurrimos a ellas hasta por defensa propia, por misericordia o por simple educación, sí, para no vernos mal ante otros, o sea, mentir es un arma y también un escudo. La mentira fue inyectada a los genes por nuestros progenitores, basta recordar a un Niño Dios que nos traía regalos en Navidad, igual cuando amedrentaban esos berrinches infantiles con seres mitológicos que generaban terror como El Cocolas brujasEl Chamuco y El Diablo; también para dormirnos nos leían cuentos cuyos personajes eran ficticios, y a pesar de ser adultos nos continúan manteniendo perplejos con cuentos cimentados en falacias, como eso de que en tu delante los demás se expresan muy bien de ti y a tus espaldas despotrican en tu contra, y uno se hace del oído sordo.

Lo más lamentable es que en la actualidad la mentira ha generado su verdad propia, que confunde, pero que al ser aceptada ya ni importa su comprobación sino el morbo con que se cuenta, las intrigas que se desprenden de ellas y lo peor, esos que las difunden como un atraco imaginario en donde se obtienen más cosas a favor que en contra, imagino entonces que por ello Víctor Manuel de Anda Iturbe, cambio la I por la Y, además de retomar aquel apodo de El Pirulí -en honor a ese dulce tipo paleta de forma cónica, con diseños de espirales que dan vueltas alrededor del cono-, que ya lo tenía desde que era payaso acuático en cierto espectáculo de esquís en Acapulco, luego por su obstinado tesón de participar un titipuchal de veces en el Festival OTI, y nunca ganar le llamaron El Mil OTIS, él quien fue asesinado un 29 de noviembre de 1987, crimen que nunca se esclareció y que bien podría ser guion para una serie de Netflix.

Siendo honesto, sin dejar de mentir -como dice Fobia en su canción-, en mi adolescencia, sus boleros estaban de hueva, y es que en esa etapa a uno le gustaba Soda Stereo, Caifanes, Menudo -¡sí, es uno de mis gustos culposos! -entre otros. Más, con los años que acarrean martirios románticos, como que se aprende a agárrarle cariño intenso a las rolitas de El Pirulí, pues son un agasajo para el oído, no le aunque que la vida sea una mentira.