jueves, 7 de diciembre de 2017

¡Ahí vienen los tesoneros!

Dedicado a… ustedes ya saben.

Por fin ha llegado el esperado frío a nuestra horneada ciudad, ¡tanto que se le extrañaba! Los ventiladores tienen su receso, los ventanales cierran en las madrugadas, cuesta más fuerza de voluntad levantarse de la cama, es más, hasta al gallo le da hueva cantar a las seis de la mañana, de lo helado que esta el tráfico se enfermó de laringitis, pero los que andan más inquietos que una monja en despedida de soltera ante Stripper, Chip n’ Dale, son los tesoneros estudiantes, ustedes ya se imaginarán por qué.

Es común por estas fechas que los alumnos se conviertan en remedo de escolta presidencial de aquellos profesores que por una casualidad del destino están aún adeudando sus materias debido a las bajas calificaciones, entonces los vemos hacerles guardia a los ingresos del plantel, afuera de los baños, en la cafetería –¡ya ni la amuelan! Apenitas le vas hincando el diente a la torta de chilaquil y ahí están acechándote. En otras épocas las fotocopiadoras sobresaturaban su funcionamiento, hoy gracias al avance tecnológico un teléfono celular se encarga de fotografiar todos los apuntes del más sobresaliente de la clase, convirtiendo sus cuadernos en especie de best seller, así como si fueran libros, por cierto, para los que no son de mis tiempos, un libro era como la Wikipedia, solamente que impresa y empastada.

Irónicamente a pesar de la laicidad de la educación los jóvenes realizan peregrinación del cubículo de docentes al estacionamiento implorando por décimas, puntos extras o exentar la evaluación final con la calificación que obtuvieron, aquí es cuando el profesor a través de una oración al alma de Gregorio Torres Quintero pide que ponga en su cerebro las palabras correctas que les hagan comprender a sus educandos que las tareas y trabajos académicos se recogieron durante el ciclo escolar, hoy ya no se aceptan.

También es frecuente querer que en la escuela se arranque esa iniciativa solidaria del redondeo pero en lugar de a favor del cliente es sobre las calificaciones, ni que la institución educativa fuera algo así como la tienda “o por, por, o”; el grupo ya sea de WhatsApp o Facebook que el docente creó con fines académicos, de pronto se vuelve una pesadilla al saturarse el inbox con un titipuchal de mensajes, olvídate de que las dos palomitas en algún momento se pondrán en azulito, pues ya han sido bloqueados esos exigentes discípulos o de plano en un acto tipo Führer decidió realizar un holocausto del grupo.

Solamente queda recurrir a las prácticas sobrenaturales, o sea, conseguir una güija, para invocar al chamuco con tal de convencer al testarudo maistro para que se compadezca regalando puntos extras o recibiendo trabajos especiales, pero en el extremo de los casos, pos… mejor que se pongan a estudiar.

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