jueves, 26 de mayo de 2016

La era de Mr. Chip

Han pasado dieciséis años de que el llamado Siglo XXI –¡escrito así, la verdad que se lee bien decimonónico!– invadiera nuestras vidas con su titipuchal de avances en materia tecnológica, los cuales sin lugar a dudas modificaron los estándares de vida, pues al parecer por fin pudimos acariciar ese futuro que sólo en las películas de ciencia ficción veíamos.

Hoy no solamente los autorretratos son obras exclusivas de Gauguin, Durero, Filippo Lippi y Vincent van Gogh, ya que casi todos nos hacemos el propio, gracias a las cámaras digitales o el celular, pero aún persiste la idea añeja de que una selfie manifiesta las cualidades físicas de su autor, ¡he ahí la razón del porque nadie muestra la fotografía de su credencial de elector! Ya que aludo al celular, este gadget a sus 20 años de existencia, tiene un espectro de influencia a tal grado de que existen familias donde abundan más de estos aparatos que miembros y cuando se llega a descomponer el dolor de la pérdida es mayor que el de la muerte de un ser querido.

Para encontrar “información” que genere conocimiento ya no es necesario ir a las bibliotecas, pues la mayoría de trabajos escolares o las respuestas de un examen en pleno momento de evaluación se logran obtener gracias a la magia de un buscador de Internet, volviendo arcaicos a aquellos acordeones en la suela del zapato, en el dobles de la falda o en el extensible del reloj, además la frase de que la educación se mama es cosa del pasado, ahora sólo se conecta, se baja y listo. Situación que nos regresa a 1849 con la Fiebre del Oro, solamente que ahora no se trata del elemento químico de número atómico 79, sino de esa tecnología que permite conectar diferentes equipos informáticos a través de una red inalámbrica de banda ancha denominada WiFi.

La autoestima se incrementa gracias a todas esas manitas con el dedo índice hacia arriba que se conocen como like, adiós libros de superación personal, sniff… sniff… sniff… Ya no es necesario ir al ministerio público a poner una denuncia, sólo basta publicarlo en alguna red social y chance se vuelva viral hasta convertirse en Trending topic, entonces la autoestima se fortalecerá de tantos “Me Gusta" que cosecharás – ¡ridículo, pero cierto que a muchos les agrade la desgracia de otros! Igual ese deporte de subir fotos con las cuales entre menos ropa se utilice en ellas más followers obtendrá e incluso se transformará en hotness.

Si hemos realizado cualquiera de lo anterior, no nos debería de causar admiración que en algún momento de nuestra existencia cuando no contemos con señal o se haya caído el sistema, entonces esos seres extraños que habitan en nuestra casa y que se autonombran familiares los conozcamos por primera vez y de la extrañeza nos encerremos en el baño para superar el trauma.

jueves, 19 de mayo de 2016

Dormir soñando

Para el prolífico inventor estadounidense Thomas Alva Edison, el sueño representaba “una herencia de nuestros días de cavernícola”, razón por la cual aseguraba sólo necesitar dormir entre tres y cuatro horas por las noches. Por su parte, el genio italiano Leonardo Da Vinci no menospreciaba el dormir, simplemente distribuía el sueño por lapsos de veinte minutos cada cuatro horas con tal de sacar provecho a las veinticuatro horas del día.

Como no soy ninguno de ellos, celosamente aprecio las horas nocturnas destinadas a descansar – ¡así es, leyeron bien, ojetes vecinos ruidosos! –, siendo víctima del pinche timbre de la alarma que me sobresalta a muy temprana hora cuando augura el inicio de una jornada laboral – ¿por qué los domingos son tan cortitos? –, ese sonidito coarta mi placentera posición de lirón en el lecho, ¡hummm! Es cuando siento cierta envidia del francés Napoleón Bonaparte quien dormía 18 horas seguidas y cuidadito si se lo interrumpían, quien así lo hiciere le esperaba la guillotina, claro que un inseguro servidor no tiene tan negras intenciones para su humilde reloj de cuerda.

Con un clima como el nuestro, donde el ventilador trabaja a marchas forzadas y por itinerarios extendidos, además de un condenado horario de verano aunado a la mejor chacota en el Whatsapp y a una programación prime time del Carnal de las Estrellas, ¿cómo uno se va a dormir tan temprano? Si apenas el único satélite natural de la Tierra va asomando sus cuernos. Entonces permanezco con los ojos bien abiertos un tiempo largo y tendido hasta que Juan Pestañas me visita con su rebaño de bostezos, ¡ajummmm!

Durante la oscura madrugada sin que suene la alarma, el tiznado reloj biológico me despierta, enviando a decapitar el anhelado sueño, @&%#... ¡Qué coraje! Lo peor es que hasta en días que no hay necesidad de levantarse temprano lo hace. Por fortuna no soy el único, de acuerdo a datos arrojados por la Consulta Mitofsky, uno de cada cuatro mexicanos duerme menos de seis horas y uno de cada ocho menos de siete horas, pero no todo en nuestro país representa escasez de sueño, también hay sus excepciones, ya que uno de cada veinticinco se echa sus pestañadas de más de diez horas durante las noches, así que con su licencia voy a intentar incrementar tales cifras tomándome un exquisito coctel de Zolpidem con Rivotril en gotitasssssszzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzz.

jueves, 12 de mayo de 2016

Tips para agasajar a mamá

A dos días de que los medios publicitarios nos refrescaron la memoria de nuestra santa jefecita con el bombardeo de promocionales del Día de la Madre, ya todo regresa a la normalidad, las abnegadas amas de casa vuelven a sus labores domésticas con las lavadoras, refrigeradores y estufas que sus vástagos les obsequiaron, reafirmando así la idea de que la mujer en nuestro país en sus genes lleva el lavar, planchar y cocinar. ¡Ah, se me olvidaba que también es experta en cambiar pañales!

Gracias a la magia de la publicidad, los mexinacos tenemos madre un solo día del año, es cuando la veneramos e incluso nos curamos de culpa por haberla mantenido en el anonimato de nuestra memoria los 364 días restantes, razón por la cual la llevamos a festejar a un restaurante donde a su salud nos embruteceremos con unos alcoholitos, además de comer como desesperados. Éste, y otros gastos como ropa y calzado que a veces ni son de su agrado o de su talla son los que invertimos dizque para reconocerle el amor maternal a la autora de nuestros días, pese a ello no le rendimos el culto necesario a tan respetable figura.

La atiborramos de tantas cosas que no necesita en un solo día que ni siquiera las disfruta, ella valoraría más el sentarse a comer tranquila sin que nadie le pida algo o la obligue a que mueva sus cansados pies para que nos prepare unos huevos con longaniza, ¡no marches, así o más cargadito! Cuando existen hijos menores, de esos chillones y enfermizos que no la dejan ni a sol ni a sombra, no hay mejor regalo que el permitirle ir al WC solita, sin ningún chamaco que se le pegue como sanguijuela, ya sea para el disfrute de la buena lectura del Vanidades o la mera relajación del cuerpo.

Ya que hago alusión al tocador, no hay mejor regocijo para cualquier mamá que el tomar una ducha larga, sentir el relajante masaje de las gotas en la piel, sin la presión de que se apure pues siguen los niños, ni el marido que quiere cepillarse los dientes para irse a la oficina o que ya ha alguien le anda por hacer del dos, situación que suele suceder cuando se tiene en casa un solo baño o la familia es muuuuuy graaaaaande.

Para finalizar este recuento de acciones que agasajarían a cualquier mamita, se encuentra el dejarla ver su programa o película favorita completita sin esas abruptas interrupciones que solemos hacerle pidiéndole la aguja que se nos extravió en el pajar o la receta secreta del pollo que prepara el coronel Sanders; de igual forma la deleitaríamos con dejarla dormir ocho horas, donde no haya las diferencias conyugales por saber a quién de los dos le corresponde levantarse para ir a ver por qué llora el bebé a las tres de la mañana.

Considero que lo más importante para ellas es que les prestemos atención más que a nuestros celulares, que respondamos a sus llamadas y que las visitemos no solamente una vez a la semana, además de permanecer a su lado un poco más de cinco minutos, así como poner en práctica varios de estos tips no únicamente en su día social, sino en cualquiera del año, pues una mujer realizada es mejor en todos los aspectos.

jueves, 5 de mayo de 2016

Frías ilusiones

En medio de esta primavera 2016 –de clima tan moderno que logra combinar temperaturas tanto veraniegas como invernales–, puede uno encontrarse con detalles que lo hacen valorar el sentido de las cosas, los hermosos momentos de la vida que a veces de tan cotidianos que lo son ni nos percatamos de su existencia, como lo es el observar a Don Ramiro, sexagenario que porta orgulloso esa playera descolorida del Atlas que su cuñada le trajo aquel 2013 del Estadio Jalisco, además de llevar el desteñido pantalón de mezclilla remangado de las piernas que deja ver los aceitados huaraches de araña con la suela Euzkadi Radial T/A corroída de tanto caminar, empujando su carga sobre la elevada pendiente de la asfaltada avenida en cualquier lugar de nuestra speedica ciudad.

A cada vuelta de las llantas del carrito los infantes lo miran pasar, sin despedir ningún aroma, ni sonar campana alguna, la chamacada saliva mientras con la imaginación en sus paladares saborean las cilíndricas paletas de nance, guayaba, tamarindo, jamaica, coco y los deliciosos esquimales que a bajas temperaturas se conservan en el interior del frigorífero rodante cuyo logotipo es una mujer de piel cafecita con vestido folclórico. ¿Oiga don, tiene de cacahuate? Preguntan al verlo pasar. ¡Quiero una de limón para este tiznado calorón! Exige un señor. Muere de esta forma la indiferencia mientras pausadamente camina.

Así lo vemos bajar por la cuesta haciendo esfuerzos para que su carga no se lo lleve, que pasar por calles empedradas donde el avanzar se hace más pesado por lo accidentado del terreno, pero continuamente detiene su paso, descansa, saca su cantimplora, bebe su contenido y sigue su largo andar. Tal como él, nosotros debiéramos de hacer con la carga de problemas que se nos presentan, dejarlos por un momento, darle un sorbo a la tranquilidad y continuar empujándolos, ya verás cómo te reconfortas, tu mente se despeja y lo que considerabas incierto te darás cuenta que son actos inherentes a la vida misma.

Es una nostalgia ver al paletero –en épocas tan modernas cuando las paletas y helados son manufacturados por corporativas de franquicias multinacionales–, refresca la memoria de mi muy lejana niñez, ahora que viejo y enfermo estoy, brindándome una añoranza que alimenta el corazón de recuerdos y esperanzas de aquellos tiempos mejores que ya no volverán, hoy que a las palmeras borrachas de sol de Agustín Lara les entró la cruda, en la ciudad mareada de tanto tráfico, ruego al creador que en la nevera de Don Ramiro mis penas se guarden bien y continúe descongelando la fantasía y la ilusión de vivir momentos tan memorables.