miércoles, 16 de diciembre de 2009

Crónicas Aborrecentes (Parte VI)

Otro ladrillo más en la pared.

Poco a poco abandonaron la zona urbanizada y se adentraron a una carretera de terracería rodeada de desfiladeros, gracias a luz de la luna llena se podía apreciar la figura del animal; desesperado porque cada vez se alejaba más de ellos, y percatándose de que eran seguidos por los tipos de la camioneta, Chabotas le gritó a Pinzas que pisara el acelerador a fondo, éste sin pensarlo dos veces lo hizo, logrando acercar a la Ranfla a escasos metros del cochinito, en ese preciso momento tiran de sus resorteras y logran atisbarle, al ser ponchado comienza a descender pausadamente, mientras ellos estiran su brazos para poder alcanzarlo.

Al darse cuenta de tal proeza, los tipos de la camioneta aumentan la velocidad y se les aproximan; por el espejo retrovisor Pinzas logra darse cuenta de ello, y mete la tercera, esto provoca una aceleración con la cual empieza a romper viento lo que impulsa al enorme objeto de plástico haciendo que se eleve de nuevo como si fuera un papalote, pero esta vez jala a Chabotas alzándolo consigo, enredado por las cuerdas que colgaban de las cuatro patas del animal, Crisóstomo alcanza a cogerlo de un extremo de la deslavada chamarra y lo sostiene.

Con los gritos de sus compañeros Pinzas gira la cabeza para cerciorarse de lo que ocurre, al hacerlo su mano que tiene sólo dos dedos resbala del volante, perdiendo el control del automóvil, asustado por esto pisa con fuerzas el freno hasta tronar el pedal, frenando abruptamente y haciendo que los dos chicos salgan disparados por los aires, mientras la camioneta da vueltas hasta estrellarse contra un banco de grava suelta.

Mientras Cris y Chabotas descienden pesadamente sobre el suelo recibiendo duros golpes en sus articulaciones, sus perseguidores al asegurarse de lo acontecido, se siguen de largo observando como la camioneta se cubre totalmente de arena y rocas. En su interior Pinzas yace sin sentido aspirando arena que pausadamente sesga su vida.

Cuando los paramédicos llegan al sitio suben en la ambulancia a los dos chicos golpeados, mientras desesperadamente tratan de sacar el cuerpo del joven, el cual yace inerte con los pulmones llenos de arena; con cierta admiración uno de ellos sarcásticamente dice éste ya se enfrió, llegamos tarde.


Epílogo: Traigan a los muchachos de nuevo a casa.

Pasada una semana, después de los festejos de la elección de reinas, Dafne resultó electa para regocijo de todos los que la apoyaron; por su parte Cris no tuvo más remedio que exigirle matrimonio por el civil a escondidas de sus respectivos progenitores, temeroso de que algún gandalla se la fuera a quitar ahora que ya era una figura pública. Con la vida doméstica, le fue imposible continuar con sus estudios de ingeniería civil, teniendo que laborar de tiempo completo como auxiliar en una oficina del ayuntamiento. Cinco años más tarde alegando incompatibilidad de caracteres se divorciarían dejando un niño fruto de su matrimonio sin padre.

Chabotas por la depresión de la muerte de Pinzas se resguardó en las drogas de forma severa, llegando al extremo de perder la razón; situación que orilló a sus padres a recluirlo en un pabellón siquiátrico, en donde observa el televisor las veinticuatro horas del día sujeto a una camisa de fuerza y consume a diario pastillas de colores.

Pese a todo, en la arrumbada bodega escolar se encuentra un enorme cerdo inflable cubierto de polvo, que muchas veces el intendente ha querido tirar a la basura, pero las autoridades educativas se niegan a hacerlo como una forma de recordar a sus entrañables exalumnos.

miércoles, 9 de diciembre de 2009

Crónicas Aborrecentes (Parte V)

"....we came in?"

“So ya
Thought ya
Might like to go to the show.
To feel the warm thrill of confusion
That space cadet glow”. Pink Floyd

Nueve treinta de la noche, los muchachos después de haber dormitado uno encima del otro, pateado como doce mil veces el enorme balón hinchable que arrojaba la gente desde las tribunas, haberse ligado a unas cholitas en los pasillos con el cuento de que eran hijos de algún gobernador y llevárselas a los túneles que conducen a las regaderas para agasajárselas en privado, faltando un cuarto para las diez de la noche, el lugar se oscurece y una angelical luz blanca ilumina una lánguida figura ataviada con ropa negra, lo plateado de su cabellera identificaban al individuo como Roger Waters. La raza al reconocerlo lanzan gritos y silbidos, que son apagados por los acordes de la electrizante “In the flesh”.

Pasados noventa minutos de concierto, haber escuchado el repertorio de canciones que compuso en solitario y con el grupo que lo consagró, después de una ligera pausa con la tonada de “Sheep” hizo su arribo al oscuro cielo el enorme cerdo rosa inflable, circundando el estadio con un mensaje inscrito en su trasero “Saquen a Bush, derriba el muro de la frontera”. Una vez dada la vuelta olímpica, el cerdito emprende su viaje surcando los cielos jaliscienses.

Pinzas boquiabierto lo mira hasta que desaparece de sus ojos, un fuerte golpe sobre su espalda lo hace reaccionar, -oye, ¿qué te pasa? Le recrimina a Cris. Éste replica, ¿te acuerdas de las resorteras que traje? Precisamente son para bajar al puerquito, te imaginas ca´on, mañana llegar a la escuela con ese trofeo, todos nos admirarían y seríamos respetados, pues le daríamos a la escuela la mascota que siempre ha querido.

Con un brillo en la mirada, Federico exclamó –pues no sé que estamos esperando, vamos a bajarlo. Con un gesto de sorpresa Chabotas hizo un movimiento de hombros como exclamando porqué se iban, Crisóstomo agitando la mano le gritó, ¡Vente we, está chido lo que vamos a hacer! Sin pensarlo dos veces emprendió la marcha tras ellos, no sin antes apagar su cigarro de marihuana con los dedos ensalivados, y guardarlo entre sus calzoncillos para engañar a la seguridad.

De forma apresurada se treparon por la parte trasera de la ranfla, mientras Pinzas le encendía la marcha; una vez arriba empuñaron por el mango las resorteras dispuestos a cazar al cerdito hinchable.

Por lo acelerado del entusiasmo y la ansiedad de lograr su cometido, no se percataron que un vehículo con el logotipo de la empresa organizadora los seguía a unos veinte metros de distancia, observando cómo los imberbes le tiraban piedras al puerco de plástico. Al parecer la puntería de ellos era pésima, pues de doce rocas, sólo tres habían logrado alcanzarlo, pero no fueron certeras.

Continuará…

miércoles, 2 de diciembre de 2009

Crónicas Aborrecentes (Parte IV)

El espectáculo debe de continuar

Antes de subirse a la camioneta, debido al clima frío y los litros de agua que habían ingerido para engañar las ganas de consumir cervezas, los tres chicos tuvieron la fuerte necesidad de orinar; a Chabotas se le ocurrió organizar su acostumbrado concurso para comprobar quién cubría el mayor espacio con el chorro de su evacuación. Resultando ganador como siempre de la justa el inquieto de Cris, quien de forma ufana, agradecía al creador por lo bien dotado de sus partes nobles, pues de no tenerlo de esas proporciones no les ganaría tantas veces, mientras los otros dos con cierta mofa y envidia le decían improperios.

Al arribar a las inmediaciones del estadio se toparon con una procesión de gente que iba desde transitar a pie hasta en automóviles, por cierto, la fila de coches era enorme y más lenta que una tortuga con reumas, cada quince minutos un coche movía sus llantas tres metros de distancia. Chabotas desesperado, les dice que paren, se baja y comienza a dirigir el tráfico cual agente vial, evitando con ello que muchos no se metieran a la brava entre los espacios y les ganaran, los primeros diez minutos fue visto con buenos ojos, pero llegada la desesperación de los conductores, le llovió una rechifla y envases de agua vacíos.

Cuando por fin observaron el monumental estadio "Tres de Marzo", las primeras luces del alba se dejaban entrever, descubriendo un mar de personas de todo tipo, patarrajadas, tibíris, nacos como ellos, guarines, jotos, machorras, chilangos, fresas, gruesos, jiposos, cholos, grifos, teporochos, etc. Y lo más impactante un desplegado de seguridad, como si se tratara del arribo de algún Presidente !Chale, cuánta pinche chota¡- exclamó Chabotas.

Cada túnel de acceso al estadio tenía detector de metales y cuatro policías con su respectiva seguridad canina, una vez que estacionaron la ranfla, fueron a formarse en las zigzagueantes filas; Chabotas, se notaba inquieto, y Pinzas le preguntó –Brother, ¿Qué te pasa? Nada, es que ya me anda de hacer el pis. Pues no seas wey, ve a los baños azules aquellos, apresurado aseveró Cris.

Efectivamente, como todo espectáculo que convoca a multitudes, a las afuera del lugar habían instalado letrinas portátiles, raudo como una liebre, Chabotas se metió al primero que encontró desocupado; además de hacer sus necesidades fisiológicas, quitándose una de sus enormes botas sustrajo un carrujo de marihuana envuelto en una bolsita de plástico, que sin pena introdujo en el interior de su cavidad anal, a sabiendas que ahí pasaría inadvertido por los policías y sus mascotas; pensando, una cosa es estar en un mega concierto y otro pedo es verlo dándote un toque en honor a ello, razón por la cual se la iba a jugar frente a la extremada seguridad.

Doce del día y no habían ni siquiera desayunado, lo único que comieron era un paquete de mantecadas que Federico compró al triple de su precio original y un refresco de cola; Chabotas de pronto reconoce a Rossella, una bien formada table dancer que era su cliente de enervantes sintéticos, disfrutando de una pizza en compañía de unos tipos cabezas rapadas de guayaberas y lentes oscuros tipo cholos del este de Los Ángeles; como el tigre que acecha a su presa fue hacia ellos, después de bromear e intercambiar palabras regresó sosteniendo una caja de pizza y tres refrescos. De forma ufana les dijo, “me debía una feria y se la hice efectiva, ya ven como uno también tiene sus tarjetas de crédito”. Las pupilas se les ensancharon, de forma inmediata cual niños de Biafra hincaron el diente a tan suculento manjar.

Estando en esos menesteres se escuchó el requinteo de una lira entonando los acordes de la canción "Another brick in the wall", sonido que alborotó a la multitud, dejando escapar un alarido al unísono. Se trataba del ensayo o las pruebas de sonido que se hacen previo al espectáculo.

Eran las cinco de la tarde cuando la enorme fila empezó a moverse, poco a poco pudieron acercarse a los retenes de ingreso, la guardia civil los observó y revisó cuidadosamente, mientras ellos entusiasmados pasaron sin ningún contratiempo, era digna de admiración la actitud de Chabotas, pues incluso intercambió algunos comentarios con los agentes de seguridad mientras lo revisaban. A cada persona se le advertía que si sacaba el celular a la hora del concierto, sólo sería para hacer llamadas, nada de grabar video o tomar fotografías, de hacerlo así, no reservaban el derecho de admisión.

En el interior del estadio la tertulia del evento se respiraba por todos lados, si los productos comestibles afuera eran de precio elevado, ahí prácticamente eran inalcanzables para el bolsillo de éstos; buscaron el sitio correcto donde poder observar de forma excelente y que los demás no se les echaran encima, ni los fueran a atropellar con sus brincos. Chabotas ya sabiendo donde iban a estar corre al baño del lugar a sacar su dotación de mota del extraño sitio donde lo tenía guardado.

A Cris una vez que se le pasa la euforia del viaje lo comienza a embargar el aburrimiento, su mente es invadida entonces por el recuerdo de su sacrosanta noviecita, lleno de romanticismo nostálgico como desesperado le envía seis mensajes de texto a través del teléfono móvil, como respuesta de la chica recibe dos mensajes con monosílabos; algo pesado apachurra su pecho y lleno de ansiedad decide marcarle, cosa rara en él, pues siempre se ha caracterizado por ahorrar el máximo de tiempo aire, la chica recibe la llamada respondiendo “Hola”, este apresurado parafrasea un fragmento de canción que muchas veces escuchó a su padre tararear cuando se duchaba, diciéndole que odia llamarle por celular, pues por ahí no la puede besar, colgando lleno de satisfacción a sabiendas que con eso ella empezaría a extrañarlo, para posteriormente suspirar y apagar el aparato.

Continuará…

miércoles, 25 de noviembre de 2009

Cuarenta años y doce meses

“¿Y qué dirán de mí? (Dirán que eres gay)
Lo tendré que asumir (No te apures rey)
Me aceptarán tal cual (Verás como si)”. Mecano.

He parado la continuidad de las “Crónicas Aborrecentes”, por un detalle que me tiene preocupado, más bien intrigado, pues no sé como vaya a reaccionar mi organismo con los supuestos cambios que se avecinan. No sé cómo empezar, pero la verdad me encuentro un poco nervioso, pues resulta que mañana jueves 26 de noviembre, llego a una edad que a muchos de nuestro género no nos agrada decir, cumplo 41 años; y como es sabido por todos, precisamente esa ya no es la edad de las ilusiones, es más, tal edad es tan fatídica por la ensarta de prejuicios, que uno simplemente la intenta olvidar, y no me refiero a los achaques que trae consigo el envejecer.

A que voy con todo esto, pues resulta que según un mito urbano, cuando el hombre llega a cumplir 41 años, puede cambiar su preferencia sexual. ¿Así de fácil? Bueno, existe una acción que justifica tal reacción; precisamente a esa edad es recomendable que todos los de nuestro sexo nos hagamos un estudio médico para detectar la existencia de un cáncer de próstata, enfermedad que según estadísticas en nuestro país, representa el segundo lugar de padecimientos en los hombres mayores de cuarenta años; otra característica del cáncer es su silencio, es decir, no presenta síntomas, en pocas palabras podemos padecerlo y nosotros ni en cuenta.

Su detección se lleva a cabo de dos formas, una por prueba en la sangre del antígeno prostático específico, y otra por exploración física de la glándula prostática, lo que equivale a que el galeno toque el recto, siendo precisamente tal acción en donde uno puede correr el riesgo de experimentar sensaciones agradables, y gracias a ello, pues querer repetir varias veces tal proceder, lo que significa que a partir de ahí, tu organismo puede funcionar como una estación de radio, o sea, tener dos frecuencias a la vez o en el peor de los casos, dejar de funcionar en AM y pasar a formar parte de la FM.

¿Desde cuándo es tan cabalístico tal número? Dice el vox pópuli que a principios del siglo veinte –se desconoce la fecha exacta-, siendo Presidente de nuestro país Don Porfirio Díaz, que en una redada a cierto prostíbulo de homosexuales, sorprendieron al yerno de éste, y en el reporte policial se indicaba que habían detenido a cuarenta y dos “jotos”, enumerándose los nombres de todos los implicados. Avergonzado Don Porfirio, después de leerlo, exclamó “cuarenta y uno, sólo son cuarenta y uno”; descartando así a su sacrosanto yerno, las autoridades no tuvieron más remedio que borrar el nombre del involucrado en la lista.

Basados en ese mismo relato, otros cronistas aseguran que la casa donde fue encontrado el esposo de la hija del Presidente Díaz, disfrutando de caricias homosexuales, era la marcada con el número 41 de una de las calles muy conocidas en la ciudad de México, y que en su interior además del citado sujeto se encontraban grandes personalidades del gabinete presidencial, descubriéndose las preferencias sexuales de todos, lo cual dio como resultado para el gobierno de esa época deshonra, humillación y motivo de burla en todos los estratos sociales.

Con el paso del tiempo tal suceso se asoció con lo del examen de cáncer prostático, circunscribiendo los hechos al número 41 y con ello vinculándose a la edad; por tales razones cuando un hombre llega a cumplir esos años, puede ser tachado de que se le voltea la mano, se le hace agua la canoa, se cambia a otro bando o como vulgarmente se dice se hace jotita.

Aquí sí que no estoy de acuerdo, ya que tales palabras lo único que encierran es una patética homofobia; para toda la bola de ultraderechas, retrógradas y gente que se escandaliza con la homosexualidad, desde mi particular punto de vista, ser homosexual es una actitud en la alcoba o ser zurdo en el amor, y puto es una actitud ante la vida, y claro que tenemos infinidad de políticos, servidores públicos y jefes de estado putitos, ¡pero bueno, eso es otra historia!

Respecto a mi persona, reconozco que me gusta la música de Abba, me ha agradado una que otra película basada en un musical de Broadway, son atractivas las camisas color pastel e incluso las he usado, escucho a Camilo Sesto, Raphael y Miguel Bosé; pero todavía no me agradan los de mi mismo sexo, espero así continuar el resto de la vida, y que para el próximo año me sigan gustando las mujeres o mejor dicho a partir de mañana continúe con los mismos gustos, y si me voy a hacer el examen de próstata, tengan la plena seguridad que será sanguíneo.

jueves, 19 de noviembre de 2009

Crónicas Aborrecentes (Parte III)

Los días más felices de nuestras vidas.

Siendo la una con treinta minutos, el golpear de una piedra contra el cristal de la ventana del cuarto de Crisóstomo que daba a la calle lo despierta, raudo se pone de pie sobre el colchón y se asoma, al hacerlo se escucha un chiflido seguido del grito, ¡ya levante pinche huevón¡ era Chabotas con su cara de tarado orgulloso.

¡Hey! no hagas escándalo cabrón, vas a despertar al barrio completo. – Replica el atolondrado Cris. Esa noche para ahorrar tiempo se acostó vestido con todo y tenis, rápido va al cuarto de sus padres para cerciorarse que no hayan despertado con semejante berrido, se enternece al mirarlos profundamente dormidos y abrazados, viéndolos se persigna al mismo tiempo que suspira, y de puntillas abandona la casa, no sin antes pasar al cuarto de su hermano menor y sustraer dos resorteras.

El frío del exterior, le pone la piel de gallina, Chabotas se pasa al centro de la cabina quedándole la palanca de cambios en medio de las piernas, con lo que comienza a bromear como si ésta fuera su miembro viril, el Pinzas lo reprende e intrigado pregunta – ¿Para qué traes esa resortera?– Ya lo sabrás, carnalito, todo a su tiempo, luego te platico.

Las reglas del viaje en general consistían en prohibir fumar, tirarse flatulencias sin avisar, escupir, vomitar y eructar dentro de la cabina; para Chabotas de forma exclusiva fue no llevar ninguna sustancia o hierba enervante, así como bebidas embriagantes; mientras que para Cris lo único que se le pidió que no se fuera a quitar los tenis y se pusiera doble ración de desodorante en las axilas, pues como ustedes saben en la adolescencias debido a los cambios hormonales a algunos les huelen los pies y transpiran fuertecito, es decir, les chilla la rata.

Chabotas en su mochila llevaba varios casetes del Tri, grupo que le fascinaba y sacando uno dijo: “ponte éste en el estéreo brother, ¡esta chingón!” Salvador mirando a Cris respondió, híjole mano, creo que ayer a Don Ramiro se le atascó una cinta y lo averió, seguido de un tic nervioso que era común cuando mentía, secundándolo Cris, lástima carnal, nos vamos sin ton ni son. Estrategia bien aplicada, pues la banda de Alex Lora, si la tragaban, más no la masticaban, y tener que chutarse dos horas y media de ellos iba a ser un martirio.

Durante la primera hora de viaje los temas que discutieron fueron, si los discos de “The Dark Side of the Moon” y “The Wall” eran catalogados como conceptuales, si la película de Alan Parker basada en éste último álbum echó a perder el sentido onírico de la obra, y que la banda sin su vocalista original no era lo mismo. Recordaron a sus profesores tiranos como el ya jubilado Don Macedonio de matemáticas que se la pasaba mirando con lujuria a las chavas de buen físico además de obligarlas a pasar al pizarrón para resolver problemas y humillarlas sin remordimiento, llegando a la conclusión que lo admiraban porque él si tenía los huevos bien puestos, y no ahora que casi todos sus docentes son un puñado de maricones, que los tratan bien y hasta intentan ser una absurda imitación de sus padres, fáciles de manipular y chantajear.

Al percibir un extraño olor, enseguida empezaron a echarse la culpa entre ellos, pensando que se trataba de una flatulencia, minutos más adelante cuando decodificaron el aroma, llegaron a la conclusión de que era una mofeta arrollada, entonces el Pinzas comentó pobres animales tan pendejos, en lugar de huir cuando ven aproximarse el coche se paran, a lo que replicó Chabotas –imagina si tuvieran inteligencia los zorrillos, serían superiores a nosotros, es más cualquier animal si pensara llegaría a superarnos por mucho, pues tienen más responsabilidad ética que los que nos llamamos homo sapiens.

Justo al pasar por un puente los faros de la Ranfla iluminaron el anuncio de un conocido centro turístico campestre, inmediatamente Cris, exclamó – ¡Cállense babosos! Guardemos un minuto de silencio en la memoria del Gato. Gato, era el apodo de Maurizio, mote que debido a la onomatopeya de “Mau” cómo la decía su madre, y que graciosamente se asemejaba al maullido del felino lo había hecho acreedor de tan distinguido sobrenombre.

Unos días antes de graduarse de la secundaria, la profesora de Civismo, Fermina y el de Geografía, Agripino, como una forma de compensarlos por su trayectoria académica, organizaron un viaje a las cabañas de ese complejo turístico, durante el trayecto Mau, ingirió alrededor de diez cervezas de medio litro, quedándose dormido en un sueño que jamás despertaría, muriendo a consecuencia de aspirar su propio vómito. Fallecimiento que desde la perspectiva de estos tres lo colocaba en el privilegiado sitio de dos de sus ídolos del rock acaecidos de la misma forma, Jimi Hendrix y John Bonham de Led Zeppelín, ganándose así el respeto de todos después de finado.

Cuando transitaban por la laguna de “San Lorenzo”, el Pinzas pisó el freno de forma rápida, provocando un estrepitoso rechinido de llantas de la ranfla. Oye cabrón, ¿qué te pasa? Replicó Chabotas. ¡Mira eso! –señalando a un grupo de osados jóvenes que practicaban kitesurf sobre las aguas iluminados con los faros de sus jeeps. El espectáculo era impresionante, pues con sus salvavidas fosforescentes, brillaban cual luciérnagas gigantes por los reflejos de la luz.

Entre bostezos Cris, comentó –si seguimos como tarados viendo a esos pendejos, de nada sirvió el desgraciado esfuerzo de madrugar. Lapidarias palabras que los hicieron volver a su realidad, emprendiendo la marcha rumbo a su destino.

Continuara…

miércoles, 11 de noviembre de 2009

Crónicas Aborrecentes (Parte II)

Confortablemente Insensible.

Los chicos esta vez no fueron atraídos por la vorágine del fervor que consigo trae las elecciones de la belleza estudiantil, debido a dos motivos, el primero consistía en que Dafne Evelyn la hermosa novia de Crisóstomo era candidata por su grupo, lo cual fomentaba en él devastadores arranques de celos, y para evitarle problemas con el comité escolar, sus amigos optaban por mantenerlo al margen, distrayéndolo en otras cosas, por ejemplo sacar fotos con el celular por debajo de las faldas de las inocentes chicas, sin que ellas se dieran cuenta y luego pasárselas a los demás.

Se preguntaran cómo un tipo de la calaña de éste joven tiene una novia con esos atributos, resulta que antes de cumplir los quince Evelyn era de esas chicas flacas, larguirucha, de gafas tipo fondo de botella y con frenos dentales, que por obvias razones nadie ponía sus ojos en ella; al ingresar a la preparatoria su madre la inscribió a un gimnasio para que practicara pilates, sometiéndose a intensas sesiones que lograron un físico digno de campeona. Le cambiaron los pesados lentes por unos de contacto, los frenos hicieron lo suyo dejando lucir una perfecta sonrisa de dientes aperlados.

Además ellos están conscientes de que en su preparatoria existen tres clases de chicas, las desechables, aquellas damitas que aceptan al primero que se les pone enfrente y por ende las utilizan sólo una vez, pero eso sí, corren la voz de ello para que los demás aprovechen la oportunidad de saciar sus instintos; también están las difíciles, que por más insistir nunca les harán caso, pues casi siempre viven con la esperanza de que llegue su Príncipe Azul, el cual jamás ni siquiera lo conozcan, y aunque sean cuarentonas lo seguirán esperando; y por último tenemos a las bonitas, su calvario consiste en por ser tan guapas nadie se atreve a acercárseles por miedo al rechazo, motivo por el cual se encuentran más solas que Dios.

A esta última categoría pertenecía Dafne; cierto día que la desesperación por no encontrar pareja combinada con el fatídico miedo a quedarse a vestir santos le embargó, se fijó como propósito de año nuevo conseguirse un buen partido; así que regresó a clases dispuesta a aceptar al primero que se le insinuara y valiéndole un nabo como estuviere; esa mañana Cris, presionado por el Pinzas y a sabiendas que destilaba saliva por ella, le puso un ultimátum o se animaba a declararle su sentir o reproduciría para toda la escuela un poema que inspirado en ella escribió, junto con la fotografía que le tomó sentado en el inodoro sin pantalón ni trusas como acostumbraba a hacerlo.

Bajo tal presión no tuvo más remedio que hipotecar su orgullo, fue directo hacia ella en cuanto la vio salir del aula y le preguntó que si quería ir al cine, inmediatamente aceptó, y esa tarde además de las palomitas y el refresco, disfrutaron del intercambio de fluidos salivales, con la única excepción de que al tipo le dio mucho asco cuando la chica introdujo la lengua en su boca –por poco vomita–, de ahí en más son hasta la fecha una pareja estable. Cumpliéndose así el teorema que no ha sido resuelto por la ingeniería genética desde los remotos tiempos de la prehistoria, el “Gen Cavernícola”, en donde son rechazados aquellos tipos bien portados y aceptados sentimentalmente los pelafustanes, andrajosos y malolientes.

El otro motivo de abstenerse a participar en los preparativos del desfile de candidatas fue que ese domingo se presentaría en el estadio “Tres de Marzo” de Zapopán Jalisco, el mítico exvocalista del grupo Pink Floyd, Roger Waters, con toda su parafernalia musical; ya habían comprado los boletos a través de una empresa que se dedica a venderlos por Internet; contaban con el transporte, la oxidada y carcomida camioneta Datsun modelo 70 con motor de 1990 importado, que Don Ramiro el carpintero y patrón de Pinzas le confiaba los fines de semana, por supuesto que se la prestaba por el remordimiento que sentía a raíz del accidente que éste sufrió en su taller.

Lo único que faltaba era que Dafne le diera permiso a Crisóstomo de ir con ellos, Chabotas insistía en criticar tal actitud, argumentando –eso es culero, si vas a ir algún lado a tu mamá le dices: “voy a ir a tal parte”, ella sólo te advierte que te cuides y te deja ir con la gracia de sus santitos, a pero a la pinche novia, ni madres, le tienes que dar santo y seña de con quién vas, a dónde irás y para qué quieres ir allá– ¡esas si son jaladas! Expresaba con cierto aire de enfado.

Total con o sin los consentimientos de novias, madres y patrones se iban a ir, ese evento no se lo podían perder, lo único que le pesaba tanto a Salvador como a Cris, era que el domingo tendrían que partir al filo de la 1:30 de la madrugada, si querían ganar un lugar decoroso para observar, lo cual implicaba dos razones, una era acostarse temprano como gallinas y la otra era no dormir manteniéndose en vigilia viendo películas pornográficas hasta que fuera la hora o mantenerse alertas con una buena tacha, al fin de cuentas el que conduciría la “Ranfla” –apodo que tenía la camioneta de la carpintería–, sería el Federico.

Continuara…

miércoles, 4 de noviembre de 2009

Crónicas Aborrecentes (Parte I)

Tres tipos descuidados.

Era un viernes de marzo, en la preparatoria “Monte Bello” impregnaba el ambiente de primavera, todas las aulas tenían mantas alusivas a las hermosas chicas que presentan su candidatura a reinas de la belleza estudiantil del plantel, mujercitas bien peinaditas, con enormes escotes y faldas rabonas exhiben sus recién desarrollados físicos para deleite hormonal de sus opuestos sexuales.

Toda la comuna varonil extasiados al borde de babear observan las enormes fotografías, todos menos tres; éstos son una especie de automarginados que desde hace más de diez años son amigos inseparables, para ser sincero ninguno de ellos se explica como están tan estrechamente unidos, si casi a diario discuten, se insultan e incluso han llegado a arreglar sus diferencias a golpes más de una ocasión, pero eso no merma la amistad, por el contrario los une con mayor fuerza.

El primero de ellos se llama Crisóstomo, quien debe sus quince minutos de popularidad gracias al haber ganado una vez como único representante de su escuela el concurso de comer tacos, título que le hizo acreedor de fama y reconocimiento social entre la muchachada, así como una tunda de parte de su padre, pero eso no le restó mérito.

Federico es el segundo, chico muy introvertido gracias a diversos complejos que ha ido cosechando a lo largo de su corta vida; fue concebido cuando sus progenitores tramitaban el divorcio, el padre ebrio seduce a la madre, la cual pensando que se trataba de una posible reconciliación y harta de tanto estúpido papeleo accede. Nueve meses adelante el muy ingrato del papá ya divorciado niega su paternidad tachándolo de bastardo, con lo que logra evadir la pensión alimenticia.

A raíz de ello, empezó a fomentar un odio atroz por la figura paterna, siendo así que cada que debía escribir su nombre completo omitía el apellido del padre, tal acción generaba dolores de cabeza a sus profesores cuando le calificaban tareas y exámenes, pues invertían parte del valioso tiempo en tratar de localizarlo sobre las listas escolares, y más de alguno en su desesperación optó por dejarlo sin reporte.

Al no contar con el apoyo económico de su papá, desde muy corta edad se incorporó al mercado de trabajo, siendo repartidor de medicamentos en una farmacia, mozo de albañil y en el oficio de “San José”, la carpintería, empleo que desempeña con gusto pues le ha dado muchas satisfacciones, una de ellas, contemplar a diario a la guapa quinceañera hija de su patrón; acción que cierto día le ocasionó perder tres dedos de su mano derecha al estar cortando madera con la sierra y mirarla en paños menores en el momento que ésta se disponía a tomar una ducha. Accidente que le hizo acreedor al mote del “Pinzas”, por parte de la chamacada.

El mayor de los tres se llama Salvador, tuvo su primer encuentro con Cris y el Pinzas en la primaria cuando los desalmados chicos de sexto grado intentaron quitarles la pelota a la fuerza, éste no dudó en defenderlos, liándose a golpes con los grandulones hasta hacerlos desistir; desde ese momento fue su inseparable amigo, hasta que concluyeron la secundaria, pues ya en la preparatoria debido a serios problemas disléxicos se fue rezagando en sus estudios hasta llegar a hacer en un año un semestre, y si a ello le agregamos su fuerte dependencia por la marihuana que empezó a experimentar desde el tercer grado de secundaria, sus calificaciones se vieron cada vez más mermadas.

Además de que su adicción por esa droga y otras de diseño que con el paso del tiempo fue descubriendo le obligaron a delinquir, permaneciendo varios meses en centros de rehabilitación, en donde cada vez que salía de uno era seguro que se sumaría a su historial toxicómano un nuevo estupefaciente inducido por los internos.

Como a diario calzaba enormes botas militares, sus cuates le apodaban “Chabotas”, en sus ratos libres, que casi siempre eran días completos los dedicaba a vender drogas que el mismo fabricaba a imberbes de secundaria y bailarinas desnudistas, razón por la cual su película favorita era “Cara cortada” (Scarface) de Brian De Palma. Chabotas fue también quien inició en las artes del onanismo a Cris, al despertar su morbo en los dibujos de los cómics que coleccionaba, diciéndole -“Imagina ñerito, ¿qué haría Superman con el forrazo que tiene la Mujer Maravilla una noche? De seguro le pondría el cuerno a la Lois Lane, ¡Uta, porque esa sí está de agasajo!”-.

Disfrutaban juntos los fines de semana escuchando canciones, les fascinaba el rock y eran enemigos acérrimos de la música grupera, la única vez que les atrajo éste género fue cuando prohibieron los narco corridos y se hicieron fieles seguidores de los Tigres del Norte, adquiriendo una buena dotación de discos, que pasada la efervescencia los vendieron al Compa, un eléctrico trovador urbano que para adquirir sus prioridades se dedica a cantar canciones de este estilo con su viejo acordeón en los restaurantes de segunda y las líneas de transporte colectivo.

Cada noche del viernes se reunían en la casa de Cris para hacer uso de la memoria miope del padre de éste, con su enorme colección de vinilos que ponían sobre la vieja tornamesa, rememoraban a aquellos legendarios pioneros del rock, como si ellos hubieran vivido en esas épocas. Seguido se enfrascaban en discutir sobre cuál era el mejor grupo del siglo Veinte, si eran mejor los acetatos en cuanto a calidad sonora que el actual disco compacto o que de no haber existido el cuarteto de Liverpool, la música moderna no sería lo que es hoy.

Continuara…

miércoles, 28 de octubre de 2009

Jennifer

Una noche del 31 de Octubre la poetisa colimense Alejandra Díaz Neri, tuvo la idea de que escribieran todos los que conformaban el afamado grupo de letrados que se hacían llamar “los pesados”, un texto basado en algo aterrador alusivo a los días que se avecinaban; de sus embriagadas mentes surgieron diversos poemas narrativos y ensayos estremecedores; esa noche me encontraba con ellos y evitando pecar de ignorante hice un intento de texto, como siempre a falta de talento me tuve que basar en una canción del cantautor austríaco Falco, llamada “Jeanny”, extraída del álbum Falco 3, que durante la adolescencia en mis ratos de ocio traduje. A más de veinte años y como estamos en fechas próximas a celebrar los días de culto a aquellos que ya dejaron de existir, tengo el gusto de ofrecerlo a sus apreciables personas:

A finales del mes de octubre, en un centro turístico campirano a las afuera de la ciudad, regularmente por estas fechas no acude nadie a ese lugar por no ser periodo vacacional; en el interior de una de las cabañas cuya puerta y ventanas han sido tapiadas al considerarse inhabitable por lo derruido que la dejo el último sismo que sacudió al estado, motivo por el cual los empresarios responsables de su administración la declararon inservible, se encuentra una pareja guarnecida en ella, llevan ahí dos semanas. El apenas cumplió hace unos días los 18 años, ella tiene 16.

El joven se le aproxima y abrazándola le susurra al oído,-¡Ves mi amor! Te dije que aquí nadie nos iba encontrar, pero tú como siempre de terca, te rehusaste mucho a venir y me obligaste a traerte a la fuerza-. ¡Ahora mira lo feliz que somos! Si te hubieras dejado al bebé de seguro seríamos una hermosa familia, el niño crecería sano y fuerte aquí en el bosque.

La levanta del catre donde yacía para sentarla sobre una silla de la mesa de concreto, cogiéndole su muñeca derecha exclama, -¡Mira que brazos! Ya come algo, llevas varios días que no pruebas un sólo bocado, primero te la pasaste dormida y ahora no has querido ni siquiera tomar agua-.

Del bolso de la chica extrae un tubo labial y comienza a pintarle la boca al mismo tiempo que le dice, -Te voy a poner tu boquita tan roja como antes la tenías, te acuerdas de cómo me gustaba mordértela, es más voy aprovechar para polvearte tus cachetitos, estás toda pálida por no comer, tengo miedo de que te hayas vuelto anoréxica. ¿Será porque decidiste abortar en lugar de darme ese hijo que tanto anhelaba? Con gesto de enfado la observa recriminándole, ¡Ah no, pero tu querías seguir siendo hija de papi! La niña tontita preferida de mamá.

Mírate ahora débil, frágil y hasta empiezas a oler medio raro, y es que te has vuelto muy floja ahora que vivimos juntos, de la silla a la cama y devuelta; ni siquiera te bañas, pero no te preocupes aún me sigues gustando como la primera vez, además traigo un frasco de la fragancia que te agrada y te lo voy a rociar.

Cogiéndola del mentón de pronto reacciona molesto y le dice-¿Qué ganaste amor con deshacerte del bebé? Nada, ni yo te gane a ti, ni tu a mí, es más creo que nos perdimos a ambos. Observando los dedos de sus esqueléticas manos, asevera- Por rasguñarme se te rompieron varias uñas, pero no te importó, querías escaparte de mí, más bien sabes que soy el doble de testarudo que tú, preciosa. Es por eso que te tuve que dominar con el tubo, hasta que caíste dormida.

Pero creo que continuas molesta, por eso no me has dirigido la palabra desde ese día y finges seguir dormida, no me importa, pues yo sé que eres de buen corazón y comprenderás mi reacción; te amo tanto mi bebita linda. En tu casa no saben que andamos juntos, pues las veces que he llamado para fingir buscarte, tu madre preocupada me dice que te extraña al igual que yo, pobre ingenua, no se imagina lo feliz que somos ahora.

Separándose de la chica sintoniza la radio en el celular, para escuchar lo siguiente: “Desde hace dos semanas la familia Roemer busca desesperadamente a su hija Jennifer, y hasta el momento se ignora su paradero, no se descarta la posibilidad de un asesinato sentimental, pues de quien sospechan ya han rastreado algunos indicios que dejó y hoy mismo la policía municipal dará con él, esperamos encontrar con vida a la chica; sus compañeros de aula en la preparatoria Monte Bello, han organizado brigadas de búsqueda con la cual pretenden localizarla”. Rápidamente desactiva la sintonía para captar el sonido de infinidad de sirenas que rodean la cabaña.

Asustado grita, ¡No! ¿Qué hice? No quería matarla, la amaba tanto, pero la muy idiota no quiso darme un hijo. Los municipales lo aprenden y la escena que ven es espeluznante, un cadáver putrefacto maquillado y con gafas oscuras que dejaban entre ver pequeños gusanos saliendo de los orificios nasales.

Al día siguiente en la sección de policíacas con letras enormes se anunciaba “Crimen pasional”, describiéndose los pormenores para satisfacer a los morbosos, y como siempre olvidándose del dolor de los familiares.

miércoles, 21 de octubre de 2009

Hasta pronto…

Alguien dijo una vez, que las despedidas no eran difíciles, pues que se despida, a ver si tiene los suficientes para hacerlo sin que se le suban a la garganta y no lo dejen continuar, empezando a ponérsele los ojitos blancos como en la caricatura de Remi; esto me remite a analizar el hecho de las despedidas, cayendo en la reflexión de cómo jodidos le hacen mis estudiantes cuando truenan con sus respectivas parejas, ¿a poco les dicen, oye es necesario darnos un tiempo? ¡Vamos a terminar con la relación, pues el culpable no eres tú, soy yo! La verdad no sé cómo le hacen, pues a mí me cuesta un blanquillo.

Como muchos de ustedes ya saben, algunos compañeros de mi antiguo empleo -híjole se lee medio feo-, ya emigraron a otros lados a desempeñarse en labores distintas, como es de su conocimiento nuestro trabajo es cíclico, todos somos inmanentes, es más, nada en nuestro alrededor es eterno, es decir todo tiene un principio y un fin.

De pronto uno borrará de su mente a las personas, las costumbres, las charlas entre el almuerzo, los chascarrillos, las bromas sencillas, los momentos de tensión laboral, el resquemor con el intolerable de la oficina, etcétera, debido a las nuevas actividades que facturará el empleo, sólo quedará la esencia de lo que se compartió, las ideas de lo que uno hizo, lo que quedó en la percepción de los demás y en la propia, que muchas veces ni siquiera es la realidad de lo ocurrido, pero bueno, es como fue captado por los otros.

Si hice las cosas bien o las hice mal, no es mi juicio, es el del otro, es precisamente cuando entra la subjetividad, a los que les agrade, es seguro que hablaran maravillas de mi desempeño y a los que no, pues a lo mejor dicen la verdad de lo que ellos consideran que fue mi proceder, pues más vale aceptar que uno es pendejo, que incurrir en actos que lo comprueben.

¿Por qué despedirme? Bueno, a lo mejor es un hasta luego, pero en el sitio donde se me veía llegar desmañanado, ya no lo voy a ocupar, se concluye mi ciclo en ese lugar, y sería un acto de estulticia el no reconocer que la página del libro fue la última y hay que cerrarlo, se acabaron los puntos suspensivos; y como dijo una gran amiga, los cambios son siempre positivos, es el momento de emigrar.

A partir de ahora todo es un renacer, y antes de despedirme de los que me acompañaron durante once años de comprometidas faenas, quiero agradecer a las personas que hicieron posible que proyectará una imagen positiva de mi responsabilidad, aquellos que siempre se preocupaban porque lo que hacía fuera correcto, pues las cosas no las hacemos solos, siempre hay gente detrás de uno que lo respaldan de forma moral, activa y práctica; de igual manera agradezco a los que se empeñaron por entorpecer y obstaculizar mis actividades, es más, de no haber sido por ellos, hubiera perdido el empeño y el tesón de continuar .

Gracias a todos por haber confiado en mi persona, incluso en estos tiempos tan aciagos, en los que se puede pecar de ingenuidad el depositar la confianza en alguien, además de no haber sido por toda la gente con la que conviví durante ese periodo, la formación laboral que adquirí no fuera la que hoy en día poseo. Ha llegado el momento de empezar de nuevo en otro ámbito, hacer nuevos cómplices, trazar metas y continuar lo que siempre me ha gustado hacer, trabajar.

miércoles, 14 de octubre de 2009

Versionando

Conozco una persona muy peculiar, para este individuo la injusticia, la pobreza y el hambre de la gente le parecen comunes, diría que normales; lo que sí le irrita es observar cómo las actuales generaciones se visten, crítica lo corto de las faldas y lo prolongado del escote de las chicas, el vocabulario soez y prosaico de los jóvenes; casi todos sus actos los respalda en la religión que profesa, por obvias razones no voy a decir cual, pues como dice Edward Bloom, el personaje de la novela “Big Fish: A Novel of Mythic Proportions” del escritor estadounidense Daniel Wallece, y que magistralmente fue llevada al celuloide por Tim Burton, “cuando se habla de política, religión y deportes más de alguno sale ofendido”.

Es jefe de una conocida oficina de atención pública, además de ser profesor de horario corrido en una secundaria nocturna, es asesor de un reconocido político los fines de semana y como también es abogado seguido realiza diversos litigios; a veces me pregunto, ¿a qué hora atiende a su hermosa esposa? Digo, como ustedes saben, la tierra es de quien la trabaja, por si no me creen, pregúntenle a Sancho.

Su entrada en la oficina es a las nueve de la mañana, toda su jornada laboral la desempeña de forma óptima, un defecto que tiene es la soberbia, pues recibe sólo a las personas que son más importantes que él, a las demás, pues que las atiendan sus subalternos; cuando requiere de algo de otro departamento de la institución corporativa donde desempeña sus funciones se dirige exclusivamente con los altos mando, no con los empleados, pues de acuerdo a su punto de vista para eso existen los niveles en el trabajo.

Este hombre cierto día llega a su hogar cargando bolsas con abarrotes que compró en un conocido supermercado, exhausto se tira de espaldas al cómodo sofá y con el pañuelo que su mujer cuidadosamente le ha bordado su nombre seca el sudor del cuello, rostro y frente, al aproximarse la esposa para ofrecerle un vaso con agua y hielo le pregunta por un pequeño golpe que deja al descubierto en la frente; con voz segura le dice que se lo hizo al salir de la tienda con un señalamiento metálico que se ubica en el estacionamiento, pues al voltear apresuradamente cuando un descuidado chofer al abandonar su cajón estaba a punto de impactarse con otro coche, y éste raudo hizo señas que evitaron sucediera el percance.

La mujer orgullosa de su marido lo besa y abraza, para enseguida retirarse a hacer sus respectivas labores domésticas; en cuanto la cónyuge dobla hacia la cocina, el tipo de forma apresurada se pone de pie para dirigir sus pasos hacia el espejo del baño; una vez ahí se supervisa de forma detectivesca descubriendo el moretón.

Estando en tales menesteres ingresa al baño su hijo menor, al verlo le hace el mismo cuestionamiento, de forma ufana responde que al abandonar la tienda en el oscuro estacionamiento dos tipos corpulentos y cubiertos con pasamontañas le cerraron el paso dispuestos a asaltarlo o tal vez querían secuestrarlo; haciendo un rápido movimiento de Jiu-Jitsu, al primero lo lanza como a dos metros de distancia, al otro que empuñaba un arma blanca, con una patada de karate lo desarmó; mientras el primero se puso de pie y con furia le arrojó una reja de madera la cual apenas logró esquivar, pero lo alcanzó a rozar en la frente, lo cual no lo descontroló y canalizando su furia le propinó tremendo golpe de Kung Fu que lo dejó inerte, mientras llegaba la seguridad pública para llevárselos presos.

El pequeño con ojos llenos de orgullo da un tremendo salto y se aferra a su cintura diciéndole, “papá, te quiero mucho. ¡Eres lo máximo!”; mientras el tipo feliz le acaricia su cabeza y suspira inspirado en la ternura del chico.

A la hora de la cena su madre que vivía con ellos extrañada la pregunta por la marca sobre la frente, éste decide no responder en ese momento y le sugiere a la señora que más tarde lo hará, la anciana comprende que por estar reunido todos nos es momento óptimo para ello.

Al anochecer antes de acostarse va a la habitación de la mamá y le explica que circulando por la calle de regreso del supermercado un incauto automovilista se le cruzó bruscamente y este haciendo una maniobra de volante con la pericia tan común que posee logra esquivar el impacto, pero al hacerlo se orilla demasiado a la banqueta en el preciso momento en que un peatón esta a punto de cambiar de acera, es en ese instante cuando pisa el freno, y como ella sabe, su coche siempre está en óptimas condiciones gracias a lo puntual que es en las revisiones periódicas; más al enfrenar la inercia hace su cabeza golpear sobre el espejo retrovisor ocasionándole el tremendo moretón.

La octogenaria le acaricia su cara tiernamente y con gesto de preocupación le dice, “mi hijo, siempre tan conciente y cuidadoso, pero me incomoda que con regularidad antepongas a los demás antes que tú”. Esbozando una sonrisa de satisfacción el hombre le dice, “No te preocupes madre, ya ves como soy”.

Esa noche, como de costumbre mirando el televisor sobre la cama junto a su esposa se enteran a través del noticiero nocturno sobre la captura de una de las presuntas asesinas de los mini luchadores, “!éjele que bueno que la agarraron¡ Espero y la encierren a ella y su secuaz varios años tras las rejas”. “Imagina mujer, a cuántos mintió para permanecer en el anonimato con sus fechorías”.

Terminado el programa apaga la luz de su lámpara de buró, para posteriormente dormir como un bebé, y mañana continuará conviviendo con su familia, con usted y conmigo haciéndonos creer que es una persona pulcra y honesta como todas las demás, sólo que su pecado es decir “mentiras piadosas”, que a nadie afecta.

miércoles, 7 de octubre de 2009

El nefasto turismo académico

Un compañero de trabajo, en cierta ocasión me preguntaba porqué nunca asisto a los foros o coloquios nacionales relacionados con nuestra profesión, tratando de ser honesto en la respuesta, lo primero que argumenté es que no me gusta viajar en autobús, pues casi la mayoría de estos eventos los organizan en sitios geográficamente lejanos, lo que implica pasar hasta más de doce horas sentado durante el viaje y por ende es incómodo, como consecuencia existe la posibilidad que a raíz de estar en esa posición se olvide el organismo durante varios días de que existe un aposento dotado de instalaciones necesarias para evacuar el vientre. Es común que durante el trayecto del transporte las ganas de orinar le recuerden a tu cerebro que tiene piernas.

Si a ello le sumamos el acompañante que comparte el asiento, pues a veces te tocan camaradas con halitosis, de esos que se antoja ofrecerles mentas o ya de plano escuchar sus charlas de perfil, igual el que se tira una flatulencia y de forma cínica se hace el disimulado comentando que alguien dejó la puerta del sanitario del autotransporte abierta y están empezando a llegar los olores; escuchar el sofisticado y selecto repertorio musical del chofer o tener que ver de forma obligada las películas de su personal gusto; por el simple hecho de no aparentar un ser antisocial hay que sumarse forzosamente y sin entender de qué tratan los chascarrillos de aquellos que se sienten comediantes de pacotilla e intentan hacer el viaje más ameno con sus pedanterías y bromas acuesta de los pasajeros más inocentones.

Otra situación engorrosa es el hospedaje en los hoteles, muchas de las veces los mejores ya han sido reservados para las grandes personalidades y su séquito de sicofantes, que por supuesto se trasladaron en avión por lo “apretado” de su agenda; entonces a uno humildemente le dejan esos moteles de menos cinco estrellas, donde muchas parejas acuden a intercambiar el sudor por el simple hecho de darle gusto al cuerpo; la situación se pone más desesperante cuando la habitación la tendrás que compartir con alguien que transpire horrible, le suden los pies o te ofrezca un recital nocturno con sus resuellos cuando duerme.

La hora del registro del evento, se vuelve un suplicio, primero porque no te encuentran en las listas de inscripción, segundo porque no alcanzaste material donde se incluye el itinerario, que por cierto es rara la vez que concuerda con el desarrollo del programa. Sobran los ridículos que por darse aire de grandeza o aparentar importancia se ponen traje durante todos los días de estancia, valiéndoles un cacahuate que éste apeste a humedad o a naftalina, y tengas que soportar el aroma durante las sesiones. De la misma forma no falta la gran personalidad del honorable presidium que al momento del discurso inaugural se eche un sueñito, como premonición del ambiente que imperará durante toda la jornada.

Igual no voy a tales reuniones para evitar incurrir en la tentación de algunos, como lo es contribuir con el turismo, en lugar de asistir al programa académico, colectando fotografías para después subirlas al metroFLOG o colocarlas de imágenes en la sesión de Messenger para que todos mis conocidos puedan observar los paradisíacos sitios por los que estuve, ponerme una borrachera de esas que causan afición, que me invada la nostalgia por mi pareja y llorar amargamente con los compañeros su ausencia; ser partícipe de la vida noctívaga del lugar acudiendo a los centros nocturnos donde hay muchas chicas con disfraces de Eva y caudales de licor.

Además te quemas el cerebro, argumentado y justificando una ponencia para asistir y a última instancia te avisan los organizadores que ha sido aprobada pero como cartel, ¿óigame de qué se trata? Es como si participaras en el programa “En Familia con Chabelo” y durante la catafixia te sacarás el jodido premio de consolación, y con ojos tristes observarás desfilar la gama de otros de mejor calidad. De la misma forma sucede cuando preparas un taller con un proyecto de intervención en el aula que ya te ha servido en clases, y es tu orgullo, para que sólo asistan tres personas con cara de aburrimiento o de forma incorrecta funcionen los aparatos de apoyo durante la exposición y te hagan quedar patéticamente ante tu pequeño auditorio.

Al finalizar y para colmo, después de que te formaste en la extensa fila donde entregan los reconocimientos, te encuentras con la sorpresa de que tus datos son incorrectos o te salen con la puntada de que posteriormente se los harán llegar al achichincle de tu institución. Si bien te va lo tendrás dentro de un mes; la única cosa que todos alcanzan incluso hasta el chofer del autobús, es la memoria del evento, la cual sólo será revisada una vez o simplemente depositada en donde guardas tu acervo olvidado.

La pieza que conservas del viaje, dependiendo de lo que te hayan dado ya sea un folder o maletín en donde se incluía la información de la memoria, lo utilizas como medio de transporte de los materiales escolares, sencillamente para que todos tus compañeros de trabajo se enteren que fuiste asistente a tan “ínclito” evento académico. Además conozco mucha gente que se ha convertido en expertos en coloquios y foros presentando siempre la misma ponencia, nada más que estructurada de una forma distinta o reciclada; y que me dicen de todos aquellos parásitos que bajo el auspicio de otro más inteligente se adhieren al trabajo de éste, haciendo suyo y aprovechándolo como equipaje para ir a ese viaje. Entonces sobran razones para justificar los motivos por los cuales no me gusta asistir.

miércoles, 30 de septiembre de 2009

Aferrados Anónimos

"Es un gran error creerse más de lo que uno es,
o menos de lo que uno vale". Goethe

Una voz popular asegura que el ocio es la madre de todos los vicios, la verdad no está equivocada tal afirmación, pues de ser errónea, entonces amigo lector, ¿por qué existe tanta delincuencia en el mundo? Si no es por culpa del ocio, esa gente que no encuentra nada productivo que hacer para mejorar su vida y recurre a falta de talento a la salida fácil, como lo es el robar, extorsionar, secuestrar, prostituirse, etc., por supuesto que dirás que no todo es causa de esa inacción o el exagerado abuso del tiempo libre, es más bien ocasionado por la precaria situación económica que existe hoy, y que ha generado el desempleo.

Más una cosa es cierto, de que hay empleos, claro que los hay, que no quieran ocupar esos puestos es otra cosa, pues resulta más cómodo intentar ganarse la vida de una forma sencilla y rápida a cuestas de los que sí lo tienen. Retomando el tema del ocio, muchas veces el estar sin hacer nada afecta a las personas de una forma mental, por ejemplo genera mucha ansiedad, que con el transcurrir del tiempo se vuelve nerviosismo; cuando estamos inactivos buscamos en qué ocuparnos, ya sea mordiéndonos las uñas de las manos, mordiendo al prójimo o teniendo pensamientos extraños, como el intentar fornicar con la esposa del vecino, saber qué hacen los de al lado, etc.

Los distractores que nos inventamos para controlar esa ansiedad son muchos, esperar el fin de semana para ponerte una borrachera e intentar ser feliz, consumir estupefacientes con el pretexto de evadir la realidad, comer a todas horas como si se fueran a terminar los alimentos con tal de mantenerte ocupado, entre otros defectos que al hacerlos tan repetidamente se transforman en vicios; todos estos abusos sin lugar a dudas nos conducirán a la autodestrucción.

Muchas veces ese afán de autodestruirnos es lo que a algunos los mantiene vivos, mi padre murió de cirrosis hepática a causa de consumir galones de alcohol a diario, cuando el médico se la diagnosticó, le prohibió estrictamente continuar consumiendo bebidas embriagantes, al mes de que lo hizo murió, uno de sus amigos en la noche del velorio frente a su féretro exclamó que le habían quitado la razón de vivir al evitarle que continuara embriagándose. ¡Vaya, entonces si es nefasto tener razones autodestructivas para continuar siendo alguien en este mundo!

Cuando la persona a causa de la angustia pierde la razón, y busca un pretexto para la autodestrucción o no puede controlar sus emociones, resulta necesario apoyarse de alguna institución que le brinde asistencia moral, psicológica y social, bajo esas razones de ser son creados los grupos anónimos que a través de diversos programas de autoayuda pretenden que los grupos que ahí se conformen logren recuperarse de su dependencia, la cual puede ser desde alcoholismo, drogadicción, gula, hasta neurosis.

Son tan efectivos los métodos desarrollados en esas asociaciones, que muchas veces me he preguntado, ¿por qué no crean un grupo de perversos anónimos? dedicado a atender a todos esos sujetos que muchas veces tienen la sensación de vivir en una jungla, donde luchan por ver quién es el más importante, quién es el que tiene el poder, el que manda. Esos que quieren tener atribuciones para controlar a muchos, dominar a quien sea, es decir, ser obedecidos a toda costa, que las cosas se hagan como ello desean.

Efectivamente sería grandioso que existiera una entidad donde se brindará atención psicosocial a esos que les agradan los títulos y las adulaciones, les gusta ser los primeros lugares en todo… lamentablemente y ridículo a la vez es que se dicen y se sienten gente humilde o abnegada. Disfrazando el lobo que son, con una piel de cordero, pero que buscan a toda costa ascender escalafones que les permitan alcanzar puestos autoritarios y al ejecutar tales acciones no se fijan a quienes pisan, más sí lo hacen para tener claro contra quien conspiran o a quienes reprimen con tal de lograr ese “huesito”, dejando de lado el sentido de ocupar un mejor puesto en la vida, que desde mi óptica es el servir a los demás.

Imagina un espacio así, donde estos tipos ruines y mezquinos pudieran reformarse e integrarse a la vida de la gente común, estaría maravilloso. Pero bueno, no cuesta nada soñar, por cierto amigo, ¿cómo empleas tus atribuciones?

miércoles, 23 de septiembre de 2009

Relaciones laborales de tipo sentimental

Un conocido empresario comentaba cierto día, que él a diario procura ofrecer a sus empleados una relación profesional llena de cordialidad y amistad lo cual le reditúa una favorable producción; lo único que evita siempre es que éstos se involucren de forma sentimental, ya que según a su entender, a pesar de ser buenos trabajadores, el sostener una relación como el noviazgo e inclusive el matrimonio puede llegar a afectar su desempeño, pues conviven en un mismo espacio laboral, donde se dan cuenta de las amistades que tienen, el tipo de bromas que se hacen entre sus conocidos, y si a ello se le agregan los problemas de pareja, ambos se empiezan a aislar del equipo de trabajo, y comienza a mermar la convivencia, echando a perder el sentido armónico de las relaciones laborales.

Una vez que detecta la existencia en su negocio de alguna relación de pareja, cita a ambos y les solicita sean discretos en sostenerla en el interior de sus respectivos campos de empleo y en dado caso de que ellos se desempeñen en un mismo departamento, les da a elegir cual de los dos deberá cambiar de puesto.

Como está la situación económica, es obvio que uno de los dos tendrá que ceder y separarse de su acostumbrada forma de empleo, empezando de nuevo en otro sitio dentro de la empresa, llegando incluso hasta perder las aspiraciones de ascenso. Esta clase de jefes debería estar consciente de que en una situación sentimental, es casi nada lo que pueden hacer, pues todo dependerá del criterio y sentido ético de cada uno de los involucrados en la relación.

Una justificante a favor de tal situación es el clásico juego amoroso entre compañeros que va más allá de una simple amistad, como lo es el acariciarse las manos, pasarlas sobre la espalda, hombros o piernas del compañero e incluso el saludar de beso al muy estilo Don Francisco, intentando equivocarse con tal de rozar los labios del colega, al grado de darse un ósculo en la boca; ese juego de seducción en repetidas ocasiones deja de ser un simple flirteo y se transforma en un affaire, que a la larga puede generar un conflicto, por ejemplo, si uno de los dos ya es casado o tiene compromisos sentimentales con alguien más.

Esto ha dado a que en diversos centros de trabajo se establezcan una serie de reglas implícitas como lo es permitir sostener relaciones con gente de menor rango laboral, más nunca con alguien que ocupe un puesto superior, si llegase a suceder, la persona de menor jerarquía tendrá que ser despedida bajo tal justificación.

Tales conductas, además de discriminantes llegan a ser desmotivantes, pues tener que valorar entre conservar el puesto o tener un romance, significa muchas de las veces perder el entusiasmo, respeto y cariño por la organización, el ánimo por superarse o destacar de forma profesional.

Mientras los patrones continúen evidenciando que las relaciones de tipo sentimental entre sus empleados afectan la toma de decisiones laborales y entorpecen el óptimo funcionamiento del mismo, continuaran existiendo las barreras de subordinación. Además podrán evitar que se susciten en sus respectivas oficinas o negocios, pero, ¿y afuera? Será prácticamente imposible evitarlas, es precisamente ahí donde tiene aplicación el dicho popular, “ojos que no ven, corazón que no siente”, más eso si, todo con medida, nada con exceso.

miércoles, 9 de septiembre de 2009

El receso de Tánatos

“Al día siguiente no murió nadie”
José Saramago

Un amigo dice detestar a las cucarachas, la primera razón por la cual experimenta tal sentimiento hacia los blátidos es porque son asquerosos y siempre habitan en los desechos, actividad por la cual resulta obvio tal mérito; la segunda razón es porque serán las únicas que sobrevivirán a un holocausto nuclear, por lo tanto siente envidia hacia este bicho por su capacidad de ser inmune.

Sobrevivir o ser inmortal, son términos que atraen la atención humana, ¿qué sucedería si la muerte dejará de cumplir su misión sobre la vida? Algo semejante ocurre en la novela “Las intermitencias de la muerte”, del escritor portugués José Saramago, en ella describe como un día la muerte suspende sus labores, entonces ya nadie deja de existir, lo cual da origen a una serie de trastornos de todo tipo, desde el social hasta el aspecto religioso, pero mejor ya no se las platico, prefiero que ustedes mismos la disfruten de la fuente directa.

Actualmente a la muerte la hemos puesto en receso, pues han fallecido más personas debido a la degradación humana que por causas naturales, existen políticos que quieren hacer su labor estableciendo pena de muerte, favoreciendo al aborto, etc., infinidad de gente que mata por ella sin su permiso; considero que esa falta de actividad podría ocasionarle que sus huesitos padecieran de osteoporosis a causa de su obligada inactividad y la bien afilada hoz se oxide.

En nuestro país morirse es cosa de risa, a los cadáveres se les nombra difuntos, el mexicano bromea con la “huesuda”, es más, existe un mixtura de muertos vivientes en México como en ningún otro país, por ejemplo todos aquellos cantantes, actores, actrices, políticos, candidatos a la presidencia y gobernadores que murieron en el ejercicio de su funciones pero que viven en el eterno recuerdo de cada uno de nosotros. Lo más curioso es que muchos aseguren que todavía andan sus ánimas pululando por allí, si no me creen, busquen las evidencias que un tal señor de apellido Trejo presenta en televisión nacional.

Esa idea de permanecer unido a los que ya no existen, es como una especie de dependencia, un cordón umbilical que se crea y fomenta gracias al recuerdo, se conservan las cosas como museo personal del difunto, se guardan con recelo, se espera con ahínco el “día del juicio final” para reencontrarse con los desaparecidos que en realidad nunca se fueron, pues son parte del patrimonio de las generaciones futuras.

Además el más allá debe de ser un sitio estupendo, ya que todos los que se han mudado para ese lugar nunca han regresado, ¿será acaso que la vida es tan horrible que nadie quiere experimentarla de nuevo? Por otro lado ningún ser humano conoce su fecha de expiración, sabrá que ya está caducando, pero cuando se irá de forma definitiva, nadie.

Hace unos días murió el hombre más longevo del mundo, creo que tenía como 113 años, se imaginan lo aburrido que ha de haber estado, ya sin poder hacer muchas cosas, sólo sentado, acostado o caminando lentamente, desde mi óptica eso es vegetativo, para ello queremos ser eternos, para complicarnos más la vida y complicársela a los demás, sería ideal no morir pero siempre conservando óptimos estado de salud física y mental.

Ahora con la crisis que se vive en todos lados, un condiscípulo asesor en bienes y raíces siempre recomienda como mejor inversión el establecer depósitos de cerveza, pues borrachos siempre los hay por doquier y lo que tampoco nunca falla instalar casas funerarias; y como diría Abel Membrillo, “recuerde que lo que mata no es la bala, es el agujero”.

miércoles, 2 de septiembre de 2009

Quejosos

A Mario Bonales por la idea, gracias totales.

Cierto día un colega se quejaba amargamente de la carga laboral que se le concede a diario en comparación con la de sus demás compañeros, en eso vino a mi mente la recomendación que otro conocido me hizo una vez que yo le externé un comentario igual de doloso que el de éste, resulta que mi amigo aquella vez hizo que reflexionará sobre la vida de las personas que no cuentan con un empleo semejante al nuestro.

Esto trae a mí la imagen del paletero que todas las mañanas al filo de las nueve como si fuese un británico por lo puntual pasa por la fachada de mi casa lanzando un grito semejante al de un berrido o cuando alguien se encuentra molesto, y a lo mejor, sí está incómodo, tal vez por que esa faena que desarrolla a veces le da para alimentarse y otras ni siquiera para un taco le alcanza, además nunca podrá contar con una pensión cuando sus manos roladas dejen de empujar el pesado carrito, menos aún el contar con un seguro médico que cubra una enfermedad, no quiero imaginar qué sucedería si sufriese un accidente, ¿se calificaría como riesgo de trabajo? ¡Claro que no! Alguien me dijo una vez, el jodido no tiene derecho a enfermarse, y creo que es totalmente cierto.

Que tal el caso de la dama que se dedica a ejercer el oficio más antiguo del mundo, la prostitución, imagina tener encuentros cóitales con sujetos que físicamente no son atractivos, soportar su sentido del humor, perversiones y desaseo entre otros atributos desfavorables. ¿Cuál es su principal riesgo laboral? Contagiarse de enfermedades que puedan curarse con antibióticos y hasta de alguna incurable que la despache al otro mundo; otro de los accidentes laborales que este oficio acarrea consigo es el sufrir maltratos físicos y verbales, que el método de protección se rompa o en el peor de los casos obtener un orgasmo de parte de algún desconocido que con el paso del tiempo se vuelva adicción.

Qué sucederá cuando el recurso principal económico pierda su macices, el maquillaje no logre ocultar las inclemencias del paso del tiempo, ¿acaso una pensión le aguarda? Para nada, es más ya nadie la regalará ni un trago de aguardiente para mitigar el dolor y la cruda realidad.

El abuelo en sus ratos reflexivos me platicaba un breve relato que tiempo más adelante encontré escrito en un hermoso libro del hispano literato Félix María De Samaniego titulado “Fábulas Morales”, el cual viene a colación con lo hoy tratado, y a continuación reseño:

Resulta que un asno envidiaba las actividades del cerdo de la granja en donde ambos convivían, pues todo el día éste retozaba en su chiquero y aparte de no hacer prácticamente nada, más de seis veces se le ofrecían suculentos manjares que gustoso comía a Dios dar, mientras el pobre burro trabajaba cargando infinidad de objetos sobre su arqueado lomo, y cuando se negaba así hacerlo el amo lo castigaba dándole latigazos sobre sus enancas.

Cierto día llegado el cumpleaños del patrón cogieron al puerco y lo llevaron amarrado de las cuatro patas hacia la cocina, de pronto las grandes orejas del burro escucharon un enorme chillido y pasada una hora con ojos de pánico observó como la piel del marrano fue colgada cual vil ropa sobre un tendedero y uno de los empleados con su filoso cuchillo afeitaba los vellos de éste para después echarlos en un enorme olla hirviendo, donde se alcanzaba a ver los demás miembros del cerdo.

Entonces el asno haciendo un esfuerzo en su angosto cerebro piensa y reflexiona lo siguiente, “Si esto les sucede a los ociosos que tantos favores del amo recibieron, mejor me dedico a trabajar y me importa un bledo que me insulten o castiguen”.

Moraleja, si en su espacio laboral existe personal de la fuerza área o de plano no soporta los proyectos del que se siente el “subjefe”, tome en consideración que ellos pertenecen a la raza porcina y algún día tendrán su escarmiento; además recuerde a la gente que depende de su empleo, cumpla de forma óptima con el, échele ganas y no se sienta un burro, por el contrario, usted es el trabajador con mayor capacidad que la empresa tiene a sus servicios.

miércoles, 26 de agosto de 2009

El tiempo, ese compañero fiel de la vida

Me van a volver histérico las agujas del reloj.
Se burlan de mí, corren al sprint con mi torpe corazón.
La Orquesta Mondragón.

Hace unas épocas mi sobrina a la edad de seis años, y como ustedes saben esa inquieta edad del ser humano es la de los porqués, con cierto aire de inocencia cuestionaba sobre la invención del tiempo; la madre y el padre al verse imposibilitados ante el asedio de que cada respuesta generaba a su vez una nueva pregunta, decidieron hacerme partícipe de tan ilustre y didáctica actividad considerando que debido a mi perfil docente tengo el deber de disipar las dudas, ¡óigame, ese jodido estereotipo la verdad nos amoló! Uno muchas veces tiene el deber, más no la capacidad.

En el afán de no defraudar a la nueva generación familiar, hurgué en lo más recóndito de mi cerebro ideas sencillas y que precisaran a la vez el tema, intentando diseñar una especie de epítome. Mi breviario lo inicié explicando como lo hubiera hecho la narradora de cuentos infantiles Milissa Sierra; por cierto hace unas semanas regalé a mis sobrinitos de 4 y 8 años una colección de discos compactos con los cuentos y fábulas de esta excelente narradora, y ni siquiera se inmutaron, después de escuchar el primero de ellos el mayor con cara de fuchi exclamó “¡qué aburrido, tío, mejor vamos a jugar con el Wii!”.

Regresando al tema del delicado asunto de hacer entender a una menor el concepto del tiempo, inicié diciéndole: Érase una ciudad rutinaria donde todos sus habitantes vivían en armonía y santa paz, el horizonte cada día pintaba de azul celeste el cielo, las aves volaban y cantaban en los jardines; precisamente en esa ciudad tranquila había un hombre que se aburría y desesperaba porque su vida era tan monótona gracias a depender para casi todas sus actividades del reloj; sintiose enfermo y fue a consulta médica.

El galeno una vez hecho la revisión de rutina le prohibió estrictamente el uso del reloj de pulsera y todos los que tuviera en casa, pues a causa de la presión que él mismo ejercía en relación con el tiempo había dañado su corazón ocasionándole una arritmia; al llegar a su hogar hizo algo fantástico, tomó un pesado marro, colocó sobre una mesa de acero su despertador y lo hizo añicos, después cogió el de pared e hizo lo mismo, así sucesivamente con todos los que tenía, cada vez que destruía los aparatos sentía que su corazón se iba descongestionando y respiraba con mayor facilidad, en otras palabras lo inundaba un profunda satisfacción que lo tranquilizaba.

Mientras disfrutaba de la actividad su memoria recordaba cuando a la edad de cuatro años su papá como regalo de cumpleaños le obsequió un relojito con la imagen de Mickey Mouse, en donde las manecillas eran sus brazos y al girar emulaban cierto movimiento aeróbico, que resultaba gracioso.

Su padre le explicó el funcionamiento de este extraño artefacto y a partir de ese momento todo lo medía en relación a él, la hora en que iniciaba el programa favorito del televisor, cuando consumían sus respectivos alimentos, el inicio, duración y conclusión del recreo; lo más triste fue darse cuenta que no todos cumplían con el horario que cronometraba el suyo, es decir, que cada quien tenía pequeñas, medianas y grandes diferencias. Por ejemplo muchas veces sus minuteros indicaban la hora de término de la jornada escolar y la dirección sonaba el timbre mucho después, las funciones del circo, cine y cualquier espectáculo iniciaban con varios minutos de atraso, lo cual generaba cierta ansiedad, que con el transcurrir de los días se iba convirtiendo en nerviosismo.

En la adolescencia fue cuando inició su martirio, pues el despertador le daba verdaderos dolores de cabeza, sonando cuando el sueño era tan placentero, le causaba también miles de discusiones con sus novias, pues a veces éstas por estarse maquillando, peinando o cambiando de ropa, no llegaban puntuales a las citas, lo cual le obligaba a cambiarlas por otras cual vil objeto; se desesperaba porque el calendario no avanzaba más aprisa para llegar a la mayoría de edad y poder ser considerado un adulto, otras veces transcurrían tan rápido los días que le alcanzaban las fechas en que tenía que entregar los trabajos escolares, resultando angustioso y estresante.

Siendo ya adulto al estar ejerciendo su profesión no podía escaparse de la influencia que el horario de la vida ejercía sobre su persona, puntualidad en las reuniones laborales, la hora de ingreso, salida y las que nunca su jefe consideraba, las horas extras; en sí, para él, cada hora, minuto y segundo significaba intentos, fracasos y éxitos.

Se le hacían escurridizo los días que convivía con su familia cada fin de semana, lo poco que duraban las vacaciones, lo ingrato de ir envejeciendo cada año, pues la edad con el transcurrir de los días cada vez desgastaban su cuerpo; igual descubrió como las pasiones y sentimientos con el acontecer diario pueden transformarse del amor al odio o viceversa.

Cuando acabó de destruir todos sus relojes deslindándose de su tiranía se cercioró que en el momento de desempeñar tan relajante ejercicio, muchos habían nacido, otro montón disfrutaban de sus ceremonias nupciales y miles pasaban a mejor vida, y él ni en cuenta, era como si en ese lapso hubiese dejado de existir para el mundo, gracias a su particular método de ignorarlo.

La niña haciendo una mueca de angustia exclamó, ¡todo eso causa el tiempo! Tratando de tranquilizarla parafraseé a Serrat argumentando, por eso hay que vivir todos los días como si fueran domingos y gozarlos con los que te quieren como si fuera el último.

Hoy ella ya no es tan niña, tiene 16 años, vive a tope las horas de cada fecha en su calendario, algunas veces sujeta a las reglas que las agujas del reloj le imponen, otras le vale un comino; mientras su tío observa preocupado como los años de vida se le escurren cual agua entre los dedos y le pesan las horas que pasa dormido sin hacer nada de provecho.

miércoles, 19 de agosto de 2009

Injusticia de la vida

“Amor yo no quiero llegar a viejo, ven y estírame el pellejo.”
Dominio popular

Muchas veces es tanta la preocupación por que la edad no se note que recurrimos a diversos métodos como las cremas antiarrugas, tintes para el cabello, inyecciones de botox y hasta las más peligrosas cirugías estéticas; todo esto con tal de reafirmar esa jodida inseguridad que la necesidad de aceptación social nos impone. Una cosa es segura, podemos engañar las apariencias más el estuche con el transcurrir de los años se va desgastando, nos vamos volviendo achacosos; es un hecho que las actividades cada vez las desempeñamos con mayor lentitud, los reflejos disminuyen y somos cada mes más torpes que en el pasado, llegando el día en que desesperamos a quienes nos rodean.

Todo ese asunto radica en el empeño por aparentar los años que no se tienen, es obvio que nos sintamos orgullosos cuando alguien nos elogia por que lucimos más joven de nuestra edad real, pero al intentar realizar cierta actividad que invierte algún esfuerzo físico nuestro cuerpo nos restriega el elogio denotando algunas veces incapacidad, dificultad, pesadez e impotencia; pero a sabiendas de que somos observados ese mismo orgullo hace que realicemos un esfuerzo a pesar de que en la noche antes de acostarnos tengamos que embalsamar los músculos y tendones lastimados con ungüentos y consumir analgésicos para poder dormir tranquilos o soportar los próximos días.

Un claro ejemplo de que el pasar de los años deja mella es la calvicie, de forma patética consumimos infinidad de vitaminas, lociones, enjuagues y shampoo que la mercadotecnia nos exhibe como benéficos para conservar cada uno de nuestros folículos pilosos en su lugar; conforme se nos empiezan a notar las entradas, bueno algunos ya tenemos salidas, exigimos al peluquero cortes que las disimulen, drásticamente cambiamos de peinado según el lado que empiece a despejarse, embarramos cada cabello de tal forma que nuestra cabeza se asemeja a un madeja de estambre. Seamos sinceros y reconozcamos que la única fórmula que detiene la caída del pelo es el suelo.

Los que padecemos ciertas enfermedades crónicas degenerativas como consecuencia de seguir al pie de la letra el slogan incluido en la comida chatarra que degustábamos por allá en las décadas de los setentas y ochentas, que recomendaba consumir a diario leche, carne y huevos; el médico para mantenernos saludables nos restringe ciertos “alimentos” que a la larga afectan el organismo, pero, ¿cómo vas a dejar de disfrutar las delicias del aceitoso chicharrón, el suculento pozole o evitar saborear esas tostadas de pata y cuero fritas en manteca? Para ello a diario digerimos infinidad de pastillas que gustosamente cada mes nos receta el galeno, entonces, ¿para qué acudir a la cita médica?

Con el transcurrir de lustros y que posteriormente se convierten en décadas el género masculino sufre una metamorfosis en sus gustos por el sexo opuesto, en la adolescencia experimentaba diversos sueños húmedos con señoras maduritas, al llegar al climaterio para reafirmar su vigencia en el plano sexual -y por ende el atractivo-, busca tener relaciones ahora con féminas de menor edad, es decir, entre más joven sea ésta su hombría será más sólida.

En este tesonero afán por conservar vigente la virilidad recurre al desmesurado consumo de pastillas azules, que algunas veces el único músculo que paran es el corazón, también a métodos para abatir la disfunción eréctil recomendados por exfutbolistas brasileros, y que por cierto causan molestias estomacales. Pasada la vorágine del consumismo y dándose cuenta que los años no pasan de largo, que se van acumulando en el cuerpo, queda un vacío interior, el anciano se siente frustrado por su realidad y auto engañado por los impulsos de su propio ego.

Es en este lapso cuando uno debe decidir si es el momento de aprovechar la experiencia y dar las zancadas más rápidas para llegar a la meta jubilosos llenos de entusiasmo por el tiempo que ya se vivió aceptando sus límites o pensar que seguimos siendo viejos con cuerpos de jóvenes, para lo cual no hay que olvidar que aunque el anciano se tiñe las greñas a la moda, ruco se queda.

miércoles, 12 de agosto de 2009

Divas de oficina

“Nunca falta alguien así”, solía decir una tía para referirse a las actitudes que ciertos individuos ponen de manifiesto ante el desarrollo de sus funciones o actividades; lo anterior es citado a raíz de que hace unos días fui a resolver ciertos pendientes administrativos en un conocido complejo; además me parece absurdo que en un sitio donde se jactan de la eficiencia en sus servicios tengan sillas para que los clientes esperen su turno.

Al llegar, la recepcionista con una amplia sonrisa en sus carminados labios y con voz de telefonista de hotel de cinco estrellas preguntó cuál era la intención de la “visita” a ese concurrido lugar; una vez explicadas las razones de mi estancia ahí, amablemente con su bien cuidada mano derecha señaló el departamento al que debía acudir, así como el nombre del servidor público que atendería el caso.

En esa oficina una secretaria de imagen pulcra antes de asegurarme si el licenciado “perenganito” se encontraba, hizo una serie de preguntas tipo careo judicial; con la información obtenida, se puso de pie y me dijo con voz de recluta desvelado, “por favor, espere un momento, voy a comunicarle al responsable su situación”. Transcurridos cinco minutos se abre la puerta del privado donde el servidor público atiende a las personas, entre sonrisas, guiños y uno que otro chascarrillo sale la secretaria para decirme que en veinte minutos me recibirán.

Mientras las manecillas del reloj de pared indicaban que los veinte minutos habían llegado a su fin, mi ánimo empezaba a inquietarse, por un lado ya me había enfadado el clásico sonidito del Messenger cada nueve segundos que emitía la computadora, al igual que las pinches llamadas telefónicas de la secretaria a sus conocidos para intercambiar mitotes y lo peor es que al parecer entre más jocosos eran me miraba de reojo como si yo fuera participe de ellas y querría dar mi punto de vista en relación a esos temas.

A los cuarenta minutos hace su arribo el personal de intendencia con escoba, trapeador y cubeta en manos dispuesto a realizar sus labores, mientras barre bromea con ella, como si fuera otro objeto más me pide levantar los pies para limpiar el sitio que ocupo, igual lo hace cuando trapea, y casi adivino que me refresca la memoria de mi santa madre cuando los bajo después haber pasado el trapeador, ¿acaso quiere que sea un contorsionista o practique yoga?

Diez minutos más, llega un vendedor ambulante y nos ofrece fruta picada, ella compra una ración que le agrega mucho limón aderezado con chile en polvo, de pronto arriba al lugar un sujeto impecablemente vestido, al parecer es muy importante pues la mecanógrafa hace reverencias casi de hinojos, coge el teléfono para contactarse con su jefe, el sujeto inmediatamente ingresa al privado, mientra sigo aquí como dice la canción, arrepentido de no haber adquirido algo de la fruta, pues el hambre empieza a surtir sus primeros estragos sobre mi estómago.

Quince minutos después el individuo sale del privado con el supuesto servidor público, el cual le tiene puesto su brazo derecho sobre la espalda de éste, por fin lo conozco, ni me voltea a ver haciéndome sentir como Sam Wheat, el personaje de la película “Ghost”; a su regreso se dirige con la oficinista para preguntarle que pendientes tiene, mientras ella me señala le expone mi caso, sin mirarme dice “dile qué espere un momento”, pasa a su privado y cierra la puerta a sus espaldas. A los tres minutos suena el interfono, una vez colgado el auricular la mujer con una sonrisita indica la puerta y me pide que ingrese con su jefe.

En el interior el tipo se encuentra sentado en su cómodo sillón ejecutivo frente a él una enorme pantalla plana de computadora, sin despegar la vista de ésta pregunta, ¿Qué se le ofrece? Aspiro de forma profunda rogando a la paciencia fuerza de resistencia, empiezo con la letanía de mis asuntos, mientras el tipo escribe sobre el teclado, de nueva cuenta escucho el sonidito del Messenger, lo cual me hace dudar entre si se encuentra tomando nota de lo que le voy diciendo o está enfrascado en una charla virtual. De pronto suena su celular, al cerciorarse de quién es la llamada sin pedir disculpas se pone de pie y da la media vuelta para contestarlo, empieza a alzar la voz como especie de reprimenda; después de cinco minutos se sienta y por la frente a pesar de lo frío del clima artificial escurre una ligera gota de sudor, noto entre las mangas de su saco sastre lamparones de humedad producto de su transpiración ocasionada por la elevada presión arterial que se generó.

Exasperado abre un cajón de su escritorio y extrae ciertos papeles, los coloca sobre el cristal que protege el mueble, me dice que para darle solución a lo mío necesito cubrir todos los requisitos que ahí se indican, por lo tanto debo llenarlos y regresar con ellos más tarde. Con franqueza creo que eso fue lo peor, más de cortesía que por ánimo agradezco “sus atenciones” y salgo del asfixiante sitio. Para colmo de males al abandonar el lugar la secretaria exclama, “¡Qué tenga un excelente día!”, haciendo un esfuerzo por aflojar las mandíbulas balbuceo “Igualmente, gracias”.

Me preguntó, ¿qué culpa tiene uno de toparse con burócratas tan ineptos? Sólo porque gracias al azar del destino estos tipos ocupan puestos que les concedió el nepotismo o compadrazgo. Quienes pagamos las consecuencias somos los que menos la debemos, líbranos Dios de personas así. Dicen que una computadora quita del empleo aproximadamente a diez personas, si son sujetos que valen la pena en su trabajo, ¡que pena! Pero si se trata de diez próceres sindicalizados. ¡En hora buena!

miércoles, 8 de julio de 2009

A quien corresponda, sea correspondida

El origen del texto que a continuación les presento fue planeado para rendir homenaje a una profesora que por sus acciones se ganó mi aprecio y simpatía, como ustedes saben cuando uno compra ropa después de probarnos las prendas casi siempre quedan pequeños detalles que hay que corregir como las mangas o el talle, a diferencia de cuando vamos con algún sastre para que nos elabore la ropa, ésta nos queda de forma exacta, a la medida, espero con este escrito convertirme en costurero y hacerle un vestido a la talla de tan ínclita persona.

De forma común en mí, el día de la ceremonia de despedida, preferí ocultarme en el anonimato, apeñusqué el escrito entre las manos y adopté el papel de espectador, pues consideré redundante mi intervención, y peor aún sin ser invitado, más ahora creo que es el momento que vea la luz pública.

Hoy no es un día más, es una fecha sólo para una persona, pero también es un día menos de que no estará aquí en lo que llegó a considerar su segundo hogar, nuestro bachillerato. Maestra sin grado que con agrado ejerció la docencia, partidaria de la memoria y enemiga del olvido, pues tomó como bandera la nostalgia, motivo por el cual no encajaba algunas veces en su gusto las cosas que con prestancia impone la moda; por el correr de los años fue ahorrando su tiempo en el banco del ensayo y el error hasta comprar la savia experiencia que compartió contigo, conmigo y con ustedes.

Amiga de las letras y conjugaciones, en donde daba lo mismo leer verso y prosa al igual que canciones; Juan José Arreola y Carlos Fuentes pronto el polvo los cubrirá en esa añeja y solitaria biblioteca, pues quien daba crédito a su escritura ya no va estar, lo que sin lugar a dudas desperdiciará o posiblemente enlate su lectura, reduciendo así a los nuevos estudiantes a unos cuantos textos lo escaso de su cultura.

Ya no etiqueta a las personas, pues ese es oficio de críticos, simplemente en lo que una vez dijo manifestó su mayor humildad y una cierta verdad sin maquillaje, a pesar de no gustar lo mordaz de sus comentarios a más de alguno hizo reflexionar, prueba de ello es la jocosa sonrisa que me hacía exclamar al escuchar de su aguda voz aquello que del prójimo solía decir.

Los estudiantes no fueron su amor platónico, más bien quiso a quien más le quiso; más si me a trevo asegurar que entre sus amores se encuentra la docencia. Que sin opulencia en su andar cansado recorrió las aulas de este plantel no tan sagrado, compartiendo a complacencia su vasta experiencia.

Generación tras generación puso su granito de arena para evitar que sus pupilos cayeran en alguna degeneración, más ahora que ya no está, la jubilosa moda y la airosa publicidad barata les arrebatan a los putativos hijos que un día fueron prolijos de su orgullo profesional.

Siempre nos ha querido, nos ha respetado, nos ha pagado el doble de lo que le pedíamos, pues como ustedes saben, resulta a veces tan difícil intentar salir ileso de la magia frente a un grupo de estudiantes que nos mantiene preso y que sin caer en el escarnio nos da factura de satisfacción.

No imagino a tan notable dama sentada frente una ventana en su hogar viendo la vida pasar, pues desde su perspectiva una existencia así no es digna de ser vivida; pues entre sus planes no esta el envejecer sin dignidad, la jubilación no le quita agallas a la profesión que fue y es de su talla, por lo tanto así la recordaremos siempre.

Más a pesar de los años le puedo asegurar que con y sin ella frente a las aulas, las discotecas seguirán llenas y las bibliotecas permanecerán vacías. Y es que como una vez lo dijo “la intolerancia nace de la ignorancia, pero se cura con la lectura”, he aquí ese granito de arena que solía sumar a nuestra cultura.

Pero seguro estoy que a pesar de su retiro y eso es lo que en ella admiro seguirá peleando hasta el último día por abatir la ignorancia ya no frente a sus pupilos sino ante sus nietos; pues de su boca un día le oí decir que no existe herramienta más noble ante las adversidades de la vida que la pluma, lo que se escribe jamás se olvida, perpetua es y ante tal confrontación los educadores habremos de ganar.

Por eso hoy, mañana y siempre le deseo que sea muy feliz, si alguna vez caminado por la vereda nos llegamos encontrar, por favor preste atención a José Alfredo, y no se agache ni siga de frente haga un alto para estrechar su mano, pues la amistad nunca se encajona, y aprovecharé el momento para agradecerle profesora Ramona el compartir su vida docente con nosotros sus colegas y amigos.

miércoles, 1 de julio de 2009

Sólo los solos

Si me he quedado solo, es por falta de maldad”. François George
El otro día por la colonia donde tienen su casa hubo un apagón no previsto, duramos como dos horas sin energía eléctrica, en ese lapso de tiempo en que no había televisor, ni estéreo, mucho menos luz que permitiera leer algo, conforme avanzaban los minutos empecé a bostezar y noté que tal gesto no era por hambre mucho menos de sueño, mi sorpresa resultó enorme al percatarme que estaba sintiéndome aburrido, entonces reflexione y al hacer un análisis de cual era la causante de este estado de ánimo la sorpresa incremento, pues me estaba aburriendo de mi propia persona.

Ese momento tan íntimo en donde ningún jodido distractor funcionaba pude constatar que estar conmigo mismo es tedioso y cansado, ahora comprendo a mis abnegados discípulos las horas tan pesadas que han pasado a mi lado, soportando mi agrio humor, las descabelladas improvisaciones y lo que es peor: el pseudo sarcasmo.

A estas alturas es cuando por fin entiendo esas celebres palabras de “necesito cambiar de aire, ya me estoy cansando”, pues si es tal el tedio de vivir a diario con uno mismo que resulta pertinente evadirnos, dejar de hacer las pinches actividades de siempre, aquello que nos identifica como seres únicos e irrepetibles, razón por la cual recurrimos a la invención de otro yo que sea lo bastante agradable, no sólo para estar a gusto consigo, sino que también agrade a los demás y lo mandamos de Tour a algún sitio en donde no sea tan fácilmente identificable.

Una cosa que nunca podremos evadir es la razón de la naturaleza, pues desde que nacemos llegamos solos a este planeta, claro con excepción de los gemelos pero como es sabido con el paso de los años ya no se soportan, la realidad de la vida es que en soledad vinimos a este mundo y en soledad vamos a ser sepultados en cierta fecha desconocida, amenos de que no sea en un sismo y quedemos varios bajo los escombros será a solas nuestra muerte.

Algunos purgamos la ingrata condena de intentar conocernos a nosotros mismos, pero la verdad somos víctimas de nuestro propio engaño, muchas veces de lo bien que vivimos ni siquiera nos damos cuenta lo mal que estamos. Es tan severo el autoengaño que en repetidas ocasiones llegamos pensar que somos un manojo de virtudes positivas, que a todos les agradamos, les puedo asegurar que cinco personas que han convivido conmigo pueden decir de forma atinada como soy en realidad y por obvias razones si les llegara a escuchar opinar eso, reaccionaría molesto e incómodo a la vez por sus comentarios.

El ser humano a lo largo de la vida hace infinidad de intentos por no estar sólo, en su faena por no estar apartado de nadie ha inventado la radio para tener a quien escuchar, el teléfono, televisor, el noviazgo y lo más terrible el matrimonio, basta recordar la tanática frase protocolaria de la ceremonia religiosa católica de “hasta que la muerte los separe”, para erizar los vellos.

El matrimonio es una excusa estúpida que hemos inventado para gozar de la compañía de alguien, para Immanuel Kant casarse es comparable a realizar un arrendamiento de los genitales, donde las parejas reclaman como propiedad el uno del otro por el simple hecho de haber firmado un papel; El Ginebrino Jean-Jacques Rousseau una vez escribió que “la naturaleza ha hecho al hombre feliz y bueno, pero la sociedad lo deprava y lo hace miserable”.

Parejas que se han llenado de tantas cosas, pero siguen teniendo hambres, continuos vacíos existenciales pero hacen la mimesis de ser felices como aprobación de sus semejantes. Han convertido a su cónyuge en un simple “cumple-caprichos”, una extensión de sus propias nostalgias, el eterno suplidor de las deficiencias maternales, y, a veces, en un déspota, que no llena las expectativas que se tenían. La contraparte o media naranja en el transcurso de compartir el mismo espacio y con el descubrimiento del verdadero carácter se empieza a convertir en eternos dolores de cabeza, en los problemas que se suman a los que factura el empleo, en esperanzas frustradas, en llantos contenidos que se derraman al llegar a los límites de su propia necedad.

Es precisamente en este sentir cuando aquella unión que se juró eternidad sentimental, nunca leyó en la letra pequeñita del contrato que existía fecha de caducidad y que no habían puntos suspensivos; entonces llega la anorexia de besos que trae consigo una bulimia pasional por otras personas distintas a la de siempre, se rompe el convenio de permanecer juntos, volviendo a su soledad y al hartazgo de estar con ellos mismos, lo cual les motiva a pesar de los descalabros cuando se sienten sin nadie a encenderle de nueva cuenta una veladora a San Antonio para que les ponga enfrente el anhelado amor de su vida, que con el transcurrir de los años será el mismo cuento repetido.

Otra deplorable excusa por el disfrute de acompañamiento, que desde mi particular opinión resulta peor que la anterior es el engendrar hijos y creer que son propiedad o patrimonio de la perpetuidad de una generación; mi abuelo se atrevió a afirmar que los hijos son prestados, únicamente se nos está permitido darles alimentación, vestirlos y calzarlos hasta cierta edad, y ejemplificaba el hecho de que las aves al percatarse que sus crías pueden volar, las dejan a su propia voluntad, y como una muestra palpable del fracaso cuando se llegan a considerar a los críos como una posesión, narraba los casos de Pinocho el de Carlo Lorenzini y Almendrita o Pulgarcita de Hans Christian Andersen.

Así que la próxima vez que se encuentre más solo que Dios, realice un viaje interno, considerando aquello que una vez expreso Goethe, “no conocemos a los hombres cuando vienen a vernos: tenemos que visitarlos a ellos para averiguar cómo son”, esto significa que mediante esta introspección debemos realizar una disección en busca de nuestra parte maligna e intentar fumar la pipa de la paz con el lado oscuro que nunca percibimos nosotros pero que los demás bien que lo conocen, pues como dice un proverbio Libanés “Si el camello pudiera verse su joroba, se caería al suelo de vergüenza”.

miércoles, 24 de junio de 2009

Seduciendo vírgenes electorales

Es época de elecciones por donde quiera que uno voltee ve mantas alusivas ya sea para promocionar el voto o para promoverlo a favor de algún partido político, coches con calcamonías referentes a los nombres abreviados de los contendientes electorales, ¡hágame el favor, como si uno los conociera de siempre! Muros pintados sin caer en el graffiterismo. Vuelve lo patético de las bien armadas campañas de desprestigio entre los aspirantes, como es el acusarse de gángsters y echarse excremento mutuamente, lo cual me recuerda a las riñas que durante la infancia sostenía con otros chicos; el aluvión de gorras, playeras de algodón tipo túnica y alimentos provenientes del gasto público que se despilfarra de forma siniestra.

Por doquiera se escucha a personas discutiendo a favor o a contra de equis afiliación partidista, una absurda labor de convencimiento que la verdad es pura palabrería de sordos, es como si los ciegos se golpearán entre sí, es decir, nadie va lograr que se acepte un punto de vista común.

En estos comicios se tuvieron que acortar las fechas de campaña debido a la contingencia sanitaria, lo que significó menos tiempo de verle la fisonomía al candidato que nos repugna con su forzada sonrisa, de escuchar los corajes y ataques que desacrediten a los contendientes, menos tiempo de soportar las calvicies, bigotes tipo zapatistas y maquillaje a granel de los aspirantes a algún puesto público. Lo que sí se multiplicaron como conejos fueron los encuestadores y sus tediosos instrumentos, que al fin de cuentas son pura especulación, así como las estadísticas que arrojan, y por cierto cubren espacio privilegiado en los periódicos, con su tendencioso sentido; la verdad estos estudios no sirven de nada, son más bien un vulgar termómetro y lo que enuncian no se considera un fiel reflejo de las urnas electorales.

Muchas felicidades a todas esas personas que lograron tramitar su credencial de elector a tiempo, algunos la actualizaron, otros tal vez la estarán estrenando este cinco de julio, y espero también estrenen su cerebro votando de forma consciente por la persona que nos beneficie a todos en lugar de cruzar toda la boleta anulándolo. Esos primerizos que imagino han de ser nuestros adolescentes ojalá que no lo hayan hecho por mera presunción y moda o simplemente para que los dejarán ingresar al antro, rentar películas pornográficas en videoclubes chafas o tener acceso al table dance.

En nuestro estado son los jóvenes entre 18 y 45 años quienes integran el 40% del padrón electoral y también son los que menos participación tienen en los referéndums; pues algunos especialistas consideran que los mayores a 30 años tienen definido el sentido de responsabilidad e incluso cuentan con afiliación partidista o simpatizan con el contendiente que logra convencerlos. Mientras los que se ubican entre 18 hasta 29 años no les llama la atención el acudir a ejercer su derecho ciudadano, sumándose a las estadísticas del abstencionismo.

Estas vírgenes electorales como los consideró alguna vez una revista de circulación nacional porque para algunos es su primera vez que votan, también los llegamos a clasificar de inexpertos, faltos de criterio, es más, hasta de inmaduros, pero creo que los subestimamos, pues tienen claro que su aportación por cualquier partido va a tomarse en cuenta, saben con certeza de que por vez primera entraran en el juego democrático.

Además la persona no necesariamente tiene que ser analista o alcanzar un alto grado de intelectualidad para comprender la política; cualquiera que se dé un tiempo antes de votar para revisar minuciosamente las propuestas de los que se postulan a ocupar un puesto público podrá identificar quién quiere que sea el gobernador, presidente o diputado de nuestra entidad, y por ende ser el partido dominante durante los últimos años. Además si alguien le pregunta sobre ese delicado asunto del voto sabrá abordarlo y dar su modesta aportación.

Como sabemos desde preescolar y los niveles educativos subsecuentes el individuo en nuestro país recibe una formación cívica y ética donde le son inculcados el amor a la patria al igual que se adentra en el conocimiento de sus derechos y obligaciones como ciudadano, y a pesar de esto, votar es un proceso de escasa carga moral. Si a ello se le agrega el estereotipo de que el sujeto que llega a enfrascarse con el poder termina convirtiéndose en una especie de Rey Midas a la inversa, pues todo lo que toca lo convierte en una masa oscura y maloliente; lo cual sin lugar a dudas influye para que se llegue a considera el elegir a candidatos como algo corrupto o de dar el gane a quien no lo merece.

Por otro lado votar es un deber de todos, para que uno pueda ir ejercer este derecho y obligación, el país invierte una buena cantidad que se gasta en cada campaña política de las diversas agrupaciones; dependiendo de cada estado es la variación del costo del voto, es muy fácil saber cuanto cuesta nuestro voto, basta dividir el monto designado para el gasto electoral a los partidos políticos entre el actual padrón de electores, lo que significa que si el día de las elecciones acuden pocos a las urnas el coste del voto se incrementará.

Basta recordar que en las pasadas elecciones presidenciales el coste del voto nacional se aproximó a los sesenta mil pesos, el equivalente a lo que recibe cada mes una institución de atención pública; entonces si no acudimos a realizar nuestro voto indudablemente estaremos afectando la economía del país.

Si las elecciones se te hacen estúpidas, una perdida de tiempo o los candidatos petulantes y faltos de criterio, hay que considerar una cosa, que en toda nuestra vida no tendremos más opciones que decidir por las que se nos presenten, y para algunos efebos es la primera de todas las que tendrán a lo largo de su desarrollo como personas civilizadas. Hay que ser optimista y no defraudarnos porque alguno de los servidores públicos electos nos decepcionan, a pesar de no saber conducir automóvil y ni siquiera mi vida la sé manejar, aún espero el Volkswagen que hace años cierto postulante nos prometió.