martes, 29 de abril de 2008

Entrevista con Marcial Aviña Iglesias

Por Ángel J. Hernández Hernández


Marcial nace en Colima el 26 de noviembre de 1968, sus padres: Eva Iglesias Martínez y Alejandro Aviña Armenta. Es el menor de cuatro hermanos, Alejandro, Ramón, Martín y Marcial. Antes de encausarse al campo académico la hizo de mozo de albañil, pintor, tanguista y mandadero.

Pedagogo de profesión, autodidacta por convicción, Marcial narra que durante su infancia como a todos los seres humanos no le gustaba ir a la escuela, -No iba a la secundaria, ni siquiera a la primaria, no me gustaba-. Su padre le leía comics -Me gustaban por las imágenes-, pero su padre solía bromear y a él le entraba la duda de si su padre mentía. Intentó leer por su cuenta con la ayuda del silabario, un cuadernillo como de 3 páginas comprado por su madre para que él aprendiera a leer, -A partir de ahí empecé a entender las palabras, lo que decían-, cuenta. Poco a poco, a través de los comics le nació el hábito de la lectura. Entre los 9 y los 10 años –Mi hermano el más grande tenía un cajón lleno de libros; el primer libro que leí que me llamo mucho la atención, fue el de Casanova, me atrajo por los dibujos que eran eróticos y se me hizo tan interesante lo que decían las historietas de Casanova en Italia. Todo su cajón me lo chuté me leí a Rius, El Libro Rojo de Mao Tse-Tung, el trabajo de Marx Volumen I, (que nunca editó otro), la biografía del Che, se sentía revolucionario tenía ese tipo de libros-.
La necesidad de estudiar surge cuando se ve atraído por las chicas de su edad, sentía vergüenza porque la primera pregunta en lanzarle era -¿En qué grado vas?, y pensaba: “Ni modo de decirles que no voy a la escuela”-. Aquí me imagino a un Marcial tímido y con las manos en las bolsas, hasta greñudo, ¿por qué no? Pero con cierto toque mafaldiano- Le dije a mi madre (que es el símbolo que representa más en mi familia, porque mi padre sólo fue por un ratito) ¿Sabes qué?, quiero ir a la escuela, y me llevo a la escuela nocturna, me evaluaron y me metieron a un tal grado. Ese mismo año fui cambiando de grados, mis hermanos que si estudiaron, me instruían en las noches-. Por su carácter curioso y nada conformista Marcial preguntaba a los de grados más avanzados qué estaban viendo, anotaba, y al día siguiente ya estaba pidiendo la reevaluación, llegaba con el director y decía- Yo se hacer esto-, hasta llegar al quinto grado donde lo pararon en seco. A la fecha aún se pregunta, ¿Qué pasaba con el sistema de educación que avanzó dos grados en un año? Dijeron: “éste va muy rápido” y le pusieron un estate quieto hasta salir sexto grado.

Sus clases, las recuerdo por estar llenas de sarcasmos, con anécdotas didácticas sin aburrimientos, y como se lo dije -Entre la pachanga, acá, dando ganchos de enseñanza camuflados-, no es un académico cuadrático. A este punto, él añade que ya se ha acartonado, ya que en las evaluaciones a los docentes recibía críticas negativas por parte de los alumnos, y dice- A los estudiantes ya no les parece que sea sarcástico, que se tan yo, trato de ser acartonado, los veo que se están aburriendo, ¿recuerdas que hacía monólogos?, ya no los hago (noto algo de pesar en la voz), como que me ven como Señor y dicen: “¿cómo este señor va a venir a payasear?”. Eso ha repercutido positivamente, ya no me ponen tantos puntos negativos, sino positivos. La verdad, no sé qué le pasa a las nuevas generaciones, no sé qué querrán.
De sus gustos literarios, Marcial busca en un autor que sea interesante, que no aburra, que no sea tan técnico ni recurra a la formula, mucho menos repetitivo. En su adolescencia recuerda el gusto por Borges, aunque después lo haya cansado -Su lenguaje entre lo coloquial del argentino y del mexicano-. Después de leer otros autores mexicanos, llamaron su atención especialmente Juan José Arreola- Es uno de mis favoritos, mis respetos por lo que hizo, como el señor sin necesidad de tener estudios, tuvo una formación y una capacidad intelectual la verdad que sorprendente-.
Melómano y cinéfilo de corazón, en la música busca en el contenido de las letras, creció escuchando a los Beatles, The Doors, Pink Floyd, Led Zeppelin, etc.… -Este tipo de música me llamaba la atención por el ritmo, cuando empecé a leer busqué las letras, había una revista llamada Notitas musicales con las letras en inglés y español, después, saqué mis propias traducciones con un diccionario de mi hermano de la Universidad de Chicago. La primera canción que traduje, porque me dijeron que era satánica, fue Hotel California de The Eagles, y dije: “no tiene nada de satánico, es un alucín del tipo”, y la gente que pensaba que era una canción romántica, me daba risa. En un tianguis lo vi, me llamo la atención en un cassete de canciones románticas, jajajaja, no tiene nada de romántico, como que el tianguista estaba abusando de la ignorancia de las personas-. En el cine se queda con Tim Burton y Oliver Stone, aunque éste último ya chafea.
Iglesias gusta de los personajes oscuros, desesperanzados, locos, siendo él lo contrario, a ello arguye-Es una parte de mi alter-ego, las cosas que yo quisiera haber sido- , y yo lo comparo a Mutis cuando dice: “Maqroll, es todo lo que he querido ser y no he podido, lo que he sido y no he confesado.” Las comisuras de sus labios se mueven de nuevo y de la caverna de las palabras prosigue- Antes de ser profesor mi ex-jefe me decía: “que yo era como las moscas me gustaba estar donde estaba la podredumbre”. Me gustaba ir a todos los antros de mala muerte, me gustaba ver cómo vivían, a veces me inspiraba y escribía artículos sobre la vida de las personas, que publicaba en el extinto Cartapacios. Ahora un personaje muy fijo es la señora de la vaquita de las cabalgatas de la Villa, ¿qué onda? ¿qué pasara en su mente?, me pregunto, ¿estará esperando los 365 días del año para que lleguen las fiestas charro taurinas de Villa de Álvarez, para sacar su carrito, su vaquita? Ella va triunfando en ese momento, quiero saber que es lo que piensa. No me interesan los gays de la gasolina ni nada de eso-.
También lo impactan los multi-asesinos, la literatura que habla de tales-¿Qué pensaban estos tipos?, si a mí me horroriza la sangre. Estos tipos, lo que hacían con los cadáveres, en su cerebro ¿qué se estará fraguando?-.
Lo que llevó a Marcial por el camino de la docencia, es haber encontrado que había gente que compartía sus ideas, y respecto a eso habla de las nuevas generaciones -A horita no sé que piensen las nuevas generaciones, como que están más aburridos crónicamente que concentrados en lo que es su vida; están más conectados con los medios digitales, como que esa cosa les quito el cerebro, creen que a través del Internet, de la computadora, de los mensajes de texto están pensando. Yo pienso que no tienen ni idea de lo que están utilizando, si lo supieran utilizar, que la tecnología es para agilizar el proceso de vida y como dice Sabina: “pensar despacio para andar de prisa”, creo que ese sería el ideal de la tecnología. Todavía no lo entienden. Es como ir en un carro moderno viendo por el espejo retrovisor. Yo lo he hecho, me meto a la Internet y busco discos bien viejos, imágenes de la década donde yo estaba más joven. Utilizan la Internet para viajar al pasado-.

Filósofo: Diógenes, ¿por qué? -Por su tipo de vida, cuando él está grande y se da cuenta de que no es el momento de sentarse a tirara la güeva, es el momento de echarle más ganas, porque es cuando tienes la mayor energía-. Coincide también con mi gusto por Borges, que decía: “A partir de los 60 años es cuando empieza la juventud del ser humano, es cuando se empieza a vivir.”
Sabina, ¿qué te deja? –Me deja el sabor de la derrota de los perdidos-.
¿Poesía? – No he leído mucha poesía, no me interesa. Pero me quedo con Byron, su lado oscuro, cuando estaba en secundaria y leo su biografía, llama mi atención cuando junta a los poetas y les pide que hagan un poema de terror, es cuando se le ocurre a Shelley su Frankestein-.
Narrativa: -definitivamente don Juan José Arreola-.
*Entrevista publicada en el suplemente Destellos No. 88 (el 8 de Abril de 2008), del periódico El Comentario No. 10, 460.

viernes, 25 de abril de 2008

ESA NECEDAD LLAMADA MOCEDAD

Escribir sobre estereotipos de los adolescentes implica realizar una radiografía de la realidad social en donde se conjugan dos términos entre si, uno es la acepción de cultura y otro es la palabra civilización, entendiendo a esta como Alfonso Reyes la definía, “el conjunto de conquistas materiales, descubrimientos prácticos y adelantos técnicos de la humanidad. Mientras que cultura son las conquistas semejantes de carácter teórico o en el puro campo del saber y del conocimiento”. En este sentido en la vida civilizada por cada derecho que se exige, existe un deber que se debe de cumplir.

Bajo esta ideología es como los hombres rigen su modo de vida, creando leyes, principios y normas sociales a las cuales hay que acatar; es por ello que desde una generación a otra se van inculcando. En los primeros años de vida es muy fácil, al sujeto hay que decirle que hacer y como hacerlo, pero lo complicado viene después, de acuerdo a Mario Benedetti cuando el ser humano “es expulsado de la infancia para entrar a una de las etapas más críticas que acompañan una serie de cambios físicos y psicológicos, en donde comienza a surgir en él un fuerte resentimiento hacia las personas que no lo comprenden, los adultos que casi siempre buscan amedrentar esos ímpetus de locura que caracteriza a este periodo ordenando y prohibiendo”, tratan de controlar sus actos, con la justificación de evitar que cometan los mismos errores de ellos pues desde el modo de pensar adulto son una catástrofe moral; eligen su profesión sin antes consultarles si es de su agrado, sólo por el simple hecho de que el abuelo o el padre la ejercen.

Es la adolescencia la edad de piedra, son esos personajes omnipresentes que viven en un mundo fascinante, lleno de diversión, sexo y violencia simbólica como anestesia a su espíritu rebelde; incansables buscadores de la excitación física y mental que con frío cinismo, tratan de satisfacer sus imperiosas necesidades primarias, donde el aburrimiento es el peor pecado que se puede cometer en su ajetreada vida; a ellos no les interesa la crisis mundial, pero si les urge saber cuando va a salir la edición especial de Rolling Stone; no les preocupa que van a ser de adultos, más si envidian la profesión del fotógrafo de la Playboy; no conocen todos los museos de su estado, pero si se saben de punta a punta las plazas comerciales; no les importa si Hidalgo y Zapata murieron en defensa de la patria, pero guardan luto el día que se suicido su cantante de rock predilecto; no les agrada que su dignidad sea amputada, en cambio la sociedad adulta les aburre y prefieren no escucharla subiéndole al volumen a sus estéreos al grado de aturdirse con la música.

El tabulador de palabras que en el seno familiar se inculcó, es dejado atrás para dar paso a una nueva forma de expresión jergales y calos; de acuerdo a su forma de pensar, los padres son contradictorios en sus consejos, pues les dicen que las drogas enervan el cerebro hasta llegar a la demencia; entonces porque cuando eran niños les leían cuentos como Peter Pan y Alicia en el país de las maravillas, que en realidad son viajes psicodélicos perfectos que ni con el mejor estupefaciente alucinógeno se puede realizar.

La tecnología ha venido a dar un cambio en la ontogénesis del ser humano, dando origen al homo sapiens informaticus; por un lado los jóvenes están acostumbrados a la veracidad de las imágenes antes que los hechos, gracias a la televisión, ya que estos desde la infancia pasaban más tiempo frente al televisor que en el aula de clases.

En promedio un joven ve programas de televisión treinta horas semanales, y si eso se le suma las que disfrutan navegando por Internet, consultando cosas tan simples como el diseñar y actualizar su red social, tratar de entablar una relación sentimental vía correo electrónico o simplemente buscar obtener sexo interactivo como lo recomienda el vaticano.

Ese estilo de vida en donde se combinan los medios masivos de comunicación y la informática, ha hecho una juventud acéfala, es decir, entre más fácil se hagan las cosas mejor; de que sirven los periódicos, si están la Internet y el televisor; para que leer y comprender libros que exigen cierto grado de concentración, mejor escuchar un audio libro, esperar el resumen en algún blog o simplemente rentar una película basada en el texto.

Tal parece que la tecnología es para los muchachos un medio más de diversión, algo que los hace pensar en una forma de progreso estático aunado a las reglas del consumismo, o sea progresar es igual a no moverse de su silla, sólo basta tener una moderna computadora y se trabajará en una especie de oficina virtual donde todo se podrá adquirir por medio de cualquier sitio de subastas en la Web.

Al llegar al nivel medio superior el joven se encuentra ante un mundo distinto al que conoció en sus estudios anteriores, ya no hay prefectos que controlen su conducta, ni profesores sermoneadores; se puede fumar - al fin que ellos son los que van a padecer de cáncer pulmonar- por cada idiotez que diga nadie se molestará, al contrario esto aumentará su fama; si se desea y los ánimos así lo disponen puede entrar a clases, si no se puede ir de despelote a algún otro lugar; de hecho están en su hábitat donde las aulas lucen el polvo acumulado de meses en los cristales - si es que los hay - ventiladores de techo doblados que semejan enormes murciélagos, paredes donde la semiótica estudiantil se manifiesta, sillas con paletas tipo diccionario en el cual se encuentran un sin fin de respuestas, baños que conservan el delicado buqué distintivo de esta edad.

El bachillerato desde la óptica estudiantil es percibida a través de dos ángulos muy distintos, un primero dista en quienes lo consideran como un segundo hogar, es decir, la ubre que alimenta a los apóstoles del cuaderno; mientras que para el segundo es como una cárcel sin puertas, es donde se pierde el sentido de guardería y adquiere un sentido de estacionamiento para esos que hacen la mimesis de estudiantes, aquellos que consideran más fácil salir la preparatoria mediante exámenes extraordinarios, que a través de los cursos normales, situación por la cual algunos de estos no llegan a concluir sus estudios. Es como si al ingresar a ese abrevadero de jóvenes que representa la enseñanza media, se fueran desvaneciendo los conocimientos obtenidos a lo largo de la educación básica.

Con el paso del tiempo viene una metamorfosis, y lo que era ruido enajenante pasa al disfrute sutil de la música, la pornografía al saludable erotismo y el papel de hada buena que en la infancia representará la religión, poco a poco se desvanece para dar acceso al iconoclasta. Es el paso del preparatoriano a universitario.

LA TELEVISION: OJO, MUCHO OJO

HOY EN LA CULTURA

A través de los años el hombre ha evolucionado, hasta conformarse en lo que ahora se conoce; en su paso por la historia ha entrado en contacto con sus semejantes lo que ha dado origen al intercambio cultural. Mediante esa forma de integración racial, el hombre ha vivido guerras, ha visto la consolidación de naciones, ha conocido innumerables inventos en favor y en contra de la humanidad; para algunos ese intercambio cultural ha sido una degradación, pues el ser humano al "apoderarse de televisores, aire acondicionado, automóviles, aviones, control de natalidad y divorcio, comida congelada, antibióticos y música grabada se volvió un ser aislado de las dificultades de la vida, holgazán y aburrido"( SCHILLINGER, Liesl, 1996,); mientras otros consideran que a través de ese intercambio la cultura se modifico de un modo más fino y placentero, en pocas palabras se civilizo.

Para lograr el proceso de civilización, el pensamiento del hombre es permeado por una serie de factores ideológicos, como la familia, la religión, el circulo de amigos, etcétera; es lo que Durkheim denomina como educación, o sea "la acción ejercida por las generaciones adultas sobre las aún no maduras para la vida social, cuyo objetivo principal es el originar y desarrollar en los individuos cierto número de estados físicos intelectuales y morales que de ellos exigen tanto la sociedad política en su conjunto cuanto el medio especial al que en particular son destinados" (LÓPEZ ROSADO, Felipe ,1978 ) ; es decir, la consigna de cada etnia o bloque social es instruir, fabricar sujetos con el mismo molde.
El modo de vivir de cada conglomerado humano varía según la situación geográfica; pero permanecen comunicados gracias al apoyo de los diferentes medios que existen en el planeta, uno de ellos y tal vez el principal es el televisor.

La estupidez administrada con inteligencia, es el patrón global que lucra las formas de pensar, vestir, comer, peinar y calzar de una sociedad consumista como la nuestra. Es el medio de información más ágil y rápido del que se dispone hoy en día, hace que la juventud no se interese por los escritos de Borges, mucho menos que escuchen a Stravinski; debido a esa engañosa basura de fácil acceso, la cual ya no es parte de la cultura, sino por el contrario, es la cultura.

OCURRIÓ ASÍ....

"La televisión no es un medio que haya transformado la política mundial o las vidas de los jóvenes sino un transmisor de programas crudos y estúpidos que inducen a la violencia" (KATZ, Jon, 1994) , a una tentación de la cual el hombre no puede escapar, y que por desgracia en la actualidad es el instrumento de enajenación utilizado por las múltiples cadenas de televisión que dizque comunican al planeta. Si esa constante captura de neuronas para el banco de masas encefálicas idiotizantes que día a día se suman a los índices de adeptos al culto por la cajita de imágenes con movimiento.

La influencia de este "medio de comunicación electrónico," es de tal magnitud que ha dado génesis a una generación sin imaginación, desmembrada de su entorno familiar, político y educativo; a los cuales ya no les importa el alto porcentaje de mortandad en Somalia debido a la fuerte hambruna, el reinicio de la guerra del Golfo Pérsico, las innumerables niñas menores de 12 años violadas por adultos insaciables, la muerte de gente inocente por accidente con una bala en la frente, pues esas injusticias mediante un canal de televisión son puras noticias de un día ordinario en cualquier jodido barrio.

Estos "Cibernoides" están acostumbrados a ser seducidos por el morbo y la violencia que lo mismo les da vivirlo "a sangre fría" que "a través del video" ellos saben que dentro de una "ciudad desnuda" todo puede ser de "primer impacto"; gracias a la magia de la televisión, se disfrutan los mejores crímenes y se instruye en como matar en menos de tres patadas. La sangre es tan común ahí que el mismísimo conde drácula, luciría insignificante ante los sedientos televidentes.

Por otro lado los delincuentes y violadores ya no le temen al "fuerte" brazo de la ley, sino a la gente, que sin conciencia alguna siguen los ejemplos de justicia por cuenta propia promovidos por el televisor.

El circo, maroma y teatro que años atrás fomentara el televisor; ahora fueron cambiados por sangre, carne y huesos putrefactos; todos los días millones de teleadictos se apiñan frente al monitor como buitres para observar la espectacular carroña que allí se exhibe. Tal parece que Charles Mason, es una tierna obejita ante los productores de estos tipos de programas amarillistas y sádicos, cuyo objetivo es, sin imaginar, el lograr en el individuo una deshumanización total ante el prójimo.

De seguir así en un futuro no muy lejano los centros de esparcimiento como los circos, cambiaran sus actos de acrobacia por ejecuciones de asesinos, los animales por minusválidos y las edecanes por travestís.

SABER VER

Con lo antes expuesto no quiere decir que este en contra de la libertad de expresión, más bien existe la duda sobre si semejante transmisión promueve una catarsis o sencillamente retroalimenta patologías.

A raíz de lo anterior nos encontramos ante dos disyuntivas:
1. Apagar el aparato, para no seguir embruteciéndose.
2. Aprender a verlo libre de toda influencia y prejuicios.

* Primer artículo publicado en el suplemento cultural Cartapacios del periódico Ecos de la Costa, Abril 1997.

jueves, 24 de abril de 2008

Estreñimiento

Mi padre solía decir “a huevo, ni las gallinas ponen”, haciendo referencia a la idea de que cuando algo no te sale a la primera, ni hagas el esfuerzo nunca sucederá como uno quiere. Este fin de semana me aconteció algo similar, resulta que estaba pensando en qué tema desarrollar para elaborar un artículo y por más que intentaba, nada, ni un ápice de algo; salí a la calle en busca de oxigenación o ya de perdida robarme la historia de algún peatón y no encontré ninguna situación extraordinaria; desesperado regresé a casa, cogí el frasco de pastillas de ácido glutámico, me tomé dos con poca agua para un rápido efecto y después de quince minutos, mi cerebro estaba más desértico de ideas que el Sahara en pleno verano.

Desesperado busqué página a página en mi cabeza temas que pudieran ser interesantes, me dije a mí mismo, quiero escribir sobre…sobre… redactaba un párrafo, el cual inmediatamente lo borraba, así lo hice repetidas ocasiones, entre los escasos temas que afloraron y no llegaron a consumarse están:

¿Por qué en algunas tiendas departamentales y supermercados ya no te reintegran en efectivo el importe de cierto producto que no satisfizo tus expectativas? Ahora te dan vales de compra para que tu dinero se siga quedando en sus arcas, y nuestro bolsillo más vacío que la central camionera de madrugada; en eso pensé, ¿Llegará a manos de algún gerente mercantil este artículo o solamente será leído por los clientes? Inmediatamente lo borre.

Si hablo sobre las amenazas gangsteriles del obeso tipo de patoso caminar y amplios pantalones de vestir, de que si continuo fomentando la amistad con cierto tipo non grato, podría perder hasta mi empleo; un sabio consejo de mi abuela materna me impidió su redacción, “hijo, tú toma las palabras de quién las dice”, entonces opté por no hacerle caso a esa persona, y preferí no gastar tinta en algo que no vale la pena.

Se me ocurrió escribir sobre cómo es posible que ahora en pleno siglo veintiuno mueran más compatriotas por razones de obesidad que por desnutrición, a diferencia de como acontecía en el siglo pasado; reflexionando me dije, pero si yo formo parte de esa estadística, mejor dejo en paz al México inflado con su rica dieta y busco otro tema más interesante.

Qué tal redactar los momentos que comparto con mi pareja, lo que hacemos juntos y sobre lo que dejamos de hacer cuando no lo estamos; más mi ética de caballero se antepuso, haciéndome caer en la razón de que sería un error el hacer público algo tan privado, y de lo cual me enorgullezco por el soporte que ella hace de mi persona a lo largo de todos estos años.

Y si saco a la luz las críticas del señor de los gruesos lentes de botella, en donde dice que en mis artículos siempre dejo muchas lagunas epistemológicas, que me pierdo en datos y al final nunca llego a nada. Pero he escuchado tantas veces esos comentarios, que mejor las imprimo sobre papel higiénico.

También intente hacer un escrito sobre los chóferes del servicio colectivo urbano que quieren incrementar el costo del pasaje, y bueno yo espero que si se llega autorizar su solicitud, pues también incremente en ellos su bagaje cultural, el aseo personal y sobretodo un mejor trato al usuario; pero para qué me entrometo en lo que no me concierne, mejor los dejo tranquilos.

Resultaría pertinente escribir sobre cómo los mercaderes de los templos hacen su negocio con el asunto del calentamiento global, y ahora es común ver campañas de marketing en donde por tal de vender un producto te aseguren que éste te protegerá contra los efectos del cambio climático; en fin, ese asunto le incumbe a la PROFECO y a mí creo que no.

Un argumento que tal vez sería para mi propio provecho, es realizar un texto en el cual aborde lo precaria de mi economía, y de cómo se sorprenderían de los caro que cuesta verse tan barato; la verdad no quiero causar lástima, si de todos modos ni me van a tomar en cuenta, pues como dicta el verboseo, “el que nace para maceta, no pasa del corredor”.

Honestamente hoy no hubo ninguna idea que me complaciera, en este momento me pregunto, ¿Por qué no han inventado un Psyllium Plantago Neuronal que active una eficiente sinapsis? Eso si, evitando provocar una diarrea cerebral. ¿Será entonces que las musas se aburrieron de mí? ¡Se tomaron el día libre! o simplemente se estarán prostituyendo con Juan Carlos, y éste les pagó mejor que yo.

A PUNTA DE BUENAS MANERAS

En nuestros días algunas palabras que deben denotar ciertos sentimientos propios del ser humano, son más fríos que el metal a la intemperie, y me refiero a las que se vinculan con las reglas de cortesía, para empezar, al decir que se trata de reglas ya nos predispone para algo coercitivo, y como ustedes saben lo que implica el rigor de la imposición nunca nos ha gustado.

Considero que la cortesía es una forma de hacer más fraternal el convivir entre nosotros, entonces, ¿Por qué resulta a veces difícil expresar lo que uno siente? Por ejemplo al saludar lo hacemos tan monótono, sin entusiasmo alguno, exento del calor humano, y lo que resulta peor, algunas ocasiones emanamos un saludo por el simple hecho de evaluar hasta donde es cortés o “educado” el prójimo; es entonces cuando la reverencia se transforma en un cumplido, en una etiqueta, algo que bien podría catalogarse como un gesto banal, mera costumbre, palabras vacías, hábitos, etc...

Desde que hemos tenido uso de razón fuimos asimilando comportamientos de nuestros semejantes, que algunas veces eran forzados, como el saludo y el agradecimiento, recuerden a sus progenitores obligándolos a decir estas palabras a sus congéneres, sin antes explicarles el sentimiento que implican, con el paso del tiempo esta instrucción fue aderezada gracias a la larga estancia en los recintos escolares, donde a rigor del sarcasmo por parte del docente nos tuvieron que domesticar bajo sus propias “reglas”. Después a fuerza de serle frente a la vida en sus distintas facetas se reafirma esta sabiduría popular.

La verdad es que no estamos solos en este planeta. Tan sólo basta salir a la calle para poner en práctica el ejercicio de relacionarnos con otras personas, ya sea en una plaza comercial, una oficina donde realizamos gestiones, al encontrarnos con gente conocida, etc. Es increíble cómo detalles que son tan comunes o para algunos resultan insignificantes por la poca atención que les ponemos, nos van haciendo la vida más grata; ¿Cómo cuales? Pues ceder el asiento a una persona en el servicio de transporte colectivo, abrirle la puerta a alguien para su ingreso o egreso, entre otras; lo único malo es cuando ejecutamos tales acciones como autómatas, sin nuestro consentimiento, sólo por el simple hecho de quedar bien o aparentar ser una persona que en ese momento no somos, tal pareciera que en ese preciso instante utilizáramos gafas de sol detrás de los ojos.

No es lo mismo dar las gracias o saludar por el simple hecho de cumplir con una regla que expresar nuestros sentimientos a través de desear un excelente día, una buena noche o decir gracias por un favor recibido; tampoco hay que caer en extremos de confundir la cortesía con la adulación, hay que recordar que adular es alabar las cualidades que las personas alguna veces no tienen, claro está, devoramos de una mordida a la mentira que nos adula y a cuenta gotas la verdad que nos amarga. Al igual que no hay que olvidar que si la amistad sólo se fomenta con la gratitud, se vuelve una fotografía que con el transcurrir de los años se borra.

La ocasión que asaltaron a mi madre, el ladrón antes de amenazarla con la navaja, le saludo deseándole buen día, ¿Acaso esto es cortesía? Por supuesto que no, para mí que soy el hijo de la agraviada, me resulta cínico tal gesto, pero en esos momentos el delincuente en sus sentimientos afloraba el júbilo de tener un “cliente”, y claro que el buen día, no era para su víctima, sino para él.

Lo mismo acontece cuando cede el paso a una dama y se adelanta un hombre ganándole el acceso. ¿Acaso en ese instante no se enfada por el abrupto acto cometido por tal semejante? Entonces la cortesía es cuestión de género, de edad cuando es para los ancianos, para los débiles cuando se trata de las personas discapacitadas. Eso significa que no todos tenemos las mismas oportunidades en materia de cortesía, si es nuestro sentir positivo hacia el otro, lo que nos hace de verdad personas.

Algo parecido sucede cuando a causa del estrés y hastío laboral, esquivamos a la gente para evitar así saludarlas o si lo hacemos sentimos como si esa persona no sabe de nuestros asuntos y muy efusiva te desea lo mejor a ti; es como dar limosna a quien se considera no lo merece, y después arrepentirse de ello, o sea, nos queda la zozobra o el remordimiento interno de haber hecho lo correcto socialmente, pero la insatisfacción o enfado con nosotros, porque creemos que ese individuo se está mofando de lo que tal vez ignora de nosotros.

No te circunscribas a los hábitos, a las costumbres, evita ser parte de cierto sectarismo, si no sientes el deseo de saludar en ese momento, pues mejor no lo hagas, sólo sonríe, más si lo haces por simple regla social, creo que estarías incurriendo en la terrible enfermedad que aqueja a casi toda nuestra humanidad que es la hipocresía; mejor respira profundo, no cuentes hasta diez, pues en el tiempo que inviertes haciéndolo, existe la posibilidad de que varias personas pasen a tu lado y tú en el limbo de la aritmética.

Mejor aflora el sentir con beneplácito al encontrarte a alguien, sonríele y esboza tus mejores deseos dependiendo de la hora, pero que salga de ti, y olvídate primero de tu mal carácter, deja a un lado la etiqueta o protocolo, pues la buena educación y el saber estar, fincan sus bases en los sentimiento positivos que uno emana, y si logramos contagiarlos a otros ya no somos los únicos en intentar ser felices en este mundo lleno de insatisfechos.

martes, 8 de abril de 2008

El imperecedero encanto de un bichito

Una tarde de asueto en casa de mamá, mientras disfrutaba de la lectura, mi madre se sentó junto a la vieja radiograbadora y puso un cassette, de la desconada bocina se desprendió el canto de un grillo seguido por notas de piano, y de pronto hice un catártico viaje a mi infancia en donde pude oler el vapor que despedía el empedrado de las calles cuando las primeras gotas de lluvia lo empiezan a humedecer, anunciando que se aproxima un aguacero, acompañado por un concierto de truenos que guiados bajo la batuta de centellas, me hacían correr del río Colima hacia casa, con la bolsa de plástico transparente repleta de pececillos y cangrejos; esa audiocinta era de Crí-Crí, la cual mamá conservaba con recelo de cuando mis hermanos y yo éramos unos chamacos, tal vez ella la escuchaba también con la nostalgia de añorar a aquellos días, cuando sus hijos en verdad la obedecían al pie de la letra y le daban más alegrías que la que actualmente le podemos proporcionar a su ya cansado corazón.

En tan sólo veinticinco minutos de canciones pude olvidar el verso y la prosa que Silvio Rodríguez, Joaquín Sabina y Pablo Milanés le imprimen a sus interpretaciones; las coplas del Grillito Cantor no son una sinfonía son letras simples que despiertan la imaginación de quien las escucha trasportandolo a un mundo repleto de magia; no están hechas por una persona que haya estado en una academia, simplemente se hacían para cubrir los gastos de los estudios y alimentación del creador de esas estrofas Don Francisco Gabilondo Soler; sus composiciones las amo la gente que el nunca conoció personalmente, hizo cómplice de sus letras y viajes oníricos a los niños de cuatro décadas.

Hacer la autopsia a las canciones del grillito que al reír, como cuenta el Duende Bubulín hacia de su sonrisa una canción, creo que hay cosas que ni yo sé y tal vez otras personas si sepan descifrar, con base a su experiencia el mensaje que cada una de ellas les trasmite. Pero quien no recuerda el desfile pedagógico de las vocales, el slang picaresco del “Negrito Sandía” y su prima “Cucurumbe” que aquejada por los problemas intrarraciales descubrió la fórmula que el mismísimo Michael Jackson treinta años después copiaría para ponerse más blanco que un albino a la sobra en una tarde nublada.

Las llamadas anónimas que doña Zorra padecía a causa de su teléfono; el paquidermo que se preocupaba por la alimentación balanceada de su trompudo hijo; el intento por aprenderse la pronunciación de la canción de “Chong Ki Fu”; dormir con la esperanza de que en la madrugada te despertarías y sorprendido a descubrirías a todos tus juguetes bailando, y más aun ver a un Gato Felix defendiendo a sus amigos del amargado arlequín. El pegajoso ritmo country del malandrín roedor vestido de cowboy que la avergonzada niña Kikis a los doce años de edad en su obligada amnesia ya no se acuerda como se baila, canción que sirve de marco para que un abrevadero de párvulos festejen a sus respetables madres en su día social, como parte del programa de una escuela del nivel medio básico. La solidaridad sentimental de las niñas con la “Muñeca fea”; el paso de la niñez a la adolescencia vista desde los ojos de “Teté”, que mucho tiempo después bandas de rock como Fobia y Molotov se harían cargo de arruinarla con sus improperios musicales.
Gracias a mi entrañable pavor a la escuela, por las noches nunca me atrevía a revisar el espacio que había entre mi cama y el suelo, pensando que ahí oculta estaría una maldita bruja en espera de llevarme a su oscuro mundo; precisamente esa aversión por el estudio, provocaba que la canción "Caminito de la escuela" no fuera de mi agrado, pues según el punto de vista de este servidor suyo, a la edad de siete años, solamente a los imbéciles animales les agradaba asistir a ese tensionante lugar, razón por la cual, comprendía el por qué a la mayoría de ellos los tienen enjaulados y nunca se quejan.

Francisco Gabilondo Soler, fue un hombre reconocido y a la vez censurado por la sociedad de su época, por un lado en 1959 Correos de México editó una colección de noventa estampillas alusivas a sus personajes, las cuales en la actualidad alcanzan cifras estratosfericas por los asiduos a la filatelia, y por otro, durante la década de los sesentas la Secretaría de Educación Pública prohibió estrictamente a las escuelas de preescolar y primaria tocar canciones del grillito cantor, porque éstas deformaban la capacidad imaginativa de los niños, más daño a causado el televisor y todavía lo seguimos viendo. Para evitar este problema los estudios Disney se dieron a la ardua tarea de borrar de nuestra representación ficticia a los mexicanisimos cerditos dormilones, por sus ya famosos tres cochinitos con todo y el Lobo Feroz en el largometraje que el entonces televicentro produjera como especie de homenaje a Cri-Crí, en donde al actor Ignacio López Tarso le toco la ardua tarea de representar el papel de este cantautor.

Una vez tocado el tema de las suplantaciones, resultaba decepcionante escuchar las canciones de Cri-Crí en las voces de otros cantantes, como que desvirtúan el encanto ilusorio de los personajes y uno se concentraba a visualizar la efigie del interprete; será por eso que se oía patético el tema de "La Patita" en la voz de Flavio o Chabelo.

Por su parte nuestro Estado, cada día de la semana nos hacia disfrutar de las canciones de Don Gabilondo en la encantadora “Hora de los niños” del grupo Radio Levy, que por cierto se me hizo elitista cuando no sé quien se le ocurrió pasar este programa de la 1:00 de la tarde a las 7:00 de la mañana. Irónicamente la canción de cierre del programa siempre me señalaba que ya se aproximaba la hora de ingresar a la "terrible escuela".

Dentro de su programación en la "Hora de los niños" trasmitían una serie de cuentos de Cri-Crí, narraciones que parecían surgir de una mente infantil, que detallaban mundos tan bizarros que la imaginación del adulto apenas lograba entender; como la historia del sujeto que por necesidad económica acepto recibir cada mes un millón de pesos y que al termino de un año el tipo se atiborro de tanto dinero y cosas adquiridas con él, que ya no había banco que aceptara seguir recibiendo sus ganancias, llegando a tal desesperación que se vio obligado a poner un anuncio en los diarios de circulación local, para que los cacos lo asaltaran, pero los pillos por miedo a que fuera una trampa nunca se atrevían a robarle, y cada mes seguía recibiendo un fatídico millón de pesos; y que decir de los “Paralelepipedos” aborígenes de una tierra donde todos sus habitantes padecían de estrabismo visual, lo cual les obligaba a comprar de todo doble para no equivocarse al tomarlos; un sin fin de fantasías que nos introducían poco a poco en la forma de escribir canciones del grillito cantor.

Es una lastima que a las actuales generaciones de infantes las melodías del Grillo Cantor se le hagan para niños, muy pero muy chiquitos o muy tontos; no las quieren oír por que tal vez alguna de sus concurridas amistades les harán burla o los tacharan de imbéciles inmaduros, y para estar al día no hay cosa mejor que escuchar canciones de los Backstreet boys, Linkin Park o Limp Bizkit, que a pesar de no entenderles nada al contenido de las letras, si pasan la aprobación de sus congéneres.

En la actualidad Don Francisco Gabilondo Soler “Cri-Crí” puede ser considerado en nuestro país como un mito, símbolo, leyenda o una maravilla de marketing; el mundo hispano puede prescindir de sus canciones, yo no, son para mí, la memoria sentimental de la gente. Son la banda sonora del corazón (aunque suene cursi) infantil que alguna vez tuve.

MAYÉUTICA ESCOLAR

"Por que yo se la química retórica botánica,
botánica retórica y sistema decimal."
Dominio Público

Esta historia se situa en un remoto país de la América actual, donde el progreso ha pincelado el avance social hacia un modernismo vanguardista burdo reflejo de otras naciones. En ese paraiso bananero también se considera, como en otros sitios, a la educación como palanca de desarrollo; en consecuencia el gobierno invierte un considerable presupuesto para mejorar la calidad de la enseñanza, los alumnos asisten más horas a clases para garantizar un mejor rendimiento escolar, las aulas reciben a un selecto y reducido número de estudiantes con el firme objetivo de alcanzar la anhelada excelencia educativa.

Como orgullo de la ciudad capital se encuentra la escuela preparatoria "Monte Bello", institución privada que alberga a los hijos de las familias acomodadas; a esta escuela, por tradición, se le atribuye la característica de formar alumnos con propiedades de líderes, se supone que de ella surgirán los futuros mandatarios y empresarios que, sin lugar a dudas, contribuirán al progreso nacional. Su planta docente se conforma de una variedad de profesionales sobresalientes en los distintos aspectos sociales, culturales y académicos de la región; cada fin de semestre el personal académico es capacitado en infinidad de cursos de actualización didáctico-pedagógico y sobre las diferentes disciplinas que imparten, además de recibir incentivos económicos que los motivan cada día a ser mejores catedráticos.

Entre los docentes se encuentra el eximio profesor Macedonio Pérez Cortés, ingeniero topógrafo geodesta, egresado del Honorable Colegio Militar, del cual siempre ha disertado de su preparación, pues según él, a través de la formación militar se va eliminando toda posibilidad de elección en la vida, haciendo que el régimen educativo se vuelva un dogma; por tal razón todas las experiencias que ha tenido le han dado a pensar que la verdadera escuela es la vida, es por ello que a diario se esmera por ser un buen aprendiz. Nació el 18 de octubre de 1945, y desde que cumplió los cuarenta años, presumidamente siempre ha declarado una fecha imprecisa de su nacimiento con tal de ahorrar los años que su vanidad no le autoriza decir. Aguerrido solterón, pues desde su perspectiva, las palabras matrimonio, hijos y hogar son sinónimos de martirio, responsabilidad y angustia, espejo de una vida sedentaria, monótona, doméstica y por lo tanto aburrida.

De aspecto arcaico instalado en una forma de vestir que data de los años setentas, no logra concebir como la caterva de adolescentes se ha olvidado por completo de los esquemas de diversión heredados de sus padres, dando paso a nuevos modos de fomentar una cultura de holgazanería; los castos bailes de salón quedaron atrás, dando origen a las sacudidas de cuerpo que emulan dinámicas coitales en los monasterios de placer a los que llaman discotecas; en esos sitios además de disfrutar del afrodisiaco cóctel de adicciones e intransigencias que a diario constituye su único horizonte cotidiano, también se da el intercambio cultural como embajada de los nuevos patrones de comportamiento.

Según don Macedonio, es precisamente en esta etapa de la vida donde se fomenta un eficiente método pedagógico, mediante el cual se logra aprender en menos de tres horas todas las porquerías sociales que los adultos se han pasado por años ocultándoles; es como si a las nuevas generaciones lo único que les angustia es morir jóvenes sin haber conocido el placer que brinda una copulación. Es como si a la juventud le hubieran sepultado la inocencia y el pudor en la cripta de las generaciones pasadas.

Titular de la asignatura de matemáticas por más de veinte años, experiencia catedrática que le ha permitido considerarse un docto, erudito y letrado del cálculo numérico y sus ecuaciones; pericia que entre sus colegas profesores pletóricamente alardea y encomia con el firme propósito de amedrentar los egos profesionales de sus compañeros, pero en realidad lo único que consigue siempre con su diatriba, es una eufemismada mofa de su persona.

La educación escolar la considera como un suplicio del que los adultos se valen para tratar de evitar que sus retoños salgan igual a ellos, con esta difusa ilusión los padres de familia depositan la formación académica de sus hijos en unos perfectos desconocidos; creyendo que una prestigiada escuela va a darles la inteligencia que la buena crianza no les dió, haciéndolos más dependientes que los parásitos intestinales; sin saber que algunas veces la escuela hace sentir a los muchachos como si fueran una especie en cautiverio que ven el receso como un tiempo limitado de relajamiento, que viene a compensar la inestabilidad emocional que el aula provoca en cada clase; eso justifica porque el docente se ve en la necesidad de utilizar la calificación como el mejor instrumento coercitivo para aplacar aquellos ímpetus de libertad sin responsabilidad que los púberes ansían.

A veces se pregunta por qué si la tecnología está tan avanzada en los últimos años, todavía no logran inventar un catalizador cerebral que se les inserte a los alumnos como una especie de chips, para así evitar los constantes padecimientos de diarrea mental que los hace decir infinidad de inmundicias lingüísticas producto de su acostumbrada escatofagía televisiva.

Sus clases están siempre impregnadas de una tediosa solemnidad, de por si la matemática es una asignatura huidiza, y si a eso se le agrega la particularidad anterior, la ciencia exacta se reviste de un clima ríspido insoportable que hace de cincuenta minutos un verdadero martirio; para muestra basta repasar lo ocurrido un día cualquiera, en su hora de clase.

Son las 7: 50 de la mañana, los alumnos se encuentran sentados en sus pupitres de madera, los cuales al mediodía les dejan los glúteos tan duros como piedra; ha terminado el letargo de la materia de Sociología que la profesora Hortensia Quiñones imparte de forma esmerada, con tal de hacerla digerible a sus pupilos. Atónitos los jóvenes ven aproximarse al salón a don Macedonio Pérez, estupor causado por la memoria que en esos momentos les hace recordar que precisamente a esa hora tienen que presentar la prueba de Matemáticas III.

Al llegar al aula, un optimista alumno le saluda: ¡Buenos días profe!
Inesperadamente don Macedonio responde: ¿Qué?
Temeroso el alumno insiste: Dije buenos días.
Con acento petulante el profesor le saluda: ¡Buenos días!
Gracias. -Reitera el muchacho-
Con cierta displicencia el docente señala: Para hablar se utilizan 72 músculos, pero para dirigirme a ustedes ocupo sólo la mitad, además que quieren que les diga: ¡Ay señores, buenos días! Bueno ya basta de cursilerías, ayer les dije que íbamos a tener prueba, pero nuestro Coordinador no ha llegado y el sabe donde están; no se qué les pasa a estos sujetos administrativos que cada día les pagan por venir a este plantel a rascarse los piojos y las ladillas.
Esto causa incomodidad por lo que los alumnos empiezan a hablar al mismo tiempo.
Para hacerlos callar, como en toda institución educativa, comienza con el acto protocolario que la administración escolar ha impuesto a la escuela, el pase de lista.
Una vez hecho esto, el profesor se dirige a una alumna y le dice : A ver cariño, dónde nos quedamos. ¡Cariño mío ! - Canturrea- Vamos tú y yo a hacer una actividad de la cual éstos deben enterarse.
¿Me dice a mí? -Contesta la chica-
¡Claro, cariño mío! -De nuevo con acento melódico- Carlos Gardel hubiera sido una maravilla a mi lado. En la página número 66. Primero que nada observen ustedes como dice cada uno de los ejercicios que pone el autor. Que dice así, que dice así -A ritmo de tango- En la página sesenta, ¿y qué dijimos?
A lo que todos contestan: ¡66!
Como juez que pronuncia una sentencia, adquiere el anguloso arte de dictar: "se sabe que un ángulo del primer cuadrado tiene las funciones que en cada caso se indica; calcula el valor de las demás funciones trigonométricas". Me gustaría que antes de que empezáramos a ver esto... Usted señorita - Señalando de nuevo a la misma chica - pase y escriba las fórmulas que demostramos ayer, porque con esas fórmulas se pueden resolver una infinidad de problemas. Pero como les dije ayer hay que memorizar las fórmulas, quien no memorice las fórmulas no puede hacer las cosas que vamos a despejar.
Con cierta duda la alumna cuestiona: ¿Con el procedimiento también?
No, las puras fórmulas. A ver ponga atención "el seno de a vale 0.3, hallar el coseno, la tangente, la cotangente, la secante y la cosecante, cuando el seno cuadrado de a más el coseno cuadrado de p vale la unidad".

De pronto se da cuenta que una alumna no trae libro y le pregunta: ¿Muñeca, y tu libro?
Ofuscada la chamaca responde: No lo traje.
Ya la oyeron. Si viene a clases muy bonita enseñando sus piernotas, pero el pinche libro no entró a su mochila esta mañana.
Al decir eso descubre a un alumno transcribiendo las fórmulas del texto a su cuaderno y le dice: Hay papacito no te sabes las fórmulas y así ibas a hacer examen.
A lo que el alumno replica: ¿A poco también esto lo va preguntar?
¿Por qué no? Si les toca la prueba que yo elaboré en el semestre de seguro que nadie la pasa. No me cabe la menor duda, ¿Por qué? Porque son una bola de flojos; supliquen a su dios que no les toque esa prueba, porque de plano nadie la pasa. Pero la prueba que yo elaboro casi nunca la mandan a los grupos que yo imparto clase.
Con tono irónico señala el alumno: ¡Que mala suerte!
Pues sería de buena suerte, porque en la prueba que yo hice, tienes que realizar demostraciones como las que analizamos ayer. A ver Lalito, ¿Dónde está el borrador ?
Eduardo no ha venido desde el martes. -Responde una chica-
Indignado don Macedonio señala: Pues le dicen que si el lunes no trae el borrador, no va a entrar a clases.
¿Y si está enfermo? -Reitera la joven-
¡A mí me vale un gorro! ¿Cómo haríamos para buscar la tangente?
Los alumnos contestan al unísono: Restando al cuadrado de a.
En tono pedagógico responde: La tangente indios, ¿Cómo haríamos? Cómo son de tontos, por eso tengo una fórmula que dice: "el seno sobre coseno es igual a la tangente", no sean babosos. Bueno, háganlo. A ver pase a hacerlo señorita Nava, porque si pasamos a alguna otra niña, son tan pendejas que no lo saben hacer. ¿No se por qué ustedes las mujeres son tan inútiles? -La muchacha asustada sube a la plataforma del poder-
Con gesto frívolo el profesor demanda: ¿Y como harán para encontrar la cotangente cariño? Vamos nena te estoy esperando para que la saques... claro está que me refiero a la cotangente.
Entonces un alumno irrumpe el proceso: ¿Maestro?
¿Que quieres?
No me acuerdo cómo se hace.
No te acuerdas porque eres nango, si ya te dije que tu no sirves para estudiar. Ya sé que tu sigues aquí porque te han estado regalando la calificación miserablemente. Por ejemplo su maestra de Literatura, que por leer libros de memoria sin entender les pone diez, incluso de autores que ella jamas ha leído.

Una vez dicho esto se dirige a la alumna que estaba en el pizarrón y le pregunta: ¿Qué cosa es la cosecante de p? Parece que tu no has entendido todavía, deja eso ya, mientras le damos oportunidad a.... a ver pasa niña, tu que dices que si la sabes hacer. Ay, ay yajua. Demuestra que además de guapa eres inteligente, ¿Cuál vas a buscar amor?
Un poco extrañada contesta la chamaca: La secante.
Lo que quieras amorcito, lo que quieras. ¿No hay muchos perros por tu barriada para llevarte gallo una madrugada?
¿Qué?
¿Que si no hay muchos perros por tu barriada para llevarte serenata?
¡No!
Porque si llevo a los mariachis y nos salen un montón de perros, híjole. ¿Y no es bravo tu papa? ¿No es de esos pistoleros, bigotones y celosos?
No.
¡Aguas! Ya párale nena que si te rapto. ¡Ay que bonito hueles, a puro nardo! Huummm. -De pronto se escucha un rechinido- ¿Qué estás haciendo Martina que no estás en tu color? Estás escribiendo con las uñas o tan sólo las estas afilando a la antiguita.
Avergonzada la chica responde: No, sólo raspe el gis.
Bueno no llores. "Sólo raspe el gis", ni que fuera estropajo. -Al parecer eso le incomoda y se dirige molesto hacia los demás- A todos les digo inútiles, el maestro Godofredo, les regaló a ustedes la calificación de Matemáticas II, porque ustedes no pueden con esta cosa, no pueden porque ustedes no están acostumbrados a estar en preparatoria, ni están disciplinados a trabajar, nada más se la llevaban tranquilamente poniendo las nalgas lo más cómodo posible.

Con gesto de enfado se dirige a la alumna del pizarrón y le dice: Siéntate niñita, a ver vamos a pasar a un señorito, usted joven, el último de esa fila. Se hacía el tonto como que no oía, ¿verdad? No tiene ganas de pasar allá usted, busquemos a otro.
Un entusiasmado alumno participa rápidamente: Yo profe, yo.
No, tú eres muy buey. -Dirigiéndose a una alumna que está próxima a la entrada le dice- Cierra la puerta cariñito porque la luz me está fregando mis pupilas de gato montes.
Y prende el clima. -Replica un alumno-
Como si le hubieran dicho al docente esto, él responde: ¿La estás ayudando o la estas amando mucho por las noches, para que le des órdenes también?
A lo que apresuradamente el alumno aclara: No, lo que pasa es que ya empieza a hacer calor.
Posando su mano sobre el hombro del chamaco dice: Muchachos, éste es el Kalimán de la preparatoria.
Extrañado pregunta el joven: ¿Qué es eso?
A lo que el docente explica: Increíble que sea hombre. No te vayas a traumar, con esto que dije. ¿Ya tienes novia aquí?
No, ¿Por qué?
Claro, con esa cara grasienta, de la única forma en que las mujeres se van a quitar las pantaletas delante de ti, será sólo que estudies ginecología. A mí se me hace que eres como los de la Villa.
¿Y cómo son los de la Villa, profe?
Como los de la Villa, ¡ Ay sí ! -torciendo la muñeca como vulgarmente se estereotipa a la homosexualidad- Bien, vamos a copiar otros problemas y vamos a hacerlos, y dice así.
¿Apuntamos? -Preguntan en su mayoría los alumnos-
Dije que vamos a dictar otros problemas, ni modo que les traiga la piedra y el cincel y empiecen a escribir. Ay niños como que a ustedes les faltó un poco más de sesera.
¿ Qué es eso profe ? -Interpela un sarcástico alumno-
La materia gris que tienen en el cerebro.
Tenazmente insiste el muchacho: ¿Y los que no tienen?
Pues son unos tarados, estoy viendo aquí a muchos y no quiero decir nombres, para que no se vayan a ofender, y luego acudan con el director a acusarme como saben hacer ustedes.
Bueno, ¿Quién quiere pasar al pizarrón? ¿Quién quiere? Si no digo quien pasa al pizarrón, nadie. A ver tu preciosa. -Dirigiéndose a una chica de la última fila-
Tímidamente la adolescente contesta: ¡Ay no, no sé!
Como desquiciado el profesor se suelta diciéndoles: ¿Qué no te sabes? ¿Y por qué no te has salido de la escuela si no sirves para esto mamacita? Pero como te regalo la calificación el profesor Godofredo el semestre pasado por eso sigues aquí. Me gustaría llamarlo para enseñarle como son sus alumnitos que mandó a aquí al tercer semestre, y lo voy a llamar. ¿Por qué? Porque lo que necesitamos en este plantel es que aprendan y vienen a aplastarse, a estar con su parejita apretando, a estar comiendo, a estar tragando lo que sea y nada les preocupa, pues así no tiene ningún sentido que estén aquí.

De pronto, el silencio que los alumnos habían guardado, se rompe al escucharse el tronido de una flatulencia, que además del sonido viene acompañada de un peculiar aroma.

Molesto don Macedonio les dice: Esto ya es el colmo, son en verdad una manada de antropoides; y para que aprendan a respetar el esfuerzo que hago por darles mi conocimiento, que en realidad estoy desperdiciando con personas que tienen guano por cerebro, doy por visto el tema de hoy; aquí termina la clase. Pero eso sí, no se les vaya a olvidar que si el coordinador se digna a venir a trabajar mañana, hay prueba y claro esta que el tema de hoy se incluye, entendido.
Todos los alumnos alegremente gritan: ¡Siiiii!

Diez meses más tarde don Macedonio recibe de manera extraña su jubilación anticipada, pues según él aún le quedaban cuatro años; paradójicamente los alumnos aseguran que les hace falta la forma de impartir sus clases y que tercero y cuarto semestre ya no son lo mismo sin su presencia. En fin, simples excentricidades de los seres humanos.

Pongamos que hablo de Colima

Una tarde de primavera cuando el sol brilla de manera que hace reflejar sus rayos sobre los pájaros que revolotean tan bajo que se puede apreciar la majestuosidad de sus alas extendidas, dirigía mis pasos rumbo a la papelería con el propósito de fotocopiar unos documentos que me servirían para defenderme al día siguiente en la clase; al pasar por el jardín de “San Francisco” de Almoloyan pude apreciar el aciago aspecto de Carlos L. Rocha, mejor conocido como el “Capi”, sentado en una banca como si estuviera enmohecido, al aproximarme hacia él, me saludo y con su peculiar sonrisa exclamo: ¡Te tengo una historia que contar! ¡Ven! ¿No quieres escucharla?

Acercándome a él le dije: No es esa en la que tu al frente de la guardia presidencial evitaste que Carlos Castañeda de la Fuente asesinara al Presidente Díaz Ordaz durante los festejos del 53 aniversario de la Constitución en el Monumento a la Revolución allá por 1970; o tal vez aquella en la que te morías de hambre y una bondadosa ramera que había abortado te amamantó con su calostro, para que no sufrieras de inanición.

Apresuradamente aseveró, por supuesto que no, ahora se trata de un desposamiento, pues resulta que el Rey de Coliman ya solicito la mano de la Diana Cazadora, al respetable monumento del General Manuel Álvarez; este insigne consorcio entre tan ínclito caballero y tan egregia dama se celebrará en la pirámide del Chanal y los pajes que sujetarán la cola del vestido que guardará la piel bronceada de la novia serán el pato y el pollo de la Piedra Lisa. ¿Te has dado cuenta unirán sus lazos ni más ni menos que la Diana, la diosa misma de la castidad, la hija misma del cielo, la hermana misma de Apolo? ¿Ya te diste cuenta de que se unirá ni más ni menos que con el famoso Rey Coliman, ilustre entre las tierras de occidente?

En tono de burla le dije, oye Capi ¿De cuál fumaste hoy? Eso es pura fantasía, todos los personajes que mencionas en esa ceremonia pletórica de pompa y esplendor son monumentos y ornamentos que adornan el acontecer de nuestra ciudad; precisamente – respondió el Capi – eso es lo que nos hace falta a nosotros como aborígenes, demostrar que lo que es común aquí, es algo que nos distingue de los demás estados que integran la república mexicana. Esto me remite a platicarte sobre dos personas que conocí y que denotaron un arraigo sentimental por la “Ciudad de las Palmeras” como no he visto jamas.

El primero de ellos es el profesor Felipe Valle colimense que fue gobernador del estado, su gestión en si fue efímera de 1917 a 1919, su periodo sería el último de los más cortos que ha registrado la historia de nuestro estado; era un hombre académico y letrado; en un principio quería ser sacerdote, pero era tan noviero que sus hormonas fueron más fuertes que su vocación. Finalmente la necesidad económica lo hizo ponerse al frente de una multitud de párvulos, con los cuales fue perfeccionando la profesión de docente en el colegio de “San Luis Gonzaga”, donde realizara su educación básica, hoy el Monte de Piedad “Heliodoro Trujillo”.

El ansia de superación lo obligaría a dejar su estado natal, trasladándose a Mazatlán donde además de desempeñarse como profesor también fue colaborador del periódico “El Correo”, a través del cual expresaba su fervor político y literario, que tanto me impacto.

Tuve el gusto de conocerlo personalmente a mediados de 1927, un año antes de su fallecimiento, en una de mis escapadas al puerto de Acapulco, cuando la necesidad púber y la euforia te exige ser rebelde, en esos momentos que te harta el comer bien en tu hogar y decides emprender un estudio sobre el urbanismo gitano. En esas fechas ya estaba hastiado de comer la fruta podrida que las empacadoras del muelle tiran, optando por dejar mi ocio y buscar un empleo con el cual además de alimentarme juntaría para el pasaje de regreso; generosamente el destino hizo que me topara con el colegio fundado por el profesor Felipe Valle, que en aquel entonces era director, y enterándose de que yo era su paisano no dudo en contratarme como conserje.

Todas las tardes iba al plantel ataviado de blancas vestiduras portando su peculiar sombrero a “go-go”; mientras me observaba podar los rosales y jazmines, me platicaba de su entrañable Colima a la vez que me hacia preguntas por las personas que rara vez coincidíamos en conocer; a veces cuando llevaba su guitarra interpretaba canciones mexicanas entre las cuales parodiaba “La Casita” de Felipe Llera y Manuel J. Othón; tu sabes que eso de hacer parodias tiene su sentido muy nuestro, y al profe Valle le nacía dedicársela a su amado Colima, la cual decía más o menos así. Inspirado el Capi deja escapar de su aguardientosa voz la letra de la canción:

“Mi casita”
“Junto a ti; al caer la tarde y cansados de nuestra labor
te ofrecemos con todos los hombres el trabajo, el cansancio y el amor”

Que de donde amigo vengo
de Colima donde tengo de mis
hijos la heredad, es la tierra que
yo adoro de riquezas un tesoro
y un oasis tropical; ahí crecen
las palmeras que se agitan altaneras
desafiando el vendaval tiene un cielo
de zafiro donde absorto de dios miro
su poder y majestad.

Tiene al norte dos volcanes que se
yerguen cual titanes que custodian
la ciudad en sus prados siempre hay
fiesta por su vocinglera orquesta de
las aves al trinar; y aunque mi terruño
es chico quiso dios hacerlo rico pues
nos dio un cacho de mar y al retumbo
del oleaje; se despierta en el boscaje
nuestra fauna tropical.

En el campo es un ranchero muy señor
de su potrero de su cuaco y de su buey;
de calzón y de huarache fandanqueando
en el mariachi no se cambia por un rey.
En su cerro crece el pino la caoba y el encino,
el cedro y el arrayan tiene. Tiene un clima que
convida a pasar aquí la vida por toda la eternidad.

Mi Colima tierra amada ya despinta la alborada
de un hermoso porvenir pues los que somos sus
hijos hacemos votos prolijos porque siempre
seas feliz. Mi Colima tierra chica esperamos que
te elija pronto la felicidad por lo fértil de tu suelo
de tus hijos el anhelo y que reine en ti la paz.

Una vez terminada de entonar la pieza, se rasca la cabeza, y entre sus labradas uñas se pueden apreciar fragmentos de caspa, dando un ligero sorbo a su bolsita llena de mezcal exclama: Qué tal si que estaba inspirado Don Felipe ¿Verdad? La otra persona que me sorprendió por su amor a nuestra tierra fue un alemán que conocí hace uno meses en el parque de la Piedra Lisa; este tipo se encontraba extasiado contemplando la enorme roca que sirve de pretexto para llamar así a uno de los pulmones de la ciudad, mientras un grupo de niños se resbalaban una y otra vez sobre ella.

Diplomáticamente me aproxime a entablar un diálogo como embajador de la comarca costeña, tratando de emplear el idioma de Shakespeare que aprendí durante mi estancia en los Estados Unidos como bracero, pero como no me entendía muy bien que digamos, el decidió utilizar sus dotes bilingües, lo que vino a facilitar nuestra charla. Este muchacho decía llamarse Daniel Zimmermann, originario de Munich Alemania, era el hijo de una familia acomodada, pero nunca se acostumbró a lo bueno y al cumplir los dieciocho años emprendió su viaje por el mundo, eso si, cada mes sus padres le enviaban su cheque para cubrir cualquier necesidad que se le presentará.

Afirmó que de todos los lugares que había conocido, Colima era uno de los más hermosos y que nosotros deberíamos de sentirnos orgullosos de vivir en una ciudad jardín, en donde mezclan la flora y fauna con la modernidad que ella reviste; Zimmermann se desempeñaba en la poesía y le gustaba dedicarle pensamientos y frases rimadas a los sitios que tanto le gustaban; precisamente en esos momentos estaba frente al gran peñasco inspirándose, escribiendo sobre un maltratado cuaderno lo que su corazón e imaginación le dictaba. Con el propósito de no amedrentar a su musa, opte por guardar silencio y esperar a que éste desarrollara su caricia de papel a nuestro afortunado risco.

Cuando lo termino, mi curiosidad fue tanta que no pude contener pedirle que me lo leyera, y Daniel sin ningún recato de vergüenza lo interpretó, lleno de vanidad y orgullo de la siguiente forma:

“Un momento en Colima”

Cerca de la piedra lisa una bella hada está.
Por el parque va con prisa Soledad de sololá.

Dice el hada con sonrisa: “¡Hola! Vamos a jugar
y sobre esta piedra lisa mano a mano deslizar”.

“Libre eres; recio viento; soplas como tempestad.
Dame solo un momento; luego tienes libertad”.

“Un momento inocente dame para mi manjar.
Luego sopla inclemente donde quieres divagar”.

Rápido, veloz desliza con el hada Soledad y
a los cerros va con prisa como recia tempestad.

Más el hada a su casa corre para trabajar;
barre, friega, cuece, asa, preparando un hogar.

Luego Soledad asoma, pone fin a su vagar;
manso su asiento toma, goza del ameno hogar.

Con un profundo suspiro el Capi exclamó: ¿No te parece bello que un forastero rinda tributo a una pequeña porción del Colima de mis penurias? Ya concluida su lectura Daniel Zimmermann guardo sus cosas en la mochila, y en señal de amistad me obsequió una ánfora finamente labrada por artesanos alemanes, regalo que subliminalmente indicaba que la sustituyera por mi bolsa de plástico donde conservo mi néctar; pero no me duro mucho, pues en una de mis clásicas borracheras tuve que malbaratarla a un coleccionista de antigüedades para curarme la resaca.

Como podrás darte cuenta, un estado se identifica en muchos aspectos, pero de cada habitante depende que se de a conocer su majestuosidad, a veces se escucha ridículo cuando un colimense va a otro estado y se toma fotos, habla mucho de los sitios, lo que según mi punto de vista es tan sólo cuestión de ego; aquí tenemos muchos lugares que admira pero nadie se fija y si los consideras a veces te tachan de jodido e infortunado por no poder salir de donde estas, en fin que se le va hacer, así somos los humanos.

Como el tiempo no perdona, el timbre de mi reloj me hizo recordar cual era mi intención aquella tarde, y tuve que dejar al buen Carlitos, disfrutando de su tabaco y de su “bolis”, emprendiendo la huida inventando no se que cuento, a pesar de la insistencia de éste para que siguiera haciéndole un poco menos aburrido el resto del día.

VIVENCIAS DE UN VIEJO

“Y al final de este viaje sólo queda él, el hombre,
exhausto tal vez, pero siempre vivo;
como un pájaro sobre un alambre,
como un borracho en coro de medianoche,
buscando ser libre a su manera”.
Leonard Cohen

Al mediodía el sol arremete contra lo negro de las asfaltadas calles que colindan al antiguo arco de San Francisco de Almoloyan, cual mudo guardián del acontecer urbano de la capital colimense y sirve de pretexto para dar nombre al jardín que circunda la obra olvidada por aquellos frailes decimonónicos. En una de las oxidadas bancas se encuentra cómodamente sentada una figura de complexión fakir, guarnecida a la sombra de los árboles, en su mano derecha mantiene humeante un tabaco corriente de esos que no tienen filtro y en la izquierda sostiene empuñada una de sus bebidas favoritas que consiste en una bolsa de plástico con mezcal de la peor calidad al que con orgullo absorbe a través de un popote que rápidamente hace subir “el ansiado néctar”, que le permite suavizar su cavernosa voz.

Este singular sujeto cuyo promedio de edad oscila entre los 55 y 60 años, alguna vez se llamó Carlos L. Rocha, pero desde su llegada a Colima todos le apodaron el Capi, debido que en su juventud fue un tesonero estudiante de la Escuela Militar y logró obtener el grado de capitán segundo; título que sólo disfrutó por tres años, ya que fue descubierto consumiendo estupefacientes en el interior de la compañía militar a su mando, lo que le otorgó una ignominia total dentro del sistema. En su estancia en el ejército fue testigo de aquel sangriento 2 de octubre de 1968, en Tlatelolco, cuando al mando del General Hernández Toledo, detrás de un fusil al que infinidad de veces jaló el percutor sobre los jóvenes acaecidos esa noche y que en un acto de contrición, según sus propias palabras, les daba la razón a los estudiantes que hartos del turbio sarcasmo en las aulas y de la difusa idea del patrimonio nacional expresaban en sus mantas: “El ejército es para defender al pueblo no para agredirlo”; sabía que era en vano justificar su causa y orar por su error, pues ni así su conciencia descansaría tranquila.

De espíritu liberado, ciudadano del mundo moderno, el Capi con placer reseñaba a quien se le acercara y le invitara un “bolis” los hitos del México que se circunscribió en las torcidas calles de su pensamiento; anécdotas expresivas, llenas de melancolía, pero también de esperanza cargada de sueños y penas con la nostalgia de su vivir en los días y noches que por el camino recorrió. En su hablar denotaba más quimeras que razones, pero siempre tenía una historia que contar; un repertorio caótico y genial, forjado en el transcurso de una vida corta pero intensa.

Su cultura parte de una base más callejera que académica, más visceral que cerebral impregnada de un pesimismo relajado; no se andaba con acrobacias intelectuales a pesar de que conoció en las crujías de Lecumberri, cuando fue celador al filósofo Eli de Gortari, del cual aprendió que la historia sobrevive, gracias a aquellos que sólo viven de recuerdos. Nihilista de hueso colorado, cuya aspiración era llegar a hacer todo lo que un día criticó, jamás se preocupó por la muerte, pues era preocuparse de algo inevitable, a lo único que le temía era llegar a esa edad, cuando la visita atiende al anfitrión; estaba encantado de la vida que llevaba, pues le había caído muy bien, ya que a cada día le sacaba experiencias; era como las moscas le gustaba estar donde la podredumbre y la corrupción social prevalecen; a cualquier hora del día se le veía caminar esbozando su peculiar sonrisa que dejaba entrever el escorbuto de sus encías, así fuese de día o de noche, puesto que casi no dormía argumentando que se tienen mejores sueños despierto que dormido; situación que lo hacía un aborigen en la selva de concreto.

De su juventud no le gustaba hablar, sencillamente porque la juventud se trata de una etapa ciega e inocente cuando todo se da sin la esperanza de recibir y se procura mantener la obscenidad al mínimo. Con ojos lastimeros veía a los padres que critican el modo de actuar de sus retoños, sin comprender que las viejas directrices con las que ellos fueron educados y tratan de imponérselas, están caducando rápidamente debido a la constante evolución de las costumbres y valores sociales. Situación que propició el que nunca se casara, porque desde su perspectiva el matrimonio es el último reducto de violencia a que puede aspirar un niño, donde la mujer es para el marido, enfermera, menú y psicóloga, y como desahogo a sus prohibiciones sexuales dentro del matrimonio, este tiene que buscarse una amante.

Del amor aprendió más gracias a sus experiencias románticas, que leyendo un libro de Carlos Cuauhtémoc Sánchez, pues según él las personas creen que se conocen mucho más con el corazón que con la cabeza, cosa que es al revés; ya que un hombre enamorado puede recordar en la mujer amada un poema que nunca se aprendió, la canción que jamás escuchó y al sitio que nunca ha visitado. A sus cincuenta y tantos ya no le importan mucho las mujeres, a estas alturas salir con una significaría ser un viejo engañado. Con enorme beneplácito recordaba cuando en sus buenos tiempos, cada fin de semana se convertía en el sultán de las huilas, esas mujeres que sustituyen el corazón por la calculadora cotizando su piel como la de un animal en peligro de extinción y a la mercadotecnia la disfrazan de casualidad.

No le agradaba mucho conseguir empleo o mantenerse en uno por tiempo prolongado, ya que el dinero hace de las personas egoístas e interesadas por conseguir un ascenso donde obtener más billetes, al fin y al cabo somos lo mismo con dinero o sin el, y en materia de empleos nadie miente cuando dice que gana una fortuna, sino que la vida es para algunos un engaño; para solventar esta situación recomendaba: “El día que logres ser sincero contigo mismo, entonces podrás engañar a los demás sin que se den cuenta de ello”.

El mundo para él era un gran apetito gobernado por el caos, en donde los políticos se transforman en sastres que de todos los asuntos quieren tomar medidas y de la nada hacen un traje, sus discursos son en síntesis una sarta de maquiavélicas mentiras y ocultan su inseguridad bajo desplantes prepotentes, pedantes y arrogantes; de ahí su poca inclinación hacia la política, ya que hubiera detestado que los lambiscones le llamarán licenciado aunque ni a quinto de primaria haya llegado; además eso de los asuntos públicos y de las tendencias liberales hace que las personas vivan ofendidas por el resto de sus días.

Se mofaba de aquellos que se preocupan por encontrar vida inteligente en otro planeta, sin antes percatarse si en el propio la hay; de forma semejante discurría de los círculos de caridad social, donde sus agremiados se interesan más por conseguir una parcela en el cielo que por ayudar al vecino de enfrente, rentan los mandamientos según sus necesidades y casi siempre confunden el compartir con la caridad a pesar de que ambos conceptos implican un sentimiento distinto.

Así se la pasaba el Capi tardes enteras filosofando tan ilógicamente del acontecer diario de su existir, hasta que llegó una cirrosis hepática que le hizo mudarse del mundo material al sobrevivir del recuerdo.

La Carga del Nómada

Dedicado a la religiosidad de Claudia
y al bebé que se mece en se vientre.

Corría el año 30 de la era cristiana, por el desierto de Samaria va una figura taciturna caminando despacio, ataviada de un ropaje anacrónico y pálido por el polvo acumulado a lo largo de su andar; sus pasos no titubean en volver de donde partio. Atrás quedan un cúmulo de experiencias que dejaron cicatrices y heridas, las cuales busca sanar en otro lugar.

Este hombre de complexión fuerte y sana es el primogénito y único hijo de una pareja en la que la madre tuvo que sacrificar su vida por la de él; su padre lo crío entre el trabajo y el epicúreo vivir. En su mocedad por timidez nunca se atrevió a cortejar a las muchachas de su edad, en cambio era feliz declarando su amor a prostitutas en las que siempre intento encontrar inocencia y pureza a pesar de que continuamente le defraudaban.

Cierta ocasión habiéndose acomodado en un vergel a trabajar, parecía que la suerte estaba a su favor; pues por fin una mujerzuela cansada de la vida mundana había aceptado vivir con él. Dos años después la mujer dio a luz a una criatura que le lleno de orgullo; ya que su mayor anhelo era ser padre para poder ofrecer al retoño lo que el siempre careció; pero al cumplir el crío sus primeros doce meses de vida, en la celebración la hembra embriagada le confeso que el dueño de las tierras que él trabajaba era su amante y el niño que festejaban era el vástago de esa pasión clandestina.

El hombre exasperado por la felonía de su mujer desgarró sus ropas en señal de impotencia, pues no quería cometer un uxoricidio. En silencio lleno de humillación tomó lo necesario dispuesto a abandonar la tierra de sus padres; comenzando a vagar por toda la Palestina, dedicándose a trabajar para alimentarse el día que lograba encontrar empleo. Visitaba todos los burdeles y en todos ellos siempre terminaban por echarle a patadas, pues se había convertido en un misógino que se deleitaba diciendo improperios y maltratando a las rameras.

Así anduvo desde Cesarea de Filipo hasta Cesarea Marítima; cierto día un navegante del Río Jordán le comento en medio de una tremenda borrachera que en Jerusalén un prospero granjero solicitaba jornaleros; cansado de medio vivir esta vez sus pasos llevaban un propósito, iba decidido a cambiar de aire, y olvidándose de la resaca de la noche anterior se marchó rumbo al pueblo de Israel.

Al llegar a Jerusalén se topó con una procesión alebrestada que se abría paso entre la muchedumbre; lleno de curiosidad se fue introduciendo entre la multitud hasta contemplar de cerca aquel suceso. Se trataba de la conducción al suplicio de tres malhechores, dos de ellos decían contumerias y maldiciones al pueblo; el tercero era un tipo lánguido, un victimario de las circunstancias que había roto con el esquema del Mesías guerrillero, lo que indudablemente defraudo al pueblo; ya que las únicas armas con las que contaba eran las palabras que antagonizaron con las autoridades del lugar, los cuales le adjudicaron frases y blasfemias que él jamás dijo, únicamente acepto ser el Mesías ante una mujer de Samaria, de ahí en más sus obras hablaban por sí solas; en su predicar hablaba de amor al prójimo y de una revolución sin manos, es decir, de pensar y sentir.

El vagabundo con estupor veía como los látigos de los soldados encajaban sus filosas púas en la piel del hombre que sostenía una cruz de madera y portaba sobre la cabeza una corona de espinas que al caminar se replegaba en los maderos hundiendo las puntiagudas espinas en su frente, haciéndole brotar hilillos de sangre que les escurrían por el rostro. De pronto un centurión se le acerca, y cogiéndole del brazo le dice: "¡Eh tu harapiento, ayuda a este guiñapo, pues tal parece que no va a llegar a su destino con vida!".

El vagabundo asustado por la acritud del militar, se aproxima al hombre de la cruz ayudándole a levantarse. Una vez de pie el mártir, el vagabundo coge el extremo final del madero y alza la gravosa cruz, al mismo tiempo hace una comparación entre su vida y los momentos que este individuo esta pasando; reflexionando se dice: "Pensar que llegue a considerar mi vida como una carga pesada, la de este delincuente es terrible, pues además del martirio que los soldados le propinan, estos maderos están bien pesados; pobre hombre sus delitos deben ser enormes, ya que con este calvario hasta todos los presentes alcanzamos clemencia a través de él". El hombre de la corona de espinas le miro con ternura, como un gesto de agradecimiento y continuo con su marcha entre los sollozos de las mujeres y las injurias de los soldados; eso le dio ánimos al vagabundo para no cejar en su obligado apoyo.

Una vez llegado al escabroso Monte del Gólgota, el vagabundo dio por concluida su colaboración soltando la cruz y emprendiendo la fugaz huida internándose por el monte; mientras el ambiente adquiría un cariz tétrico, atrás quedaba el sujeto clavado en la cruz con un ladrón a cada lado. En su afán de escapar no se fija por donde va y accidentalmente embiste a un cuerpo que tambaleante cuelga de un árbol atado del cuello, lo que le atemoriza aun más y corre hasta caer y pierde el sentido al golpear su cabeza con una piedra.

Tres días de debatirse en fiebre, desvaríos y sudoraciones recupera el conocimiento sobre un mullido lecho, inmediatamente se incorpora preguntando dónde se encuentra, de pronto unas tibias manos lo retienen diciéndole que no se preocupe esta en un lugar seguro y entre gente buena. Poco a poco en su interior se van ordenando las ideas y más aun cuando descubre en sus roladas manos las ampollas ocasionadas por el grosor de la cruz; esto le remite al hombre de la corona de espinas, de pronto siente una profunda satisfacción por la labor que hizo a favor de ese tipo y su cuerpo se invade de una paz que le conforta y a la vez permite que piense con claridad lo que a partir de ese momento va a realizar con su vida.

El lugar donde se encontraba era una humilde choza morada por un anciano y su hija, que se dedicaban arduamente a labrar el huerto que les deba sustento. Al comprender la precaria situación económica que ambos pasaban, el vagabundo decide dejar la vida errante y se queda en Jerusalén a trabajar el huerto de la casa que le brindará asilo.

Al poco tiempo recupera la existencia perdida al enamorarse de la campesina y por fin encuentra la vida sedentaria que siempre quiso tener al casarse con ella, la cual en tres años le da dos hijos, y estos al crecer nietos hasta multiplicar la familia de aquel que todo lo había perdido y sus días habían sido inútiles, pero él nunca lo fue para el ser supremo creador de todas las cosas.

martes, 1 de abril de 2008

LIBERTAD DE CÁTEDRA… ¿INCONDICIONAL DE LA DOCENCIA?

La Libertad de cátedra corre el riesgo
de educar en una sola opinión.
En épocas de exámenes, uno como profesor se estresa demasiado; por un lado está la presión del alumnado por conocer sus resultados, por otro tenemos el aspecto administrativo de la institución que nos exige entregar a tiempo los concentrados de calificaciones, la cosa empeora si además le agregamos, que un docente para subsistir económicamente, tiene que impartir clase en cinco u ocho grupos, la situación crece de forma aritmética.

Como una especie de terapia, en los pasillos de la escuela entre compañeros docentes, intercambiamos experiencias para tratar de encontrar un analgésico a este hecho eminente. En una de esas charlas, cierto día un profesor me comentaba que para calificar sus pruebas recurría al apoyo de los estudiantes (ajenos al plantel evaluado y viceversa), para que le ayudarán en tal actividad, a fin de cuentas ni se conocían, por lo que se descartaba la posibilidad de ayuda mutua; otro me dijo que por la naturaleza de su asignatura, él simplemente les hacía ver una película, y mientras sus pupilos disfrutaban del séptimo arte, éste se dedicaba con ahínco a calificar sus pruebas; cuando a ambos les pregunte, qué sucedería si algún directivo les descubría en tan clandestina acción, sorprendentemente coincidieron en que apelarían a su derecho de libertad de cátedra.

No sé a ciencia cierta si existe una confusión acerca del concepto que en el ejercicio de la docencia implica la “libertad de cátedra”; si bien ha habido casos en los que a través de esta conquista en la enseñanza se justifican una serie de aberraciones como agotar a los discípulos con diapositivas, saturadas de información, pero escasas de formación; atiborrarlos de falacias, producto de nuestra ignorancia profesional; creer que libertad de cátedra es sinónimo de libertad de expresión: qué tal los improperios y el lenguaje obsceno en las clases o el proselitismo político, religioso y hasta deportivo, y lo que es peor abanderar idealismos inútiles y causas perdidas en pro del aprendizaje.

Habría que recordar que este concepto nace en el siglo XVII como una forma de desaparecer el dogmatismo que prevalecía en la enseñanza de las universidades europeas, pues en ese entonces la iglesia autorizaba a las instituciones educativas a transmitir la “verdad”, claro, la que a ellos convenía; y de no ser por ciertos estudiosos, eruditos y filósofos que cansados de tal represión optaron por difundir a través de la enseñanza formal el conocimiento científico, llevando así el verdadero saber a las aulas, esto me recuerda a la mitología griega de Prometeo y el fuego.

Cuando por fin este acierto en la práctica docente se mantuvo a flote, terminó desvirtuando su verdadera esencia; la enseñanza perdió lo catártico y se volvió algo personal, obvio y normal para quien la impartía. Fue como si a la educación le pusieran el piloto automático, con lo cual se disminuyera la autenticidad o peor aún la credibilidad de las asignaturas en los planes de estudio.

No hay que olvidar que para adquirir los criterios de la vida, casi siempre somos influenciados por otros, por ejemplo el que nació siendo pobre no puede pensar como rico, más si quiere serlo, porque precisamente ve en esa clase social otro modo de vida distinto al suyo, fruto de aspiraciones para muchos y nido de frustraciones para otros; además no puede ser cierto que se conjuguen al mismo tiempo dos criterios o modos de entender las cosas, lo obvio es que se excluyan y sean contradictorias entre si, y si llegan a converger en algún punto, precisamente es ahí donde finca sus bases el conocimiento; entonces la disyuntiva es: un objeto es blanco o amarillo, otra cosa es que parezca blanco o amarillo, así debiera de ser la enseñanza bajo el auspicio de la libertad de cátedra.

Las clases siguen igual a pesar de la libertad de cátedra, un individuo de pie hablando frente a “niños y niñas” que van desde los ocho hasta casi los cuarenta años de edad, por más de una hora, esta actividad por el mérito que le brinda la docencia, le confiere el derecho a ser un profesional confiable y la batuta del orden, disciplina y cierta credibilidad dentro del aula; en cuanto al dominio de una asignatura a pesar de que sus credenciales, pude o no tener relación alguna con el perfil de la materia académica que imparte, considero que esto empobrece más aun el sistema educativo.

¿Qué no es en las aulas donde se brinda la posibilidad de fomentar la creatividad de pensamiento, de sumarse a la búsqueda de alternativas nuevas de conocimiento? Es decir, formar ciudadanos con personalidad autónoma, no autómatas o robots que repitan como loros lo que les dicta el que “sabe”.

El principio fundamental de la libertad de cátedra radica en tres dimensiones, la legal que es respaldada por la institución, en donde se resguardan las técnicas de enseñanza; la educativa –creo es la más importante de las tres- donde manifestó su génesis; y la filosófica que conjuga la reflexión y el análisis que se debe de fomentar en los alumnos, para con ello gestar su aspecto crítico.

La libertad de cátedra es un derecho que salvaguarda nuestra Constitución para beneficio de la praxis docente, que se haya confundido con libertad de impartir clases es otra cosa, pues está legislado en materia educativa los contenidos que en ellas deben de abordarse, en lugar de jugar al ventrílocuo con los contenidos programáticos, hacerles decir lo que el docente cree o conviene, y así, mantener al rebaño perplejo. ¿Cómo una persona puede vivir tranquila a sabiendas que lo que enseña tal vez ni sea lo correcto?

Lo que significa entonces que la metodología del profesor debe adecuarse a los valores constitucionales, y lo mas importante respetar la dignidad del estudiantado. La dicotomía consiste en decidir entre lo que es correcto para enseñar y lo que es fácil para mí como profesor; o queremos que nuestros alumnos nos digan “mi libertad de aprender empieza, donde termina tu libertad de cátedra”.

Mutación de la palabra

Como en toda relación social es común expresarse políticamente correcto, más al realizar tal actividad lingüística muchas veces cometemos diversos errores, y lo más desafortunado es que éstos con el paso del tiempo se hacen tan comunes que se oficializan como formas de expresión propias de un idioma, por ejemplo al referirnos a los ancianos les llamamos "adultos mayores", ¿Acaso existen adultos menores? A las personas con alguna discapacidad física les decimos "personas con capacidades diferentes", ¿Entonces los demás seres humanos poseemos las mismas capacidades? Ellos en convención internacional en el año 2006 acordaron ser llamados “personas con discapacidad”, no discapacitados ni minusválidos o peor aún plusválidos. A los nativos de la India les llamamos incorrectamente Hindúes, pues el hinduismo es su organización socioreligiosa, entonces ellos son en realidad Indios, pero como este término en nuestro país se utiliza para nombrar al sujeto autóctono de algún grupo étnico o para llamar de forma despectiva a alguien que se considera inferior, mejor lo decoramos lingüísticamente con el concepto anterior, a sabiendas o tal vez a ignorancia del error, pues además nuestros grupos étnicos no son indios ni tópiles, son indígenas, y al comunicarse lo hacen a través de una lengua distinta, no un dialecto como por ahí se dice; a las mujeres que se dedican al oficio de limpiar las casas, no son ni gatas, ni chachas, ni sirvientas, son “trabajadoras o empleadas del hogar”, hace dos años eran oficialmente llamadas empleadas domésticas, pero como este título era algo peyorativo, se optó por llamarles de esta forma.

De igual forma frases mal empleadas con el transcurrir de los años se van convirtiendo en sinónimos; por citar algunas de ellas; a la bragueta o abertura del pantalón se le llama "manera" y esta palabra también se utiliza para referirse al porte y modales de una persona; de igual forma el concepto de "pena" adquiere diversas acepciones entre las que se cuentan la que hace alusión al dolor, tormento o sentimiento corporal y por otro lado está la que denota en sentido figurado la vergüenza que una persona experimenta al ver u oír algunas situaciones embarazosas. Qué tal cuando queremos denotar el deseo de que suceda algo, y decimos “ojalá y dios quiera”, al pronunciar estas frases estamos cometiendo un pleonasmo, pues ojalá es la castellanización del término árabe law šá lláh, que significa “si Dios quiere”.

Una de las palabras que con el correr de los años ha cambiado casi en su totalidad el significado es ¡Hola!, pues de ser una expresión que en épocas pasadas denotaba sentimientos de desagrado al referirse a personas inferiores, en la actualidad es una salutación familiar. Como prueba de ello encontré que en dos Biblias publicadas durante la década de los años cincuenta dentro de los evangelios de San Mateo (Capítulo XXVII, versículo 40) y San Marcos (Capítulo XV, versículo 29), es citada esta palabra como uno de los insultos e improperios que los jefes de los sacerdotes y los maestros de la ley le decían a Jesús cuando éste se encontraba clavado en la cruz.

De acuerdo a su origen etimológico ¡Hola! se deriva de la interjección griega ´Ovaí que vulgata se traduce Vah y al castellanizarse se refiere a la expresión de alguien que detesta una persona o cosa; con la vulgarización de esta palabra como saludo el Vaticano decidió omitirla de las Biblias modernas, razón por la cual ya no es posible encontrarla.

Entonces mi estimado lector cuando vaya hablar en público siga el sabio consejo del cantautor español Joaquín Sabina "diga lo que piensa, pensando antes lo que va a decir" o calle para siempre si tiene alguna duda, pues más vale declararse incompetente en materia del lenguaje que aparentar ser un erudita de tianguis.

Menudencias de la escritura

Cierto día revisando tareas estudiantiles de la licenciatura, encontré la sorpresa de que algunas palabras en su coloquial forma de redactar ya habían cambiado, por citar algunas el pronombre “que” fue sustituido por las letras “Ke” otra muy común fue la confusión del adverbio “ahí” con “hay” entre otros. Esto me remitió recordar que una vez aplicando el corrector ortográfico del correo electrónico de Yahoo¡ sugirió cambiar la palabra México por “Méjico”, incluso al utilizar el corrector del programa Word, sucedía lo mismo; intrigado busqué y encontré que en la mayoría de los países centroamericanos así lo escriben e incluso lo enseñan en las escuelas de esa manera. De igual forma me enteré que el origen de la palabra Jalisco era Xalisco al igual como de Jalapa era Xalapa; la respuesta a esta intriga se encuentra en la fonética de los términos, pues años atrás al tratar de poner orden en esto, los españoles decidieron hacer una distinción entre sonidos y letras, suponiendo que de acuerdo a su fonética la palabra debería escribirse, razón por la cual es común en nuestros días encontrar que la jota sustituye a la equis.

Varios siglos adelante, para ser exacto en la nueva versión del diccionario electrónico de la Real Academia de la Lengua Española se hace la aclaración de que lo correcto es el regionalismo de la palabra, es decir, que por ser mexicana la frase se debe de escribir con equis y no con jota, además de que se debe de pronunciar con sonido de jota; entonces Texas no debe decirse téksas ni tampoco Oakzaca al referirnos a Oaxaca.

A raíz de esta aclaración puede generarse otro tipo de confusión, por ejemplo si a algún compatriota se le ocurriera redactar el nombre del país Argentina con “jota”, o sea, “Arjentina” aludiendo a su favor que “jitomate” y “gitano” se escriben con letra distinta pero se pronuncian igual, a esta acción se le clasificaría como un rotundo error; hay que recordar que gitano es la contracción de “Egiptano” grupo nómada que provenían de Egipto y a pesar de su deambular por distintas regiones conservaban sus rasgos culturales propios; y jitomate, pues es el fruto propio de tomatera y por lo tanto se le puede llamar también como tomate, más el origen de la palabra se remonta al náhuatl xictli que significa ombligo, y tomatl, que hace alusión a tomate.

Por otro lado existen sinónimos que gracias a su origen es como se puede explicar su autenticidad, tal es el caso de “tiza” y “gis”, por un lado en nuestro país es común llamarle gis al clarión (crayón) o cilindro diseñado en yeso mate y greda, que se utiliza como lápiz para escribir en las superficies planas que algunas aulas tienen para el desarrollo de la labor escolar, de forma exacta esta frase tiene su origen en el vocablo latín gypsum que alude al yeso, por su parte los catalanes a este utensilio le llaman guix. Tiza es común en tierras de la madre patria para referirse al mismo instrumento, pero su etimología finca raíz en el náhuatl tizatl, curiosamente en Tlaxcala existe un municipio de nombre Tizatlán que significa “lugar de Tizatl”.

Ya que cito la palabra náhuatl, considero necesario aclarar que en el argot del diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, le llaman también “nahua”, y para ellos es correcto aludir a través de esas dos acepciones a la lengua hablada por los indígenas mexicanos. De igual forma si escribe bikini o biquini lo está haciendo bien, también si al redactar la frase tanga la enuncia con los artículos “la” o “el” esta incurriendo en un acierto, pues pesar de que esta prenda se cree de origen femenino, no lo es, de acuerdo a los historiadores los primeros en usarlos fueron los hombre y posteriormente pasó a uso del género femenino, más esto no signifique exclusividad de uso.

Entonces por qué escandalizarnos de la ortografía de los jóvenes en la actualidad, a lo mejor en un futuro no muy lejano, sus letras pasen a formar parte de la oficialidad y quienes estemos caducos seamos los adultos que hoy hacemos la mimesis de profesor.

Literatura de ficción

Los hombres nacen ignorantes, no estúpidos;
la estupidez es el resultado de la educación.
Bertrand Russell
El pasado fin de semana mi sobrino que estudia el cuarto semestre de bachillerato desesperado me dijo que la profesora de literatura le había dejado hacer un resumen del libro “La Metamorfosis” de Edgar Allan Poe, y como en Internet es fácil encontrar sinopsis de cualquier obra, pues se dio a la tarea de buscarlo, y hasta el momento sólo encontró en google.com, 401,000 páginas en español que hacían mención del autor y 290,000 que versaban sobre el título de la obra, pero que se la atribuían a un tal Franz Kafka.

Intrigado me dijo que si no se trataba de un seudónimo, y como ustedes saben, en efecto Kafka es el autor de la “Metamorfosis”; y bueno Poe, pues es autor de otros textos clásicos de misterio y suspenso recomendables. Cómo extraño la sadodidáctica de una docente que conocí y que el tiempo la alcanzó antes de tiempo, pues la jubilaron y dejó de obligar a las nuevas generaciones de estudiantes a leer literatura clásica, práctica con la cual enriquecían su capital cultural y menguaba lo absurdo de su lenguaje.

Esta forma de proceder de la profesora de mi sobrino me recordó la vulgarizada cita “textual” del Quijote que algunos utilizan como mecanismo de defensa a su actuar y con la cual intentan ufanamente de demostrar ser ávidos lectores: Ladran Sancho, señal que cabalgamos, hágame usted el favor, tal cita ni existe en la obra cumbre de Cervantes, como una vez dijo un amigo experto en este libro, “El Quijote es muy citado, más no leído”. Existe el mito de que esa frase fue sustraída del guión cinematográfico de un proyecto de Orson Welles sobre la novela del Quijote (Quixote, en su lengua natural), la cual nunca vio su materialización, más esto no signifique que sea oficial y que cualquiera que presuma de erudición la pueda decir como un cumplido de sabiduría.

Y que decir del “Elemental, mi querido Watson” (Elementary, my dear Watson), frase que nunca puso en labios de Sherlock Holmes, sir Arthur Conan Doyle; más bien fue el séptimo arte quien la dio a conocer a través de los filmes de Basil Rathbone, los cuales no precisamente se basaban en las obras de éste escritor escocés, sino más bien en los guiones que de ellos se hacían, claro está que ahí entraba la subjetividad e inspiración de quienes los elaboraban.

Esta frase algunos se la atribuye también al cuento “El hombre encorvado” sustraído de la colección “Las memorias de Sherlock Holmes”, pues según dicen, las expresiones “mi querido Watson” y “elemental” son redactados en párrafos sucesivos; si a esto se le agrega que la traducción al castellano de la palabra elemental aplica de forma correcta a lógico, pues el argot anglo elementary se relaciona más con tal significado, lo que entonces nos da como resultado otro embuste más de nuestro nutrido lenguaje coloquial.

Quién no ha sucumbido ante el romance de Romeo y Julieta, y lo que resulta sorprendente es saber que este relato no fue escrito por William Shakespeare, sino por Luigi da Porto de Vicenza, varios años antes de que él la hiciera obra teatral; por cierto este texto es muy semejante al argumento expuesto por Fernando de Rojas en “La Celestina”. Imagine amigo lector a un profesor de literatura exigiendo a sus alumnos revisar los capítulos de la comedia El sueño de una noche de verano (A Midsummer Night's Dream), a sabiendas de que Shakespeare nunca dividió sus obras en capítulos sino en actos, no hay que olvidar que antes de pensar en hacer libros, Shakespeare se interesaba en producir obras para los teatros.

Entonces que autoridad le concede la venia a un docente de exhibir sus dotes de ignorancia, al expresarse ante sus pupilos con agravios verbales, peor aún solicitar trabajos que confundan la floreciente intelectualidad de los alumnos; tal vez una posible respuesta se encuentre en la perplejidad de los discípulos al escuchar sus sentencias, pues seguimos dictándoles, ordenándoles y solicitándoles a ellos lo que consideramos deben de aprender, saber y a veces hasta pensar, como si se tratarán de los principios que hace el emperador a sus lacayos.

La escuela no debe de ser un espacio baladí, sino por el contrario debe de ser un recinto en donde se fomente la ascesis con el propósito de evitar todo tipo de diatriba que perjudique a los seres humanos.

Imaginación y comprensión

Si lo puedes imaginar lo puedes lograr,
si lo puedes imaginar lo puedes crear.
Albert Einstein

En últimas fechas he visto actitudes de los estudiantes bastantes desafortunadas al presentar sus exámenes, y no precisamente hago alusión al hacer trampa para responderlos, pues tal actividad ya forma parte inherente de su labor estudiantil, a lo que me refiero esta vez es que simplemente ellos no tienen capacidad imaginativa para interpolar las preguntas de acuerdo a la complejidad de la asignatura y su propia experiencia; aunque uno se quiera desmarcar diciendo al fin y al cabo no son mis hijos, la verdad que como educadores nos compete tal situación. Resulta, que cierto día haciendo sinodalía en el examen de Química I, noté que a los alumnos les imponía cierto grado de dificultad una de las preguntas la cual consistía en que éstos respondieran cuáles eran los cuatro elementos que dieron origen a la materia desde el punto de vista filosófico; y, ¿Qué creen? Pues no sabían cuáles eran tales elementos, de verdad con ese reactivo invirtieron un cuarto del tiempo que implicaba sustentar la prueba; pasaba la hora y nada, se les miraba desesperados, angustiados, hasta que uno se puso de pie y lo entregó satisfecho diciendo de forma ufana: “¡Neta que sí sirve ver caricaturas!” Los demás alumnos le vieron alejarse con un dejo de admiración y aflojaron sus hombros en actitud de derrota.

En esa misma semana a 48 horas de habérseles aplicado el examen ya citado, una pregunta semejante se les volvió a plantear, esta vez la materia era Historia de México I, y versaba de la siguiente manera: “A parte del aire los Chichimecas descubrieron tres elementos terrestre más que les permitió adoptar la agricultura como sustento de vida y convertirse así en sedentarios”; de nueva cuenta esta pregunta los ponía a dudar de su capacidad intelectual. ¿Cómo es posible que en un mismo grupo las dos preguntas que en sí se asemejan, no hayan podido ser respondidas?

La respuesta según mi rancia formación pedagógica, es que estos individuos carecen de esa capacidad para integrar nuevas ideas con las ya existentes en su cerebro conocida como imaginación. ¡Acaso es tan difícil representar idealmente algo que se está leyendo, inventar o formular nuevas ideas a partir de su contacto con el medio que les rodea!
El rol que desempeña la imaginación en nuestro cerebro es el de representar la gama de experiencias que la persona va acumulando a través de su contacto con el medio ambiente, estas representaciones implican desde el mismo aspecto visual, auditivo y algunas veces hasta el tacto y el olfato, quien no imagina la caricia de un ser querido, el olor a la comida de mamá; además el ejercicio de ésta, permite volver a vivir los hechos del pasado, del presente y hasta del futuro ideal de los sujetos.
Ahora usted me va alegar a favor de los jóvenes que apenas están adoleciendo y así cómo quiero que tengan experiencia para fomento de su imaginación, espéreme un momento, que acaso ellos no saben más de medios tecnológicos que nosotros, no están inmersos en la multimedia casi desde que nacieron; en la actualidad son los principales consumidores de Internet, MP3, memorias USB y por supuesto videojuegos (puerta de entrada a la cultura informática por excelencia), eso debiera favorecerles en el incremento de tal capacidad. Parece ser que la cultura de la simulación que implican los juegos de video –hago alusión a este medio, porque en un solo soporte se conjugan diversas dimensiones simbólicas: música, imágenes y diálogos- en lugar de apoyarles en su desarrollo les ha ameritado un salto hacia atrás darwiniano; para que pensar en todo lo que implica la solución de un videojuego, si ya saben que esta programado por alguien y que tarde o temprano otro medio de comunicación les dirá como llegar a ella.
Si a eso le agregamos que las actuales generaciones casi no tienen esa capacidad de asombro que otras han poseído; esto complica aún más el hecho de carecer del recurso imaginativo, pues si no hay asombro, lamentablemente no existe interés por lo nuevo, su funcionamiento o constitución, y por ende nada que alimente la imaginación. Cierto día les dije a un grupo de discípulos, ¡Miren una iguana con alas! todos se rieron e hicieron mofa de mi expresión, pero nadie volteo a los ventanales de las aulas para comprobar si era cierta tal afirmación. Entonces los medios tecnológicos serán los culpables de que el ser humano se vaya autoexiliando de su entorno y no le permita visualizar otro espacio más que el de un teléfono celular o el monitor de una computadora conectada a internet.
De ser cierto esta hipótesis, como imaginar a un gran líder sin empuje, ni visión y menos aún sin creatividad, porque carece de este importante elemento, la imaginación; ver el cielo por las noches y no aceptar la ilusión de que existe vida en otros planetas. Indudablemente la imaginación es una cualidad humana, y gracias a ella hemos creado un sinnúmero de artículos que nos han facilitado la vida y otros que nos han dañado, deducir respuestas a las tantas preguntas de la vida y del quehacer académico. Como profesores debemos de tener la firme intención de implementar en los planes de clase ejercicios que logren la conexión entre mente y cuerpo, desconectarlos por un momento de los cibermedios. Por lo pronto habría que preguntarles a los estudiantes si han tenido la idea de que el pez no sabe que existe el agua. Si obtiene un silencio como respuesta, lo esta logrando, pero si echan bulla o se burlan de usted, pues lamentablemente hasta el momento no ha servido de nada tantos ejemplos en las clases.