jueves, 24 de agosto de 2017

Eclipsados

A la luz del siglo veintiuno es increíble que un fenómeno natural como lo es el eclipse de sol, que debiera ocasionar revuelo e interés científico, haga que algunos regresen al oscurantismo medieval y empiecen a inventar cada cosa, lo peor es que les estamos legando a las generaciones actuales tales prejuicios. De entrada tenemos a la ñora esa que a través de Facebook, hacia la solicitud al Museo Perot de la Naturaleza y la Ciencia, en Dallas para que se cambiara la fecha, pues los chamacos regresan a clases el día 21, o sea, como si se pudiera programar.

¿Aún continuamos asustándonos como nuestros antepasados de que el Astro Rey desaparezca en pleno mediodía? Tal parece que sí, ahí está la absurda idea de que las embarazadas corren el riesgo de que sus vástagos nazcan con manchas en la piel o deformaciones, igual también se ha llegado a decir que los eclipses adelantan los partos y quienes nacen a consecuencia de ello no desarrollaran la misma inteligencia que los demás. Pero como semos expertos en remedios, ahí están los listones rojos, alfileres y llaves que contrarrestarán esos supuestos efectos, pero si no cuenta con tales talismanes, pos… simplemente la futura mamá durante el fenómeno se debe de ubicar en sitios del hogar donde no alcancen a llegar los rayos solares, ¡hágame usted favor!

Mediante mensajes de WhatsApp, varios contactos describían el efecto lupa, infundiendo temor bajo el argumento de que al instante en que la luna cubre al sol, los destellos se intensifican, generando radiaciones, la cual llega a afectar tanto a seres humanos como a las mascotas si se encuentran a la intemperie, razón por la cual recomendaban permanecer a la sombra durante la aparición del citado acontecimiento. Otro más patético, fue una advertencia atribuida a la NASA, donde se sugería apagar el celular y más aparatos eléctricos desde las 12:30 a.m. a 3:30 a.m., para evitar la transmisión de radiaciones que emanarían como preámbulo al eclipse, lo más ridículo de ello fue esa gente que se los creyó, quedando como unos ilustres ignorantes.

Ahhhhh, para nosotros quienes rebasamos algunos kilos de más en nuestros cuerpecitos, por ahí alguien escribió que la NASA aseguró que durante el desarrollo del fenómeno, seriamos 0.77 kilogramos más livianos, o sea, gracias a la fuerza que ejercen en esos momentos el Sol, la Luna y la Tierra sobre alguien que pesa ochenta kilitos, pesara algunos gramos menos, ¡hasta que se nos hizo justicia! Tómala pinche nutriólogo, mira y sin dejar de comer eso que deja transparentes las servilletas de papel.

Quien firma lo que escribe, ha sido testigo de los eclipses totales del 7 de marzo de 1970, 12 de octubre de 1977 y del 11 de julio de 1991, en todos ellos mitos y prejuicios han persistido, pero solamente este del 21, fue el que eclipso a nuestros infantes con el inicio de clases, cuando volvieron a madrugar después de un domingo de diversión, regresando de copilotos cual conductores de la saga fílmica The Fast and the Furious, sobre el kamikaze tráfico, hecho que sin querer, fomento esa mitología de que un eclipse es un signo de mala suerte.

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