jueves, 29 de junio de 2023

Barrenando la profesión.


A los 24 años, parece que fue antier, el Rey Gaspar se puso de buenas conmigo y con su caritativa fortuna logré alcanzar la estrella del egreso, es decir, por fin pude concluir el bachillerato, esa hermosa cárcel sin puertas que cuando te saca el profe es libertad bajo palabra; perdido en el laberinto del Minotauro de la disonancia vocacional, llegué a una facultad donde recibían a los rechazados de otras carreras, irónicamente tiempo después, en voz de los propios docentes que en ella impartían su sabiduría, supe que ese plan de estudios que curse, fue planeado en un antro, entre meretrices y alcohol adulterado se crearon 9 semestres en los que colgué mis primaveras.

Cursando una carrera de cantos de ninfas que era una mixtura entre psicología, manualidades y filosofía, el nombre de pedagogo era tan irreconocible como quienes estudiaban para serlo profesionalmente, sumados a los prejuicios que normalistas tenían sobre aquellos Ayos, personajes de la Grecia antigua encargados en las casas principales de custodiar niños o jóvenes y de cuidar de su crianza y educación, si a ello le sumamos el fastidioso Educere -también exducere– cuyo significado era extraer de dentro hacia fuera e implica incitar y guiar al discente o alumno hacia su realización, ambos conceptos que tuve que memorizar a tal grado que hoy los recitó como loro que “habla” y sin saber quién soy en el mercado laboral.

Durante mi estancia en ese recinto escolar, empecé a leer libros, primero de forma obligada, después me hice adicto a ellos, incluso a escribir más de lo que leo, mientras aquel gordo con 2 dedos de frente ensimismado que era yo, sacaba una profesión que no sabía ni pa’ qué era útil en una ciudad de Las Palmeras. Es más, creo que ni Colima se sentía aludido de que yo en un 1997 egresaba, la ciudad seguía en lo suyo, sin importarle un carajo mi existencia. Y la muy ojete, en lugar de consolarme con mentiras más o menos piadosas, me exigía cruelmente ejercer, y encontré en la docencia una justificación. Irónicamente cada 15 de mayo que me felicitan por una profesión que le birlé a Alí Babá en un descuido al muy torpe, pues quienes ostentan mi licenciatura no estamos ni siquiera preparados para impartir clases, me burlo de la presteza que le da la razón al fracaso.

Los 26 de junio en que el calendario de la beatitud dicta celebrar el Día de El Pedagogo, pues a parte de la flojera que me da, experimento un gusto que después de cierto titipuchal de años se les reconoce socialmente, sin saber qué es lo que hacen profesionalmente, lo que trae a mi memoria miope, ese noble y terco empeño de mis profesoras y profesores de la facultá en insistir en que “Juan Amos Comenio” (Jan Amos Komenský), ese visionario que se inventó la educación moderna hace 400 años,  Johann Heinrich Pestalozzi, tesonero luchador contra la educación tradicional y necio en crear una educación integral del alumnado, así como Johann Friedrich Herbart, quien discurría en que la educación moral y la intelectual iban de la mano, no eran considerados como pedagogos, pero al paso del tiempo como a los actuales pedagogos les dio la razón.

jueves, 22 de junio de 2023

Acreedor desacreditado.


Un amigo que cuenta con la concesión de taxi -por cierto, no es la fábrica de billetes como muchos piensan-, un día cuya fecha no citaré, se encontraba bien agüitado, pues el incansable y valedor Tsuru modelo 2007, que circulaba para sustento del pan de sus hijas, de acuerdo con las autoridades ya no debía de ruletear- ¡no manches! Esa frase ya es bien arcaica como el coche de mi amigo-, por lo que tuvo que romper “El Cochinito” e ir a la agencia a comprarse un modelo nuevo, debido a la urgencia de no parar de trabajar, iba decidido a comprarlo de contado, pues para nada que quería acumular una deuda, así como ahorrar en bochornosos trámites y las fastidiosas mensualidades, pero los ingratos de la agencia le dijeron que si lo adquiría en abonos era más rápido que se lo entregaran a diferencia del contado, además, como están las cosas en la actualidad no querían arriesgarse con la compra-venta al contado, ¡ve tú a saber a quién le están vendiendo!

Híjole, después de escucharle, como que me sentí identificado, digo, no es que a uno la nube negra lo persigue, pero, no están ustedes pa’ saberlo ni yo pa’ contárselo, más… resulta que el pasado fin de semana encontrándome en uno de esos grandes almacenes cuyo eslogan es que “va con tú estilo”, al pasar por un aparador cierto reloj bonito y coquetón me hipnotizó, bajo el influjo de tal poder, hipotequé mi perfil regiomontano para comprármelo, de pronto experimento ciertas molestas cosquillas en el hemisferio izquierdo del cerebro, es cuando decido utilizar la tarjeta del almacén, no sin antes preguntarle a la empleada a cuántos meses sería la compra. La respuesta de la chica me resulta favorable, cuando la pasa por la caja registradora, ella me sugiere ir a Atención al Cliente, para que la autoricen, pues como tenía desde antes de la pandemia que no compraba nada, pueque eso evitaba que no se efectuara la transición.

Después de esperar casi media hora, en una fila de 2 personas, el responsable de atención al cliente salió con el cuento de que como ya tenía un titipuchal de tiempo de no haber comprado nada a crédito, pues la empresa me había dado de baja, lo que significaba volver a realizar los tramites de solicitud de uno nuevo, o sea, conseguir 2 personas como aval, que no vivan en mi casa -¡ni modo Toncho, por ser mi mascota y habitar el mismo hogar quedas descartado-, verificar que no forme parte del Buró de Crédito, fotostática de la credencial del INE, evidenciar que el domicilio en donde radico es propio o rentado, datos oficiales de mi actual empleo, ¡ay no! Doblo petate, creo que mejor ni quiero el reloj.

jueves, 15 de junio de 2023

Te quiero.

 

El cantautor José Luis Perales dice en una de sus canciones que su forma de amar es como la Tierra quiere al Sol, por su parte los Hombres G, además de expresar sus sentimientos hacia el ser amado en esa repetitiva canción en la que aseguran querer, pues sus pensamientos siempre están en la persona por la cual solo viven y respiran, mientras que nuestro Príncipe de la Canción se la rifa cantando aquella rolita en donde Ana Magdalena y Manuel Alejandro realizan una taxonomía entre lo que es el amar y el querer, pero, a pesar de haber crecido escuchando tanta alegoría a través de canciones, aun nos cuesta mucha dificultad decir “te quiero”, esas chulísimas frases, que son importantísimas, pero que, por el jodido miedo a parecer vulnerables frente a las personas amadas, preferimos no expresarlas, nos las guardamos para las mascotas -¡Puaj! No inventes, hay quienes hasta les dan besos en sus hocicos, digo, tanto perros como gatos continuamente dan lengüetazos a sus genitales-, es más, hasta hay un emoji de un corazón verde para disfrazar ese rojo pasional.

Tachamos de empalagoso a quienes no tienen ni tantito prejuicio en demostrar su cariño, cayendo en la estúpida idea de llamarles la atención, incluso de forma negativa y con desdeño pa´que no lo vuelvan a hacer, incluso hasta a nuestros progenitores ni les hemos dicho lo mucho que los queremos, ¡por favor hay que ser más cariñosos! Aprovechen el tiempo que tenemos de vida, que la neta es muy corto. 

Quien firma lo que escribe, está agradecido con El Creador que le hizo aprovechar tener a su madre en casa, concientizándose de que a su edad lo único que ella merecía eran apapachos, compartir películas, escuchar canciones desde David Záizar hasta los Red Hot Chili Peppers, decirle cuanto la quería, no como José Luis Perales, ni como los Hombres G, pero si lo humanamente posible.  

“Te quiero”, dos palabras que nos recuerdan que somos humanos y que lo que nos une es el amor -no le aunque, que un tal Joaquín Sabina diga que el amor fue un pretexto inventado por los franceses para justificar el copular- que estamos viviendo, a pesar de esos momentos aciagos y ojetes que nos factura el convivir con los demás, ahora que nos inventamos fronteras ideológicas con tal de que nadie se nos acerque, y cada vez que eso sucede nos atrincheramos, naaaaa, déjese de… al fin cuentas todos estamos en el mismo equipo que es el de las personas, utilicemos la comunicación, esto no quiere decir que se clave al celular y empiece a enviar por el WhatsApp mensajitos, noooo, eso es muy pinche egoísta, me refiero a encontrar un punto en el que podamos vivir juntos sin odiarnos, y, sí aun conserva a su mamá y papá, abrácelos diciéndoles cuanto les quiere, pues ya que no estén, ni con un médium ni la ouija podrá contactarles.

jueves, 8 de junio de 2023

¿Qué hay en un nombre?



Así como apodan a nuestra ciudad, también en la Biblia se describió a la ciudad con la muralla protectora más antigua de Palestina, Jericó, “Ciudad de las Palmeras”, imagino que por las que daban dátiles; mientras que en Perú, en el distrito de San Martín a Tarapoto, también la conocen como “Ciudad de las Palmeras”, por cierto, allá a la hoja de la palmera le dicen palma y acá, les llamamos palapas, mientras que para los habitantes de Filipinas, las palapas son viviendas muy cerca de las playas donde las personas suelen dormir, y en mí chante, la abuela a las construcciones de techo hechos con hojas de palmas le decía caedizo o caidizo

Desde su fundación en 1523 por mandato de Hernán Cortés y hasta la fecha, los aborígenes de acá tenemos montañas, colinas de pasto sintético, contamos con volcanes prestados, ríos con aguas que nunca son las mismas, a pesar de que el nombre de nuestra ciudad significa “lugar donde tuerce el agua” o “lugar donde hace recodo el río”, presumimos de un mar azul rentado al Océano Pacífico, además del Tlatoani de roca en donde los hinchas van a celebrar con alegría etílica las hazañas de sus equipos, hay estrechas banquetas, calles empedradas con caries, jardines que se llaman Libertad, Núñez, Guadalajarita y San Pancho, enormes camellones que oxigenan a esa Ciudad de las Palmeras, cuya curiosa denominación, quizá nunca sabremos quién se la dio -si usté lo sabe, mándame un WhatsApp-, ciudad renuente a la modernización, más amante de la naturaleza que al know-how.

El simple hecho de existir es resistir, y eso es lo que nuestra Piedra Lisa ha realizado en los últimos 100 años, un monolito que no sabemos cómo cayó hasta acá, haciendo del lugar en donde se ubica algo único en su género, cuyo brillo encandiló tanto al último juglar del Siglo XX, Juan José Arreola, quien cuestionó si alguien sabía la cantidad exacta de nalgas que al resbalarse sobre ella la pulieron cual espejo. Admirada por unos, rechazada por otros, la Figura Obscena obra del escultor José Luis Cuevas, que representa a una efigie humana postrada en 3 patas y levantando la cuarta en actitud de marcar territorio, cual irónico augurio de su nómada ambulantaje. En el jardín de Guadalajarita, se encuentra “La Madre”, un monumento que inspira sentimientos encontrados dependiendo de la fecha en el calendario, existe un Panteón de los Gringos y otro pa’ los rodillones, pata rajada de aquí.

Con más de 157,048 habitantes y contando los que se acumulen después de aquellas noches en que no hay nada bueno por ver en las plataformas streaming, y si a ello le agregamos una temperatura cálida toooodo el veraniego año, abundan festejos tradicionales y uno que otro de reciente creación, quienes vivimos aquí, sabemos que a pesar de que nos hemos acabado sus palmeras, la existencia de un tránsito kamikaze, el escandaloso ruido y la basura, esta ciudad es nuestra casa, aunque la sigamos pagando, aunque la amemos y odiemos a la vez.

jueves, 1 de junio de 2023

¡Quema mucho El Sol!


¿Qué onda con la primavera? La muy canija anda
 con tocho morocho en la Ciudad de las Palmeras borrachas de tanto Sol, y creo que el teacher Agustín Lara como siempre tiene la razón; el Astro Rey trae unos calorones que ni chance nos dan a los aborígenes de esta selva de concreto de espabilarnos tantito, pa´l agüite, después del 21 de junio llega el verano, y de a pilón, Tláloc, como que se ha encaprichado con nuestra ciudad y tan solo ha liberado chisguetes, en lugar de un torrencial aguacero que mengue las infernales temperaturas, ya nos lo advertía en 1989 el grupo de hip-hop Caló en su canción El Planeta: “No debes usar aerosol, porque sin ozono nos vamos a quedar, y solamente tú te vas a acordar de cuando a la playa te ibas a asolear”, pero a los ingratos grupos de Glam Rock de los 80’s junto con los holocaustos de zancudos les valió Wilson.

En las últimas semanas, para quienes no contamos en casa con aire acondicionado, este calorcito nos obliga realizar constantes visitas a las tiendas departamentales sin comprar nada, únicamente por tener de perdis unas cuantas horas de frescura, mientras los desodorantes, chescos helados, ventiladores y bañadas han superado récord de uso, por cierto, el agua de la regadera a veces da la impresión de que proviene de géiseres, ¡no manches! Está para pelar pollos -3, 2, 1… PETA, censura esta frase-, gente que en sus hogares opta por andar en paños menores, vecinos voyeristas que los llegan a clasificar de indecentes, vendedores de tejuino, raspado y tuba, hacen su agosto en ventas, debido a que los colimenses con tal de evitar los golpes de calor -y acá hasta un knockout pueque te dé de la insolación-, nos volvemos su clientela.

Fiel y único lector, usted ni se me acompleje, ni achicopale, como dice el último de los filósofos del Siglo XX, Fernando Savater -en aquel bien logrado texto de Juan Arias, El arte de vivir: “La natural por sí sola ha destruido más especies zoológicas del planeta de lo que los hombres hayan destruido jamás y sin alterarse lo más mínimo, porque ella es así”, o sea, ella continuará su curso y uno tiene que apechugar, recuerde cuánto requiere de ese celular última generación o del avanzadísimo equipo de cómputo, que por gozar de ellos, contaminamos y deterioramos el medioambiente.

Entonces para superar estas cosas “endemoniadas de la naturaleza”, póngase las antiparras del optimismo y piense que nos estamos ahorrando una feria en visitas al sauna, además, ya no será necesario acudir al Spa para recibir sesiones de aromaterapia, con tan solo caminar entre la gente por ese horno llamado calle Madero, logrará mejorar el equilibrio de la mente, el cuerpo y el espíritu con los olores que allí se perciben.