jueves, 10 de agosto de 2017

No son solo palabritas

Nuestro idioma es tan variado, que se nota en la forma en que nos expresamos, algunas personas tienen un diccionario muy nutrido, otras de tan limitado que es, se ven en la necesidad de utilizar muletillas para dar sentido a sus diálogos; también existen esos chulísimos modismos del lenguaje que son típicos en cada región de nuestro México lindo y querido, pero que con el transcurrir de los años se han ido perdiendo, es más, me atrevo asegurar que a los Millennials ya no les toco escucharlos o si los llegan a oír, pos lo más seguro es que se extrañen y salgan con: “¿qué onda, weee? ¡No te comprendo!”

Antes era común cuando veíamos a alguien experimentar cierta timidez o sonrojarse al recibir halagos, clasificarlo de chiveado; a las bicicletas también se les conocía como rila, bicla o birula. Lo gracioso o divertido es lo que estaba “curado” y “bien mucho” era la frase con la cual se describía lo abundante. A los platos y utensilios de la cocina aquí les decimos trastes, mientras que en otros estados son conocidos como trastos, igual sucede con la acción y efecto de limpiar el piso con el trapeador, que para nosotros es trapear y para los pochos es mopear, imagino que tal palabrita se desprender del inglés mop, es decir, trapeador.

Ya entrado en regionalismos, viene a mi memoria miope las “hombreras para la ropa”, que para nosotros son los ganchos, esos que sirven para colgar el vestuario en el clóset no aquel que se emplea para cortar los guamúchiles; acá siempre le hemos dicho borrador al utensilio que suprime o desaparece los trazos realizados sobre alguna superficie en lugar de goma como en otras partes se le conoce. A la planta comestible de la familia de las Brasicáceas le decimos repollo y en los supermercados las clasifican como col.

Para finalizar, porque ando todo engüasado –ocupado, para que me entiendan las nuevas generaciones–, les comento que para decir necesito o cuando requiero de algo, utilizo la palabra “ocupo” y “más mejor” para indicar que se es mejor que… mejor, ¡ah! Además, para afirmar o decir que si, recurro al “Ei”, tal vez para algunos tales formas de expresión sean errores del lenguaje, pero para mí son estilos de hablar que forman parte de la idiosincrasia de cada individuo, o sea, no son solo palabritas, son evidencias culturales del hablar nacional.

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