miércoles, 24 de junio de 2009

Seduciendo vírgenes electorales

Es época de elecciones por donde quiera que uno voltee ve mantas alusivas ya sea para promocionar el voto o para promoverlo a favor de algún partido político, coches con calcamonías referentes a los nombres abreviados de los contendientes electorales, ¡hágame el favor, como si uno los conociera de siempre! Muros pintados sin caer en el graffiterismo. Vuelve lo patético de las bien armadas campañas de desprestigio entre los aspirantes, como es el acusarse de gángsters y echarse excremento mutuamente, lo cual me recuerda a las riñas que durante la infancia sostenía con otros chicos; el aluvión de gorras, playeras de algodón tipo túnica y alimentos provenientes del gasto público que se despilfarra de forma siniestra.

Por doquiera se escucha a personas discutiendo a favor o a contra de equis afiliación partidista, una absurda labor de convencimiento que la verdad es pura palabrería de sordos, es como si los ciegos se golpearán entre sí, es decir, nadie va lograr que se acepte un punto de vista común.

En estos comicios se tuvieron que acortar las fechas de campaña debido a la contingencia sanitaria, lo que significó menos tiempo de verle la fisonomía al candidato que nos repugna con su forzada sonrisa, de escuchar los corajes y ataques que desacrediten a los contendientes, menos tiempo de soportar las calvicies, bigotes tipo zapatistas y maquillaje a granel de los aspirantes a algún puesto público. Lo que sí se multiplicaron como conejos fueron los encuestadores y sus tediosos instrumentos, que al fin de cuentas son pura especulación, así como las estadísticas que arrojan, y por cierto cubren espacio privilegiado en los periódicos, con su tendencioso sentido; la verdad estos estudios no sirven de nada, son más bien un vulgar termómetro y lo que enuncian no se considera un fiel reflejo de las urnas electorales.

Muchas felicidades a todas esas personas que lograron tramitar su credencial de elector a tiempo, algunos la actualizaron, otros tal vez la estarán estrenando este cinco de julio, y espero también estrenen su cerebro votando de forma consciente por la persona que nos beneficie a todos en lugar de cruzar toda la boleta anulándolo. Esos primerizos que imagino han de ser nuestros adolescentes ojalá que no lo hayan hecho por mera presunción y moda o simplemente para que los dejarán ingresar al antro, rentar películas pornográficas en videoclubes chafas o tener acceso al table dance.

En nuestro estado son los jóvenes entre 18 y 45 años quienes integran el 40% del padrón electoral y también son los que menos participación tienen en los referéndums; pues algunos especialistas consideran que los mayores a 30 años tienen definido el sentido de responsabilidad e incluso cuentan con afiliación partidista o simpatizan con el contendiente que logra convencerlos. Mientras los que se ubican entre 18 hasta 29 años no les llama la atención el acudir a ejercer su derecho ciudadano, sumándose a las estadísticas del abstencionismo.

Estas vírgenes electorales como los consideró alguna vez una revista de circulación nacional porque para algunos es su primera vez que votan, también los llegamos a clasificar de inexpertos, faltos de criterio, es más, hasta de inmaduros, pero creo que los subestimamos, pues tienen claro que su aportación por cualquier partido va a tomarse en cuenta, saben con certeza de que por vez primera entraran en el juego democrático.

Además la persona no necesariamente tiene que ser analista o alcanzar un alto grado de intelectualidad para comprender la política; cualquiera que se dé un tiempo antes de votar para revisar minuciosamente las propuestas de los que se postulan a ocupar un puesto público podrá identificar quién quiere que sea el gobernador, presidente o diputado de nuestra entidad, y por ende ser el partido dominante durante los últimos años. Además si alguien le pregunta sobre ese delicado asunto del voto sabrá abordarlo y dar su modesta aportación.

Como sabemos desde preescolar y los niveles educativos subsecuentes el individuo en nuestro país recibe una formación cívica y ética donde le son inculcados el amor a la patria al igual que se adentra en el conocimiento de sus derechos y obligaciones como ciudadano, y a pesar de esto, votar es un proceso de escasa carga moral. Si a ello se le agrega el estereotipo de que el sujeto que llega a enfrascarse con el poder termina convirtiéndose en una especie de Rey Midas a la inversa, pues todo lo que toca lo convierte en una masa oscura y maloliente; lo cual sin lugar a dudas influye para que se llegue a considera el elegir a candidatos como algo corrupto o de dar el gane a quien no lo merece.

Por otro lado votar es un deber de todos, para que uno pueda ir ejercer este derecho y obligación, el país invierte una buena cantidad que se gasta en cada campaña política de las diversas agrupaciones; dependiendo de cada estado es la variación del costo del voto, es muy fácil saber cuanto cuesta nuestro voto, basta dividir el monto designado para el gasto electoral a los partidos políticos entre el actual padrón de electores, lo que significa que si el día de las elecciones acuden pocos a las urnas el coste del voto se incrementará.

Basta recordar que en las pasadas elecciones presidenciales el coste del voto nacional se aproximó a los sesenta mil pesos, el equivalente a lo que recibe cada mes una institución de atención pública; entonces si no acudimos a realizar nuestro voto indudablemente estaremos afectando la economía del país.

Si las elecciones se te hacen estúpidas, una perdida de tiempo o los candidatos petulantes y faltos de criterio, hay que considerar una cosa, que en toda nuestra vida no tendremos más opciones que decidir por las que se nos presenten, y para algunos efebos es la primera de todas las que tendrán a lo largo de su desarrollo como personas civilizadas. Hay que ser optimista y no defraudarnos porque alguno de los servidores públicos electos nos decepcionan, a pesar de no saber conducir automóvil y ni siquiera mi vida la sé manejar, aún espero el Volkswagen que hace años cierto postulante nos prometió.

miércoles, 17 de junio de 2009

Escuela aburrida escuela

Como profesor lo que más me deprime en clases es que a mitad de la sesión un alumno bostece tipo león enjaulado, eso para mí es un indicador de que la comunidad estudiantil se está aburriendo con los soliloquios que personificamos en las aulas, y si a ello le agregamos que la mayoría de los jóvenes están embarrados en los pupitres como si se estuvieran derritiendo, algunos otros tienen los clásicos cordones umbilicales que penden de sus orejas conectados al reproductor de mp3 camuflado entre sus ropas, unas cuantas damitas terminan su manicure o engrosan sus labios con el carmín frente el hipnótico espejo de bolsillo que tanto las seduce, ufff... el panorama luce terrible.

Es muy común en las escuelas del nivel medio superior que los estudiantes participen más en los momentos de bromas y chascarrillos entre cada pausa que se suscite durante el avance de la cátedra, que al abordar el contenido programático; lanzamos la pregunta sobre tal tópico de alguna materia escolar, y es seguro que de tanto silencio que se genera a raíz de ella se escuche el sonido del viento como en las películas de vaqueros, caso contrario cuando algún ocurrente narra cierta anécdota alusiva al tema con tintes picaresco, todo mundo se calla y hasta interactúan con él.

Entonces, ¿es necesario recurrir a organizar un despelote o imitar a algún comediante tipo Jim Carrey para hacer atractivas las clases? Siendo honesto en mis inicios docentes cometí el grave error de aparentar ser simpático, buscaba ejemplos burdos y ridículos, que por obvias razones terminaron ridícularizando mi imagen profesional, por otro lado a más de algún estudiante ofendía, pues no faltaba quien tuviera un pariente cercano que se asemejara a lo descrito. Como resultado de tal actitud, me faltaron al respeto, coseché infinidad de motes y alguna que otra reprimenda por parte del personal directivo.

Diversos expertos en el tema atribuyen tal actitud de los educandos a la etapa del desarrollo en la que se encuentran, pues según señalan el fenómeno del aburrimiento en la escuela se pone de manifiesto en la pubertad, gracias a los cambios físicos y mentales que trae consigo el adaptarse a un nuevo mundo académico, que en este caso es el bachillerato.

Esto significa que el proceso de adaptación de la secundaria a la preparatoria muchas veces es otro de los factores que influyen para que ocurra un descenso motivacional que impacte en el desempeño escolar; en las instituciones de educación media superior ya no existe nadie que vigile su comportamiento fuera de las aulas, igual dentro del salón muchos colegas docentes se hacen de la vista gorda con las actitudes fuera de lo normal que algunos estudiantes pongan de manifiesto, con tal de aparentar ser el buena onda.

También muchas veces este aburrimiento crónico repercute en el cristal de la motivación hacia el estudio, el cual se ve empañado por la pésima trayectoria académica de ciertos discípulos, por ejemplo aquellos que generan experiencias negativas con los contenidos escolares, disputas con profesores o entre sus propios compañeros de grupo, y que con el paso del tiempo se traducen en un rotundo fracaso, el cual es difícil de superar o al menos persistir por alcanzar el éxito. Entonces la escuela y los que la integramos nos volvemos para esta variedad de alumnos un tedio, que poco a poco se convierte en suplicio gracias a la terquedad de algunos padres de familia que los obligan a asistir a los espacios educativos, y como dice el dicho, una manzana putrefacta tiende a podrir a las otras.

Con el fracaso a cuestas el alumno considera irremediable su bajo desempeño, es más, lo percibe como algo incontrolable que no tiene sentido de mejora, entonces resulta en vano ocupar un recinto escolar fingiendo atención, elemento que más trabajo resulta de obtener, pues en su cerebro se fraguan temas de otro índole descartando por completo el académico.

Razón por la cual uno como docente debe de competir con los eventos estudiantiles de corte social que se propongan, como lo es fugarse de la escuela para asistir al cine o en el peor de los casos evadir la clase del profesor perenganito porque cansa; y después de transcurrir los minutos alguno de ellos dirá: “ya me estoy aburriendo de no hacer nada, vamos a la escuela a divertirnos con los otros”, y ahí van a incomodar a los que si tienen deseos de estar aprendiendo.

Para estos alumnos resulta más atractivo un desfile por las principales calles de la ciudad con las hermosas y sensuales candidatas a reinas de la belleza del plantel, que estar ocupando un incómodo sitio observando como un señor se siente el mas docto del lugar y pacta con Morfeo para que sus escuchas pestañeen por unos cuantos minutos.

Más, ¿qué sucedería si los estudiantes conscientes de su bajo desempeño buscarán la causa de todos sus males escolares? Tal vez descubrirían que les hace falta desarrollar cierta habilidad para el estudio, la cual se podría recuperar mediante algún método o técnica de aprendizaje, o probablemente sea producto de cierto hábito, costumbre etcétera que les afecta su rendimiento y entonces la modificarían a su favor.

Y uno como profesor qué debe hacer, ¿mantenerse al margen? Expertos recomiendan que los docentes tienen la obligación de informar a sus discípulos sobre las deficiencias que de acuerdo a la asignatura que imparte han detectado, con el propósito de que una vez que estén enterados de ellas las puedan superar, lo cual influirá en la imagen positiva del docente, además de fomentar la confianza y autoestima del estudiante en las clases.

miércoles, 10 de junio de 2009

Estatus desechable

Es común en diversos establecimientos comerciales después de cada compra entregar bolsas de plástico para que sus clientes transporten y protejan a la vez los productos que han adquirido; igual de ordinario resulta que estos las reciclen para trasladar otras cosas. Los usos que se les han dado a esas bolsas varían, desde los que las utilizan como depósito de basura, mochilas escolares, porta lonches, pañaleras, impermeables, fundas protectoras de aparatos electrónicos y domésticos entre otras funciones.

Lo que no saben muchos o probablemente sí están enterados, es que de acuerdo al logotipo impreso en cada una de ellas es la posición que ocupa la persona en la sociedad o dentro de un grupo en particular, lo que significa que entre más categoría tenga la tienda que la expide más reflejará el poder adquisitivo de quien la porta.

Existe todo un Rankin que de forma categórica especifica el nivel social de la persona que la recicla; muchas de las veces fomentado por el orgullo de pertenecer a cierto estrato adquisitivo, es decir, refleja taxonómicamente qué tan pudiente es la persona. ¿En qué puesto se encuentran las que te venden en lugar de regalarte esas tiendas que te inspeccionan de forma aduanal como si les hubieras hurtado tus compras al salir?

Así observamos a sujetos que con orgullo sacan su basura en alforjas de grandes almacenes de prestigio y tiendas departamentales de alta calidad, es más, las acomodan de tal forma que los vecinos puedan darse cuenta en donde adquieren sus abarrotes o ropas. Si por una casualidad hermosa del destino salen fuera del país muchas de las veces a su regreso como souvenir cargan con todas las bolsas desechables que en las tiendas de aquellos lugares les dieron, con el firme propósito de lucirlas entre sus conocidos portando lo que primero se les antoja, la recompensa será la esperada exclamación de “¡a poco fuiste hasta tal lugar!”, y de forma ufana ensanchando la boca platicarán las peripecias de su viaje al extranjero.

Qué sucederá ahora que hace unos meses un representante del senado presentó ante la tribuna la iniciativa que reforma la Ley General del Equilibrio Ecológico y la Protección al Ambiente, donde de forma estricta se prohíbe la utilización del tipo de bolsas desechables que se han estado haciendo mención, bajo el argumento que el lapso temporal de su descomposición abarca un promedio entre los cuatrocientos y hasta mil años, originando la contaminación de suelos y aguas.

El político que hizo la propuesta aseguró que en países Europeos, Asiáticos y algunos de América del sur ya han implementado tales medidas que sin lugar a dudas reducen o probablemente elimina este contaminante, razón por la cual nuestro país no puede quedar exento.

Como una muestra de ello la quincena pasada que fui de compras a un conocido supermercado al llegar a la caja registradora para cubrir el costo de la mercancía, el jovencito que ayuda a los clientes a empacar, al percatarse de que eran varias las cosas, dejó su puesto y raudo trajo una caja de cartón para ahí depositarlas; con mi clásica interrogante me dirigí a la cajera para saber el motivo por el cual ya no utilizaban bolsas, la mujer tranquila y con acento de conocedora en el ramo explicó que eran medidas ecológicas que la empresa estableció para contribuir a evitar el deterioro de nuestro planeta.

De llegar a aprobarse la citada iniciativa las bolsas pasaran a ser reliquias que con el paso del tiempo se cotizarán en lugares como eBay, deremate.com y mercado libre, como artículos tipo vintage. Así que no queda otra que seguir acuñándolas con miras de hacerse de unas cuantas monedas en cierto futuro no muy lejano.

miércoles, 3 de junio de 2009

Vida parasitaria

El paso de la modernidad en la vida no cabe duda que deja huella, nos hemos rodeado de infinidad de aparatos tecnológicos que con el slogan de facilitarnos el desarrollo, poco a poco forman parte de nuestro diario acontecer, son tan ordinarios y comunes que su utilidad hace mella, cuando carecemos de alguno de estos aparatos nos llegamos a sentir como la encia sin un molar, como el perro sin dueño, como la paloma doméstica sin su jaula. ¿Por qué me atrevo a afirmar esto? En lo corto de mi larga vida he visto o vivido en carne propia los estragos que generan la dependencia hacia ciertos objetos que nos acompañan y acomplejan a la vez.

De niño parecía un pelele hipnotizado o más bien idiotizado por la televisión, por cierto siempre que se descomponía me embargaba una tremenda tristeza parecida al luto o cuando un familiar se enferma. Tiempo después con la creación de los juego de video continué con la vista fija al televisor, este vez tenían cierto movimiento mis articulaciones, izaba los brazos o los corría de izquierda a derecha según la habilidad que ordenará el videojuego; años más adelante permanezco igual de idiota frente a un monitor, ahora es el de la computadora, observando las “bondades” de la Internet. ¿Qué sucede cuándo de forma brusca se corta esa dependencia? Nos sentimos de lo peor, incapaces y llenos de frustración.

Vas a salir a alguna parte, te subes al coche, insertas la llave y no da marcha, sólo se escucha un crujido horripilante, la cochera se inunda de humo cual concierto de algún grupo de Heavy Metal, y el carro no camina, en tu interior pronto comienza a florecer un sentimiento de impotencia, te decepcionas al grado de abandonar la actividad que ibas a realizar y desmotivado te pones a huelga ese día, como si fueras vehículo del D.F. colocas tu propio letrero de “Hoy no circula”; y efectivamente ese día y los demás que pasará el automóvil en el taller te mantendrás autoexiliado, bajo la triste consigna de que no te puedes mover.

Te encuentras en algún sitio de nuestra velocísima ciudad y descubres que olvidaste el teléfono celular en ninguna parte, comienzas a preguntarte cuántas llamadas se te han perdido, los mensajes de texto sin responder que probablemente en esos instantes está recibiendo el móvil; la angustia te embarga cuando imaginas si te llegara a ocurrir un accidente, ¿cómo sabrían tus parientes de ese lamentable suceso? De forma viceversa el cerebro empieza a fraguar que tu abuelita, madre o algún hijo de pronto sufren de una repentina enfermedad y tristemente se encuentran solos sin que nadie los auxilie; mientras sigues ahí aislado, incomunicado, gracias a ese fatal descuido.

Hace unos meses diversos medios difundieron la noticia que el uno de abril atacaría a todas las computadoras que abrieran archivos por la Web un gusano viral llamado “Conficker”, el cual prácticamente al activarse fragmentaría el disco duro de la PC hasta desaparecerlo; la advertencia consistía en no utilizar la red por ese día, inmediatamente la incomodidad no se hizo esperar; de nueva cuenta tu persona es invadida por una desgraciada inseguridad, ¿y ahora qué voy a hacer en mi empleo sin poder conectarme al Messenger o poder consultar mi correo electrónico? ¿Cómo voy a trabajar?

La molestia por no poder conectarse a la red en algunos centros laborales se fue incrementando hasta el grado de no hacer lo que verdaderamente tendría que desempeñarse de forma laboral, justificando que sin espacio virtual no se podía ejercer el empleo de forma idónea. ¿Pero cómo va a ser tan necesario este recurso si algunas de esas inquietas personas se desempeñan en el ramo de la contabilidad, la administración, el secretariado incluso hasta la docencia?

El enfado habría cundido a mayores si se hubieran enterado que en realidad se trataba de una broma consecuencia de que en algunos países del hemisferio norte el uno de abril se conmemora el “April´s Fool Day”, que es algo así como el equivalente al día de los inocentes en América; y al igual que acá se hacen bromas, las cuales varían desde las más pesadas hasta las simples o cándidas, obvio esta vez fue buena parte del planeta a los que nos convirtieron en el hazmerreír.

Siendo honesto no logro concebir el hecho de que gracias al uso de los supuestos “utensilios” o “triques tecnológicos” hemos olvidado algunas funciones ordinarias que hacíamos antes sin la supuesta ayuda de éstos; a veces llego a creer que la vida sin ellos era menos complicada, y que realmente no concurre esa supuesta interdependencia que se llega a considerar existe entre tales objetos y uno; más bien se trata de un esnobismo generado a partir de la influencia comercial que fomenta tal dependencia. Cuenta la historia que el filósofo griego Sócrates siempre al llegar a los sitios en Roma donde se desarrollaba la venduta, sabiamente exclamaba “cuántas cosas venden aquí que no necesito”.

Esta frase me recuerda la ingrata experiencia de una conocida que invirtió sus ahorros en un costoso equipo gimnástico que supuestamente moldearía su figura. A diario, hora y media se dedicaba a utilizarlo, pasados lo meses se topa con su tía a la cual tenía más del año de no verla. La pariente una vez que la brazo y beso en la mejilla, con una sonrisa en la boca pronuncia lapidariamente, “¡Mira que bien te ves! Se nota que te va de maravilla, es más estas más cachetoncita”. ¡Qué onda! ¿De qué se trata? Aquí si la dependencia cortó de tajo el cordón umbilical, dándose cuenta de que no todo lo que brilla gracias al marketing publicitario es oro, bueno para las firmas comerciales claro que si lo es.