jueves, 29 de septiembre de 2022

Somos barrio.


En la actualidad son pocos los que se atreven a decir que son de barrio… como que consideran al término algo arrabalero, imagino que por eso le hacen el feo, qué despectivo, ojete y racista es ese pinche prejuicio, será por eso que ahora muchos prefieren referirse al lugar donde se ubica su hogar como, la colonia, pero nel, pues el concepto de colonia remite a un grupo de personas que se establecen en un lugar distinto del que proceden o también a un territorio dominado por un gobierno extranjero, en pocas palabras, es una población que se ha trasladado de un territorio a otro. Más la Real Academia Española, en un sexto concepto define colonia como un grupo de viviendas semejantes o construidas con una idea urbanística de conjunto, ¡ándale, ese meritito es!

Recuerdo que durante mi infancia por la calle Maclovio Herrera, antes de que la enchapopotarán y se llenará de ese transito kamikaze que ya no nos permitió jugar al bote escondido, ni echarnos un partidito de beisbol, mis cuates que estudiaban en la primaria Ignacio Manuel Altamirano se sentían muy fufurufos por ir en la mañana, humillando a quienes iban por la tarde en la Dr. Miguel Galindo, ¡chale, yo a esa edad ni había entrado a la escuela! Es más, creo que apenas iba aprendiendo a leer gracias al tesón de mi jefecita. Pero la neta, ambas escuelas se ubicaban en el mismo lugar, el barrio de San Francisco de Almoloyan, entonces, dónde estaba lo popis -apreciado millennial, esa extraña palabrita es el equivalente al fifí actual-, si todos ellos iban al mismo lugar, pero en diferente turno, en cambio, cuando cumplí 16 años y asistí a la primaria nocturna, no entré en shock, pues algunos de ellos, que para ese entonces iban en secundaria, me acompañaban a la salida.

Por cierto, durante mi estancia en la primaria nocturna tuve compañeros que vivían en barrios en donde ni agua ni alumbrado tenían, mientras, los dizque clasemedieros de la Magisterial, nos sentíamos bien heavy aventando ganchos metálicos para la ropa a los cables de energía eléctrica para amargárselas a los que esa noche iban a ver el final de la telenovela El Maleficio. La verdad, somos bien raros los mexicanos… naaaa, más bien muy pinches tarados, cometer actos vandálicos cerca del chante, no tenía justificación.    

La Magisterial era mi barrio, en donde Ricardo “El Popo” tenía colecciones de vinilos de puro rock chido, muchos vecinos tenían la ilusión de remodelar sus casas poco a poco, con tal de darles una amalgama entre lo glamouroso y folclórico. Pero con el arribo de los noventas, llegó la devaluación, algunos de ellos se fueron a los Estados Unidos, en busca de lo que ya no podían obtener aquí, la onda era vivir y ya, pero no por eso el barrio dejó de ser chipocludo.

jueves, 22 de septiembre de 2022

Apocalypshit.


En el libro “Cool memories” de Jean Baudrillard, a quien considero uno de los más interesantes, perturbador y provocativo pensador de nuestro tiempo, sitúa una escena de cierta película porno -esas que muchos se escandalizan de quienes decimos que nos gustan verlas, wee, es también ciencia ficción o ¿qué?-, en donde un actor le pregunta a la actriz: “Oye, ¿qué vas a hacer después de la orgía?” Hoy les replanteo el cuestionamiento: ¿qué vas a hacer después del apocalipsis? Muchos han de decir, ¿qué onda con este predicador barato?

La verdad, no intento persuadirlo de nada, ni tampoco ser apocalíptico, pero recuerden que para muchos es el fin del mundo no tener cobertura en su teléfono, experimentar ansiedad cuando aseguran que WhatsApp dejará de funcionar en ciertos modelos de celulares como en aquel 1 de febrero del 2020, luego llegó el Coronavirus y dividió la opinión pública, los creyentes contra los escépticos, alimentados por esos estúpidos titulares sensacionalistas que inundaron las redes sociales, utilizando ese pésimo mensaje de que te están proporcionando información interesante y útil, pero que en realidad lo único que quieren es que se vuelva viral, mientras uno inocentemente continua reenviándolo como si se tratara de una verdad absoluta.


El problema de estos mensajes es que pululan al extremo y quienes los reciben ni cuenta se dan de lo falso de su contenido y menos aún de la mala calidad con que se hicieron para ser considerados fuentes fidedignas, simplemente se dejan llevar por el sensacionalismo, pero si uno se detiene tantito, logrará darse cuenta de que la información mucha de las veces ni corresponde con lo que se promueve, por lo tanto, apreciado lector, ni sufra ni se abochorne, pues es imposible predecir los sismos, y menos con horas de antelación, la verdad yo me preguntó, ¿cómo es que el supuesto humano moderno regrese al oscurantismo medieval con este tipo de mensajes que son un insulto a la capacidad de pensar? Y la respuesta a qué voy a hacer después del apocalipsis, es simple, como he sido un ferviente pecador, lo más probable es que me vaya al infierno, pero… el infierno no podría ser peor de lo que vivimos actualmente, entonces, a divertirme, que el mundo se va a acabar.

jueves, 15 de septiembre de 2022

Mexicanittizar.



¿Qué nos hace ser mexicanos? ¿Una banderita en el escritorio burocrático de alguna oficina o amarrada a la antena de ese coche “chocolate” que acaban de legalizar; ponerte la camisa de la Selección a pesar de que cuando fallan los penales de pendejos ni los bajes?, ¡sí, como si tú fueras muy bueno! Entusiasta y emocionado dar ese grito melódico prolongado “in crescendo”, al escuchar música de mariachi, banda, norteño o simplemente agarrarte a trompadas porque alguien te refrescó la memoria de tú santa jefecita. 

Somos un licuado en proceso de mestizaje, un crisol en donde nuestra piel de bronce se viste de ropa importada de las mejores marcas, sabemos cualquier canción de The Beatles, pero la letra del Himno Nacional no, somos capaces de crear un playlist bien mexa con rolitas de esas que dizque nos llenan de orgullo como “Cielito lindo”, “Viva México” y “México, lindo y querido”, pero para el bailongo está ese género que a mi Nana Pancha le tupe… el reguetón, ups… perdón el cha-cha-chá, no le aunque de todas maneras, ¡a zapatear!

Si con Chepina Peralta medio aprendimos a preparar unos chilakillers aliviana crudas o las tostadas de pata a la francesa, con Doña Ángela a la voz de “hola mi gente”, ese guacamole o pipián a los millennials les entró el arte culinario de nuestro país y hasta algunos mandaron a la tiznada a los Master Chefs que la televisión nacional impulsa; si muchos, hoy cuando no alcanzan a cumplir alguna de sus metas se les dicen que están cruzazuleando, todos alguna vez por nacer aquí -y eso que La Dama del Poncho Rojo, Chavela Vargas, una vez dijo: “Los mexicanos nacemos donde nos da la chi… gana”- hemos mexicattizado nuestra cotidianidad.

Entonces hábil lector, que te jactas los primeros 16 días de septiembre de ser bien patriótico, estas en lo correcto si sabes encontrar ese balance que existe entre poder reír como llorar, si aprecias tu empleo como esa fuente de sustento y lo desarrollas con gusto, es posible que te queden como anillo al dedo las tres poderosas palabras que dijo el director cinematográfico Guillermo del Toro, “porque soy mexicano”.

jueves, 8 de septiembre de 2022

La vida es una mentira.



Dentro de mi modesta colección de discos Víctor Yturbe, El Pirulí, ocupa un lugar entre los más escuchados, primeramente por su voz de mantequilla y que en la década de los ochentas la XEDS ponía hasta el cansancio esa lindísima canción llamada “Verónica”, compuesta por Carlos Blanco -quien también compuso el Himno del Club América en 1982-, y que en los 70`s, se rumoraba estar dedicada a la actriz y cantante Verónica Castro, pero que nunca se confirmó; entre el repertorio de canciones de Víctor Yturbe, también hay otras rolitas que resaltan por los arreglos algunos de ellos con el acompañamiento del Guitar Hero mexican Chamín Correa y esa voz tan educada que poseía El Pirulí, como en aquella de “Felicidad” que tanta melancolía le imprimió, y la popular “Miénteme”, cuyo contenido fue redactado por Armando Chamaco Domínguez Borrás, cuyo cierre es alucinante: “¡Y qué más da! La vida es una mentira. Miénteme más, que me hace tu maldad, ¡feliz!”

¡Vaya que si nos complace vivir de mentiras! Si el primer embuste que como buenos mentirosos que somos es asegurar que nunca hemos mentido, y no me vengan con discursos moralistas que ni se los voy a creer, si a veces recurrimos a ellas hasta por defensa propia, por misericordia o por simple educación, sí, para no vernos mal ante otros, o sea, mentir es un arma y también un escudo. La mentira fue inyectada a los genes por nuestros progenitores, basta recordar a un Niño Dios que nos traía regalos en Navidad, igual cuando amedrentaban esos berrinches infantiles con seres mitológicos que generaban terror como El Cocolas brujasEl Chamuco y El Diablo; también para dormirnos nos leían cuentos cuyos personajes eran ficticios, y a pesar de ser adultos nos continúan manteniendo perplejos con cuentos cimentados en falacias, como eso de que en tu delante los demás se expresan muy bien de ti y a tus espaldas despotrican en tu contra, y uno se hace del oído sordo.

Lo más lamentable es que en la actualidad la mentira ha generado su verdad propia, que confunde, pero que al ser aceptada ya ni importa su comprobación sino el morbo con que se cuenta, las intrigas que se desprenden de ellas y lo peor, esos que las difunden como un atraco imaginario en donde se obtienen más cosas a favor que en contra, imagino entonces que por ello Víctor Manuel de Anda Iturbe, cambio la I por la Y, además de retomar aquel apodo de El Pirulí -en honor a ese dulce tipo paleta de forma cónica, con diseños de espirales que dan vueltas alrededor del cono-, que ya lo tenía desde que era payaso acuático en cierto espectáculo de esquís en Acapulco, luego por su obstinado tesón de participar un titipuchal de veces en el Festival OTI, y nunca ganar le llamaron El Mil OTIS, él quien fue asesinado un 29 de noviembre de 1987, crimen que nunca se esclareció y que bien podría ser guion para una serie de Netflix.

Siendo honesto, sin dejar de mentir -como dice Fobia en su canción-, en mi adolescencia, sus boleros estaban de hueva, y es que en esa etapa a uno le gustaba Soda Stereo, Caifanes, Menudo -¡sí, es uno de mis gustos culposos! -entre otros. Más, con los años que acarrean martirios románticos, como que se aprende a agárrarle cariño intenso a las rolitas de El Pirulí, pues son un agasajo para el oído, no le aunque que la vida sea una mentira.

jueves, 1 de septiembre de 2022

Libros, alucines y canciones.



La literatura siempre ha sido fuente de inspiración para los músicos, basta recordar que The Doors se llama así gracias al verso de William Blake: “If the doors of perception were cleansed, every thing would appear to man as it is: infinite”. (Si las puertas de la percepción fueran depuradas, todo aparecería ante el hombre tal cual es: infinito), pero también se le puede adjudicar al título del libro de Aldous Huxley, The Doors of Perception. No olvidemos que, al viejo Bob, la Academia Sueca se vio influenciada por la música folk y en el 2016 le concedieron el Nobel de Literatura – ¡y a Borges nunca! -, quesque por haber generado una distinta forma de poesía mediante canciones.

Los británicos de Pink Floyd en el álbum conceptual Animals hacen una crítica al capitalismo basados en la novela – ¿o fábula? – Rebelión en la granja de George Orwell de 1945, ¿será Napoleón el cerdito volador de la portada? Otros ingleses, los de The Cure incursionaban con aquel sencillo Killing an arab, tema que surgió después de que Robert Smith se chutará las 152 páginas del libro El extranjero (1942), primera novela del escritor francés Albert Camus, y cuya letra hoy en quienes no han leído la obra, pensaran que es políticamente incorrecta, pero quienes ya lo hicieron saben que el señor Meursault está presente entre esos pares de acordes. No hay que olvidar Charlotte Sometimes, esa rolita que escribió Smith como agradecimiento a Penélope Farmer por el homónimo libro infantil que tanto le gusto de niño.

Por su parte los músicos de la voz de Cervantes, sí, los de acá, tienen lo propio, de entrada, esa rolotota escrita por el altísimo del merengue y la bachata, Juan Luis Guerra, llamada Burbujas de amor, inspirada en un pasaje de Rayuela, la segunda novela del argentino Julio Cortázar, el dominicano no hace alusión a ninguna metamorfosis claro está, a poco no les dice nada eso de “quisiera ser un pez para tocar mi nariz en tu pecera y hacer burbujas de amor, por donde quiera. Pasar la noche entera mojado en ti”.

Los argentinos de Soda Stereo trazan un Buenos Aires nocturno, con sus calles azules y habitado por entelequias aladas que caen sobre la ciudad como aves de presa, para después dejarlos dormir entre sus piernas, alegoría a los barrios bonaerenses. Nadie duda que la fuente de inspiración del entrañable Cerati fue la mitología griega de Ícaro, el desobediente hijo del arquitecto Dédalo, con ese texto de “con la luz del sol, se derriten mis alas”, lo que tal vez signifique la fragilidad humana durante el día.

Inspirados en el caballero de la triste figura, ese que ostentó el estamento más bajo de la escala nobiliaria, Ramón Arcusa, Manuel de la Calva y Julio Iglesias, dieron rienda suelta a su Quijote. Los españoles de Radio Futura retoman uno de los últimos poemas redactado por la tinta de Edgar Allan Poe, Annabel Lee, cuyo enamorado trasciende su afición romántica más allá de la muerte. Considero que ya es tiempo de finalizar el texto, entonces me separo de la computadora y al observar por la venta, ¡Colima se ve tan susceptible!