viernes, 15 de diciembre de 2017

Ser sincero sin dejar de mentir.

Dedicado a mi One Touch 5036A.

Hace unos días, navegando por internet – N´hombre, que ya tenía sus años que no utilizaba tan noventeras palabras–, vi en la página de SensaCine el tráiler de la película Perfectos desconocidos, del director Álex de la Iglesia, cuya trama gira sobre una extraña dinámica, en una reunión de amigos colocan sobre la mesa los celulares de todos y hacen público durante la reunión lo que se iba recibiendo a través del aparato.

¡De locos el dichoso jueguito! Hacer del dominio de los demás todo el contenido de ese objeto que hasta al baño nos acompaña, donde hemos visitado –no me salgan con la mamarrachada que ustedes no–sitios web que en una computadora de escritorio no somos capaces de abrir bajo el temor a ser sorprendido por alguien o que se sepa que eres filial al grupo ese de compañeros cochinones de la secundaria que al parecer no han evolucionado y se comportan como imberbes púberes. Otro punto en contra, radica en que además de las aplicaciones que le hemos suministrado a nuestro dispositivo móvil, también le incluimos nuestros secretos e intimidades, por ejemplo ahí están las claves de ingresos a las redes sociales, las fotografías y videos no aptos para cualquiera, los contactos que podrían resultar incomodos para los demás, entre otras cosillas –aquí estimado lector, piensa en las de tu particularidad.

En la actualidad, para algunos el celular es en sí el desarrollo de sus vidas, donde no existen reservas ni restricciones, lo que hace de ese tipo de juegos un peligro, además, ¿contamos con la madurez de soportar sinceridad al 100%? Tal vez caigamos en la cuenta de que la sinceridad y la verdad a veces llegan a incomodar, pues somos partidarios de conocer las cosas a medias. Haciéndonos al ánimo de que es saludable que tu hijo, pareja o tú mismo tengan una porción de privacidad en la vida, pues así evitas posibles diferencias en las relaciones humanas o que borren el concepto que tienen de ti.

Si crees que no es razonable mi argumento, por favor realiza un recuento de las veces que a tus padres les mentiste con tal de que la vida continuara en armonía. También, considero que le quita ese toque de misterio a una relación de pareja el saber todo lo que es y lo que será, mejor aceptarse tal cual y punto.

Después de terminar la redacción del artículo dudé en hacerlo público, pues más de alguno tendrá la iniciativa de ponerlo en práctica, ¿se imaginan este ejercicio en la posada de la oficina, la cena navideña o de fin de año? Lo más seguro es que terminaría en drama y esta vez no será por el intercambio, creo que lo mejor es continuar siendo sinceros sin dejar de mentir.

No hay comentarios: