miércoles, 31 de agosto de 2011

Mojado

“Cause I'm never gonna stop the rain by
complainin'. Because I'm free.
Nothin's worryin' me”.
B.J. Thomas

En este temporal la madre naturaleza se ha comportado muy simpática, incluso hasta bromista con los meteorólogos, pues en distintas ocasiones que han pronosticado el avecinamiento de un ciclón o tormenta tropical a nuestro Estado, el astro rey caprichosamente permanece en todo lo alto durante los supuestos días de chubasco, calentándonos la mollera a los que más se nos nota y a otros tal vez otras partes del cráneo; además de ridiculizar a estos especialistas, también lo hace con la prensa que en primera plana realizan su labor de infundir temor…¡ah!…perdón, prevenir a la población, y a la mera hora resulta que continuamos a secas.

El abuelo Churio, sin ser hombre letrado o de ciencia, sabía cuando llovería, simplemente tocando el agua potable que salía del grifo, si la sentía demasiada fría con seguridad afirmaba que ese día no caería gota alguna, al contrario si estaba caliente, lo más seguro es que se vendría un aguacero con muchos rayos.
De niño, cuando llovía nunca me amedrentaron los truenos y rayos, al contrario me fascinaba observar caer las gotas sobre la tierra, recuerdo que la abuela materna metafóricamente comentaba que cada gota el estrellarse contra el suelo era en realidad un valiente militar que descendía con su paracaídas del paraíso para sumarse al ejército de soldaditos que gallardamente marchaban con fusil en mano al ritmo de trompetas, tambores y cañonazos del cielo rumbo al arroyo, donde se desarrolla la encarnizada batalla por la defensa del Dios Téotl.

Otra cosa que disfrutaba junto a la “güelita” cuando llovía, eran sus barquitos de papel-que siendo sincero, nunca supe hacer, es más, ni los aviones me salían cuantimás un cono-, donde imaginaba a su aguerrida tripulación, que podrían ser desde audaces piratas o caballerosos navegantes de algún galeón español, conducir sus naves hacia sorprendentes aventuras que se fraguaban en mi mente.

Jugar sobre la vía pública en plena lluvia era un lujo que pocos disfrutamos, pareciese como si la caprichosa naturaleza nos hiciera el favor de por unas cuantas horas regalarnos un parque de diversiones acuáticas a domicilio, simulábamos nadar sobre el agua que inundaban las calles, convertíamos en regadera los tubos de desagüe que penden sobre los techos de las casas y el practicar algún deporte era digno de reyes.

Con la adolescencia el despertar de la libido, hizo de la lluvia mi cómplice, pues cada vez que se presentaba un caudal de agua dejaba el parque desolado, situación que mi pareja de ese entonces y un servidor aprovechábamos para practicar las más divertidas perversiones sexuales, con la seguridad de que nadie nos observaría; cuando se trataba de incomodar a mis congéneres, brincaba sobre un charco o sacudía un árbol para mojarlos. Es curioso que sin ser indocumentados, la lluvia nos llegara a convertir en mojados y lo mejor nos divertíamos con ello a lo grande.

miércoles, 24 de agosto de 2011

Abusa-2

Dentro del amplio repertorio de canciones que Alejandro Lora ha escrito, se encuentra una que fue de las primeras que escuché denominada “Abuso de Autoridad”, en donde musicalmente denunciaba los atropellos, exageraciones y arbitrariedades del gobierno de aquel entonces; en la actualidad se da un fenómeno a la inversa, pues ahora los que abusan de sus derechos son los ciudadanos -con ello no quiero decir que algunos funcionarios han dejado de fomentar el insano ejercicio del despotismo-, a sabiendas de poseer ciertas garantías que utilizan como justificación a sus extralimitaciones.

El otro día que iba al trabajo fui testigo de uno, resulta que en el parabús nos encontrábamos tres personas esperando la llegada de la ruta, minutos antes del arribo del autotransporte, adelante del vehículo se estaciona de forma abrupta un taxi, como energúmeno desciende un decrépito anciano, que sin emitir palabra hace a un lado con tremendo empujón a la señora que caballerosamente le habíamos cedimos el ingreso al camión, el conductor extiende la mano para recibir el pago, a lo que el senil se niega a hacerlo argumentando que es mayor de edad y por lo tanto el gobierno lo protege y exonera del cobro, y que si se empeña en bajarlo lo denunciará ante las autoridades.

Una joven estudiante al observarlo avanzar, se pone de pie para dejarle su lugar, a lo que él se niega a hacerlo alegando que no se va a sentar donde ellos quieran; al llegar hasta atrás, con trato ríspido obliga a un muchacho a ponerse de pie para ocupar su lugar. Después de avanzar varias cuadras se aproxima al timbre para presionarlo repetidas veces, el operador de la unidad con acento complaciente le dice que ahí no se puede bajar pues es un semáforo y no está permitido, con gritos el senil replica –“a mi… a mi… me vale madre, yo soy un anciano y por lo tanto la ley me protege, además es nuestro mes, así que tú debes de bajarme donde yo quiera, a mi tu chingado reglamento me lo paso por los huevos, ¿entendido?” De forma inteligente el chofer abre la puerta y le dice que tome precauciones; el longevo desciende del automotor presuroso para perderse al doblar la esquina.

Resulta molesto e insultante a la vez esta clase de actitudes, es decir, de como las personas al sentirse auspiciados por alguna ley, se vuelven ungidos, exigiendo sus derechos pero ignorando sus obligaciones; esto me recuerda a los niños, que actualmente hasta a sus progenitores pueden demandar por llamarles la atención ante alguna acción correctiva, de acuerdo a la opinión de algunos padres de familia, el conocer sus derechos los ha transformado en rebeldes por convicción.

Ante tal abuso, nuestras autoridades decidieron publicar tanto los derechos de los niños y jóvenes como también sus respectivas obligaciones, pretendiendo así generar una conciencia responsable ante sus acciones; espero que con las obligaciones se haga el mismo alarde publicitario a través de los medios masivos que con los derechos se hizo, pues si sólo se quedan en tinta lo más seguro es que permanecerán en la ignominia por conveniencia de los implicados.

miércoles, 17 de agosto de 2011

Contamíname

“Contamíname mézclate conmigo
que bajo mi rama tendrás abrigo”. Pedro Guerra

Figúrese apreciado lector, que eso de conocer manías, filias y fobias de la gente tiene su mérito, pues uno termina aprendiendo de ellos, para después tomar las debidas precauciones y poner algunas en práctica, digo, sólo las que convienen; resulta que conozco a una persona que es muy hipocondríaca, durante la pandemia de gripe A(H1N1), casi se ponía escafandra, cuando sabe de alguien que tiene varicela a pesar de que a él ya le dio, prefiere no acercarse a la casa donde vive y cuando sabe de un conocido que fue a visitar a un enfermo prefiere evadirlo, igual de nervioso se pone cuando se entera que el individuo con que está charlando fue a un funeral o viene de un sepelio.

Nunca va a las albercas, pues según su particular opinión, al nadar podría ingerir medio litro de orina o flujos femeninos, bueno pululan muchos por ahí que gozan del disfrute de estos néctares, pero para este, ni al caso, mejor prefiere la mar, aludiendo que la sal mata todo germen nocivo, ¡si la Negrita Cucurumbé, se blanqueó en sus aguas, como no va a matar a los microorganismos que propagan enfermedades!

Cuando llega a saludar de mano, me caga que apenas roce la palma, su justificación de hacerlo de esa forma es porque cree que en un día, las manos de los demás han ido al baño, se han rascado la bragueta o acariciado sus partes íntimas, ni hablar de tocar perillas de puertas del inodoro o bajarle la palanca del retrete, para eso se fabrica unos guantecitos con las servilletas, tocarlo sin protección equivale a entrar en contacto indirecto con infinidad de penes, razón por la cual se abstiene de apoyarse sobre los pasamanos de las escaleras o abrir puertas de sitios públicos tocando la manija; además existe la posibilidad de que al año uno haya saludado de mano al menos a 10 o 15 hombres que se masturbaron y no tuvieron la higiene de lavarse las manos.

Jamás saluda de beso, pues teme contagiarse de herpes o papiloma humano, no quiero imaginar su vida conyugal, pues la verdad ha de ser degradante el estar constantemente siendo enviado a limpiarse equis parte del cuerpo con tal de intimar. Ya que hablamos de asuntos domésticos, le diré que a este individuo no le agrada consumir la tan socorrida por oficinistas “comida rápida”, ya que existe la posibilidad de ingerir con los alimentos cualquier tipo de cabellos o vellos de diferentes partes del cuerpo, por cierto a los que más ñáñaras le tiene son a los de tipo grueso, pequeños y chinitos.

Lo más patético de este sujeto es que duerme con cubre bocas porque teme que en plena visita con Juan Pestañas al estar serruchando abra la boca y se introduzca un insecto; como a cualquiera le molesta oler las aromáticas flatulencias, pues de acuerdo a su estadística a diario nos inhalamos un litro de gases rectales. No quiero ni pensar cómo se comportará ahora que el sarampión se encuentra recargado; por lo pronto comunico a ustedes que yo como el slogan de campaña de nuestro actual Presidente “con las manos limpias”, para cuando me vean no se la piensen en estrecharla en señal de amistad.

miércoles, 10 de agosto de 2011

Máscara vs cabellera

“Nació de muy buena pata con el santo por nombre
enmascarado de plata, héroe de carne y hueso”. Botellita de Jerez

En la “Llama doble”, el escritor Octavio Paz, hace el siguiente cuestionamiento, “¿qué hay detrás de la máscara, qué es aquello que anima al personaje?” Refiriéndose a todos aquellos que ocultan su verdadera identidad detrás de lo que los árabes denominaban máshara, o sea, la careta o antifaz que los griegos utilizaban para apropiarse del personaje que interpretaban en las obras teatrales.

En lo que va de mi corta vida he conocido muchos enmascarados, unos de carne y hueso, otros ficticios, con o sin máscara; de todos ellos sobresale el Santo, a quien las masas le apodaban “El Enmascarado de Plata”, imagino por el color de la tela con que confeccionaba su capucha.

A este singular personaje lo conocí no como luchador del cuadrilátero, es decir, lejos de la Arena Coliseo, sino como audaz agente encubierto de la Interpol, rifándosela como ñero al enfrentar a diabólicas Momias de Guanajuato, descifrando los enigmas de la desaparecida Atlántida, resolviendo el misterio de la Llorona, combatiendo a caderonas y tetonas hembras que iban desde mujeres lobas, vampiras y hasta extraterrestres.

Muchas de las veces en sus peleas contra los monstros, durante la madrina que éste les propinaba se podía observar el zíper del abominable hombre de las nieves o la criatura del Pantano Negro; y eso que veía sus aventuras a través de la pantalla chica por el programa que todos los fines de semana a finales de la década de los setentas transmitía el Canal 2 de Televisa, llamado “Sábados del Santo”.

Hubo una película que me inquietó mucho, cuando mi héroe favorito se vuelve un despiadado villano el que es enfrentado para evitar que cometa más fechorías por otro gladiador del encordado, su compadre de aventuras, el Médico Asesino; por cierto el cromo de este luchador fue el único que me hizo falta para completar mi álbum “Estrellas de la Lucha Libre”, perdiendo la oportunidad de ganarme el kit de béisbol que se exhibía en la tiendita de la esquina. Al final de la trama, resulta que quien se ocultaba tras la máscara era Enrique Llanes, y no el ídolo del ring, ¡híjole, nadie se lo esperaba!

En su combate contra el mal, algunas ocasiones recibió ayuda de otros cuates del cuadrilátero, como el manotas de Blue Demon o el torpe de Mantequilla Nápoles que en cierta escena, mientras el Santo sudaba para mover enormes rocas, el pugilista sin ningún esfuerzo las hace al lado, como si fueran de hule espuma, olvidándose de la magia del séptimo arte; pero la mancuerna más kitsch de este género cinematográfico fue la que hizo al lado de Capulina; años más adelante otro luchador, Tinieblas, haría lo mismo con el llamado rey del humorismo blanco.

Era tanta la devoción de mi parte hacia el Enmascarado de Plata, que cada año esperaba ansioso la llegada de la feria para completar la colección de luchadores de juguete; descubriendo con el uso que al despintarse todos eran la misma figura, lo único que variaba era el color de la pintura que designaba la identidad del personaje, pudiendo ser tal vez, esta la respuesta a la interrogante que cito párrafos arriba de Don Octavio Paz.

Cuando el periódico de color sepia dedicado al deporte publicó la identidad del Santo, por simple morbo lo compré, más después de cerciorarme llegué a la conclusión de que no se trataba del paladín de la justicia que conocí por la televisión o aquella tarde en casa de los dueños de la Plaza de Toros Almoloyan, cuando al verme pegado a los barrotes del cancel de la puerta me invitó a entrar y estrechó mi mano, mientras le daba sorbos al vaso de tuba que le ofrecí. Con esta justificación preferí quedarme con la imagen del aventurero, pues el señor de la fotografía tenía cara de abnegado padre de familia, héroe de su hogar, defensor de su esposa e hijos.

Hoy todo mundo sabe que el Santo por iniciativa propia se despojó de su máscara para anunciar su retiro, mientras que a mí la madre naturaleza poco a poco me ha ido quitando la cabellera en el ring de la vida, y para mi retiro faltan como quince años; pero gracias a la imaginación y a la ayuda de los reproductores de DVD, puedo verlo aun montarse en el convertible plateado al lado de la exuberante rubia de minifalda a go-go para ir en busca de algún eslabón perdido. Por otro lado, experimento cierta vergüenza, porque en un país como México, donde el idioma básico es el inglés, nuestra niñez aprecie más la aburrida exhibición de metrosexuales de la World Wrestling Entertainment, en lugar del deleite sobre el encordado ofrecido por los barrigones luchadores nacionales.

miércoles, 3 de agosto de 2011

Sabiduría de papel

Recuerdo que en mi niñez un cuate evidenciaba la diferencia entre Kaliman y equis homosexual famoso, diciendo que el primero es el hombre increíble y el segundo increíble que sea hombre. Siendo honesto a la edad de diez años, me parecía un insulto para el personaje que tanto admiraba, y porqué lo admiraba, por su extraordinaria cultura e inteligencia que le permitían resolver diversos peligros utilizando en ello su razonamiento y astucia deductiva en lugar de la fuerza o el uso de armas; pues según la mitología, su nombre se deriva de la Diosa Kalí, que significa “inteligencia y fuerza”, además, por tratarse del séptimo hombre de la dinastía de esta deidad le fue dada la terminación “man” que equivale a justicia, por lo tanto su nombre quiere decir “inteligencia, fuerza y justicia”.

Este héroe creado en 1965 por Rafael Cutberto Navarro Huerta y Modesto Ramón Vázquez González, fue dado a conocer por vez primera en noviembre de ese año; su revista era muy peculiar, pues a diferencia de los cómics de Editorial Novaro que todos eran a colores, éste utilizaba sólo el color sepia, digo para que gastar en colores si el personaje vestía de blanco, la verdad les quedaban excelentes los trazos, entintados, fondos y tonos, pues mientras leías la historieta cada viñeta ilustraba de forma tan perfecta la lectura que te adentraba en los exóticos lugares en los que se desarrollaba la trama.

Otro disfrute era escuchar sus hazañas por radio, resultaba todo un placer y deleite llevar el almuerzo a mis hermanos que en esos tiempos se dedicaban a la albañilería, acompañado de un radio de transistores que me permitía sintonizar sus aventuras por Radio Cadena Nacional; siempre tuve la interrogante de por qué jodidos se avergonzarían de evidenciar que la voz de Kaliman era la de Luis Manuel Pelayo, si la voz de su inseparable amigo Solín la hacía el hoy actor cómico Luis de Alba, el mismo que hemos visto en películas de ficheras como el Chido, ese que dice “Yo soy Juan Camaney, bailo tango, masco chicle, pego duro, tengo morras de a montón, tu ru rú”.

En esos programas radiofónicos, era enriquecedor para el oído la insuperable narración de Isidro Olace, que al describir los personajes y paisajes fomentaba una enorme capacidad imaginativa que permitía evocarlos en nuestra mente como si estuviéramos acompañándolo, igual no hay que negarle su crédito a la persona que elaboraba los guiones, Víctor Fox, que en realidad se llama Carlos González Dueñas Huerta, imagino que por lo kilométrico de su nombre tuvo que utilizar ese seudónimo.

Durante la década de los setentas llega al cine a través de dos cintas, gracias a las industrias Kalifilms, bajo la dirección del finado Alberto Mariscal, a quien le debemos el arte también de otra película de culto, “El Tunco Maclovio”; la primera cuyo título es “Kaliman, el hombre increíble”, rodada en escenarios naturales como Egipto y zonas arqueológicas de Giza; para hacer más real la adaptación en cine se contrataron actores extranjeros, entre los que sobresalen el canadiense Jeff Cooper, interpretando a Kaliman cuya voz fue doblada por Luis Manuel Pelayo con el objeto de afirmar aún más la personalidad del personaje y para Solín se recurrió al español Nino del Arco.

Debido al éxito en nuestro país de esta película, se hizo una segunda llamada “Kaliman, en el siniestro mundo de Humanón”, con la única salvedad de que en ésta el niño egipcio descendiente de faraones de nombre Solín fue protagonizado por Manolo Bravo alias Manolito. Siendo honesto, tal largometraje no me gustó, se me hizo muy forzada la trama a diferencia de la primera que rebosaba de una calidad indiscutible.

Algo indeleble para los mexicanos, es el legado de sus adagios, que encierran diversos aprendizajes sobre la vida, pues en un país donde los primeros lugares de ventas bibliográficas lo ocupan libros de superación personal y autoestima, no es de extrañar que las célebres frases del Hombre Increíble sean todo un catecismo. Por ejemplo, si tienes que hacer un trabajo rudo que implique gran esfuerzo físico, no olvides la siguiente sentencia, “La inteligencia es mejor que la fuerza bruta”, entonces buscas a alguien que lo haga por ti, mientras te dedicas a dar instrucciones de cómo lo hagan a la perfección.

Estás estresado por el examen, pues no sabes ni madres de lo que puedan preguntarte, para qué apurarse si alguna vez leíste por ahí que “siempre hay un camino cuando se sabe mirar con los ojos de la inteligencia”, buscas en el salón un lugar estratégico dónde copiar y de seguro obtendrás excelente calificación, además no tengas miedo, pues “sólo el cobarde muere dos veces”. De igual forma te encuentras en esa difícil prueba de matemáticas erradica asnos, la calculadora fue olvidada en casa, de pronto llegan al cerebro las palabras con acento extranjero que dicen “no hay fuerza más poderosa que la mente humana y quien domina la mente lo domina todo”, entonces las operaciones básicas las realizas con los dedos hasta de los pies.

Un día llegas a la oficina y te encuentras un enorme altero de documentos por hacer, sobre el escritorio un post-it, mediante el cual tu jefe te dice que los necesitaba para ayer, suena el celular, es un mensaje de texto donde tu pareja te entera que ese día no va a poder ir por los chicos a la escuela, que si le apoyas recogiéndolos a temprana hora, sientes un dolor en la mandíbula, pero llega a ti el recuerdo de aquello que dice “Serenidad y paciencia, mucha paciencia”, respiras hondo y te haces el ánimo que te espera algo difícil; por eso y mucho más, cuando exista una injusticia que reparar o la emoción de una aventura ahí está… bueno ustedes ya saben quien.