jueves, 12 de octubre de 2017

Oh! My LOL

Veo chirotear a los niños en el Jardín Libertad, lo cual trae a mi memoria miope los días de la infancia cuando en un círculo trazado sobre la arena del Jardín de San Pancho de Almoloyan, al grito “¡chiras pelas!”, intentaba sacar los caicos de mis amigos, de pronto los acordes de “Nereidas” que interpretaba la Banda de Música del Estado sobre el kiosco de origen belga que se encuentra al centro me regresaron al tiempo real, para pensar que dentro de cincuenta años más, si sobrevivimos al holocausto nuclear o a la invasión zombi, las generaciones actuales estarán bailando al igual que esos ancianitos, imagino que sí, solamente que la música será reguetón, trap o trance.

No hay que olvidar que alguna vez fuimos jóvenes, por supuesto que ellos también en cierto futuro serán mayores. Ahora nos causa admiración o experimentamos una que otra punzada en el corazón y en el hígado que ciertos chamacos ignoren que años atrás en nuestro abecedario existían las letras “CH” y “LL” o que a la moneda nacional le extirparon tres ceros con tal de igualarla al dólar, y se nos hace una catástrofe que a ellos ni les importe, pues como dicen no fue en su tiempo.

Siempre que hablamos o escribimos de la brecha generacional, lo hacemos para rescatar lo “bueno” del pasado y criticar destructivamente lo que se hace en la actualidad, que arroje la primera piedra cualquiera de mis congéneres quién no sabe el significado de palabras como: discoteca, conjunto musical, chaviza y llamarle vino a todo tipo de bebida embriagante, claro que lo sabemos e igual que ahora, los adultos en nuestra época de jóvenes – ¡uy!, ¡ya llovió!–, nos escuchaban con signos de interrogación.

Actualmente es común que en las fotos que uno sube a las redes sociales en plan de chavo-ruco con jovenzuelos haciendo señas con los dedos, caras extrañas y poses ridículas, quienes no estuvieron en ellas las comenten escribiendo “C.I.” y el emoticón de tristeza. Las primeras veces ni sabía qué onda, entonces investigando, así a través de encuestas antropológicas en la calle, supe que esas dos letras significan “chida invi”, o sea, quienes las escriben están reclamando porque no salieron en la foto. También he escuchado cuando a la raza les gusta una canción en lugar de decir a mí también dicen “por dos”, luego si a otro le agrada agrega “por tres” y así de forma aritmética sin la ayuda de Baldor uno se entera de sus gustos musicales.

Alguien por ahí va a decir que estoy favoreciendo a que se deforme el lenguaje, pero nosotros también lo hicimos en aquellos tiempos cuando en las olimpiadas se cronometraba con reloj de arena, al acuñar palabras como: qué onda, ay la vidrios, está bien rifado, chafa, qué tal andamios, sangrón o transa. Haciéndosenos tan común que aún prevalecen en nuestro hablar coloquial.

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