miércoles, 17 de agosto de 2011

Contamíname

“Contamíname mézclate conmigo
que bajo mi rama tendrás abrigo”. Pedro Guerra

Figúrese apreciado lector, que eso de conocer manías, filias y fobias de la gente tiene su mérito, pues uno termina aprendiendo de ellos, para después tomar las debidas precauciones y poner algunas en práctica, digo, sólo las que convienen; resulta que conozco a una persona que es muy hipocondríaca, durante la pandemia de gripe A(H1N1), casi se ponía escafandra, cuando sabe de alguien que tiene varicela a pesar de que a él ya le dio, prefiere no acercarse a la casa donde vive y cuando sabe de un conocido que fue a visitar a un enfermo prefiere evadirlo, igual de nervioso se pone cuando se entera que el individuo con que está charlando fue a un funeral o viene de un sepelio.

Nunca va a las albercas, pues según su particular opinión, al nadar podría ingerir medio litro de orina o flujos femeninos, bueno pululan muchos por ahí que gozan del disfrute de estos néctares, pero para este, ni al caso, mejor prefiere la mar, aludiendo que la sal mata todo germen nocivo, ¡si la Negrita Cucurumbé, se blanqueó en sus aguas, como no va a matar a los microorganismos que propagan enfermedades!

Cuando llega a saludar de mano, me caga que apenas roce la palma, su justificación de hacerlo de esa forma es porque cree que en un día, las manos de los demás han ido al baño, se han rascado la bragueta o acariciado sus partes íntimas, ni hablar de tocar perillas de puertas del inodoro o bajarle la palanca del retrete, para eso se fabrica unos guantecitos con las servilletas, tocarlo sin protección equivale a entrar en contacto indirecto con infinidad de penes, razón por la cual se abstiene de apoyarse sobre los pasamanos de las escaleras o abrir puertas de sitios públicos tocando la manija; además existe la posibilidad de que al año uno haya saludado de mano al menos a 10 o 15 hombres que se masturbaron y no tuvieron la higiene de lavarse las manos.

Jamás saluda de beso, pues teme contagiarse de herpes o papiloma humano, no quiero imaginar su vida conyugal, pues la verdad ha de ser degradante el estar constantemente siendo enviado a limpiarse equis parte del cuerpo con tal de intimar. Ya que hablamos de asuntos domésticos, le diré que a este individuo no le agrada consumir la tan socorrida por oficinistas “comida rápida”, ya que existe la posibilidad de ingerir con los alimentos cualquier tipo de cabellos o vellos de diferentes partes del cuerpo, por cierto a los que más ñáñaras le tiene son a los de tipo grueso, pequeños y chinitos.

Lo más patético de este sujeto es que duerme con cubre bocas porque teme que en plena visita con Juan Pestañas al estar serruchando abra la boca y se introduzca un insecto; como a cualquiera le molesta oler las aromáticas flatulencias, pues de acuerdo a su estadística a diario nos inhalamos un litro de gases rectales. No quiero ni pensar cómo se comportará ahora que el sarampión se encuentra recargado; por lo pronto comunico a ustedes que yo como el slogan de campaña de nuestro actual Presidente “con las manos limpias”, para cuando me vean no se la piensen en estrecharla en señal de amistad.

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