miércoles, 21 de septiembre de 2011

Por debajo de la alfombra

En su tercera visita a Tierras Aztecas, Tenzin Gyatso quien es mundialmente conocido como el Dalai Lama, se reunió en la Ciudad de México con grandes personalidades educativas de nuestro país, bajo el pretexto de impartir una conferencia magistral; en su disertación aseguró que lejos de la percepción mediática en el exterior de que en México existe violencia, hoy se encontró con un país en paz, con gente noble y hospitalaria.

¡Híjole! Pues como no iba a encontrar una panorámica así, si lo más seguro es que los organizadores hicieron un enorme esfuerzo por mostrar un clima artificial y escenarios simulados para hipócritamente quedar “bien”. Entonces el homenajeado, al sentirse halagado ante estas atenciones, se ve comprometido y tiene que responder de forma positiva a sus anfitriones.

Tal artificio siempre ha funcionado, es más, incluso lo ponemos en práctica en casa, cuando sabemos que tendremos visita, nos esmeramos en limpiar lo que muchas veces nunca hemos aseado, en pocas palabras dejamos rechinando de bonito lo que se encuentra a primera mano y bajo la alfombra o en el cuarto de tiliches metemos lo que nos avergüenza.

Esta práctica de encubrir lo feo se ha vuelto costumbre, pues ha sido utilizada desde tiempos remotos, así vivió Don Porfirio Díaz pensando que su estancia en el gobierno era tan necesaria, que incluso, gracias a sus asesores llegó a creer que la sociedad mexicana era equiparable a la sociedad francesa. El llamado Rey del Rock and Roll, Elvis Presley, fue víctima de tales engaños por su propio personal, que durante más de diez años con tal de continuar conservando la nómina que recibían, le mantuvieron la ilusión de que a pesar de su sobrepeso, adicciones y fracaso mediático su público lo seguía aclamando.

Por todo esto estimado lector cuando se encuentre en algún acto público, recuerde que a pesar de la efervescencia que trae consigo su realización, con todo y el estupendo sonido estereofónico con que se escuchan las voces, las bien elaboradas diapositivas en PowerPoint que ahí se exhiben, las cortinitas de color pastel, los mantelitos largos con sus respectivos fruteros y plantitas donde nunca habían existido, no hay que olvidar que las apariencias engañan, y aunque la mona se vista de seda, changa se queda.

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