miércoles, 10 de diciembre de 2008

Imágenes retro

Dime con quién andas y te diré quién eres, es un dicho popular que utilizan las personas para señalar algunas actitudes aceptables o reprobables de los individuos, para los fines que se pretenden tratar esta vez bien podría parafrasearse de la siguiente forma: “dime cómo viste y te diré quien es”, hace unos días la dueña de una conocida tienda de ropa para caballero decía que no imaginaba a un catedrático universitario impartiendo clases en jeans y camisa a cuadros; en verdad me sorprendió mucho y a la vez me angustió el saber que en repetidas ocasiones voy a la escuela arreglado de esa forma, y peor aún algunos colegas docentes lucen otros estilos de imagen que dentro del concepto de esta mujer no cuadrarían con el perfil que tiene del profesorado.

Es común imaginar a los que se dedican a ejercer la docencia y otras profesiones bajo ciertos estereotipos producto de la mercadotecnia que los medios de publicidad se han hecho cargo de infundir; prueba de ello es lo que me sucede cuando los alumnos se cercioran de que no tengo coche, pues de plano no soy un educador con cierta credibilidad pedagógica, es decir, todos los catedráticos deben de poseer un automóvil para poder considerarse como tal, ¿Cómo diablos voy a manejar un carro si ni siquiera sé manejar mi vida?

Esto me recuerda la primera vez que en una cabalgata villalvarence vi a mi profesor de dibujo con una cerveza de bote escupiendo a diestra y sin escrúpulos, también a aquella ocasión en que pude constatar la heterosexualidad del profesor de ciencias sociales al que todos tachaban de homosexual por el simple hecho de que no se había casado y ni novia tenía, llevándose al cuarto de un burdel a una bien formada sexo servidora; fue cuando comprendí que ellos también son humanos y tienen sus respectivas necesidades y aversiones.

Es un hecho entonces que la imagen proyectada por una persona en el ejercicio de su trabajo contribuye a que los demás clasifiquen en diversos tipos a esa profesión, y así nos podemos topar en el caso de la docencia con educadores elegantes y refinados por acudir a la escuela muy formal; el profesor tigre, por el sencillo hecho de siempre portar las mismas garras; el vaquerito, gracias a ir de botas y mezclilla; el diputado por traer siempre guayaberas; la Menchú, gracias a su autóctona forma de ataviarse; la caja fuerte, porque nunca se le encontraba la combinación de sus ropas; la institutriz sensual, la monja y la gitana, por razones que ya se imaginarán.

No es de sorprenderse que nuestra forma de vestir envíe diversos mensajes acerca de cómo pueden percibirnos o creen que somos, tal vez algunos sean inconscientes, pero de que los discípulos los traducen en conceptos de nosotros mismos es una realidad, ¿Cómo cuales? Para muestra que tal esos prolongados escotes que dejan entrever los torneados pechos de algunas profesoras, las diminutas faldas que al sentarse alborotan la libido de más de un pupilo o ese transparente vestido que deja ver el tanga y gran parte de las nalgas de aquella coqueta docente, así como el ajustado pantalón que como chaparreras de cowboy lucen sus anchas caderas. Y qué decir del profesor que lleva pantalón de manta sin calzones y que con los primeros rayos de luz trasluce sus genitales, el que se cree atleta y acude a la escuela de short, pants o bermuda, sin ser titular de ninguna asignatura del deporte, aquel que se siente musculoso y siempre porta camisetas ajustadas o sin manga dizque para lucir sus bíceps.

También muchos observan los accesorios que portamos, como la marca del reloj, el modelo de celular y sus respectivas funciones, la línea del automóvil y por supuesto el modelo, los equipos de sonido con que cuenta gracias a esa encantadora virtud que algunos colegas tienen de llegar al estacionamiento con el volumen a tope y escuchando los éxitos musicales del momento.

Pero no olvidemos que la mayoría de las personas pensamos del modo distinto al que actuamos, esto significa que existe una marcada diferencia entre razón y voluntad, lo que se traduce a que muchas de las veces nuestra imagen puede ser totalmente distinta a como somos en realidad, por ejemplo si alguien viste a diario elegante, no significa que se trate de un pudiente o de clase alta, igual puede suceder con quien consideramos su vestimenta como indecente y probablemente ni siquiera esté enterado de que luce de esa forma.

Cada quien es libre de elegir su estilo de vestir, pues forma parte de su propia personalidad, lo malo es cuando pretendemos imitar a alguien o queremos lucir a la moda con ropas que ni con milagros se nos acomoda, recuerde que no es casualidad que con ciertas vestimentas casuales perezcamos mamarrachos, digo no es lo mismo pretender ser metrosexual que verse femeninamente gay.
Una cosa si es segura, la impresión que demos con nuestra peculiar forma de vestir siempre quedara registrada en la memoria de los estudiantes, pues al evocar a su antigua escuela, vendrán los recuerdos del profesor con sus clásicas camisas color pastel, la que nunca usaba faldas, el que humedecía las mangas de su camisa por la transpiración, la que enseño más arriba de la rodilla y la que no mostró ni siquiera sus pantorrillas, etc. En fin una serie de recuerdos que se convertirán en horas completas de charlas envueltas de suspiros nostálgicos y añoradas épocas.

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