miércoles, 20 de agosto de 2008

Inconformes

Los seres humanos somos a veces tan hostiles con lo establecido y los convencionalismos sociales que la verdad resulta curioso como nada nos satisface del todo, en pocas palabras nada es suficiente; el de tez oscura quiere tenerla blanca, el que la tiene blanca considera que de tan pálido que se ve necesita un bronceado, el obeso quiere ser esbelto y el flaco ruega a su dios adquirir unos kilos de más, el pobre desea ser rico, mientras que el rico sufre por poseer más riquezas; mientras que el feo quiere ser guapo, el guapo simpático, el simpático hace el ridículo de tanto que lo es.

Igual sucede en lo académico, antes del inicio de cada ciclo escolar las instituciones educativas organizan una serie de reuniones donde el personal docente se supone debe de exponer con base a sus experiencias frente a grupo la forma ideal para abordar aspectos disciplinares, contenidos temáticos y conducta estudiantil, así como ultimar detalles para un excelente inicio de cursos. En si la esencia de tales eventos tiene su mérito, el problema radica en que algunos profesores los utilizan como especie de catarsis, otros ven este momento como la gran tribuna para ser escuchados y libremente sin vacilar exponen sus aficiones, aflicciones, prejuicios y temores hacia las autoridades escolares, también es común aprovechar el momento del cierre de acta para exorcizar sus demonios pedagógicos convirtiendo este documento tan importante en el pliego petitorio a sus necesidades, que por así hacerlo conforme pasan los semestres o ciclos escolares se comienza a perder el interés por este tipo de reuniones, argumentando que para que se realizan, si nunca hacen caso de sus sugerencias o recomendaciones.

Al término de un proceso de admisión el cristal de la transparencia se ve empañado por la infinidad de aspirantes que por virtud propia fueron aceptados en las opciones de estudio que no querían, aquí sí hago un paréntesis, a veces me pregunto, ¿La insatisfacción de no haber quedado en donde ellos deseaban estudiar, es particular o simple capricho de sus familiares? Porque si tú estas consiente que durante la trayectoria en la otra institución de donde egresaste hiciste un pésimo papel que te redituó un bajo promedio de aprovechamiento escolar, cómo va a ser posible que en una nueva institución hagas un buen papel, e igual que el caso anterior se pierde la credibilidad, con el nefasto pretexto de que al fin de cuentas “acomodan a los aspirantes donde bien quieren”.

Un caso similar acontece cuando al momento de calificar uno se percata que más del 70% de los alumnos reprobó, ¿Qué se hace ante tal suceso? Pues algunos tratamos de ser condescendientes y revaloramos los resultados ponderándolos a partir del que obtuvo la calificación más alta del grupo, ignorando así el 100% del valor original del examen. Pero cuando se entregan los resultados a cada discípulo, los que a pesar de esta acción ni así aprobaron, dirán “méndigo profesor ojete, como siempre ayuda a los que le agradan”.

Resulta inconcebible como he perdido la amistad de varias personas por el simple hecho de ser solidario con sus problemas económicos prestándoles el dinero que los sacará de ese apuro, más cuando se los cobro ahora sí me tachan de hijo de la tiznada, tacaño y falto de conciencia. Será acaso que también a ellos un abuelo les aconsejó que es imbécil el que presta algo, y que lo es el doble quien lo regresa. Esto de las inconformidades hace que recuerde un trozo de la canción de Serrat que dice “No hay nada más bello que lo que nunca he tenido. Nada más amado que lo que perdí”; recuerden que de una caída lo que más duele no es el golpe, es el orgullo.

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