miércoles, 12 de noviembre de 2008

Anecdotario

El oficio de la docencia es para mí una especie de terapia que bien podría clasificarla como catarsis, pues es un ejercicio en donde se olvidan todos mis problemas y me voy introduciendo en otro mundo, dejo de ser el que soy para convertirme en el presentador oficial de un show de monólogos que según dicen los expertos en pedagogía es el proceso de enseñanza-aprendizaje; y bueno creo que el que se perfecciona en esta instrucción soy yo, a veces mucho mejor que mis estudiantes, pues es precisamente de ellos que aprendo a valorar muchas cosas tan simples de la vida que en otro contexto ni siquiera sabría que existirían.

A veces me ubico a su mismo nivel cultural, por supuesto sin caer en lo patético que un docente luce al comportarse como un adolescente que al final terminan por aborrecerlo, tratando de emplear su léxico para que medianamente entiendan lo que trato de transmitirles, porque uno puede explicar equis tema hasta diez veces y eso no significa que los estudiantes lo hayan comprendido, simplemente para que no los sigas aburriendo te dan como en su lenguaje lo dicen el “avionzazo”; para lograr su atención la información que pretendo transmitir la ubico dentro de la visión que tienen del mundo, esto como una forma de generar ciertas evidencias del estadio de su aprendizaje, lo que le permita hacer una comparación entre lo que sabía y lo que sabe a partir de su contacto con lo nuevo.

Es precisamente en esa actividad que al estar interactuando salen a relucir una gran variedad de temas relacionados con los contenidos escolares, los cuales pueden ser tan ilustrativos como inverosímiles; en una ocasión que abordábamos lo que se resguarda en las pinacotecas, un alumno al escucharme citar a los pintores nacionales entre los que nombré a don Jorge Chávez Carrillo, dijo que este artista era de nuestro estado, por supuesto que ante tan interesante aportación centré mi atención en él, ufano éste indicó que eso lo sabía porque una vez su padre adquirió una camioneta modelo “Lobo” a unos ejidatarios que según eso se dedicaban a ciertos negocios ilícitos.

Cuando la estaban lavando para lucirla en las fiestas patronales del municipio donde residen descubrieron un compartimiento oculto entre la caja y cabina del vehículo que en su interior escondía tres cuadros con la firma en pintura negra de Chávez Carrillo; según él estaban horribles, por eso uno de ellos sirvió para reparar el techo del gallinero, otro lo pusieron de tejaban para proteger de la resolana la puerta que da al patio y el último fue utilizado como combustible para el fogón de la cocina; imaginen el rostro de los demás jóvenes que exorbitados abruptamente preguntaron que como cuánto valía lo que habían desperdiciado, entonces les dije, eso investíguenlo para que sepan la importancia de nuestra pinacoteca.

Otra vez analizando la jerarquía de los valores morales y su axiología, un inquieto discípulo narró que en una visita a cierta cadena de supermercados estando en el departamento de discos compactos, encontró un ejemplar del LP de los Beatles conocido como el “Álbum Blanco” (The White Album), era la edición especial protegida por un fino estuche de cartón plastificado y en cuyo interior incluía cuatro litografías autografiadas por John, Paul, George y Ringo, este disco era el único que le hacía falta a su papá para completar la colección, apresurado lo buscó y le comentó del hallazgo, cuando se lo entregó el padre se decepcionó, pues el precio de éste era por la módica cantidad de $ 49.99 pesos, entonces le comentó a su hijo que sin lugar a dudas era una copia pirata y terminó por dejarlo, es decir, no lo compró, este ejemplar en el mercado nacional alcanza cifras que ascienden hasta los $ 680 pesos.

La bulla entre mofa y guasa por la ingenua actitud de su sacrosanto progenitor no se hicieron esperar, fue entonces que los paré diciéndoles que ese tipo de acciones pone de relieve la importancia de los valores en la vida, y cómo a veces apreciamos más las cosas que conocemos y desacreditamos otras que bien podrían tener otro nivel más alto dentro de la escala de valores materiales, incluso sirvió para ejemplificar la diferencia entre barato y caro.

A raíz de esta actividad siempre destaco la importancia del interactuar con los estudiantes, pues según creo ello fomenta una actitud crítica, los hace más sociales, genera una sana comunicación y por ende el desarrollo de su personalidad, además de aprender a sustraer desde su propio ámbito ciertos aprendizajes que creían no poseer de forma académica a partir de las circunstancias físicas, culturales y sociales que los desafíos y obstáculos de su propio desarrollo los enfrenta.

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