miércoles, 13 de agosto de 2008

Lolitas

Una vez el músico y poeta Agustín Lara escribió “Ya ves que venero tu imagen divina, tu párvula boca que siendo tan niña, me enseñó a besar”, fragmento de su canción “Piensa en mí”, melodía que para muchos fue generadora de diversos sentimientos, pasiones oníricas que desencadenaban torrentes de amor por ese ser que se ama y se extraña a la vez, la canción en este segmento da la impresión de tratarse de un tema que en nuestros días resulta polémico como lo es la pedofilia; ya que estamos en este escabroso tema, me enteré que en la antigua Roma se promulgó una Ley Pública que prohibía el coito con menores de ocho años, honestamente hoy esto se lee bastante rudo, ¿Entonces los romanos sostenían relaciones sexuales con personas de nueve años hacia arriba? Por supuesto, como ustedes saben la clandestinidad de una relación radica en poner en práctica todo lo que nos avergüenza y a la vez nos excita, lo que nos pudoriza más se nos antoja y causa satisfacción al ego; pero consumar un acto de tal índole legalmente se clasifica como paidofilia.

Cierta ocasión cuando cursaba la licenciatura un docente en plena sesión nos dijo que el profesor dentro del salón de clases es un ente asexual, es decir, un castrado, el cual no tiene derecho a pensar con sus hormonas, sino con las neuronas. La interacción instructor-instruido debe de carecer de toda influencia sexual. Palabras indelebles en la mente de algunos estudiantes que conformábamos esa generación, a pesar de que tiempo después nuestro catedrático dejó de compartirnos sus conocimientos, pues fue puesto a disposición del ministerio público acusado de sostener una sórdida relación sentimental con una de sus discípulas en la secundaria donde también laboraba.

De su copiosa voz solía referirse al proceso enseñanza-aprendizaje como una especie de aburrido matrimonio por conveniencia, sin sexo pero con ciertas ventajas mutuas. !Claro que tenía razón¡ Existen profesores que con el simple hecho de tener alumnas guapas y a pesar de que algunas carecen de atributos intelectuales tienen un punto extra o una calificación nada deleznable sin merecérselas en sus asignaturas sólo por el hecho de ser “bonitas”.

Tal casta de alumnas está consiente que sus virtudes físicas les permiten avanzar académicamente, para ello portan el uniforme escolar con ciertos arreglos favorecedores, un prolongado escote en cuyo relicario guarda celosamente una discreta medalla de oro, que sin lugar a dudas hace poner la mirada de quien la observa en ella; una minúscula falda que permite admirar lo macizo y torneado de sus piernas y cuando se sienta al cruzar sus muslos refrescan la escena del interrogatorio de Sharon Stone en la cinta “Basic Instinct”.

En la mente de algunos, tales muchachitas son una especie de Barbie de acción que derriten el hemisferio derecho del cerebro con perversiones libidinosas, es una pena que para ciertos colegas, estas damitas con su lápiz labial y espejo de bolso sean la perdición, pues con tal imagen dan la impresión de ser adictas a la efervescencia erótica, pues saben que con muy poca ropa despiertan la imaginación.

Comparadas con el adefesio que tienen de pareja algunos docentes, a los que sólo temas financieros y de conducta doméstica abordan cuando están en la intimidad, estos duraznos tiernos y jugosos son el edén del autoexilio; es como poner en una balanza el imperio del placer y el deseo sobre las obligaciones laborales y domésticas, ¿Hacia dónde creen que se inclinará?

Fueron educadas con la idea de que para contraer matrimonio necesitan tener cierta edad, así mientras llega ese tiempo hay que darle gusto al cuerpo que gracias a los medios masivos de información conservan bien acomodaditos. La virginidad es un fantasma que atemorizó a sus abuelitas, a ellas les preocupa más lucir sexy y coquetas, porque así se lo dictamina la dieta de la mercadotecnia. A veces esa imagen seductora es obra de la ingenuidad o producto de la casualidad o sencilla intención sugerente.

Pertenecen a la generación de la mentira, su domesticación consistió en recibir un suero de embustes y mitos. Es un hecho que en la actualidad entre la adolescencia el género masculino se viste con mayor decencia que su contraparte, a la que se podría calificar como una dulce perdición; imagínese un tipo mayor sosteniendo una relación íntima con una menor de edad, eso sí es un suicidio social.

La costumbre de intercambiar cariño por sexo sufre una mutación, con ellas el sentimiento es lo que menos importa, pues la diversión y el obtener un beneficio académico están antes que otro motivo. En su malévolo juego se divierten humedeciendo el interior de la bragueta del profesor con el simple hecho de verlas; como lo dice la autora Ana Clavel, “La violación comienza con la mirada”, y para esto estas damitas saben que la atracción ingresa por este sentido y que mejor atractivo que hacer del aula un escaparate de diminutas prendas.

En conclusión, sabemos que existen chicas con estas características dentro del aula, y como profesores no podemos negarles el acceso a la escuela vestidas de esa forma, pues de hacerlo ahora sí estaríamos violando sus garantías individuales; por lo tanto no hay que olvidar que sus intenciones hacia nosotros los docentes, no son sentimentales, más bien son por mejorar su promedio escolar, es lo que podría interpretarse como alguna absurda ramificación de la prostitución. Honestamente no es que seamos guapos, más bien somos un eslabón de la cadena académica y curricular por la cual tienden a ascender.

2 comentarios:

selynna dijo...

hola hola¡¡
Con el placer de siempre, disfrutando cada uno de tus artículos...
chao estamos en contacto.

Anónimo dijo...

Tienes un 10 por este articulo ca·$%&. Felicidades

Mario Escobar Venegas