miércoles, 27 de agosto de 2008

Amateur

Es común entre los deportistas, grupos de danza, porristas y escuelas de modelaje captar a través del lente de una cámara de video las sesiones de práctica o los eventos donde participan para después analizarlos en la comodidad de sus hogares con el propósito de al observarlos corregir errores y detalles que los podrían llevar al fracaso, descubrir las fallas que inconscientemente cometen entre otros detalles, en este sentido el fin en este caso justifica los medios.

De igual forma en la actualidad diversas personalidades del medio artístico hacen uso de este recurso con fines más de marketing que para mejorar tácticas profesionales y deportivas, de forma abrupta es liberado en la red de páginas mundiales un video con fuertes escenas sexuales, lo cual, es obvio que despierta el interés y sobretodo la morbosidad del público.

Los pioneros en hacer este tipo de videos fueron los -en ese entonces- recién casados Pamela Anderson y Tommy Lee, a partir de ellos se dio el “boom” por este género, entre los más famosos productos videográficos se cuentan los de Paris Hilton, la intérprete boricua Noelia y la actriz mexicana Michelle Vieth, por cierto ésta última se le ocurrió la brillante idea de patentizarlos y obtener así algunas ganancias extras a su favor por la difusión del mismo.

Por supuesto que en estas filmaciones suelen mostrar además de su talento físico, el histriónico, mismo que desde el punto de vista de cualquier crítico de cine bien podría asegurar que de lo excelente de su actuación, tales luminarias serían dignas candidatas al “Oscar”, si es que existiera una categoría para ese tipo de filmes; por supuesto que el objetivo aquí es continuar vigente dentro de la farándula gracias al escándalo que trae consigo el exhibirse públicamente al momento de copular.

Pero, ¿Qué sucede cuando a un muchacho se le ocurre obtener material videográfico con el apoyo de su teléfono celular de la relación coital que tuvo con su actual pareja? Acaso este joven lo quiere para hacer un análisis somero de las distintas posiciones que adoptaron él y su pareja en el acto consumado, es una terapia recomendada por algún sexoterapeuta para recuperar la relación sentimental. Lo más triste es que el producto de tal actividad pronto será un trofeo más que alimente el ego de esta persona al mostrárselos a sus conocidos, olvidando por completo la reputación de la otra parte implicada, que sin saberlo se siente orgullosa de ser la novia de alguien que de tanto amor que le profesa guarda los momentos de intimida en su celular para después volver a vivirlos, y como él le asegura extrañarla aún más.

Es curioso que durante los primeros 12 o hasta 14 años de vida del ser humano, sus progenitores se la pasan ocultando todo el material sicalíptico, con la firme meta de no generar en ellos un perversión sexual, esto resulta patético, es como luchar contra corriente; como ustedes saben la sexualidad es inherente al humano, lo que significa que a pesar de que lo ocultemos, tarde o temprano les llegaran los ímpetus por esta necesidad fisiológica, y va resultar adverso que se enteren de forma vulgar como lo es utilizando un celular erótico.

Qué se ha logrado con tan inmoral actividad, aparte de desprestigiar a las inocentes jovencitas y alguna que otra escuela por la supuesta calidad moral que ahí impera, fomentar ese obsesionado mal gusto de entretenerse contemplando clandestinamente en las pequeñas pantallas de los celulares cortos fílmicos basados en actividades íntimas o sensuales de otras personas, y por ende fomentar la pornografía.

En otras palabras tal comportamiento tiene su connotación voyeurista, que en exceso bien podría clasificarse como un trastorno psicosexual, basta con saber que en la mayoría de los teléfonos celulares de los adolescentes existen almacenados una enorme cantidad de videos, los cuales comparten gustosamente mediante la vía del Bluetooth. ¿Qué sensación se experimenta? Excitación, placer carnal o simple orgullo por presumir ante los demás ya sea sus peripecias genitales, sus nuevas conquistas, el tamaño de sus falos o simplemente abatir el orgullo y altivez así como herir el amor propio o la dignidad de quien exhiben.

No hay que olvidar que cualquier material sustraído u obtenido sin el consentimiento de alguien para su divulgación viola una o tal vez varias leyes que representan una serie de delitos entre los que se penalizan desde multas que ascienden diversos salarios e incluso hasta el encarcelamiento por la pena de difamación de honor y malversación física y moral del implicado.

1 comentario:

Anónimo dijo...

GRACIAS, LEI TU ESCRITO COMO SIEMPRE MUY AMENO, EL LEERLO ME AYUDA A DESESTRESARME. SALUDOS