martes, 1 de abril de 2008

Imaginación y comprensión

Si lo puedes imaginar lo puedes lograr,
si lo puedes imaginar lo puedes crear.
Albert Einstein

En últimas fechas he visto actitudes de los estudiantes bastantes desafortunadas al presentar sus exámenes, y no precisamente hago alusión al hacer trampa para responderlos, pues tal actividad ya forma parte inherente de su labor estudiantil, a lo que me refiero esta vez es que simplemente ellos no tienen capacidad imaginativa para interpolar las preguntas de acuerdo a la complejidad de la asignatura y su propia experiencia; aunque uno se quiera desmarcar diciendo al fin y al cabo no son mis hijos, la verdad que como educadores nos compete tal situación. Resulta, que cierto día haciendo sinodalía en el examen de Química I, noté que a los alumnos les imponía cierto grado de dificultad una de las preguntas la cual consistía en que éstos respondieran cuáles eran los cuatro elementos que dieron origen a la materia desde el punto de vista filosófico; y, ¿Qué creen? Pues no sabían cuáles eran tales elementos, de verdad con ese reactivo invirtieron un cuarto del tiempo que implicaba sustentar la prueba; pasaba la hora y nada, se les miraba desesperados, angustiados, hasta que uno se puso de pie y lo entregó satisfecho diciendo de forma ufana: “¡Neta que sí sirve ver caricaturas!” Los demás alumnos le vieron alejarse con un dejo de admiración y aflojaron sus hombros en actitud de derrota.

En esa misma semana a 48 horas de habérseles aplicado el examen ya citado, una pregunta semejante se les volvió a plantear, esta vez la materia era Historia de México I, y versaba de la siguiente manera: “A parte del aire los Chichimecas descubrieron tres elementos terrestre más que les permitió adoptar la agricultura como sustento de vida y convertirse así en sedentarios”; de nueva cuenta esta pregunta los ponía a dudar de su capacidad intelectual. ¿Cómo es posible que en un mismo grupo las dos preguntas que en sí se asemejan, no hayan podido ser respondidas?

La respuesta según mi rancia formación pedagógica, es que estos individuos carecen de esa capacidad para integrar nuevas ideas con las ya existentes en su cerebro conocida como imaginación. ¡Acaso es tan difícil representar idealmente algo que se está leyendo, inventar o formular nuevas ideas a partir de su contacto con el medio que les rodea!
El rol que desempeña la imaginación en nuestro cerebro es el de representar la gama de experiencias que la persona va acumulando a través de su contacto con el medio ambiente, estas representaciones implican desde el mismo aspecto visual, auditivo y algunas veces hasta el tacto y el olfato, quien no imagina la caricia de un ser querido, el olor a la comida de mamá; además el ejercicio de ésta, permite volver a vivir los hechos del pasado, del presente y hasta del futuro ideal de los sujetos.
Ahora usted me va alegar a favor de los jóvenes que apenas están adoleciendo y así cómo quiero que tengan experiencia para fomento de su imaginación, espéreme un momento, que acaso ellos no saben más de medios tecnológicos que nosotros, no están inmersos en la multimedia casi desde que nacieron; en la actualidad son los principales consumidores de Internet, MP3, memorias USB y por supuesto videojuegos (puerta de entrada a la cultura informática por excelencia), eso debiera favorecerles en el incremento de tal capacidad. Parece ser que la cultura de la simulación que implican los juegos de video –hago alusión a este medio, porque en un solo soporte se conjugan diversas dimensiones simbólicas: música, imágenes y diálogos- en lugar de apoyarles en su desarrollo les ha ameritado un salto hacia atrás darwiniano; para que pensar en todo lo que implica la solución de un videojuego, si ya saben que esta programado por alguien y que tarde o temprano otro medio de comunicación les dirá como llegar a ella.
Si a eso le agregamos que las actuales generaciones casi no tienen esa capacidad de asombro que otras han poseído; esto complica aún más el hecho de carecer del recurso imaginativo, pues si no hay asombro, lamentablemente no existe interés por lo nuevo, su funcionamiento o constitución, y por ende nada que alimente la imaginación. Cierto día les dije a un grupo de discípulos, ¡Miren una iguana con alas! todos se rieron e hicieron mofa de mi expresión, pero nadie volteo a los ventanales de las aulas para comprobar si era cierta tal afirmación. Entonces los medios tecnológicos serán los culpables de que el ser humano se vaya autoexiliando de su entorno y no le permita visualizar otro espacio más que el de un teléfono celular o el monitor de una computadora conectada a internet.
De ser cierto esta hipótesis, como imaginar a un gran líder sin empuje, ni visión y menos aún sin creatividad, porque carece de este importante elemento, la imaginación; ver el cielo por las noches y no aceptar la ilusión de que existe vida en otros planetas. Indudablemente la imaginación es una cualidad humana, y gracias a ella hemos creado un sinnúmero de artículos que nos han facilitado la vida y otros que nos han dañado, deducir respuestas a las tantas preguntas de la vida y del quehacer académico. Como profesores debemos de tener la firme intención de implementar en los planes de clase ejercicios que logren la conexión entre mente y cuerpo, desconectarlos por un momento de los cibermedios. Por lo pronto habría que preguntarles a los estudiantes si han tenido la idea de que el pez no sabe que existe el agua. Si obtiene un silencio como respuesta, lo esta logrando, pero si echan bulla o se burlan de usted, pues lamentablemente hasta el momento no ha servido de nada tantos ejemplos en las clases.

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