miércoles, 11 de noviembre de 2009

Crónicas Aborrecentes (Parte II)

Confortablemente Insensible.

Los chicos esta vez no fueron atraídos por la vorágine del fervor que consigo trae las elecciones de la belleza estudiantil, debido a dos motivos, el primero consistía en que Dafne Evelyn la hermosa novia de Crisóstomo era candidata por su grupo, lo cual fomentaba en él devastadores arranques de celos, y para evitarle problemas con el comité escolar, sus amigos optaban por mantenerlo al margen, distrayéndolo en otras cosas, por ejemplo sacar fotos con el celular por debajo de las faldas de las inocentes chicas, sin que ellas se dieran cuenta y luego pasárselas a los demás.

Se preguntaran cómo un tipo de la calaña de éste joven tiene una novia con esos atributos, resulta que antes de cumplir los quince Evelyn era de esas chicas flacas, larguirucha, de gafas tipo fondo de botella y con frenos dentales, que por obvias razones nadie ponía sus ojos en ella; al ingresar a la preparatoria su madre la inscribió a un gimnasio para que practicara pilates, sometiéndose a intensas sesiones que lograron un físico digno de campeona. Le cambiaron los pesados lentes por unos de contacto, los frenos hicieron lo suyo dejando lucir una perfecta sonrisa de dientes aperlados.

Además ellos están conscientes de que en su preparatoria existen tres clases de chicas, las desechables, aquellas damitas que aceptan al primero que se les pone enfrente y por ende las utilizan sólo una vez, pero eso sí, corren la voz de ello para que los demás aprovechen la oportunidad de saciar sus instintos; también están las difíciles, que por más insistir nunca les harán caso, pues casi siempre viven con la esperanza de que llegue su Príncipe Azul, el cual jamás ni siquiera lo conozcan, y aunque sean cuarentonas lo seguirán esperando; y por último tenemos a las bonitas, su calvario consiste en por ser tan guapas nadie se atreve a acercárseles por miedo al rechazo, motivo por el cual se encuentran más solas que Dios.

A esta última categoría pertenecía Dafne; cierto día que la desesperación por no encontrar pareja combinada con el fatídico miedo a quedarse a vestir santos le embargó, se fijó como propósito de año nuevo conseguirse un buen partido; así que regresó a clases dispuesta a aceptar al primero que se le insinuara y valiéndole un nabo como estuviere; esa mañana Cris, presionado por el Pinzas y a sabiendas que destilaba saliva por ella, le puso un ultimátum o se animaba a declararle su sentir o reproduciría para toda la escuela un poema que inspirado en ella escribió, junto con la fotografía que le tomó sentado en el inodoro sin pantalón ni trusas como acostumbraba a hacerlo.

Bajo tal presión no tuvo más remedio que hipotecar su orgullo, fue directo hacia ella en cuanto la vio salir del aula y le preguntó que si quería ir al cine, inmediatamente aceptó, y esa tarde además de las palomitas y el refresco, disfrutaron del intercambio de fluidos salivales, con la única excepción de que al tipo le dio mucho asco cuando la chica introdujo la lengua en su boca –por poco vomita–, de ahí en más son hasta la fecha una pareja estable. Cumpliéndose así el teorema que no ha sido resuelto por la ingeniería genética desde los remotos tiempos de la prehistoria, el “Gen Cavernícola”, en donde son rechazados aquellos tipos bien portados y aceptados sentimentalmente los pelafustanes, andrajosos y malolientes.

El otro motivo de abstenerse a participar en los preparativos del desfile de candidatas fue que ese domingo se presentaría en el estadio “Tres de Marzo” de Zapopán Jalisco, el mítico exvocalista del grupo Pink Floyd, Roger Waters, con toda su parafernalia musical; ya habían comprado los boletos a través de una empresa que se dedica a venderlos por Internet; contaban con el transporte, la oxidada y carcomida camioneta Datsun modelo 70 con motor de 1990 importado, que Don Ramiro el carpintero y patrón de Pinzas le confiaba los fines de semana, por supuesto que se la prestaba por el remordimiento que sentía a raíz del accidente que éste sufrió en su taller.

Lo único que faltaba era que Dafne le diera permiso a Crisóstomo de ir con ellos, Chabotas insistía en criticar tal actitud, argumentando –eso es culero, si vas a ir algún lado a tu mamá le dices: “voy a ir a tal parte”, ella sólo te advierte que te cuides y te deja ir con la gracia de sus santitos, a pero a la pinche novia, ni madres, le tienes que dar santo y seña de con quién vas, a dónde irás y para qué quieres ir allá– ¡esas si son jaladas! Expresaba con cierto aire de enfado.

Total con o sin los consentimientos de novias, madres y patrones se iban a ir, ese evento no se lo podían perder, lo único que le pesaba tanto a Salvador como a Cris, era que el domingo tendrían que partir al filo de la 1:30 de la madrugada, si querían ganar un lugar decoroso para observar, lo cual implicaba dos razones, una era acostarse temprano como gallinas y la otra era no dormir manteniéndose en vigilia viendo películas pornográficas hasta que fuera la hora o mantenerse alertas con una buena tacha, al fin de cuentas el que conduciría la “Ranfla” –apodo que tenía la camioneta de la carpintería–, sería el Federico.

Continuara…

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