jueves, 13 de octubre de 2022

Coleccionador de momentos.



El sábado pasado mientras caminaba por las banquetas con caries de la calle… creo que mejor ni la menciono, no se me vayan a agüitar quienes viven por ahí, pero bueno, para ya no hacérselas más cardiaca, caía en la idea de que la vida de muchos es un amasijo de recuerdos, quien firma lo que escribe es un coleccionista de momentos, por ejemplo, si escucho Mátenme porque me muero, de Caifanes inmediatamente mi cerebro viaja en el DeLorean neuronal y viene aquella triste imagen de que en mi adolescencia mientras la oía, llego mi padre a casa con una caguama a punto de terminársela, entonces molesto le dije: “¡No manches, jefe! Te vas a morir, recuerda que con la cirrosis hepática no se juega, esta vez es la tercera”. -¡M´hijo, ¡chist! ¡Esa que oyes, es mi canción a partir de hoy! Fue su respuesta. Y sí, a los 15 días se mudó al barrio que hay detrás de las estrellas, pues la calaca se lo llevó a dormir con ella, dejándome como herencia, una cuenta en Bancomer con $ 50.00 pesitos y cada vez que oigo esa rolita de Caifanes, se me ponen los ojos blancos como Remi.

También por pura nostalgia conservo objetos que para algunos son basura, como las corcholatas de Coca-Cola del Mundial Futbol Argentina 78’, que para la chamacada de mi época eran como hoy para los millennials, algo semejantes a las estampas Panini, mientras las toco, mis dedos llevan al recuerdo de aquel álbum de cartón en donde las pagábamos, creo que eran 46; ni que decir de 2 dispensadores de bolsillo de esos caramelos en forma de pequeña tableta rectangular seca, de la marca PEZ, qué la neta estaban malísimas, y lo único que valía la pena era el dispensador con la cabeza de algún personaje de Disney o de los Looney Tunes, pero que cada vez que los veo, huelen a Cine Diana con sus funciones dobles.



Igual me pasa con los cómics, tengo algunos de mi abuela materna, quien por cierto me hizo adicto a ellos -es más, creo que así fue como nació el interés por aprender a leer, sin ir a la escuela-, entre sus favoritos estaba ese de “Aún Hay Más”, sí, con Raúl Velasco, el conductor del programa musical llamado Siempre en Domingo, lo que me llama la atención cada vez que lo ojeo -sin “H”, pues nomás pongo los ojos en él- es que en la contraportada incluían una foto del señor Velasco, dizque para que la enmarcaras, no dudo ni por un momento que alguien si lo hiciera. Entonces mientras caminaba por esas aceras con caries y calles mulachas, caí en la reflexión de que realmente colecciono fragmentos de mi vida, objetos que representan mi idiosincrasia, no es que lleve tiempo intentando evitar dejar de ser niño, es que la vida es como uno la recuerda y mi infancia adquirió muchos de esos recuerdos.

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