miércoles, 28 de noviembre de 2007

Ruido en el aire

Los medios masivos de comunicación mediante satélites, fibra óptica y microondas han sido y serán el eje vital para unir fronteras, colaborar y mantener informado al género humano. Actualmente no existe sujeto alguno que niegue tener un televisor o radio en su hogar, empleo o negocio; es obvio que el individuo no puede resistirse al vértigo de la comunicación o ya de plano sentir que alguien lo acompaña en su obligada soledad, pero además de noticias los medios en sus diferentes ámbitos se dedican a fomentar formas de vida y costumbres que se transforman en spots publicitarios, los que a su vez se vuelven influjos culturales que decididamente convierten el futuro del país y en consecuencia la ideología individual de las futuras generaciones.

El esfuerzo de la escuela por introducir un sistema de pensamiento ha sido a veces destituido por los medios de comunicación, ya que estos proponen a sus receptores un programa mental donde se combina la cultura de masas y la mercadotecnia; entonces si un indicador del retraso en la población es el bajo índice de lectura, un buen ratings se define en la mayoría de personas que ven televisión, escuchan radio o están conectados al espacio virtual.

Por otro lado en los últimos años la televisión ha entrado a una fase de tremenda decadencia debido a la serie de trastornos que trajo consigo la disputa entre las dos cadenas más importantes de televisión nacional, originando que la gente recurra al radio, a la prensa o a la Internet para informarse de “verdad”.

Bajo esta perspectiva la radio ocupa el segundo lugar de preferencia entre los distintos medios, adquiriendo un cariz de cotidianeidad que de hecho se puede constatar observando en las oficinas como las secretarias la utilizan para analgesia del trabajo, al igual que los albañiles, pintores y chóferes, transformándose de ese modo en la banda sonora de una película llamada vida.

Desde aquel histórico 24 de diciembre de 1906, cuando por vez primera se emitían a través de la radio música y voz, hasta nuestros días como preámbulo diáfano la radio deja escapar sobre la superficie abrupta una serie de efectos, explosiones, rayones, puentes musicales, coros de canciones y voces afectadas, con el firme propósito de atraer la atención del público, recuérdese como gracias a este aparato Orson Welles alcanzo la celebridad mediante una versión radiofónica de la novela “La Guerra de los Mundos” de H.G. Wells, la cual causó sensación y simultáneamente pánico en la ciudad de Nueva York en 1938.

Hoy en día desde el interior de la radio se cronometra el ritmo de vida y se analizan infinidad de temáticas, mismas que van desde política y nota roja hasta astrología y esotérica, tornándose en un vehículo amarillista que curiosamente se vuelve un espejo de los demás medios y por lo tanto vocero de la jodidez urbana.

Una cabina de audio difunde la información que ciertas veces no es la original, pues al pasar por el locutor, este le imprime algunas alteraciones producto de su dicción y de la diacrítica forma de emitir las palabras; si a ellos se le agrega que en su soliloquio los locutores envían una serie de frases camufladas que los radioescuchas decodifican haciéndolas suyas. Tales contenidos verbales no siempre actúan particularmente en su significación literal, sino como punta de decodificación simbólica de carácter colectivo, es decir de una forma u otra en ese trueque lingüístico nuestro castellano se prostituye con anglicismos que al pasar de los años se integra al lenguaje coloquial de la juventud, olvidando por completo la idea de promover una cultura nacional y dando paso a reproducir formas de pensamiento extranjero.

Pese a lo anterior la radio en su ardua tarea publicitaria y por alcanzar una mayor audiencia se atreve a fomentar una serie de eventos que irónicamente son aceptados socialmente; por ejemplo concursos en los que se convoca a participar a las escuela para que inviten a sus estudiantes a enviar mensajes de texto para tener la posibilidad de ganar la organización completa de una kermesse, recibir en la explanada cívica del plantel a un grupo musical, y lo más risible ofrecer una cirugía estética de busto a la dama que resulte agraciada. Como ustedes saben tales situaciones poco a poco se integraran a la serie de valores que se inculcan de forma extraclase llegándolos a convertir en hábitos.

El futuro de la radio tiene dos caminos; el primero se encuentra en las universidades, ello implica reinventarla en un sentido académico que conjugue lo experiencia obtenida a lo largo de los años con las ideas frescas de los universitarios, además de regresar al salón de clases a los antiguos locutores para que se de el intercambio de experiencias con aquellos estudiantes de comunicación, lo que dará un matiz diferente a la programación y un estilo alternativo a la producción de espacios radiofónicos donde se rescate lo mejor de este medio.

Y por último esta el Podcast, que consiste en una pequeña capsula tipo radiofónica en formato mp3, donde se abordan infinidad de temas, éstos pueden ser escuchados en diversos sitios de Internet. Por utilizar el ciberespacio este medio en algunos de sus materiales se llega a abusar de la libertad, en muchas de las ocasiones esa ilegalidad suele ser beneficiosa para quienes lo escuchan, pues al no tener alguien que lo censure existe mayor credibilidad en sus aportes.

La otra vía consiste en revalorizar al equipo actual de cada una de las estaciones que dan vida a la radio, con el propósito de conjuntar lo ya existente con lo que hace falta, para demostrar con ello que a pesar de sus carencias la radio aún tiene mucho que ofrecer con calidad.

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