jueves, 30 de agosto de 2018

¡Oiga, doctor regréseme mi enfermedad!

En mi acostumbrada cita mensual a la clínica, esta vez además de lo retrasado que siempre van en los turnos de cada paciente -y ahí no hay revistas para ojear, ¿cómo diablos me voy a enterar de quién se acuesta con la jet set?-, me topé con la situación que más incómoda, cuando te atiende un médico interino, la verdad es vergonzoso escucharles decir que el galeno al que cubren no hace bien su trabajo, intentar desprestigiar su desempeño ante uno, como si no lo conociéramos, ¡uta, esto me recuerda aquel adagio de “entre gitanos no se leen las mano”! Pero éste como que no se lo sabe.

Estoy consciente de que hagan su luchita por quedarse con el puesto de titular tratando de evidenciar que el título lo obtuvieron a razón de su intelecto, así como las virtudes que la madre naturaleza dotó, pero denostar al colega es totalmente deshonesto, además no hay que olvidar lo que una vez el sabio José Saramago dijo sobre hablar del ausente como si estuviera presente, para así evitar conflictos.

Asimismo este médico ignora los tratamientos y terapias que al que está cubriendo utiliza en cada uno de sus pacientes, por ejemplo, él no sabía que para controlar mi enfermedad crónico-degenerativa recurro a recomendaciones que mi doctor familiar ha seguido cada mes, los ejercicios que realizo, en fin, un titipuchal de cosas que ustedes no están para saberlo y yo menos para contárselos, pues hay que respetar la confidencialidad médica. De haber conocido mi historial clínico, no hubiera invertido en vano parte de la consulta en indagar cosas como el consumo de tabaco, alcohol, horarios de descanso y tipo de alimentación, ya se imaginarán la refrescada de memoria a mi santa jefecita que me otorgaron quienes estaban en la sala de espera sin esperanza de que les llegara su tuno.

Al borde del infarto fue cuando se atrevió a cambiarme algunos medicamentos, dizque porque ya tengo mucho tiempo consumiéndolos y probablemente ya ni sean igual de efectivos. Para rematar expidió una solicitud de estudios de laboratorio, seguramente por lo gordo que estoy, pero lo más lamentable es que esta persona ya ni se encuentre para la próxima consulta y quien tenga que darle seguimiento a los resultados sea el titular, pero el aprieto de ir dos veces al laboratorio -una vez para realizar la solicitud y otra para que los realicen- me lo voy a chutar, algo así como 5.2 km, equivalente a 14 minutos de ida y vuelta, ¡ay, doctor, regréseme mi enfermedad!.

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