jueves, 16 de agosto de 2018

Whatsappeando con el abuelo

Si mi abuelo Churío viviera se mofaría de vernos todos atolondrados con el uso del teléfono celular, echaría guasa de cómo hemos “mejorado” nuestras formas de comunicación, o sea, ver novios que en lugar de la típica práctica de succionar cachetes pierden el tiempo intercambiando memes, comadres que ya no comparten los chismes de lavadero en la tiendita de la esquina –que por cierto están en vías de extinción gracias a las pinches franquicias–, ahora han creado su propio grupo de WhatsApp.

Si antes te salías al quicio de la puerta con tu silla a disfrutar del atardecer, hoy por la tiznada inseguridad en que vivimos, un cancel nos aparta del bullicio de los peatones y la entrada a nuestro hogar, es más, la casa parece jaula de tantas rejas que le ha dado en la torre a la estética de la fachada; el abuelo que gustaba echarse una bocanada de humo en cualquier lugar, hoy lo más seguro es que se agüitaría de que ya no es posible de hacerlo, salvo en los sitios indicados.

En su época podían ir en el asiento de atrás del coche hasta cinco personas, incluso en las motos iban tres personas y bebé en brazos de la madre, ahora lo más probable es que por así hacerlo te facturen una multa de varios salarios; podía permanecer fuera de casa incomunicado por varias horas sin que nadie lo molestará, pues ni existía el teléfono móvil, ahora, si uno no se lo lleva es tanto el apego de este aparato que hasta nos sentimos inseguros.

Cuando el Churío estaba de buenas nos compartía una copita de rompope, mientras la abuela nos preparaba el exquisito bolillo con nata y azúcar o te ofrecía hasta seis churros con un jarro de chocolate en agua, hoy la liga de la decencia y las buenas costumbres ven con malos ojos la primera acción y los médicos atribuyen nuestra diabetes a esos “insanos” hábitos alimenticios. En la actualidad lo más probable es que su sabiduría estaría sujeta a la “veracidad” de Google y Wikipedia.

Desafortunadamente el abuelo ya no está en este mundo, pero estoy seguro de que hubiera estado feliz de ver las caderas de Kim Kardashian y Nicki Minaj, escuchar la música de Pink Floyd y seguir saboreando el sabatino pozole, aunque sea de maíz transgénico, obviamente me mandaría por un tubo si lo invitara a whatsappear, ya lo imagino: “¡M´hijo no sea pendejo, qué no me tiene aquí para guaguarear!”

No hay comentarios: