jueves, 6 de septiembre de 2018

El día que se acabó la creatividad

Dicen que WhatsApp por su multiplicado número de usuarios se ha convertido en la principal herramienta para echar chacota, guaguarear con los amigos, familia, compañeros del trabajo, entre otros, es más, con tal de alcanzar la mayor cantidad de contactos hasta hacemos grupos desde los cuales organizamos pequeños eventos, hasta enormes guateques en donde invitas a diez y te llegan cincuenta – ¡ah cómo abundan los gorrones!–; es rete chulo de bonito contar con esos grupos donde caben los miembros de la familia o la generación de la facultad, recordando anécdotas y descubrir que para algunos excompañeros uno no ha evolucionado y sigue siendo el cavernícola aquel que todo destruía a su paso.

La neta, a veces me pregunto, ¿por qué la gente se empeña en acabar con la diversión? Primero esa onda de convertir en oficial de cualquier oficina o negocio un grupo del WhatsApp, que como todos sabemos es una falta de respeto a la inteligencia de los empleados, pues si el teléfono móvil y la línea son proporcionados por la empresa para uso exclusivo de sus trabajadores, el patrón está en todo su derecho de obligar a éstos a estar dentro del grupo y vigilar la mensajería que por ahí se envía, pero si no es así, el empleado puede negarse a recibir lo enviado o abandonar el grupo sin ninguna sanción, de serlo, estaría el jefe violentando los derechos de privacidad del celular que es propiedad del trabajador.

¡Oigan, tan bonito que son los oficios membretados! Y tan horrendos que se ven en esas fotos mal enfocadas y borrosas que nos hacen llegar por el guats, digo, a veces hay que interpretar o descifrar su contenido. Eso sin contar lo paranoico que ponen a uno con eso de que un día después te notifican que no firmaste tu asistencia y que te aguantarán hasta cierta hora y tu ingreso laboral es tres horas más tarde, ¡ahí cómo! Te prohíben hacer alarde de tus dotes de comicidad –la neta, hay a quienes les queda bien, a otros pos parecemos chavo-ruco–, pior ahora que a los programadores del whats se les ocurrió instalar la tiznada función que avisa si el mensaje ha sido reenviado o es original, o sea, si pensabas que los demás creían que lo que tanto bombardeabas era de tu intelecto, pues ahora ya no.

Es como si hubieran sepultado a la creatividad, pues ahora todos van a saber que esas ideas donde parecías ingenioso son ajenas, esto me recuerda aquella cita de José Ortega y Gasset, “si las ideas con las que vives son tuyas, entonces vives tu vida, pero si son ajenas, lo más probable es que eres vivido”, lo que significa que ahora solo nos resta crear nuestra propia cadenita de oración, fabricar memes, elaborar tarjetitas ñoñas de saluditos y felicitaciones, y lo más importante, jamás perder el objetivo por el cual se formó el grupo.

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