jueves, 23 de junio de 2016

El enemigo del Rector

Hoy abordaré un asunto que tal vez a ciertos individuos les resulte algo incómodo, porque probablemente ellos lleguen a pensar que es un texto redactado con la finalidad de abordar situaciones que para sus prejuiciosas mentes sean temas escabrosos, y más aún, por el título. Pues no es así, ya que creo que sobran las palabras para decir lo que nuestro actual Rector ha realizado durante su gestión, quienes lo hemos acompañado, de sobra sabemos que ahí están sus hechos que hablan por sí solos.

Ha demostrado que la soberbia y el despotismo no son parte de su personalidad, prueba de ello es que el dirigente de la Máxima Casa de Estudios ha sido un hombre que en reiteradas ocasiones ha concientizado a los orgullosos egresados de las distintas escuelas y facultades que al recibir ese documento que les acredita la culminación de su periodo de estudios no sólo son aptos para afrontar los retos de la sociedad del conocimiento, sino que también existe la responsabilidad de retribuir lo que la comunidad universitaria les brindó a la sociedad.

Sabe que al desempeñar el puesto que ocupa en el Siglo XXI, que es sin lugar a dudas el siglo de la acción, no debe permanecer estático, menos aún en una Universidad que está en constante efervescencia, debido a su incansable cruzada por mantenerse en la vanguardia tecnológica, dar respuestas a las diversas condiciones de cooperación, multiculturalidad e internacionalización.

Ávido lector de la poesía y aficionado a la oratoria, decidió dejar a un lado a ambas para tomar partido a través de la acción, en la actualidad si leemos sus entrevistas en lugar de expresar datos que inflen el ego de todo lo que ha gestionado en favor de la institución, denota preocupación de que en las aulas se imparta una formación que no sólo sea antídoto contra la ignorancia, sino también que concientice sobre las repercusiones de los prejuicios que generan la violencia, de ahí su sentida inquietud de que se ofrezca una educación con calidad, donde además de preservar el conocimiento se fomente el respeto como seres humanos entre los que formamos parte del proceso enseñanza-aprendizaje, con la seguridad de que ello se traducirá en respetar a la sociedad en sí y a la vida misma.

Para quien firma lo que están leyendo, la valía de una persona se mide o se considera según sea el tamaño de su enemigo, y no hay más grande rival que la ignorancia, ustedes dirán si nuestro Rector no ha elegido un buen adversario, ahora nos toca a nosotros brindarle apoyo desde las trincheras académicas para acompañarlo durante cada round. Algunos tal vez me acusen de servilismo ante lo expuesto, de que ni siquiera es una reflexión, pero el mensaje que me deja es que no se nos vaya acabar el tiempo sin saber exactamente quién tiznados es nuestro enemigo y pasemos por la vida sin pena ni gloria.

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