miércoles, 23 de octubre de 2013

Insatisfechos

Esa mañana Chuchín está lleno de ansiedad, los nervios hacen que su cuerpo de 15 años sienta frío, se pregunta, ¿por qué siempre que inicia un nivel escolar se pone así? Sabe bien que toda la adrenalina que experimenta lo hará cometer más de una estupidez, equivocarse de grupo, copiar mal el horario de clases, cambiar los nombres de sus nuevas amistades, olvidar el celular en la cafetería, entre otras tonterías.

Está seguro que por alguna causa bien justificada a su mamá se le hará tarde, y cuando lo lleve tendrá que enfrentar al violento tráfico vehicular de las 6:40 a.m., cuando todos quieren llegar temprano por la jodida motivación de estar puntual el primer día, enfrentándose al pesado embotellamiento y la peor sinfonía de cláxones, como si al hacerlos sonar pudiesen abrirse paso y arribar a tiempo.

En eso recordó que su hermano Luis, quien ya estudia Filosofía, le puede menguar su ansiedad con algunos tips para sobrevivir en la preparatoria, raudo dirige sus tenis hacia el cuarto de éste y en cuanto lo mira, pregunta, ¿es cierto que en la prepa la mayoría de los profes son malévolos? Echándose hacia atrás la enorme mata de cabellos que le cubren los ojos, responde, no existen profes malos, hay profes insatisfechos.

Ellos son profesionales que tratan de cumplir la mayoría de las normas y reglas de la escuela; su error consiste en que según ellos, piensan que con apegarse a un horario, impartir la información que invierte una clase y reportar la calificación de cada estudiante, ya la hicieron, pues incluso, tal hecho les hace creer que una vez cerrado ese círculo, ahora es trabajo de nosotros los alumnos quienes debemos completar todo lo demás del proceso debido a esa falsa idea que los hace pensar que el conocimiento es algo acabado.

Motivo por el cual ya no tenemos derecho de decir que no le entendimos a algo o pedirles que nos vuelvan a explicar. Pues si a alguien se le ocurre cuestionar o denotar más dominio sobre el tema, una bofetada de sarcasmo o tal vez libertad incondicional obtendrá cuando le pidan abandonar el salón, por clasificar la duda o aportación intelectual como indisciplina.

Hermanito, debes aprender que cuando ellos se defienden, no es nada más de ti o de los demás alumnos, es del sistema educativo en su totalidad, ya que al verse acorralados por nuestra escasez de aprendizaje después de que religiosamente cumplieron con un programa, un horario, de implementar estrategias de enseñanza que fallaron, se inunden de insatisfacción y busquen una salida fácil, ser autoritarios, perversos y de apariencia inquebrantable, de esos que con sólo verlos uno se atemoriza, gracias a su terco afán de ser siempre los que saben y de acudir a cursos de capacitación que se transforman en estadísticas escalafonarias que dan lugar a un crecimiento laboral y no al mejoramiento de su práctica.

¡Ah, ya entendí! Gracias, nos vemos por la tarde para platicarte cómo me fue, saliendo apresurado a abordar el coche de mamá; mientras Luis sabe que su pequeño hermano y compañeros de grupo enmudecerán, cuando entre por la puerta el mismo profesor que a él le hizo la vida de cuadritos durante dos semestres, con su clásica hermética seriedad renovada, exclamando el terrorífico balbuceo de “¡buenos días muchachos!” y mirando a todos como si fueran judíos en campo de concentración nazi.

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