miércoles, 16 de octubre de 2013

Incluso en estos tiempos

Dicen que existe una línea imaginaria que separa una generación de otra, donde se consideran el contexto social, el tipo de educación recibida y, lo más importante, las notables diferencias entre los estereotipos de las diversas etapas del desarrollo humano; es claro que las épocas son cambiantes como es lo normal, por ejemplo hoy los infantes cuando se enojan dicen jódete o friégate, en mis tiempos por sacar la lengua a un adulto – ¡qué para mí era, un gran insulto!­–, sufría de severos castigos por parte de mis progenitores, hoy los pobres padres de familia si intentan corregir a sus hijos, a veces hasta la cárcel pueden ir.

A esa distancia que separa a las diversas generaciones, unas de otras, se le denomina brecha generacional, y en estos tiempos tan veloces se nota aún más, pues la modernidad nos ha obligado a evolucionar a pasos agigantados, es tan enorme la distancia que nos separa a la generación del cubo Rubik, a la cual pertenezco en comparación con la generación de la Arroba, que a muchos que ya se encuentran en la tercera edad a veces de tan grande que es la brecha, debido al atraso se vuelven analfabetas pasivos en cuanto al uso de la tecnología y su lenguaje.

En mis tiempos de primaria, al finalizar las clases, la profesora nos escribía la tarea en el pizarrón e invertíamos hasta quince minutos después del timbre de salida en copiarla, ahora es diferente, pues los alumnos ya no toman nota de ella, únicamente le sacan foto con su Smartphone; hoy mientras en la vida real suceden cosas interesantes, algunos prefieren enterarse de ellas a través de páginas de internet.

En la actualidad si alguno de mis abuelos viviera, lo más seguro es que cerrarían todas las ventanas de la casa, cuando la computadora se empezara a poner lenta, porque hay muchas abiertas, como lo sugieren los técnicos con tal de mejorar su funcionamiento; me recomendarían no correr ningún programa, pues tal vez éste, pueda que acuda a conciliación y arbitraje a ponerme una demanda por despido involuntario.

Se sorprenderían que ahora las personas para existir tengan que abrir una cuenta de Facebook o Twitter, y lo más importante estar conectados, más siempre tendrán la duda en que si alguien se pondrá feliz al saber que exiten. Tal vez pensarían que chatear es un nuevo idioma de algún exótico país. Al escucharnos molestos porqué Facebook ya nos avisó que vieron nuestro mensaje y no lo contestan, creerían que esta red social es una persona muy indiscreta o argüendera. Les encantarían los rumores sobre ellos que habría en las redes sociales, pues se enterarían de cosas que ni habían hecho y como dice el modernizado dicho “ojos que no ven, Facebook que te lo cuenta, amigos que les gusta”.

Es una pena que también se hayan perdido la oportunidad de sacarse cien fotos, borrar 89, editar 11, quedarse con 3, para terminar subiendo sólo una a su perfil, pero como eran tan sabios, lo más probable es que concluirían que uno no es tan guapo como la foto de su perfil, ni tan feo como la de la credencial del IFE. De una cosa si tengo la plena seguridad, ellos disfrutarían de encontrar un viejo amigo a través del feis, además de crear un grupo al cual pondrían por nombre “El Club de la Eutanasia”.

Ahora sólo falta que cuando alguien vaya al registro civil a ponerle nombre a su primogénito, la secretaria le pregunte, ¿Nombre? Luis Felipe, lo siento, ese nombre alguien ya lo tiene, le sugiero ponerle Luis_Felipe o Luis Felipe2013, bueno, si es que dicen que el amor es como el WIFI, está en el aire, pero lamentablemente pocos tienen la clave, y que además de los filósofos griegos, también existen los filósofos de Facebook y Twitter.

Incluso en estos tiempos tan modernos, cuando el buen samaritano es ese vecino cuyo WIFI no tiene contraseña, cuando me emociono al exhalar humo por el clima frio y los jóvenes de catorce años ni se inmutan por fumar tres cajetillas de cigarros al día, sigue habiendo tres cosas que a los seres humanos nos deprime, ver llorar a una madre, que nuestra pareja se vaya y que Internet esté lento o a usted… ¿no le cambia el ánimo?

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