miércoles, 5 de junio de 2013

Habladurías

A lo largo de nuestra vida vamos acuñando un diccionario coloquial de palabras o slang como los gringos les llaman, pues al aprender a hablar un idioma, que en nuestro caso es el castellano, los horizontes del lenguaje se amplían conforme vamos socializando; desde pequeños a través de nuestros oídos y la vista es como nos apropiamos de palabras que sirven para expresar nombres de objetos, animales, cosas y lo más importante, expresar sentimientos o también para entrelazar frases con cierto sentido irónico.

Algunas veces esas palabras conforme se vulgarizan, adquieren cierta popularidad, es decir, las ponemos de moda entre nosotros al emplearlas continuamente, es más, creo que algunas personas sienten cierto aire de actualidad cuando las utilizan, o sea, se consideran modernos, es por eso que ahora cuando experimentamos admiración, sorpresa o molestia, decimos ¡chale! Palabra que ha venido a destituir al arcaico caray, carajo o caramba.

Son palabras que imponen un estilo de hablar tan común que se integran a nuestro lenguaje, sólo basta recordar el choteadísimo – acabo de emplear una– wey, así con doble u, pues con B, haríamos alusión al macho bovino castrado, dedicado específicamente al engorde y sacrificio, ¿será que cuando alguien te dice de esa forma está refiriendo un insulto a tu persona? Tal palabra desde su presentación mediática en el supuesto reality show región cuatro Big Brother, cuando los simplones inquilinos de la casa para expresar una oración empleaban el wey como especie de coma, heredaron a los televidentes esta aberración abominable al habla nacional, lo cual a partir de ahí todos se tratan de weyes entre una oración y otra, dando la impresión de que nuestro lenguaje es tan limitado.

De un tiempo a la fecha se ha sumado a la jerga coloquial una palabrita, que está en boca de todos los que se despiden vía telefónica, me refiero al bye, que es el equivalente en inglés al “adiós” o “hasta luego”, en fin, es sinónimo de despedida; más lo chistosito de ello, es que incluso después o antes del “bai” quien se despide lo hace en dos idiomas, pues suelen decir “Hasta luego, bye” o “adiós, bai”. Como toda habladuría, es empleado por diversas edades, a pesar de que los mayorcitos se escuchen patéticos diciéndolo, ellos lo emplean, ¡pues están a la moda wey!

Pese a que con ello corramos el riesgo de convertirlo en un anglicismo que se sumará a nuestro castellano, más pienso que lo continuaremos utilizando hasta que pase a la ignominia como aquel setentero “hello”, que nuestros antepasados recurrían para contestar una llamada telefónica, tipo película del gabacho –por cierto, gabacho se les decía a las personas que habitaban el río Gabas en Francia, y ahora es equivalente a lo oriundo de los Estados Unidos.

Amigo, si usted tiene cara de nopal sin rasurar y nariz de chile relleno, es de los que hace una fiesta para ochenta y le llegan doscientas, siempre es impuntual en cualquier cita, piensa que el mejor remedio para el malestar estomacal es el limón, que el resfriado y la tos se quitan con tequila, confía más en el diagnóstico del hechicero que el del médico, donde una vez hubo cintura cuelgan más artilugios tecnológicos que a Bob el Constructor, considera que los representantes deportivos cuando ganan es por chiripa, no puede negar que es mexicano y déjese de mamarrachadas, entonces antes de colgar una llamada limítese a decir sólo hasta luego o adiós.

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